¿Se puede detectar a un posible abusador como John Poulos?
En una sociedad que pone en las mujeres la carga de saber quién podría ser un abusador, en vez de educar en prevención, ¿es posible reconocer a una persona potencialmente violenta, como habría sido el caso de John Poulos, acusado de matar a su expareja, la DJ colombiana Valentina Trespalacios?
“Basándome en su comportamiento pasado y su naturaleza controladora, no puedo decir que me hubiera sorprendido por completo, porque todos sabíamos que él era el tipo de persona que es muy controladora y abusiva”, le dijo al noticiero estadounidense WISN 12 News Ashely Poulos, exesposa de John, el principal sospechoso del homicidio de la DJ colombiana Valentina Trespalacios, y contra quien la Fiscalía ha presentado varios tipos de evidencia que probarían su culpabilidad. Pero la palabra final la tiene la justicia.
Mientras tanto, lo que se ha revelado de la relación de la joven de 23 años y su expareja ha suscitado reacciones de todo tipo.
En caso de ser hallado culpable, algunos piensan que el hombre de 33 años —contra el que también pesa una orden de alejamiento y otra de arresto en EE. UU.— merece la pena de muerte, mientras que no pocos la culpan a ella —al menos en parte— por no dejarlo a tiempo, serle infiel y querer “su dinero“.
Y es precisamente la justificación de la violencia por una parte de la sociedad la que parece llevar a algunos, junto con factores biológicos y de crianza, a creer que tienen derecho sobre otro.
Sin embargo, ninguna de las posibles explicaciones de por qué una persona querría infringirle daño a otra justifica su actuar, ya que la primera sabe que sus acciones son reprochables e, incluso, criminales, por lo cual intenta ocultarlas; además, opta por racionalizarlas, con ayuda de quienes le justifican.
El paraíso antes de la tormenta
Los comportamientos abusivos se han tratado de explicar desde múltiples disciplinas, como la genética, la psicología y la sociología, pero aún no hay una opinión unánime sobre qué los origina.
Don embargo, sí parece haber un consenso es que es común que quienes terminan por perpetrar abuso psicológico y hasta crímenes violentos, como el cometido contra Valentina Trespalacios, suelen tener ciertos trastornos de personalidad.
Y es que una persona abusadora no se presenta como tal al inicio de una relación. Por el contrario, se esfuerza en hacer que el otro se sienta tan apreciado y amado que tal vez no se dé cuenta de que, al mismo tiempo, le controla.
Gracias a sus rasgos narcisistas, un futuro maltratador se exhibe encantador y, explica el Centro Psicológico Madrid, suele establecer un contacto muy estrecho e íntimo con el otro para crear un lazo de dependencia emocional.
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A pesar de ser encantadores y atentos, algunos comportamientos pueden advertir sobre una relación potencialmente abusiva antes de llegar al abuso como tal.
Una persona cuya meta es la de manipular busca, lo más pronto posible, entrar en la vida del otro y ganar su confianza. Necesita que el otro confíe y desarrolle sentimientos afectivos, por tanto, será la pareja más romántica que pueda ser; así hará que el otro se sienta especial y amado. Incluso, puede lucir demasiado bueno para ser verdad. Y lo es.
Sobra aclarar que una persona que sea muy romántica no será necesariamente abusiva. Un abusador, sin embargo, suele acudir al exceso de atención y romance para distraer al otro de algunos comportamientos preocupantes, como la necesidad de control y los celos excesivos, según explica la PhD en psicología clínica Andrea Bonior, en la publicación Psychology Today,
Actos como los “regalos extravagantes, expectativas de compromiso desde muy temprano, cenas sumamente lujosas, salidas aventureras y permitir (que el otro) use su auto o casa sin estar ahí pueden usarse como una forma de control, específicamente, al dar la expectativa de recibir algo a cambio, o una sensación de deuda por todo lo que nos ha dado“, advierte la especialista, y agrega que “esto puede hacer el escape (…) más difícil cuando las alarmas empiezan a sonar“.
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También, alguien con tendencias a ser controlador y posiblemente abusador suele hacer críticas negativas o comentarios hirientes que, lentamente, afectan el autoestima de su pareja. Luego, se mostrará amoroso y dulce, para que esta se quede.
¿John Poulos tenía “celos enfermizos”?
Una amiga de la DJ señaló a Poulos como una persona muy celosa y posesiva. En una declaración ante la Fiscalía, la mujer dijo que Trespalacios viajó a Aruba, en noviembre de 2022, con otro hombre, pero le dijo a su novio que iría a presentarse a un evento.
