Jorge Velosa, un doctorado carranguero
La Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia ha tenido el honor de otorgarle el doctorado Honoris Causa en Lenguaje y Cultura al maestro Jorge Velosa Ruiz.
Qué importante que la academia reconozca a los suyos, sin vergüenza por portar una ruana, sin ruborizarse por las palabras que se pronuncian con un acento campesino, sin esconder la esencia de lo que somos, reconociendo de donde es que se viene, en donde nos hemos hecho y por lo que seremos recordados.
Lo llaman el juglar, que, por cierto, es el único al que la academia colombiana de la Universidad Nacional ha reconocido como gestor cultural de las artes y las tradiciones. El único juglar colombiano que bautizó el género musical que identifica al campesino y a su propio grupo los carrangueros; el primero en haber conformado un grupo con otros igual campesinos a él y que, a su vez, fueron el primer grupo colombiano en presentarse en el famoso Madison Square Garden en Nueva York.
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Muchos juglares se nos fueron sin un reconocimiento tal de la academia. En deuda quedaron las universidades del Caribe con el doctorado honoris causa que merecieron Rafael Escalona, Leandro Díaz, entro otros. Ojalá pronto se les ocurra a las universidades exaltar al Cholo Valderrama, a Totó la Momposina, entre otros.
Muy significativo fue el evento del doctorado carranguero, cargado de simbolismo, de gestos humildes, de palabras sencillas y bonitas; de amor por la tierra, de amor por lo que se es, los versos, los animales, el campo, la familia. Inicia el maestro saludando a los celadores de la universidad, a los estudiantes, a los docentes, al rector.
Como él lo dijo, se saluda de abajo para arriba. Sin duda, a Velosa se le entrega el doctorado por fomentar una ética y una estética de la buena vida y la alegría.
Es doctor por posicionar la sencillez de las palabras como forma capaz de comunicar un conocimiento profundo, un lenguaje sencillo, los versos sin necesidad del doble sentido, el morbo. Unas canciones que no deterioraron la dignidad de la mujer, su cuerpo y su sexualidad. Unos poemas que, al son de los instrumentos de la carranga, dieron al campesino un lugar en la sociedad, lo hicieron sujeto especial de derecho mucho antes de que la ley que hoy se sanciona en el Congreso fuera posible.
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“Soy hijo de campesinos, campesinos veredales. Querendones de la tierra, del racho y los animales. Campesinos laboriosos que, por ser tan buena gente, los tienen como los tienen, inmisericordemente. Soy hijo de campesinos y en el campo fue mi crianza, entre la casa y la escuela entre cerros y labranzas; entre coplas y tonadas; entre cimientos y espigas; entre todas esas cosas que me marcaron la vida. Soy hijo de campesinos y lo canto con orgullo; campesinos son los míos como lo han sido los tuyos. Que vivan los campesinos y que los dejen vivir; que el campo sin campesinos existe sin existir”, dijo el maestro, al recibir el reconocimiento.
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Al maestro Velosa se le reconoce por sus contribuciones significativas a la cultura.
Más de 40 años de versos, guacharacas y requintos, de armonía de tiple y de gritos de labranza. Por una pedagogía del medio ambiente y la naturaleza: “Oiga, marranito / Se le cayó el papelito. / Oiga, marranote / Recójalo y no lo bote. / Oiga, marranito / Se le cayó el papelito. / Oiga, marraneca, arrójelo en la caneca”.
Recuerdo que, en los famosos aguinaldos boyacenses, la noche de la carranga era famosa, Velosa llenaba la plaza de Bolívar de Tunja y cuando se escuchaba “en la vereda Velandia del municipio de Saboya, una cucharita e’ hueso me regalaron por amistad”. La plaza se levantaba con gritos, euforia, amor por esa hermosa tierra que nos hacía sentir más boyacenses que el gabán cuatro puntas, el cetro de nuestro azadón y nuestro hermoso trono: la piedra de amolar.
Velosa reivindica al campesino y sus expresiones culturales. Gracias a él, al músico, al poeta, al cantante, al actor, al compositor, al guacharaquero, al carranguero, al investigador, al profesor, al veterinario, al escritor, al cultivador, al tejendero de versos, a nuestro juglar y sus mil oficios que lo hacen grande.
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Doctorado honoris hausa es un reconocimiento prestigioso y simbólico que busca honrar y destacar los logros y contribuciones significativas de una persona en su ámbito de trabajo.
La academia Boyacense lo hace hoy a uno de sus hijos más queridos. No puede pasar desapercibido. Tiene que ser fuente de inspiración de los versos, las querendonas y el lenguaje cotidiano.
“Por ahora, campesino, me despido.
Y te ruego que, si no es mucho pedir,
me consientas las maticas y el aljibe y a todos los animales que hay allí.
Es que todo amigo mío anda de luto.
Y la vida no es solo fatalidad.
Y ella sabe que en tus manos también tiene
Que en tus manos también tiene
Tiene otra oportunidad”.
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6 Comentarios
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Más que un tributo! Jorge Veloza es para los colombianos un estandarte de la cultura. Gracias por la columna. Merecida al maestro y los maestros campesinos.
La cultura en Colombia es en si misma la representacion en gastronomía, musica, paisajes, carnavales, festivales, ferias y procesiones, con una carga desmedida de colores como País multietnico y pluricultural. Es grato tener en Boyaca una exaltación de nuestro campesinado, un todo cultural que esta muy bien representado con Veloza.
Esta columna nos recrea en pocas lineas nuestra Colombia.
-¡Y ahora que vamos hajer con tanto campesino con Doctorado, sumercecíta linda! Quién va a trabajar el campo, supersona!