“Decir que esta novela es de izquierda es tan imbécil como decir que es de derecha”
El escritor bogotano Juan Gabriel Vásquez lanzó hace poco tiempo ‘Volver la vista atrás’, una novela sobre la infancia y la juventud revolucionaria del cineasta Sergio Cabrera y su familia. Diario Criterio habló con él.
DIARIO CRITERIO: ¿Por qué escoger a Sergio Cabrera como protagonista de la novela? ¿Por qué darle valor literario a su vida?
Juan Gabriel Vásquez: Empecé a hablar con Sergio como amigos. Su vida es inusual y rica en anécdotas y en detalles fantásticos. Pero descubrí que su vida no era solamente una gran aventura: detrás ella se podía mirar la historia del mundo del siglo XX. Por eso trato, decidió recurrir al lenguaje de la novela para dar un poco de luz sobre sobre una de mis obsesiones: entender la historia o los fenómenos históricos a partir del choque y los cruces de estos con los destinos privados de la gente.
DIARIO CRITERIO: ¿Influyó la pandemia en la manera de escribir el libro?
J.G.V.: El libro fue un rescate. A mí me dio coronavirus en marzo del año pasado. Creo que estuve dentro de los primeros colombianos que lo padeció y el libro fue una tabla de salvación. La pandemia no influyó en la forma que tomó, pero sí tuvo relación con la manera en la que se escribió, con intensidad brutal. Tenía jornadas de 12 horas en las que la pasaba feliz. Gracias a la escritura, las preocupaciones se volvían más manejables. Fue un libro escrito con mucho entusiasmo.
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DIARIO CRITERIO: ¿Uno podría concluir que el libro es la historia del progresivo desencanto con la izquierda revolucionara?
J.G.V.: Ese tipo de conclusiones se las dejo a los lectores. Yo creo que se puede leer de muchas maneras, y una es explorar cómo los procesos revolucionarios de los años 60 se vieron muy contaminados por el lado más humano de quienes los llevaban a cabo, por el sectarismo, por el fanatismo, por los egos y, desde luego, por el ejercicio de la violencia que todo lo envenena y lo contamina, por más buenas que hayan sido las intenciones.
DIARIO CRITERIO: ¿Se podría decir que su libro es una biografía o una novela de ficción?
J.G.V.: Al final de libro hay una nota de autor en la que explico por qué considero este libro de ficción, a pesar de que no tiene episodios inventados. Aprovecho una entrada del diccionario de José Rufino Cuervo del verbo fingir, que asociamos con la ficción. El diccionario dice que fingir es una acción que significa modelar y tallar, y pensé que eso hice exactamente con la vida de los Cabrera. En las 500 páginas se encuentra mi interpretación de ellos.
“Creo, en general, que una novela vale la pena es porque abre un espacio para entender las vidas que no son las nuestras. Decir que esta es una novela de izquierda es tan imbécil como decir que es una novela de derecha”.
DIARIO CRITERIO: Al parecer, usted tiene una obsesión con la historia del siglo XX colombiano…
J.G.V.: Sin duda. Creo que hay factores más irracionales para explicarlo. Hasta cierto punto mis libros son el resultado de una especie de obsesión que va más allá del interés racional de entender la historia del país. Lo que yo siento por ciertos episodios del siglo XX es algo más emocional, tal vez porque muchos han moldeado mi vida constantemente. Tal eso me venga de haber crecido en una familia que tuvo que ver con distintos momentos históricos.
DIARIO CRITERIO: ¿Cómo cuáles?
J.G.V.: El 9 de abril fue un relato constante en mi vida porque tengo un tío abuelo que fue un protagonista de esa época. Esa obsesión también proviene de esa sensación de que los fantasmas del pasado esta siempre con nosotros. Y eso aplica a todo el país. En los hechos que nos suceden están presentes el asesinato de Gaitán, los años de la violencia… Son hechos que moldean nuestra realidad.
DIARIO CRITERIO: ¿No le disgusta que le digan mamerto?
J.G.V.: Yo estaba muy consciente con lo que podía pasar al publicar mi libro en un país como el nuestro. Las 500 páginas escritas defienden una cierta aproximación de la realidad, profundamente antipática para la sociedad en la que estamos viviendo: una sociedad polarizada, radicalizada, alérgica al diálogo y, sobre todo, reacia a entender al contradictor. Creo, en general, que una novela vale la pena es porque abre un espacio para entender las vidas que no son las nuestras. Decir que es una novela de izquierda es tan imbécil como decir que es una novela de derecha.
