“La vida es la gran oportunidad que tengo para poder cumplir con la misión de mi alma”: Luz Lizarazo
Diario Criterio habló con Luz Lizarazo sobre sus memorias artísticas, sus prácticas espirituales y sus obras más amadas, a propósito de la exposición ‘Cicatrices’, abierta hasta febrero de 2022, en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.
Luz Ángela Lizarazo brilla con luz propia. Camina despacio, habla pausado y su tono es sereno. No es una mujer de apariencias, a sus 55 años sabe lo que quiere y para dónde va, así las dudas visiten su hogar.
Es una mujer más de hacer, de crear y de explorar. Tiene dos hijas: el motor de su vida. Además de ser artista es profesora de yoga Kundalini en Happy Yoga Bogotá y disfruta sembrar en su casita de campo. Sus abuelas influenciaron profundamente en su quehacer actual, por eso las prácticas manuales son infinitas.
Luz Lizarazo utiliza elementos e instrumentos asociados comúnmente a las mujeres y rompe los estereotipos de la felicidad, el amor y la representación de la mujer que suelen transmitir los medios de comunicación. La práctica artística de Lizarazo es heterogénea, se transforma y sabe cómo hacerlo.
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Trabaja con vidrio, arcilla, madera, huesos, lana y cabello humano a escalas dramáticamente variadas, desde lo monumental hasta lo fragmental. No se limita, no se casa con un solo estilo, juega libre por la vida creando piezas que resuenan con el corazón femenino de la humanidad.
Nuestro encuentro coincide con un recorrido comentado en el Museo de Arte Moderno de Bogotá sobre su exposición Cicatrices, la primera muestra institucional dedicada a la obra multifacética de la artista.
Aquí se presenta una selección variada y robusta de sus obras más representativas, desarrolladas durante los últimos quince años, junto a nuevas piezas concebidas especialmente para esta muestra.
Las niñas, La feminización del mito, Universo, Piel y El Gabinete de curiosidades son los ejes centrales de la exposición que se podrá visitar hasta febrero del 2022.
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Diario Criterio conversó con Luz Lizarazo sobre sus memorias artísticas, sus primeras exploraciones, sus prácticas espirituales y sus obras más amadas.
Diario Criterio: ¿Cómo nace la idea de Cicatrices?
Luz Lizarazo: Eugenio decidió que quería dedicar la segunda parte del semestre al arte de las mujeres. Entre todas las mujeres artistas colombianas fue un honor que me haya invitado. Fue lindo porque esto es una antología, yo tenía mi taller lleno de obras y en algún momento tuvimos que hacer un corte, porque más de 30 años de trabajo era una ardua selección.
Diario Criterio: con una trayectoria tan amplia, ¿Qué recuerdos tiene de sus inicios?
L.L: En mis años tempranos de carrera, ser artista mujer y hablar de lo femenino se entendía como “qué aburrida” o “qué poco importante”, porque se decía que estábamos en un país en guerra, donde hay narcotráfico y se pensaba que para ser un artista reconocido se debía hablar de temas que son mucho más importante que lo femenino, lo doméstico o el tema de la mujer.
El ‘qué hacer’ era una pregunta que me quitaba mucho el sueño, pero tampoco puedes ir contra tus instintos y pues mírame a mí, yo más femenina no puedo ser (risas). Soy madre de dos hijas y tengo todo un entorno femenino. Todo lo de la mujer siempre se me impuso en la vida.
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Una vez tomé la decisión de que no me importara lo que dijeran los demás ni lo que pensara en el mundo del arte, decidí hablar desde mi lugar, desde lo femenino que es mi propia historia y mi propia vida porque es lo que conozco. Siento que hay cosas importantes por decir.
Diario Criterio: ¿Cómo fueron esas primeras exploraciones de su trabajo, la selección de materiales, y la evolución como artista?
L.L.: Yo estudié arte en la Universidad de los Andes. Durante ese tiempo me fasciné sobre todo con el dibujo y tuve un profesor increíble (David Consuegra) que me enseñó las nociones más fuertes de dibujo junto con María Cristina Cortés, y en el dibujo es donde siempre me he sentido más cómoda.