“Valentina se había ido para Aruba con Santiago, entonces no sabía cómo hacer para que John no se diera cuenta de que ella estaba allá. Entonces, Valentina le dijo que tenía un toque por allá, en otro lado, y fue cuando le dijo que necesitaba dinero (mil dólares) y que me lo enviara a mí. Ahí fue cuando John, por medio de la casa de cambio Money Gram, me envía el dinero”, reveló.
La amiga de Trespalacios contó que, al darse cuenta de que su novia viajó con otro hombre, Poulos enfureció, además, porque él “le revisaba los amigos que ella tenía en Instagram, miraba a quien seguía. Él, una vez, nos mandó a seguir con un investigador privado”, declaró.
De hecho, Pablo Silva, exnovio de la DJ, también comentó —en entrevista con Noticias RCN— que Poulos contrató a un investigador privado para seguirla y fue testigo de los “celos enfermizos” de Poulos: “Era un tipo celoso que le pedía videollamadas en donde ella estaba“.
Y es que una persona que busca controlar, manipular y tiene tendencias violentas le escribe o llama cada pocas a su horas a su pareja para saber su paradero, y suele ver con recelo a quienes considera una amenaza, aun si no tiene razones para ello, explica la psicóloga Bonior.
Pronto, hará sentir culpable al otro por pasar tiempo con amigos o familiares. Ejerce su necesidad de control, incluso, con acusaciones infundadas de infidelidad. En ese sentido, el celoso patológico no acata el derecho a la intimidad al ejercer comportamientos como revisar el celular y el historial de internet de su pareja, para asegurarse de que no le es infiel, explica la publicación Psychology Today.
Esto explica (mas no justifica, bajo ninguna circunstancia) que Poulos reaccionara violentamente al conocer que Trespalacios estaba de viaje con otro hombre.
Los comentarios negativos sobre el círculo familiar o de amigos de otro, si son muy ocasionales, pueden ser normales, ya que no todas las personas tienen que gustar de todos los que rodean a otros, así se trate de la pareja. Sin embargo, alguien controlador y manipulador hace estas críticas constantemente para justificar la etapa de aislamiento del otro. Tampoco es raro que aseguren amar tanto a la víctima del abuso (psicológico o físico) que no soportan la idea de perderle.
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La necesidad de control puede llegar al punto en que ese tipo de actitudes se hagan cada vez más frecuentes y generalizadas, con la meta de poder decidir el otro con quien y como pasa su tiempo aparte. De esta forma, también busca evitar que reciba advertencias sobre dicha conducta controladora que, sin embargo, justificará, por ejemplo, como preocupación.
Pronto, explica la psicóloga Bonior, el abusador tomará decisiones por la otra persona, incluso de tipo económico, y dirá saber lo que es mejor para ella, y esta cederá, porque le ama, y, a veces, se comporta como aquel de quien se enamoró, de manera que la persona abusada no siempre nota la pérdida de control sobre su vida.
En este sentido, en un mismo periodo de tiempo, alguien narcisista y abusador es dulce y amoroso (sobre todo en contextos sociales); pero menospreciará y hará sentir culpable al otro, haciéndole creer que depende del primero y que, si hiciera algo diferente o le amara más, no causaría el abuso.
De esta forma, la persona abusada se queda con la pareja que conoció y de la que se enamoró, pero será controlada, la mayor parte del tiempo, por quien le lastima, hasta que, eventualmente, no note la diferencia.
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El ciclo de violencia
“Ella se molestó por mi baile. Le dije que no había para más. Me levantó la mano. Me golpeó. No fue una cachetada. Fue un puño”, le contó Santiago* a DIARIO CRITERIO, sobre la vez que su exnovia lo golpeó, hace cinco años. “No soy muy adiestrado para bailar”, confiesa, defecto que, sin embargo, ella conocía.
Según la revista Health Psychology Research, el abuso consta de cuatro etapas que ayudan a explicar por qué a alguien que es abusado psicológica o físicamente le puede resultar difícil abandonar una relación de este tipo.
A medida que la relación avanza, la fachada comienza a caer, señala la publicación. Hay gritos e insultos que evolucionan a lanzar o golpear objetos.
El maltrato psicológico ya ha iniciado para entonces, tras reforzar en la persona abusada la idea de dependencia. El maltratador le menosprecia, hace sentir inútil y reduce sus logros, al tiempo que se muestra cariñoso y atento.
Luego, la fase de tensión se caracteriza porque, ante determinadas situaciones, el agresor reacciona de manera desproporcionada y crea en el otro un sentimiento de culpa. Es frecuente que quien es violentado adopte una posición sumisa para evitar que la situación empeore.