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DIARIO CRITERIO: ¿Estaremos viviendo una especie de decadencia cultural?
J.G.V.: No estoy tan de acuerdo con la afirmación. Evidentemente, vivimos en una sociedad de algoritmos difundidos por redes sociales que producen resultados artificiales e imponen ciertos productos a la medida de los gustos de las personas. Todo eso conduce, entre otras consecuencias, a que haya productos de calidad que no encuentren su público. También debo decir que, por lo menos en el campo de la literatura, hay libros de calidad que se hacen populares. En Colombia el trabajo de los novelistas contradice esa percepción.
DIARIO CRITERIO: Pero no puede negar que ese algoritmo ha causado un empobrecimiento de la cultura en muchos ámbitos…
J.G.V.: Por supuesto, ese empobrecimiento lo estamos viviendo. Es muy lamentable ver en muchos medios colombianos un error gramatical o de tipeo cada dos frases. Eso se debe, en parte, a un deterioro de nuestra relación con la lengua y a una especie de nueva ética periodística en la cual el valor supremo es el clic. Ahora interesa darle a la gente lo que ella cree que ha pasado así haya que modificar ligeramente la realidad.
DIARIO CRITERIO: ¿Por qué Colombia no puede salir de ese círculo vicioso de la violencia? ¿Por qué nos mantenemos en un péndulo entre la esperanza y la desesperanza?
J.G.V.: Todo eso es lo que he tratado de contar en mis libros. En La forma de las ruinas hay un personaje que, al final de la novela, dice que Colombia es como un ratón corriendo en un carrusel. Somos una sociedad de ciclos de violencia que ha demostrado un talento formidable para reinventarse. Y los ciudadanos no hemos podido, en más de un siglo, salir del carrusel.
“La Comisión de la Verdad hace un trabajo que busca iluminar el pasado para darnos todas las versiones que pueda haber, entendiendo que esa es la única manera de pasar la página y seguir hacia adelante”.
DIARIO CRITERIO: ¿Y el Acuerdo de Paz?
J.G.V.: No tuvo mucho crédito la opinión que dimos algunos de que el proceso de paz con las Farc era necesario para cortar el ciclo violencia y su capacidad de reinvertirse. Los acuerdos fueron rechazados después de una campaña de mentiras y distorsiones. El rechazo de los acuerdos implicó el nacimiento de una paz debilitada, frágil, en un país polarizado.
DIARIO CRITERIO: Y en esos ciclos y reinvenciones aparecen personajes como Uribe…
J.G.V.: Uribe es la reencarnación de un personaje que había en los años 50, que a su vez es una reencarnación de otra persona que vivió a inicios del siglo XX. La sociedad colombiana produce arquetipos que se van reproduciendo y eso es lo que trato de entender en los libros.
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DIARIO CRITERIO: ¿Cómo salir de esos ciclos?
J.G.V.: Para salir de la violencia se necesita mirar de manera lúcida hacia el pasado. Por eso me parece tan importante la Comisión de la Verdad, ellos hacen un trabajo que busca iluminar el pasado para darnos todas las versiones que pueda haber, entendiendo que esa es la única manera de pasar la página y seguir hacia adelante. Es no olvidar, no adulterar, sino abrir un espacio donde puedan existir todas las historias que contamos por incómodas y dolorosas que sean.
DIARIO CRITERIO: ¿Qué autores o libros le han sorprendido últimamente?
J.G.V.: Podríamos hablar de esto hasta mañana. Al contestarle dejaría a mucha gente por fuera. Los últimos libros de autores colombianos que he leído son los Pilar Quintana, Ricardo Silva, Héctor Abad, Tomás González, Sara Jaramillo, Santiago Gamboa, Pablo Montoya, Margarita García Robayo… Lo que quiero decir es que dejo por fuera a mucha gente y eso es un buen termómetro sobre lo que está pasando en nuestro mundo literario: muchas personas haciendo un trabajo muy serio con vocación y dedicación. Todos ellos construyendo una especie de constelación que ilumina nuestra vida y permite entender el sitio tan raro en el que estamos.
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Vale la pena resaltar que la novela se circunscribe a la Guerrilla del EPL, organización fracasada prematuramente e, incluso, parte de ella convertida al paramilitarismo, de tal manera que su ficción, breve por demás, no debe dar una imagen generalizada del conflicto armado y de su significado.