“Francia Márquez es un cambio de timón en la historia política colombiana”: José Antonio Figueroa

El autor del libro ‘Republicanos negros’ afirma que con Francia Márquez los sectores racializados tendrán una participación activa en la gestión del Estado a favor de sus derechos.

Entre mayo y julio de 1912, las autoridades cubanas asesinaron a entre 3.000 y 5.000 personas, la mayoría pertenecientes al Partido Independiente de Color, que luchaba por la igualdad de los afrocubanos. Un año después, a miles de kilómetros de la isla, en Ecuador estalló, en la provincia de Esmeraldas, una revuelta de negros por la muerte del líder liberal radical Eloy Alfaro y que se extendió hasta 1916.

El historiador colombiano José Antonio Figueroa retoma ambas historias poco conocidas en el libro Republicanos negros, para mostrar cómo los afroamericanos han sido protagonistas esenciales en la construcción de los Estados nacionales y en las luchas por la igualdad y la ampliación de los derechos. Esta investigación también denuncia cómo en las historias oficiales se silencia la participación política de los negros en la sociedad latinoamericana y busca construir una nueva óptica libre de prejuicios racistas sobre estas comunidades.

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A raíz de su libro y de la posesión de Francia Márquez como vicepresidenta de Colombia, Diario Criterio habló con Figueroa, quien explicó la importancia de las historias que narra en su libro, el racimo estructural hacia los afroamericanos y las razones por las que estas comunidades son borradas de las historias nacionales. También se refirió a Francia Márquez como esa continuidad del republicanismo negro.

Republicanos Negros
Figueroa, José Antonio. 2022. Republicanos negros. Crítica: Bogotá.

Diario Criterio: El republicanismo negro o los republicanos negros es un tema casi desconocido para la opinión pública, incluso las personas del común podrían relacionarlo con el Partido Republicano de Estados Unidos. ¿Cómo llegó usted a este tema?

José Antonio Figueroa: Desde mi tesis doctoral en Estudios Culturales y Literatura sobre el Caribe colombiano, hecha en la Universidad de Georgetown, he venido trabajando el papel protagónico de los afrodescendientes en la construcción de proyectos democráticos en las naciones latinoamericanas. En mi libro Realismo mágico, vallenato y violencia, exploré cómo, a través de la exotización o de la violencia, se niega ese protagonismo a los sectores populares de la costa en general y a los negros en particular.

Luego vine al Ecuador y tuve contacto con la población de Esmeraldas. Me llamó la atención que, en su memoria histórica común, los afrodescendientes de allí recordaran de manera particular un hecho conocido como la Guerra de Concha (1913-1916) en la que murieron alrededor de 5.000 afrodescendientes vinculados al liberalismo radical. En medio de esa investigación llegó a mis manos un texto donde se narraba la masacre del Partido Independiente de Color en Cuba, ocurrida en 1912, en la que asesinaron entre 4.000 y 12.000 afrocubanos. Ahí comprendí que lo sucedido en Ecuador y Cuba se encontraba en un mismo contexto continental en el que los afrodescendientes exigían una participación equitativa y democrática. De ahí surgió este libro, del interés de recoger estas historias de los republicanos negros.

Los republicanos negros

Diario Criterio: ¿A qué se refiere usted con el republicanismo negro o con los republicanos negros?

J.A.F.: El republicanismo en general es una larga tradición que antecede a la misma modernidad y remite a las luchas por la construcción de las repúblicas desde la antigüedad lo que ha sido explorado por distintas vertientes como la historia, la filosofía política y en mi caso desde una perspectiva transdisciplinar. Estos estudios diferencian el republicanismo oligárquico y el republicanismo popular. El republicanismo negro es una expresión del republicanismo popular en el que la lucha por la construcción de repúblicas se nutre de la lucha contra la esclavitud, contra el racismo y contra la servidumbre…

El republicanismo negro y popular propone radicalizar la democracia y formula un concepto más amplio de las promesas hechas por el liberalismo. Se diferencia del republicanismo aristocrático en que este hace énfasis en las libertades individuales. El republicanismo negro reclama un acceso universal a los derechos y enfatiza en el papel de los sectores populares y no solamente de las élites.