Sin embargo, a raíz de la relación con mis abuelas empecé a tener un deseo por explorar materiales porque es muy rico poder llevar el pensamiento de uno a otro lugar.
Luego me fui a París, a la Escuela de Bellas Artes y por ser latina me “embutieron” en el taller de Antonio Seguí que era un pintor argentino maravilloso, pero yo no quería que me clasificaran por mi región sino por lo que yo sabía hacer, o por lo que a mí me interesaba.
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Cuando regresé a Colombia abrí mi taller y empecé a hacer mis primeros dibujos con mi propio pelo. Me empiezo a meter de fondo a buscarme. Tuve muchos años de investigar, experimentar, de equivocarme para saber por dónde era que quería ir.
Diario Criterio: ¿Recuerda su primera exposición?
L.L: La recuerdo mucho porque fue mi tesis de grado en una galería que en ese momento se llamaba Arte 19 dirigida por Carlos Alberto González. Marcela Monsalve, una compañera de la universidad, y yo lo convencimos para que nos dejara mostrar la tesis como si fuera una exposición.
Para nuestra sorpresa nos dijo que sí. Fue increíble porque había jurado y era el proyecto final pero pues en una galería.
Después la Galería Garcés Velásquez me invitó a hacer mi primera exposición individual cuando yo vivía en París. Exhibí unas pinturas que recuerdo tenían brasieres, floreros, zapatos de tacón y siento que fue un primer acercamiento de la feminidad, tal vez desde un punto de vista más superficial.
Recuerdo mucho que en esa muestra había varios cuadros y mi discurso (muy inocente) era que quien comprara la obra podía ponerla como quisiera, porque eran unos polípticos de nueve piezas, todas cuadradas.
Cuando estaba diciendo eso llegó Bernardo Salcedo, se quedó escuchándome y me dijo “¡niña no! ¿Cómo se le ocurre decir eso? El arte es suyo, a usted le pertenece, usted decide cómo se exhibe su obra y cómo se muestra en la galería y a donde vaya”. Fue uno de esos regalos que le llegan a uno como detalles.
Diario Criterio: Una de las obras que presenta en la exposición habla de uno de los momentos más duros de su vida: la pérdida de un bebé. ¿Cómo fue el proceso de expresar ese duelo en la obra?
L.L: Hay un momento de escritura, luego siempre había un momento con el dibujo. Todas mis obras han nacido más que todo del dibujo. Este es el que me indica qué tengo que hacer.
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Mis ideas han llegado a través de los sueños, pero el 80 % de mi trabajo siempre viene a partir de estar sentada en la mesa dibujando. En ese momento tenía muchísima rabia e impotencia, por eso arriba hay una mujer vomitando, intentando sacar todo de adentro, todo lo que no podía decir o hacer.
Diario Criterio: Durante el recorrido de la exposición, usted contó que en todo su arte habla de los ciclos de la vida. De la vida, la muerte, los cambios. ¿En ese sentido, para usted qué representa la vida, qué implica estar en este mundo?
L.L.: Más que responder qué representa la vida, me gustaría decir primero cómo quiero vivir. Frente a esto puedo decir con conciencia que realmente hago un ejercicio diario y constante de cómo quiero ser como mujer, como madre, como amiga, como amante, como artista, como colombiana.
“Para mí, la vida es un tesoro valiosísimo que tenemos que aprovechar. Es la oportunidad para poder responder un llamado de nuestra alma. Yo creo honestamente que nosotros venimos con una misión y que debemos ser fieles a ella para cumplirla o ir más allá”.
En el momento en que nos estamos desviando es cuando no somos fieles a nosotros mismos, para mí la vida es la gran oportunidad que tengo para poder cumplir con la misión de mi alma.
Diario Criterio: ¿Y cuál cree que es su misión?
L.L.: Mi misión pasa por, primero, ser una madre consciente, siempre lo pongo de primera porque para mí es muy importante la maternidad, el hecho de ser mujer, madre y artista. Por otro lado es pensar yo qué le voy a dejar a la sociedad.
