La Mojana: ¿una luz al final del túnel u otra promesa incumplida?
Más de 300.000 personas damnificadas, además de cultivos y animales afectados, tienen a la región de La Mojana sucreña sumida en una crisis económica y social. Sus habitantes esperan que la nueva inversión anunciada por el Gobierno no sea en vano, como los más de 3.3 billones designados desde 2018 —según la Contraloría General— y que la comunidad nunca vio.
En La Mojana, una subregión entre los departamentos de Sucre, Bolívar, Córdoba y Antioquia, sobre las cuencas de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, varios municipios cumplieron dos años bajo las aguas este agosto.
La ruptura del jarillón izquierdo del río Cauca, el aumento de las lluvias por el fenómeno de La Niña y el calentamiento global han sido algunas de las explicaciones que autoridades y habitantes han dado para describir una tragedia que, solo en el primer año, dejaba más de 150.00 afectados y miles de millones de pesos en pérdidas.
El pasado 9 de septiembre, el director general de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), Olmedo López Martínez, anunció la asignación de más de 129.000 millones de pesos para el tan anhelado cierre del boquete conocido como Cara de Gato.
Esta inversión, sumada a otros proyectos comunitarios y el despliegue de maquinaria amarilla para la intervención en 11 municipios de Córdoba, Sucre y Bolívar, deberá contribuir a la revitalización una región que llegó a ser un eje en la producción de arroz, la siembra, la cosecha y la ganadería en Colombia.
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“El anuncio del día de hoy, en nombre del presidente, Gustavo Petro, y la vicepresidenta, Francia Márquez, refleja el compromiso del Gobierno del Cambio con La Mojana y la Colombia profunda, asegurando que el desarrollo y el bienestar lleguen a cada rincón del país”, afirmó López, y agregó que la entidad supervisará “de cerca” las obras.
Según el funcionario, el Gobierno solicitó la revisión de las obras ya avaladas y planificadas en las cabeceras municipales para su ejecución, con el fin de aprovechar la época de calor y sequías, al tiempo que la Unidad, dijo López, entrega obras de mitigación en Tenche, San Jacinto del Cauca y Bolívar, por una inversión de 18 mil millones de pesos, lo cual debería mitigar inundaciones y socavaciones, en especial en el margen izquierdo del río Cauca, donde las aguas han damnificado a 300.000 personas.
¿Qué pasa en Cara de Gato?
Si bien La Mojana es una zona que históricamente se inundaba un par de meses al año —finales de octubre y parte de noviembre—, precisamente, por estar en la encrucijada de las cuencas del Cauca y San Jorge (tributarios del Brazo de las Lobas del río Magdalena), su historia empezó a cambiar entre los años 60 y 70 del siglo pasado.
Hace un año, Jorge Martínez, un pequeño ganadero de Sucre que tuvo que trasladar sus animales a más de 200 kilómetros, le contó a DIARIO CRITERIO que, en invierno, el río Cauca inundaba un cauce conocido como el Caño de la Mojana, que nace en cercanías del municipio de Majagual, en una de las ciénagas, y corre hacia el Rio San Jorge, para desembocar en zona rural de Magangué (Bolívar).
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En un intenso verano, un sacerdote español que se ocupaba de la feligresía en Majagual y Guaranda decidió excavar —con la ayuda de varias almas sedientas— para permitir que las aguas del Cauca también corrieran allí.
Las indómitas y potentes aguas, en efecto, inundaron y calmaron la sed, pero lo que el sacerdote no midió es que el Cauca fue erosionando su orilla hasta convertirla en una boca que inunda miles de kilómetros en los inviernos.
Así, los puntos conocidos como la Boca del Cura y el Punto G, ubicados justo debajo de Cara de Gato, hacen de las suyas cada cierto tiempo.
Un fenómeno parecido ocurrió el 27 de agosto de 2021, pero de forma espontánea, cuando una poderosa creciente del Cauca, cada vez más afectado por la sedimentación de la minería ilegal, rompió el margen izquierdo en el chorro Cara de Gato, que logró tener cerca de mil metros, a la altura de San Jacinto (Bolívar).
Las aguas afectaron seriamente los municipios de San Jacinto del Cauca, Ayapel, Guaranda, Majagual, San Marcos, San Benito Abad, Caimito y Sucre.
El Gobierno de Iván Duque se comprometió a crear un nuevo jarillón para febrero de 2021.
Y en una visita a las obras, el 2 de octubre de ese año, el entonces presidente dijo que estas deben “estar terminadas en 80 días, contados a partir del momento en que inició la intervención, es decir, alrededor del 20 de noviembre. Sin importar las dificultades del clima, hemos venido trabajando en la zona, y este tramo debe cerrarse para contener las aguas, permitir que se seque el terreno nuevamente y ordenar este punto de nuestra geografía”.
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Y en enero de este año, en una visita del Gobierno nacional a la región, durante una de las manifestaciones de los residentes que clamaban intervenciones prontas y efectivas ante las inundaciones, el gobernador de Sucre, Héctor Olimpo, recordó que la UNGRD ya había prometido cerrar Cara de Gato para el 15 de diciembre del año pasado.
¿Qué se hizo la plata?
En julio de 2022, la Corporación para la Defensa de la Mojana (Codemojana) denunció que no solo los 20.000 millones de pesos invertidos en tapar el chorro Cara de Gato se perdieron, sino que el Gobierno nacional, a través de la UNGRD, le adjudicó otro contrato, el 30 de diciembre de 2021, por 10.000 millones al mismo contratista, para reforzar la Boca del Cura.
El beneficiario de ambos contratos fue el ingeniero civil Carlos Francisco Díaz Granados Guerra, representante legal de la firma CDF Ingeniería. Después de un año, el avance no llegó al dos por ciento.
Díaz Granados Guerra es primo del exalcalde de Santa Marta y ex viceministro del Interior del Gobierno Duque, Juan Pablo Díaz Granados. El ingeniero es hijo de Carlos Francisco Díaz Granados Martínez (director actual de la Corporación Autónoma Ambiental del Magdalena, Corpamag). Su madre es Diana Beatriz Guerra de la Espriella, hermana de los exsenadores Joselito, Antonio y María del Rosario Guerra de la Espriella; el primero, condenado por el Proceso 8.000 y, el segundo, por parapolítica.
Los habitantes de La Mojana esperan esta vez que la nueva inversión no se pierda como lo han hecho sus cultivos, sus casas y su ganado; ni cumplir tres años —y un segundo Gobierno— obligados a recorrer el casco urbano de sus municipios en canoa.
Nota de redacción: este artículo fue editado para precisar que el contrato adjudicado a la firma CDF Ingeniería el 30 de diciembre de 2021 fue el segundo.
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Cada gibierno promete y promete y la plata que invierten se pierde y los habitantes de Sucre viviendo así inundados
Que corrupción