El republicanismo negro coincide con el republicanismo popular porque buscan crear unas condiciones que garanticen la participación de negros, indígenas, campesinos en esas repúblicas nacientes. Esa fue la principal consigna que encontré tanto en los negros republicanos de Esmeraldas como en el caso de Cuba, pero es algo que se encuentra también en las luchas de nuestros días.

Diario Criterio: Usted habla de que estas luchas afro son ocultadas por intelectuales o historiadores. ¿Por qué sucede este fenómeno?

J.A.F.: Yo he detectado tres razones. Por un lado, el racismo explícito del siglo XIX que se dio una vez acabada la esclavitud y que en el caso de Cuba llegó a ser de un racismo de Estado. Se basaba en teorías que sostenían que entre blancos e indígenas y negros existan diferencias antagónicas irreconciliables, incluso, la antropología afirmaba que los negros habían sufrido una detención evolutiva que los convertía en sujetos proclives al crimen, a la holgazanería e incapaces de pensamientos complejos como la soberanía nacional.

Por otro lado, hay unas teorías que se desplazaron de un determinismo biológico a uno cultural. Asocian la cultura afrodescendiente con la magia, la violencia o la sensualidad y prescriben que los afrodescendientes no son iguales al Estado nacional, a los mestizos o a los blancos. Hoy las luchas intentan invisibilizarse cuando vivimos una peligrosa revitalización del racismo biológico y del esencialismo cultural.

Esas tres formas de negación profundizan la inequidad, porque los reclamos de participación igualitaria siempre son desatendidos, ignorados y condenados con base en estos prejuicios racistas. Estos son mecanismos que sirven para negar la legitimidad de los reclamos de igualdad que uno encuentra en muchas de las movilizaciones populares de los negros.

Diario Criterio: ¿Esos reclamos por igualdad hechos por los sectores subalternos no significa una especie de homogenización con respecto a otros sectores? Dicho en otras palabras, ¿no significa privilegiar un mestizaje en desmedro de sus tradiciones culturales o ancestrales?

J.A.F.: No, cuando la gente exige el derecho a la igualdad, no significa que no reconozca sus especificidades, su experiencia, sus formas de vida o su cultura. La gente tiene capacidad de diferenciar entre sus costumbres y su deseo de integrarse a una nación con todos los derechos. A este fenómeno lo he llamado universalismo situado. Es decir, la gente no pierde la conciencia de su propia experiencia al exigir la plenitud de derechos. Eso lo tienen muy claro indígenas y afrodescendientes, quienes saben que sus especificidades culturales no les deslegitima reclamar condiciones de igualdad ni tampoco de participar en la construcción del Estado.

En estas luchas se formulan reclamos de los principios de igualdad, fundamentos de las repúblicas que los sectores subalternizados han ayudado a construir, sin que eso signifique un abandono de la experiencia que da la costumbre y la vida social.

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Diario Criterio: ¿Podría explicarnos mejor este concepto de universalismo situado?

J.A.F.: Yo formulo el universalismo situado como una respuesta crítica a los paradigmas intelectuales, especialmente posmodernos, que exigen a los afrodescendientes –y también a los indígenas– mantener cierta pureza de la cultura ancestral. En el fondo creo que esas teorías, de una u otra forma, mantienen la desigualdad al reducir a los pueblos indígenas y afrodescendientes a un esencialismo cultural y al obligarles a que sean fieles a sus tradiciones culturales como si en estos sectores no existiera el devenir, el cambio o la crítica.

A la larga, esto desconoce las luchas por la igualdad que han planteado estos sectores y niega la legitimidad de sus reclamos más universales. Lo que pude ver en el caso de Cuba y Ecuador es que los afrodescendientes plantearon una doble pelea: una inclusión al Estado nacional con el pleno goce de derechos y un reconocimiento profundo e incluso muchas veces crítico de su propia condición fenomenológica.

En ambos casos las respuestas estatales y sociales fue la criminalización de los afrodescendientes y las masacres. Pero hay algo aún más importante: en estas luchas también se piensa en el bienestar de la humanidad. El universalismo situado es una forma de reivindicar, lo que he llamado humanismo subalterno o humanismo periférico, que la tradición europea y los posmodernos no reconocen.

