¿Tiene salvación La Picota?
Reclusos organizaron una megafiesta que se prolongó por una semana en la cárcel de máxima seguridad de Bogotá La Picota, lo cual podría llevar a la sanción o destitución de los responsables del penal.
Los reclusos organizaron una megafiesta que se prolongó por una semana en la cárcel de máxima seguridad La Picota, lo cual podría llevar a la sanción o destitución de los responsables del penal, dijo la Procuraduría General el miércoles 5 de octubre.
“Es repetitivo este tipo de fiestas, de conductas, el ingreso de licor, aparatos electrónicos y demás, y justamente en ese sentido iniciamos ayer una inspección disciplinaria en el establecimiento de La Picota“, señaló a W Radio Javier Sarmiento, procurador delegado para los Derechos Humanos.
Entre el 19 y 26 de septiembre, los internos pedidos en extradición festejaron en dos pabellones —supuestamente los de mayor seguridad— que alojan a condenados por narcotráfico y parapolítica, al parecer, con “la autorización del director del establecimiento“, agregó Sarmiento.
Según información preliminar del Ministerio Público, hasta los guardianes del Inpec salieron pasados de copas de la fiesta.
En videos difundidos se puede identificar a célebres cantantes de vallenato como Mono Zabaleta, Ana del Castillo y Churo Díaz, que amenizaron la celebración, aunque la Procuraduría aseguró que los artistas fueron “muchos más“.
Churo Díaz y Ana del Castillo aparecen en los videos con ropa divertida y rodeados por los extraditables, que disfrutan de sus canciones.
Al respecto, el mánager Gadir Gómez declaró al diario El Tiempo: “Fuimos a una celebración que es de conocimiento público… Cualquier cantante es libre de asistir en donde le paguen (sic)”.
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Por su parte, el mánager de Ana del Castillo señaló que a la fiesta no solo asistieron artistas vallenatos y que en la lista de invitados aparecían los nombres de otros cantantes de diferentes géneros.
Los músicos deberán dar una “declaración bajo la gravedad de juramento (…) con el fin de establecer quién los contrató, qué monto pagaron (…) qué pactaron en ese contrato, si lo hubo“, dijo el procurador delegado.
De acuerdo con Sarmiento, la Procuraduría analiza si “cabría una suspensión para evitar que este tipo de conductas se vuelvan a repetir. Y, posteriormente, una sanción disciplinaria que puede ir con una destitución o una multa“.
Terminada la fiesta, el escándalo empezó a sonar entre las autoridades y los medios de comunicación, así que el 29 de septiembre el Inpec comunicó haberles incautado a los extraditables, en una inspección sorpresa, 132 celulares, cuatro relojes inteligentes y cinco tabletas; así como 19 parlantes, 184 litros de licores y 400.000 pesos en efectivo, entre otros artículos electrodomésticos como DVD, neveras, televisores, freidoras y estufas.
El procurador Sarmiento le dijo a Revista Semana que a la fiesta no solo se unieron los presos del pabellón de extraditables, sino de toda la prisión, y que los artistas tenían permiso para estar en el penal. Lo que entra en investigación son los licores y alimentos que tenían los presos.
El jefe de la cartera, Néstor Osuna, anunció el retiro del coronel Carlos Camacho como director de la cárcel y nombró en su reemplazo al dragoneante Carlos Bustamante.
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“Las cárceles no son clubes de recreo“, aseveró Osuna, citado en un boletín.
La celebración tuvo lugar entre el 24 y el 26 de septiembre, cuando hubo una fuerte pelea entre dos presos, al parecer, un exalcalde y un exmagistrado privados de la libertad.
Según le dijo una fuente anónima al periodista Melquisedec Torres, en el pabellón y en la fiesta estaban el exrepresentante a la Cámara por el Magdalena Roberto Herrera; el exsenador Mario Castaño; y el exalcalde de Florencia Mauricio Perdomo, que “beben todos los días, y se presentó una pelea muy fuerte entre Roberto Herrera e Iván Moreno Rojas, porque ese grupo de los tres no solamente bebió, sino que hicieron fiesta con mucha bulla”.
De escándalo en escándalo
Desde marzo han sido nombrados cuatro directores —incluido Bustamante— por otorgar permisos de salida irregulares o la fuga de narcotraficantes.
“Tristemente, vemos que se cambian las personas de los cargos, se remueven, se suspenden, pero es cíclico ese círculo de corrupción en el interior de los establecimientos penitenciarios“, aseguró el procurador Sarmiento.
Y es que estos episodios se suman a varios más de fugas, corrupción y delincuencia que ya son paisaje en las cárceles del país.
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Este mismo año, la fuga de Juan Larrinson Castro Estupiñán, alias Matamba, puso al entonces presidente de la República, Iván Duque, a hablar de una reforma al Inpec y motivó la suspensión de 55 dragoneantes y de Juan Javier Papa Gordillo, que solo llevaba dos semanas como director de La Picota, tras la destitución de su predecesor por otro escándalo, el de los paseos de Carlos Mattos por Bogotá.
Paseos, fugas y un escape de película
“Son muchos fenómenos que se han presentado así en Colombia, pero ya no más, ya se nos llenó la coronilla (…) ya no hay más acciones de paños de agua tibia frente al Inpec”, dijo Duque, tras la fuga de Matamba.
Entre estos fenómenos, se destaca el problema de hacinamiento. Según datos del Inpec, la capacidad de los centros penitenciarios del país es de 80.928, mientras que la población de reclusos asciende a más de 120.000.
Así mismo, otros de los fenómenos que evidencian las fallas estructurales del sistema son las extorsiones, estafas y crímenes que se cometen a diario desde las cárceles del país. Por tanto, la pena de cárcel —cuyo propósito es el castigo y la reinserción social— en Colombia no dejará de ser más que una extensión de la criminalidad hasta que el delito deje ser tan rentable dentro de ellas al punto en que incluso algunos miembros de la ley participen de él.
Con AFP.
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