‘La niebla de la paz’: el otro lado de la historia del proceso de La Habana

Este documental, que se estrena el jueves en algunas salas del país, sigue a dos guerrilleros (ahora exguerrilleros) de las FARC durante los años que se negoció, se firmó y se empezó a implementar el proceso de paz. Un trabajo muy valioso que busca reconstruir la memoria desde el otro lado. Una reseña.

Durante los años que se negoció, se firmó y se comenzó a implementar el acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, Colombia vivió en medio de una vorágine noticiosa que casi no dejaba espacio para pensar ni para respirar. En medio del secretismo que se vivía en La Habana, las acciones bélicas que se seguían sucediendo en Colombia (hizo carrera la frase “nada está acordado hasta que todo esté acordado”) y las desinformaciones de muchos opositores a la iniciativa, casi que desde el inicio de la negociación hasta el final, el proceso fue una carrera de obstáculos en la que nadie tenía tiempo de mirar con calma lo que estaba sucediendo.

Desde entonces, sin embargo, y con el paso de los años, ha habido varias iniciativas, sobre todo en el formato de cine documental (y algunos libros de los protagonistas), que intentan mirar desde la lejanía -lo que se puede considerar lejanía teniendo en cuenta que la implementación sigue su curso y a muchos exgerrilleros los siguen matando- esos años decisivos para la historia contemporánea del país (y seguro para su historia con mayúsculas). La negociación, Rostros de paz, La paz posible y un largo etcétera.

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La niebla de la paz, de Joel Stangle, que se estrena este jueves 23 de febrero en algunos cines del país, es el más reciente de todos ellos, pero tiene una particularidad: se centra en cómo se vivió toda la montaña rusa del proceso de paz desde el lado de las FARC. Y visto en perspectiva (7 años después de firmado el acuerdo) es un documento muy pertinente para la memoria de estos años en el país, y para seguir entendiendo y acercando puentes con aquellos colombianos que por casi seis décadas estuvieron enfrentando al Estado y fueron considerados delincuentes y hasta terroristas, pero que hoy, sin renunciar a sus creencias políticas, intentan hacer su vida desde la legalidad.

El documental sigue la historia de dos guerrilleros desde la época en que se supo del comienzo de los acuerdos de paz hasta hace unos años, cuando intentaban mantenerse vivos y firmes a la paz en medio de la desesperanza que sembró frente a los acuerdos el gobierno de Iván Duque y el Centro Democrático. Y para firmarlo, Joel y su esposa, la productora Carolina Campo, no solo estuvieron en La Habana, sino que pasaron tiempo en un campamento guerrillero en Cauca, filmando a las tropas, su día a día y las reacciones frente a lo que iba pasando en el país.

Vea un avance de La niebla de la paz:

Los dos protagonistas son Boris Guevara, el comunicador del equipo negociador de las FARC, y Teófilo González, un guerrillero que estuvo bajo las órdenes de Alfonso Cano y quien, en un esfuerzo porque los relatos de los guerrilleros no se pierdan, intenta escribir sus testimonios: desde por qué se unieron a la guerrilla, hasta sus miedos y sus experiencias en un grupo guerrillero en medio de una guerra prolongada.

El documental va mostrando imágenes, muchas hasta ahora inéditas, de los negociadores de las FARC en La Habana, de su día a día y de sus reflexiones e impresiones en medio de las negociaciones, todo narrado y filmado por Boris con su propia cámara, y lo intercala con los registros que Joel y Carolina hicieron de Teófilo y los otros guerrilleros en el campamento, así como con imágenes de archivo del conflicto que hacían parte de la guerrilla.

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Lejos de ser un documental activista o que toma partido, La niebla de la paz intenta entender el otro lado, el punto de vista que por años fue callado y silenciado (porque quienes lo mostraban eran tachados de terroristas o traidores a la patria). Las palabras de Teófilo, sus compañeros y compañeras, o las reflexiones de Boris, salpicadas con palabras sueltas de Rodrigo Londoño (en esa época Timochenko), Iván Márquez y otros miembros de la cúpula de la guerrilla, no justifican ni glorifican, sino que siete años después sirven como un registro que complementa todo lo que se decía y se sabía (atrocidades incluidas) de las FARC y sus acciones en medio del conflicto colombiano.