Partido Independiente de Color en Cuba
Caricatura del Partido Independiente de Color en Cuba

Silenciamiento de la historia de los republicanos negros

Diario Criterio: En su libro usted habla del negrismo, ¿en qué consiste este fenómeno?

J.A.F.: Es una corriente intelectual y cultural que coincidió con los indigenismos latinoamericanos. Una de las tensiones más importantes del negrismo fue la de definir el lugar de los afrodescendientes en la nación. En esto hubo una importante participación de intelectuales y artistas afrodescendientes y en el movimiento descubro una oscilación entre el exotismo, el racismo culturalista y la recuperación crítica de la memoria afrodescendiente.

Eso lo muestro en mi libro al comparar trabajos de escritores como Alejo Carpentier, Adalberto Ortiz y Nelson Estupiñán Bass. En el caso de Carpentier muestro cómo la obra Ecue Yamba O se hizo bajo el mismo paradigma racista defendido por el antropólogo Fernando Ortiz, quien promovió la masacre de 1912 y afianzó la imagen del negro como criminal. Adalberto Ortiz, por el contrario, explora el protagonismo de los afroesmeraldeños en el liberalismo radical y en la imaginación de una nación democrática.

Diario Criterio: Siguiendo con la participación de estos sectores subalternos en ciertas luchas republicanas, se podría decir que otra faceta distinta al ocultamiento, es la de negarles el protagonismo y ponerlos como simples seguidores de un líder blanco. O se los pone en el lado “incorrecto de la historia“, como lo hizo José Manuel Restrepo en la Historia de la Revolución en Colombia, quien fustigaba a los indígenas y negros por apoyar a la Corona española. ¿Por qué se utiliza este recurso?

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J.A.F.: Porque siempre se les ha querido quitar la capacidad de agencia y hacer pensar que son sujetos manipulados cuando participan en los movimientos sociales o políticos. Cuando se resalta el protagonismo de alguno de ellos, aparece como algo excepcional o exótico. De igual manera se privilegia verlos como sujetos anclados al ámbito de su cultura mientras se silencian los reclamos y las grandes contribuciones políticas e intelectuales que han hecho a pesar de las condiciones adversas que se viven.

Eso es un problema de las constituciones multiculturalistas de las últimas décadas que proclaman la interculturalidad, la plurinacionalidad o el multiculturalismo y han producido un desbalance entre el culturalismo y el ancestralismo, mientras se ha debilitado el reconocimiento del papel activo como sujetos demandantes de derechos en las sociedades contemporáneas.

Diario Criterio: Cuando se habla de luchas de afroamericanos de inmediato se hace referencia al Gran Caribe y se cree que las luchas sociales en los países andinos son protagonizadas por los indígenas u otros sectores. Y si se habla del Cono Sur, de Chile, Uruguay o Argentina el componente negro desaparece. De esta manera queda escondida la acción negra. ¿A qué se debe esto?

J.A.F.: Este es fenómeno de toda América Latina. Y sucede porque desde el siglo XIX ha habido una política sistemática de anulación del conocimiento sobre los afrodescendientes. Hacia el siglo XIX, en el caso de Cuba, la población negra superaba con creces a la blanca, momento en el cual se dieron unas políticas explicitas para disminuir el número de negros mediante proyectos como su devolución al África o su extermino físico.

En Argentina no se reconoce el papel fundamental que tuvieron los afrodescendientes en la independencia ni tampoco que en plena república fueron puestos como carne de cañón en las guerras civiles, lo que produjo una disminución demográfica tan brutal, hasta el punto de que hoy ese país desconoce totalmente el crucial papel de los afrodescendientes en la construcción de la nación.

Estos dos ejemplos se encuentran a lo largo y ancho de los países latinoamericanos y dan cuenta de que no solo se ha querido borrar la memoria histórica sobre los afroamericanos sino exterminarlos físicamente. Suena duro, pero hay que hablarlo de frente para confrontar la necropolítica y el racismo.

Ejércto afroesmeraldeño
Ejército conformado por afroesmeraldeños durante la Guerra de Concha. Foto: Archivo particular

Diario Criterio: ¿Por qué predomina esta excesiva culturalización en desmedro de otros derechos?

