“La corrección política es horrible, es una forma de censura”: Laura Restrepo

En entrevista con Diario Criterio, a raíz de su nuevo libro, Laura Restrepo defiende a Gustavo Petro, exalta la rebeldía juvenil y cuestiona el unanimismo en el periodismo.

Vestida con sedas, joyas y adornos hechos con los materiales más exóticos del mundo; sabia, poderosa y rica, deseada por hombres y mujeres, la Reina de Saba ha sido una leyenda que ha inspirado centenares de escritores y poetas. Nombrada en el Corán y la Biblia, los dos libros sagrados de las religiones monoteístas, y pintada por Paolo de Matheis, Tintoretto y decenas de artistas conocidos y desconocidos. Objeto de pasión, reivindicada como símbolo del feminismo y también del supuesto erotismo y exotismo oriental, las imágenes de la Reina de Saba describen más a los que los inspira que a ella misma.

En el siglo XIX y XX, excéntricos aventureros se obsesionaron por descubrir su esplendoroso reino y fracasaron. Hoy sus verdades se mantienen en la sombra, pero la curiosidad por saber quién fue ella en la historia humana es el motor de soñadores que anhelan encontrar sus legendarios rastros y argumento central de Canción de antiguos amantes, la nueva novela de Laura Restrepo, lanzada hace un par de meses.

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En esta historia, que une una narración del pasado remoto con una del presente, Laura Restrepo reinterpreta la imagen de la Reina Saba y rompe con todos los cánones construidos desde hace dos milenios. En esta novela, la Reina de Saba encarna los horrores de las migraciones forzadas causadas por las guerras y del machismo y muestra la tenacidad de miles de mujeres que no tuvieron suerte distinta a la de deambular por ciudades y campamentos humanitarios para salvar sus vidas.

Con el fin de conocer más detalles sobre esta novela, Diario Criterio habló con Laura Restrepo. En la larga conversación, ella también expresó sus opiniones sobre el presidente electo Gustavo Petro y la política nacional. Habló de la esperanza que le produce la juventud y de sus preocupaciones del futuro de la humanidad. Y criticó al periodismo, la unanimidad informativa y la corrección política.

Laura Restrepo presenta su nuevo libro Canción de antiguos amantes
En su más reciente libro, Laura Retrepo narra la historia de la Reina de Saba y de un escritor contemporáneo obsesionado con ella

Diario Criterio: En sus novelas, usted ha tocado muchos temas: trabajadores petroleros, injusticia social… Ahora, en su nuevo libro, ‘Canción de antiguos amantes’, sorprende al escribir sobre la Reina de Saba. ¿Por qué le gusta ser polifacética?  

Laura Restrepo: Yo paso de un tema a otro porque siempre tengo la sensación de que, si me aburro, el lector también lo hará. Me gusta empezar de cero, buscarle a cada tema las distintas técnicas narrativas y leer un montón. Me gusta pensar que cada libro es como hacer una carrera universitaria, acumular todas las lecturas, los viajes y los conocimientos.

De todas maneras, hay ciertas líneas conductoras o pasiones a lo largo de todos mis libros. Uno de ellos es la migración, el gran drama contemporáneo y, en particular, el de las mujeres migrantes. Tengo La multitud de errante, donde traté el tema de la migración interna en Colombia. Luego escribí Hot Sur, que trata de tres colombianas indocumentadas que se van a Estados Unidos y, al no encontrar el sueño americano, buscan salirse de allá. Y ahora con Canción de antiguos amantes, que surge de un poco de viajes que hice con Médicos sin Fronteras, amplío las fronteras. La escribí para detectar la misma situación colombiana en otras partes del mundo.

Diario Criterio: ¿Cómo fue esa experiencia con Médicos sin Fronteras?

L.R.: Con ellos fui a muchas partes de Colombia y del mundo: a México, a India… Con ellos entras a territorios donde nadie te lleva. Eso para mí era muy interesante. En la India recorrimos las zonas más pobres y apartadas, llamadas los “comerratas”. Viajar con ellos es ir a las raíces donde la humanidad está arrancándoles la vida a las piedras. Estuve en Grecia, en la isla de Lesbos, donde están los campamentos sirios.

Diario Criterio: ¿Qué relación hay entre los viajes con Médicos sin Fronteras y su nueva novela?

L.R.: El origen de este libro es una serie de viajes en los que participé como reportera por las fronteras de Somalia y por Yemen y Etiopía. El primero lo hice hace como unos siete años y luego vinieron tres más a lo largo del tiempo. Primero llegamos a Yemen, un país que no estaba en mi geografía mental. No sabía a dónde iba a llegar, lo único que sabía era la situación de guerra permanente, pero también que André Malraux había estado buscando las ruinas del mítico reino en una avioneta; obviamente nunca encontró nada.