En esta fase puede haber gaslighting (negar la realidad del otro diciendo que exagera, los celos no le dejan ver las cosas como son, es egoísta, etc.), para hacerle creer que merece el abuso.
Santiago* también recuerda cuando un taxista se negó a llevar a su novia. “Se bajó molesta, saludó a una amiga, me ignoró y entró a la casa. Le dije que me molestaba su actitud y me respondió con una cachetada. Mis amigos se dieron cuenta y se alistaron para encararla, pero les pedí que no se metieran. Vuelve y me golpea, pero con el puño. Tres veces. Me arrodillo y le pido que pare. Me pegó en repetidas ocasiones hasta que un amigo la detuvo”, relató.
En el estallido de violencia, el agresor libera toda la ira acumulada en la fase de tensión. La agresión tiene el propósito de castigar a la víctima por no acceder a sus imposiciones.
En 2012, investigadores introdujeron la etapa de resiliencia de la víctima, que es la capacidad de adaptarse a situaciones de maltrato. Esta característica, en ocasiones, conlleva a episodios depresivos que dificultan a la persona tomar una acción efectiva contra el abuso.
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Finalmente, en la fase de arrepentimiento o luna de miel, el agresor pide perdón, da regalos, luce sinceramente arrepentido, vuelve a ser aquel romántico del que su pareja se enamoró, al tiempo que puede justificar su conducta (“te amo tanto, que no tolero verte con otros(as)”, “estaba cansado(a) por el trabajo“, por ejemplo), a veces hasta promete cambiar.
En esta fase, muchas víctimas retiran las denuncias que interponen ante las autoridades, o justifican y minimizan el comportamiento agresivo de sus parejas.
Y el ciclo vuelve a empezar.
Otro factor que puede perpetuar el ciclo de violencia es la indefensión aprendida, que se caracteriza porque la persona maltratada, después de múltiples intentos fallidos de reducir o evitar las agresiones, deja de sentirse capaz de hacer algo frente al maltrato. Es frecuente que se acompañe de síntomas depresivos.
A ello se suma un porcentaje alto de víctimas que son amenazadas, dependen económicamente o están aisladas (por el maltratador) de su círculo social y familiar, según resalta el Análisis de la justicia restaurativa para atender casos de violencia intrafamiliar, del Centro de Atención Integral a Víctimas de Violencia Intrafamiliar de la Fiscalía General de la Nación (CAVIF).
Sin embargo, la vergüenza y la culpa también pueden evitar que una persona hable con alguien acerca de un agresor o le denuncie. Tampoco es raro que algunas no quieran reconocerse como víctimas, ya que la palabra podría sugerir ‘pasividad’, sin embargo, no hacerlo le quita responsabilidad al otro.
Alarma entre minorías sexuales
Casi una tercera parte de la población LGBTQ+ reconoce haber maltratado a su pareja, según constató un estudio sobre violencia intragénero realizado por el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (Cogam).
De hecho, el 26,56 por ciento de los hombres encuestados admitió haber sufrido este tipo de violencia y, en las mujeres, la cifra ascendió a 33,85 por ciento.
En esta población, la discriminación, el temor a revelar su orientación sexual y a que las autoridades no les crean se suman a los factores que influyen en el silencio que acompaña la violencia de pareja.
Por eso, la publicación Psicología desde el Caribe y el CAVIF invitan a poner en marcha acciones de prevención y sensibilización que impidan la reproducción de la violencia y que fomenten su denuncia.
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Veredicto contra Amber Heard, ¿un revés?
Algunos analistas manifestaron preocupación ante la posibilidad de que la sentencia contra la actriz estadounidense Amber Heard, exesposa de Jonny Depp, que obliga a ambos a indemnizarse por difamación, tuviera un efecto negativo sobre las denuncias de violencia de pareja, cuyo subregistro es alto en todo el mundo, debido, en parte, a que las víctimas suelen enfrentar la revictimización, a pesar del porcentaje mínimo de denuncias falsas.
Sin embargo, el veredicto a favor del actor prueba que la justicia opera ante ese pequeño porcentaje de denuncias falsas que, entre 2009 y 2020, fue de 0,0074 por ciento, según la Fiscalía General del Estado español, y 2 por ciento, según Dejusticia (Colombia), por lo cual el otro 98 a 99,9926 por ciento que denuncia merece la misma credibilidad que las víctimas de cualquier otro delito.
*Nombre cambiado para proteger la identidad de la fuente.
Siga con: “Hay un patrón en los homicidios contra la población LGBTIQ”: Colombia Diversa
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Buén artículo
Orienta como conocer abusadores para prevenir finales catastróficos