De hecho durante el documental los protagonistas, como el país y el propio proceso, se van transformando poco a poco. Mientras transitan el laberinto (una metáfora que enfatiza la película sobre las negociaciones) y ven pasar la desconfianza inicial, las crisis que ponen en peligro las negociaciones, los acuerdos que van consolidando la confianza entre las partes, la esperanza de la firma final, el golpe de realidad del plebiscito y la rudeza de enfrentarse a el mundo civil y sus peligros (incumplimientos y amenazas incluidas), dejan de ser los mismos, aunque sus principios y creencias puedan seguir siendo las mismas.

La niebla de la paz
Una imagen de ‘La niebla de la paz’: Teófilo y Boris ven el contenedor de la ONU en el que pusieron sus armas entregadas.

Teófilo pasa de ser un guerrillero interesado en mantener la memoria de sus compañeros a convertirse en un desminador humanitario y luego en un empleado de la Comisión de la Verdad, muchas veces encargado de escuchar a las propias víctimas de las FARC (a quienes termina entendiendo y comprendiendo). Boris, por otro lado, hace su propia transformación: de ser uno de los hombres de Alfonso Cano pasa a encargarse de las comunicaciones de los negociadores de las FARC y luego, en uno de los principales promotores de los emprendimientos que los exguerrilleros han implementado para mantenerse en la vida civil.

En medio de toda la historia, además, aparece una y otra vez la noción de la memoria en varias formas. Por un lado en los intentos evidentes de Teófilo y Boris por registrar (cada uno a su manera) los testimonios y los acontecimientos desde el lado de la guerrilla, para que no se pierdan en medio de la ‘guerra’ de los relatos y de la memoria. Por el otro, de un modo más general, en la importancia misma del documental para dejar registro de lo que se vivió en la guerrilla durante la negociación, el plebiscito y los primeros meses de implementación.

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Pero también aparece con una de las historias ‘secundarias’ que hila el documental: una caleta que ordenó enterrar Alfonso Cano que no tenía dólares ni armas, sino registros en video, grabaciones y documentos en distintos formatos que la propia guerrilla había hecho de sus acciones. Ambos protagonistas, coincidencialmente, estuvieron involucrados en su armado y durante el documental, muestran interés en que ese material se recupere para que no se pierda en las montañas, como muchos otros secretos de la guerra.

La caleta se menciona varias veces en el documental, y justo aparece al final, cuando ambos logran encontrarla y revisar el material. Ya no son los mismos, claro, y lo que encuentran (varias cosas, incluyendo mensajes que los diputados del Valle del Cauca les habían enviado a sus familias) tal vez no les genere lo mismo que les hubiera generado cuando la guardaron. El propio Teófilo lo dice: “estas palabras que un padre de familia, que murió en nuestras manos, les dice a sus hijos, ahora parecen contener un mensaje para todo el país”.

La niebla de la paz
Una imagen de ‘La niebla de la paz’: Rodrigo Londoño recibe por primera vez su contraseña llegar al acuerdo de paz.

Y es ahí, en una analogía caprichosa con esa caleta, en donde puede estar la importancia de este documental para la memoria histórica que está armando Colombia sobre el conflicto armado con las FARC: los registros y la mirada de los otros son importantes no solo para entender lo que paso, sino para que las nuevas generaciones tengan claro el panorama completo y no fragmentado (o acomodado) de la guerra (y de las negociaciones de paz). Y puede que ahora, para algunos, su mensaje sea poco entendible o incluso doloroso, pero para otros, incluyendo a los colombianos del futuro, tendrá mucho que enseñar sobre lo que sucedió en el siglo XX y comienzos del XXI en el país.

¿Dónde ver ‘La niebla de la paz’?

Bogotá: Cinemateca de Bogotá.

Medellín: Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM), Teatro en Otraparte y Centro Colombo Americano de Medellín.

Cali: Cinemateca del Teatro La Tertulia.

Barranquilla: Cinemateca del Caribe.

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