Un poco por cansancio de esas historias tercermundistas que en todas partes se toman como una tragedia lejana y de seguir haciendo una y otra vez ese estriptís de nuestras miserias de Tercer Mundo, me llevaron a concebir esta novela. Yo quería encontrar cuál era el mito universal que había detrás de la tragedia en Yemen, cuál era la caja de resonancia mítica que puede tener una historia para no ser simplemente una historia regional, sino que tuviera que ver con la humanidad, no con una región.

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Diario Criterio: ¿Cómo logró ese propósito?

L.R.: La clave me la dieron las propias mujeres migrantes que suben del Cuerno de África y atraviesan el Golfo de Adén, una travesía brutal. Las que no naufragan llegan deshechas del sol y se echan a caminar desierto adentro, muchas veces sin brújulas, sin guía, sin agua, viendo a ver cómo llegan a Arabia Saudita y de ahí a algún país del mundo que las reciba. Normalmente eso no sucede, pero ellas van ahí con la esperanza de buscar un lugar donde la vida sea posible.

Cuando te reúnes con ellas y les preguntas quiénes son, de dónde vienen, ellas con arrogancia te dicen: “Somos descendiente de la Reina Saba”, como diciendo: “¿Tú quién diablos eres. Tal vez tú lo tienes todo y nosotras no tenemos nada, pero mi cultura tiene mucho tiempo y va a sobrevivir cuando la tuya ya sea ceniza”. Me pareció encantador porque era el mito vivo. ¡Qué hacía Malraux buscando desde el aire la Reina de Saba cuando aquí están, son ellas! No como la han pintado, llenas de sedas, oro y plata.

Se me ocurrió, por fastidio con la monarquía, que la Reina de Saba debía ser una reina nómada, una reina del desierto, una reina desterrada y destronada. Una mezcla de géneros. Tú no sabes si es hombre, mujer, humana o animal. Quería crear un bello monstruo y romper esos estereotipos de figuración femenina y convertirlo en un ser poderoso, inasible e inquietante. Para lograrlo leí a los autores que habían hablado de ella desde Tomás de Aquino hasta Patti Smith y luego inventarme mi versión de la Reina de Saba.

Diario Criterio: Por lo general, la Reina de Saba se identifica con el erotismo oriental. ¿Por qué se le ocurrió cambiar esa iconografía clásica?

L.R.: Fíjate que la cantidad de versiones de la Reina de Saba se basa en esquemas masculinos de belleza o de encanto femenino. Sin embargo, ella aparece en la Biblia y en el Corán por sabia y por poderosa. Es la única mujer que se le abrió un lugar en esas páginas no por virgen, no por puta, no por haberle cortado la cabeza a nadie, sino porque es la dueña de un gran imperio y la más sabia.

Entonces, pensé que debía cambiar la tergiversación de la Reina de Saba hecha en los últimos siglos en la que se identifica con el demonio o con el erotismo. Pensé que debía ser mucho más parecida a estas mujeres con las que hablé en los viajes, que son muy bellas, vestidas con telas que las hacen ver elegantes, con un aire real de dinastía, duras, aguantadoras, valientes, enfrentando la guerra, el desierto, la muerte…

Canción de antiguos amantes, novela de Laura Restrep

“No veo reconstrucción con el capitalismo”: Laura Restrepo

Diario Criterio: ¿Por qué el tema de la migración es tan grave en estos momentos y por qué se mantiene como una constante que pareciera imposible de resolver?

L.R.: Es el gran tema de nuestro tiempo. La migración no ha parado y ahora es más crítica que antes porque el planeta se está agotando. Es decir, estamos entrando en una era Mad Max en donde vamos a ir a perseguir cada gota de agua y cada grano para hacer pan, en donde las grandes potencias buscarán el petróleo y los recursos naturales.

Cuando llegué la primera vez a Yemen, tenía la sensación clarísima de que aquí empieza el fin del mundo, este es el fin del mundo. Tú veías esas multitudes andando perdidas por el desierto y pensabas en ello. Ahora con la pandemia me quedó claro que el fin del mundo no solo estaba allá en Yemen, sino que nos abarcaba todo. La pandemia fue el campanazo mundial y la señal de que si no se da un timonazo no nos queda mucho tiempo. La pandemia podría asemejarse a una plaga, ahora vienen las hambrunas y otros males sino cambiamos.