Yo sí quiero que en 20 años cuando alguien mire Soy las niñas sin Ejército, se pregunte por qué se hizo el dibujo y cuando se entienda digan “tenaz, ¿Cómo así que unos soldados violaron a una niña indígena?”.
Mi misión sería la de madre, porque quiero dejar seres humanos sanos en este planeta, y la de artista, porque creo que a través de mi obra puedo dar voz a muchas mujeres.
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También hay algo que sucede cada vez más en mis obras y es poder colaborar con bordadoras, artesanos y eso me hace expresar que el trabajo de otros es muy importante para mí.
Diario Criterio: Hay algo que conecta mucho con su trabajo y son las prácticas espirituales que realiza paralelo a todo el proceso de creación. ¿Cómo empezó su práctica de yoga Kundalini y qué cambios tuvo en su vida a raíz de esto?
L.L: Fue tan evidente que era imposible no seguir ese camino. Cuando yo llegué a la primera clase fue a raíz de un vacío que sentía. Sentía que algo me faltaba pero no sabía qué era y decidí meterme a una academia.
Yo creo que hay seres por ahí llevándolo a uno a donde debe llegar. Yo decidí ir a la primera escuela de yoga más cerca a mi casa que casualmente es la de Kundalini de Bogotá.
Tomé la clase de prueba y allí sentí todo. Tenía que ser esa clase, con ese profesor, ese día, y en realidad sentí tanta paz, tanta conexión. Mi cuerpo y mente estaban en ese lugar dándome eso de lo que yo carecía en ese momento. Era imposible no querer seguir profundizando en eso a ver hasta dónde me iba a llevar.
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Yo sí creo que hay una parte de mí que es muy bruja (entendiéndolo como esa persona que está conectada con todo, con todos los seres vivos y no vivos, con las piedras, árboles, plantas con los seres que vemos y no vemos).
A mí me gusta tener ese diálogo con lo invisible, siento que eso hace parte de mí. Así llegué y ahí me quedé desde el 2014.
Diario Criterio: Además del yoga, ¿Qué otras prácticas espirituales realiza? ¿Ha probado algunas sustancias psicodélicas?
L.L.: Cuando comencé con los mitos, mucha gente me decía “Luz, tienes que probar el yagé, es lo lógico”. Un día me fui con un amigo artista a mi primera toma. Y pues el yagé no es para mí: no sentí absolutamente nada, me quedé dormida, no sentí ninguna conexión con la planta (que de hecho le tengo un profundo respeto) pero entendí que no era mi camino.
Lo probé y entendí que no era por ahí. Me he mantenido en el Kundalini. Tengo curiosidad de los hongos, pero nunca he probado nada (ni marihuana he fumado) tengo un cuerpo muy libre de sustancias, no por tabú ni estigma, simplemente porque no ha sido mi llamado.
Me he mantenido mucho en el poder de despertar a través de mí con la meditación y la respiración. Únicamente en estas prácticas he tenido experiencias muy locas, porque el Kundalini es esa energía que tenemos dormida y se despierta mediante la meditación y las prácticas del yoga. Quizá por eso no he necesitado otras cosas. La sola práctica me ha llevado a unos estados increíbles.
Diario Criterio: Las abuelas y su legado están presentes en sus obras. Usted lo mencionaba durante el recorrido: los tejidos, las manualidades y esa influencia es evidente en su trabajo. Con este legado ¿Cómo entiende lo femenino? ¿Qué representa ser mujer para Luz Lizarazo?
L.L.: Inicialmente siento que lo femenino no tiene que ver con ser solo mujer. Yo tengo gran admiración y respeto por las mujeres trans, me parece que ahí está toda la fuerza femenina imponiéndose sobre el cuerpo, sobre una mente y un país patriarcal como este.
Para mí ser mujer es sobre todo una fuerza poderosisíma, creadora. Las mujeres tenemos ese gran regalo del universo de poder gestar de la nada, esa es una gran riqueza.
