La nueva ola de violencia que acorrala a Tuluá
Una nueva masacre cuyas víctimas fueron un padre, su hijo y un amigo, sumado al asesinato de un reconocido periodista local, carros incinerados y voladuras de torres de energía dispararon las alarmas. ¿Qué pasa?
El ambiente de inseguridad no podía ser más aterrador en Tuluá. En menos de un mes, esa ciudad, ubicada al centro del Valle del Cauca, padeció masacres, voladuras de torres, incineración de vehículos y múltiples atentados a víctimas de extorsiones.
Una de las jornadas de violencia ocurrió este fin de semana, con el saldo fatal de cuatro muertos en dos hechos aislados. Este domingo 19 de septiembre, los tulueños amanecieron con la noticia de una nueva masacre.
Sucedió en el corregimiento Mateguadua, un caserío localizado a escasos diez minutos de la Escuela de Carabineros de la Policía. Allí fueron ajusticiados un padre, su hijo y un amigo. Los tres habían salido en búsqueda de otro menor y encontraron la muerte.
Las víctimas fatales de ese triple homicidio fueron identificadas como Sebastián Romero Arciniegas de 21 años de edad, Joel de Jesús Bedoya Toquita de 41 años y su hijo Bryan Stiven Bedoya Orozco de edad de 17 años. Del señor Bedoya y su hijo, se sabe que vivían en el corregimiento y él era miembro de la Junta de Acción Comunal.
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Ese mismo día, pero en la noche, otro hecho de sangre sacudió a los tulueños, cuando se esparció la noticia del asesinato del reconocido periodista local Marcos Efraín Montalvo Escobar. El comunicador era muy cercano al exalcalde Gustavo Vélez (2015-2019); incluso fue uno de sus asesores.
De ese atentado criminal hay un video en redes sociales, en el que se aprecia el momento exacto en el que un sicario dispara en varias oportunidades contra el periodista que se hallaba en una tienda de barrio cercana a su residencia.
A esos hechos de violencia urbana se suma el atentado que padecieron los habitantes de la zona rural, cuando disidencias de las Farc quemaron dos vehículos de la empresa de energía Celsia.
Ese atentado fue perpetrado el jueves 16 de septiembre a las 5:30 p.m., entre las veredas Las Garzas y Venus. Días atrás esa misma disidencia derribó una torre de energía.
La misma receta en Tuluá
Frente a todos esos hechos de violencia, las autoridades respondieron con lo usual: consejos extraordinarios de seguridad y recompensas.
La primera en iniciar la ´vaca´ para dar con los autores materiales e intelectuales de esos crímenes, fue la gobernadora del Valle, Clara Luz Roldán, al anunciar 100 millones de pesos que se suman a los 60 millones que posteriormente ofreció la Alcaldía de Tuluá.
El alcalde Jhon Jairo Gómez Aguirre anunció la llegada de 23 investigadores criminales de la Sijín, como un mensaje de tranquilidad para sus gobernados y que esos crímenes no quedaran impunes.
En rueda de prensa, el mandatario de los tulueños descartó públicamente que tras la masacre en el corregimiento Mateguadua estuvieran disidentes de las Farc. “Lo primero sea que se debe descartar la participación del grupo residual Adán Izquierdo en ese triple homicidio”, dijo el alcalde.
Agregó que, en torno al crimen del periodista Montalvo, “estamos mirando y haciendo seguimiento y trazabilidad a otras cámaras del sector, para poder ir detectando con más claridad quién es el sujeto que dispara y se sube a la moto, parrillero, quién maneja la moto y la identificación de la moto”.
Por su parte, el general Pablo Ferney Ruiz Garzón, comandante de la Regional 4 de la Policía, reconoció la gravedad de los hechos, pero se mostró tranquilo en que muy pronto habrá resultados, porque confía en sus 23 uniformados de investigación judicial que llegaron a la ciudad para combatir el crimen organizado y el tráfico de estupefacientes.
En cuanto a la masacre ocurrida este fin de semana en zona rural del municipio, el oficial reiteró, “se descarta la participación de cualquier grupo armado residual. Este tema nos recuerda a un ajuste de cuentas o venganza personal, ya tenemos orientadas las investigaciones”.
Pero enfatizó que, en la voladura de una torre de energía y la incineración de dos vehículos de una empresa de energía, “en esos hechos sí tiene participación directa la columna móvil Adán Izquierdo que delinque en zona rural del municipio de Tuluá”.
¿La capital de las extorsiones?
Al finalizar el consejo extraordinario de seguridad, el oficial hizo una revelación en torno a otro de los problemas de inseguridad que afecta a los tulueños: las extorsiones
El general no dudó en afirmar que las extorsiones estarían asociadas a la comisión de algunos atentados terroristas contra las víctimas de ese flagelo.
Ese dato coincide con lo expresado por fuentes consultadas por este medio, en el sentido de que las extorsiones están tan disparadas, que la gente ya no denuncia y prefiere pagar o abandonar la ciudad.
“Tengo una amiga comerciante que me aseguró que ella paga semanalmente un millón de pesos a uno de esos delincuentes que la amenaza constantemente”, dijo un periodista tulueño que pidió omitir su nombre por razones de seguridad.
Agregó el comunicador que, “nos enteramos que muchos bandidos de barrio comenzaron una cacería de brujas extorsionando a la gente a nombre de dos temidos criminales presos: alias Porrón y Pipe”.
Tuluá a la mexicana
En efecto, como lo reveló Diario Criterio recientemente en un especial periodístico sobre las vendettas mafiosas en el Valle, en el caso de Tuluá, Porrón y Pipe estarían detrás del desmembramiento y decapitación de personas a través de sus herederos de las temidas bandas criminales San Francisco y La Inmaculada.
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Uno de esos herederos y que ya está tras las rejas es Andrés Felipe Marín Silva, alias Pipe, quien reconoció haber asesinado a 49 personas. Su sevicia criminal se hizo conocer no solo en Tuluá, Buga y Trujillo en el Valle, sino que la exportó al Quindío y Cauca.
Tanto alias Pipe, Porrón y Picante integran esa larga lista de baby narcos que heredaron la estructura mafiosa que habían construido capos de la talla de Wílber Varela, los hermanos Luis Enrique y Javier Antonio Calle Serna y Diego Pérez Henao, alias Diego Rastrojo.
Los investigadores creen que en el centro del Valle la tranquilidad se rompió cuando retornaron a Colombia los viejos capos, entre ellos el tulueño Carlos Alberto Rentería, alias Beto Rentería, asesinado en septiembre de 2020. La otra puja mafiosa entre narcos jubilados, pero retornados, se estaría librando en Buga, antiguo fortín del narcotraficante Ramón Quintero Sanclemente, alias RQ, cuyo sobrino conocido con el alias de Waltercito, capturado desde 2017, estaría detrás de la retoma violenta.
Precisamente este fin de semana las autoridades dieron un duro golpe a esa organización, al capturar a cinco de los integrantes de la banda San Francisco, quienes estarían detrás del asesinato del joven Santiago Ochoa, cuya cabeza decapitada fue arrojada en una calle del corregimiento Aguaclara, el pasado 20 de junio.
Lo paradójico de este panorama es que las estadísticas de homicidios son favorables e indican lo contrario en torno al fenómeno de violencia, al registrar 85 asesinatos este año, es decir 15 muertes menos, si las comparamos con el mismo periodo del año pasado, cuando cien personas perdieron la vida a manos de sicarios.
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