J.A.F.: Porque en los Estados nacionales no hemos aceptado el principio de igualdad. Somos Estados nacionales que mantenemos el principio de la diferencia estructural. Y esto se expresa en la convicción de la élite de que entre ellos y los sectores subalternizados no hay una igualdad. También se ve en una serie de términos como “negro alzado“, “indio indómito“, utilizados para despreciar los intentos de los subalternizados por acceder al disfrute de los derechos prometidos por las repúblicas. Eso en el mejor de los casos, porque en el peor se llega a la persecución y a la eliminación física. 

Diario Criterio: ¿Qué importancia tiene sacar a la luz estos hechos históricos protagonizados por los negros republicanos en Cuba y Ecuador que relata en su libro?

J.A.F.: La recuperación del papel protagónico de sectores subalternizados en la construcción de los Estados nacionales es fundamental para romper el estereotipo de que estos sectores siempre han sido manipulados o han cumplido un papel pasivo o son gente que no tiene interés real en una ampliación de derechos. Es importante para quebrar las formas estructurales del racismo y los estereotipos como que el negro es ladrón o vago, que tanto daño hacen en la vida cotidiana de estos pueblos.

La visibilización de esto a nivel curricular, me parece importante para que los niños sepan que los afrodescendientes no somos una otredad con la cual hay que tener una relación distante, sino que somos parte fundamental de nuestros Estados nacionales. Esta recuperación histórica debe venir acompañada con el fin de la discriminación y el racismo naturalizado por las élites y expandido en la cultura en general y con la construcción de una sociedad igualitaria.

El triunfo de Francia Márquez

Diario Criterio: ¿Qué claves puede dar este libro para el presente? Se lo pregunto en relación con todo lo que ha pasado alrededor de Francia Márquez.

J.A.F.: Este libro, a pesar de ser histórico, trata de buscar claves para entender el presente. Concluyo que es necesario romper el racismo contemporáneo mediado por el exotismo. La gente, en algunos casos, no es explícitamente racista y no afirma que un negro no puede participar en política. Pero si se les escucha decir “es que no saben manejar un Estado“, “ellos solo saben de cultura, pero no de política o economía“… Ideas contrarias a los que muestro en el libro. Lo que revela la historia política afroamericana es la absoluta claridad que tienen estas comunidades respecto a lo que es la ampliación y la participación igualitaria de los distintos niveles del Estado.

El ascenso de Francia Marquez es un cambio de timón en la historia política colombiana. Su presencia en la dirección del Estado colombiano muestra uno de los más interesantes desafíos para ampliar los limites que señalaba la constitución multiculturalista, que pone énfasis en lo cultural en desmedro de lo politico y lo económico. Hay importantes antecedentes en América Latina como la presidencia de Evo Morales. En ese país los derechos políticos y económicos de los indígenas se han ampliado de manera radical y la cultura sigue siendo un eje importante de la vida social. Es una ruptura de los limites del culturalismo y una recuperación del sentido de la lucha por la igualdad. 

Francia Márquez, vicepresidenta de Colombia
Francia Márquez, vicepresidenta de Colombia. Foto: Campaña Petro Presidente.

Diario Criterio: ¿Qué representa para la comunidad afro y para el país que Colombia tenga por primera vez una vicepresidenta afrocolombiana?

J.A.F.: Que por primera vez en la historia los sectores racializados van a participar activamente en la gestión del Estado a favor de sus derechos y de la igualdad en general. Es importantisimo para la población afrocolombiana que, junto con la población indígena, han sido las mayores victimas de la prolongada guerra ejecutada en sus territorios, ante un Estado desidioso que solo ha hecho presencia represiva. Significa la posibilidad de reducir las vergonzosas asimetrías sociales que en Colombia tienen un terrible componente racial.

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Diario Criterio: ¿Francia Márquez recoge esa tradición de negros republicanos?

J:A.F.: En la introducción de mi libro, que la escribí cuando Francia Márquez aún no era ni siquiera candidata, exalté su presencia en la política nacional colombiana como un caso ejemplar de universalismo situado. Es decir, como una mujer afrodescendiente que incorporó en una misma agenda su lucha personal, territorial, nacional y universal. 

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