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También me gusta pensar en el equilibrio que cada ser debe tener dentro de sí de estas dos fuerzas: la masculina y la femenina. Me parece que lo femenino no es posible sin esa otra energía. Ese balance es muy importante para poder crear.
Diario Criterio: De las obras que están exhibidas en Cicatrices, ¿Cuál fue la que más trabajo le costó?
L.L: La de Universo fue profundamente retadora por tiempo, dimensión, porque no es lo mismo hacer una obra para un espacio sin saber qué va a pasar cuando la instalas. En esta obra intervinieron una bordadora y un artesano soplador de vidrio, entonces lograr esa comunión de estas personas conmigo en tan poco tiempo, para algo tan importante y vital para mí fue muy retador.
En mi taller dibujaba los mosquiteros, pero a la hora de unirlas también pasaban cosas que no estaban previstas: el árbol quedaba desplazado de un lado a otro, cuando llegamos acá se había bordado más entonces debimos quitar una parte.
Diario Criterio: ¿Cuál obra le ha traído más satisfacción como artista?
L.L: Los órganos. La amo, es muy especial para mí. Esa pieza me hace recordar un cuento del libro Cuerpos, veinte formas de habitar el mundo que se llama La lista de tus órganos. Es una mujer que le pasan una lista de órganos y ella los empieza a enumerar, al final debía firmar la donación de los órganos de su madre.
Ese relato es divino, de hecho tengo pendiente contactar a la escritora para contarle que después de esa lectura tan increíble produje esas piezas.
Diario Criterio: Esas piezas de Órganos las trabajó con un artesano soplador de vidrio, que la ha acompañado durante más de diez años. ¿Cómo fue el encuentro con él?
L.L: Con él trabajo desde 2008. Yo lo conozco porque quería hacer unas rejas en vidrio y ya había visitado muchos artesanos y todos me habían dicho que estaba loca y era imposible.
Luego uno me dijo “si alguien se lo puede hacer es este señor”. Llegué a donde él con mis dibujos. Su esposa y él me miraron muy incrédulos, ella negaba con su cabeza, pero él dijo “lo voy a intentar” y desde ese día trabajamos juntos sin parar. Casi todos los meses hacemos algo juntos.
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Intenté aprender a soplar vidrio pero es muy difícil, es un oficio complicado. Él tiene 71 años pero empezó a soplar a los 13 y aún con su experiencia para él es un reto hacer las piezas que yo le propongo.
Diario Criterio: ¿Qué elementos son indispensables para su práctica artística?
L.L: Mi espacio de taller. Yo tengo una casita de campo que amo y me llevo cosas para trabajar y allá no hago nada, no puedo hacer nada. Trabajar en mi casa fue muy difícil en la pandemia. Para mí es indispensable el taller, ese lugar de trabajo.
Otro que es muy importante (y de eso casi nadie habla) es el dinero, necesitamos plata para crear y vivir. El silencio, me parece enriquecedor, pero a veces recurro mucho a los mantras y los escucho.
Soy más de sentarme hacer. Yo no creo a partir de la contemplación, yo creo cuando estoy sentada trabajando, así me vaya por otro lado.
Diario Criterio: ¿Si no hubiera sido artista qué hubiera hecho?
L.L: Hay dos cosas que me encantan: hubiera amado ser bailarina y escenógrafa, ser creadora de escenarios de teatro.
Diario Criterio: Luz, ¿Qué la inspira a crear? ¿Cuál es el motor para seguir siendo lo que es?
L.L: Qué linda pregunta. Yo creo que es la fuerza que me hace levantar cada día, esa fuerza de la creatividad que es un regalo del universo. Haga lo que haga estoy creando. Por ejemplo, cuando cocino. Ese acto creativo está en todo, en como me visto, cómo me quiero peinar. ¡Es tan rico poder aterrizar esas ideas que están en la cabeza de uno!
La creatividad es mi fuerza vital. El día en que ya no pueda crear más sería otra persona, no creo que moriría, pero creo que ya no sería Luz Lizarazo.
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Esta entrevista
muestra la espiritualidad y su sentido de la vida como mujer de la artista que lo representa en sus obras