Diario Criterio: Pero el drama de las migraciones sigue siendo un fenómeno lejano al que las grandes potencias no le paran bolas o no les importa…

L.R.: Pero eso está cambiando gracias, y desafortunadamente, a la guerra en Ucrania. La migración causada por el conflicto ha tenido una visibilidad impresionante en Europa, la que nunca se fijó en la gente que se ahogó en el Mediterráneo, los africanos, los árabes, los latinoamericanos que fueron invisibles y siguen siendo. Me alegra la visibilidad que tienen los ucranianos, pero fíjate lo que implica. Por primera vez, hay una migración masiva que ellos reconocen como propia. Europa siente que allí hay un pedazo de su pueblo que empieza a migrar. Creo que este es un quiebre en el que empieza a dejar de ser un problema del Tercer Mundo para convertirse en uno del Primer Mundo.

Diario Criterio: En una respuesta anterior usted recordó a Mad Max; ¿eso significa que usted tiene la idea de que la humanidad tendrá un futuro distópico?

L.R.: Yo creo que vamos a pasar por un gran cataclismo. Se me va a salir la militante de izquierda, pero yo no veo reconstrucción con el capitalismo. En España dicen que ecología en el capitalismo es jardinería. Yo creo que es cierto. Justicia social, igualdad, educación para todos o vida digna dentro del capitalismo no es posible y debe haber un vuelco tremendo en la concepción de cómo se maneja la economía del mundo, cómo se acaba el consumismo, cómo el mercado deja de ser la gran brújula. Yo tengo la ilusión de que nos concienticemos de que toca dar el timonazo hacia formas humanitarias y solidarias que el capitalismo no incluye.

Diario Criterio: Dejando a un lado la nueva novela, ¿qué opina del triunfo de Gustavo Petro?

L.R.: Muy interesante. Yo veo un rezago del uribismo y de toda esa matonería, de esa criminalidad rampante como forma de poder y me parece que por primera vez hay una confrontación directa contra todo eso. Ojalá Petro pueda cumplir con esas expectativas, y si no puede, siento que tiene por detrás el empuje tremendo de una juventud que quiere deshacerse de esa vocación de guerra, de esa ladronería. Es que estamos regidos por unos matones insoportables. Muchos ya no se aguantan estos esquemas de gamonales manejando el país y esta criminalidad tan absurda. Ojalá Petro pueda o, por lo menos sea, un puente a un mejor un país.

Diario Criterio: ¿Cómo ve a Petro?

L.R.: Me parece que el hombre está cumpliendo con su momento histórico, pero esto no es un asunto de individuos, ni es un asunto de elecciones. Lo que veo fundamental es el gran empuje de rebeldía y de desobediencia civil, la gran energía que hay detrás. Ojalá Petro pueda representar toda esa fuerza que hay por detrás, pero lo que me parece fundamental es la rebeldía que está buscando en Petro una salida, pero que es mucho más grande que él.

Gustavo Petro
Gustavo Petro. | Foto: AFP.

Diario Criterio: Pero en Colombia cada vez que toma fuerza ese espíritu rebelde es castrado o asesinado…

L.R.: Es una mirada pesimista, pero yo pienso lo contrario. Creo que las victorias hay que ganarlas todos los días. No hay triunfo que perdure, por lo general luego viene el bajonazo de una culebra que se mete bajo la tierra. Son momentos en lo que todo parece perdido. De pronto vuelve y saca la cabeza y así vamos. De todas maneras, en estos últimos años, a partir de los años ochenta, yo creo que ha habido un ascenso democrático enorme que el uribismo pretendía ahogar y que pasa por unos procesos de paz enormemente populares y altamente representativos. Fue el pueblo colombiano diciendo no a la guerra. Entonces ahí entiendes que, en medio del reguero de muertos que dejan las derrotas, hay un hilo de transformación que se mantiene, que tiene sus picos y que tendrá también sus bajonazos.

Diario Criterio: Ya que hablamos de uribismo, aquí los jerarcas políticos tienen influencia hasta bien entrados en años. Álvaro Uribe tiene 70 y no hay indicios de que se quiera retirar de la política. ¿Tendremos otras décadas más de Uribe y del uribismo?

L.R.: Yo creo que el uribismo está haciendo agua. Seguirán recurriendo a toda clase de trucos para mantenerse en el poder, pero ya son pataleos de ahogado. Hace unos años Uribe era un tipo muy popular. Yo creo que eso ya pasó. Hay una cosa muy bonita en Petro y en Francia: simbolizan el ingreso de otro tipo, de otra clase social, otra procedencia, gente que viene de luchas populares. Es lo que pasa con el movimiento popular que hay, en mayor o menor medida, en el resto de América Latina. O el hecho de que Claudia López esté en la alcaldía. Tú puedes estar a favor o en contra de ella, pero que una mujer que se declare lesbiana sea alcaldesa significa que vivimos en otro país, que se están rompiendo los viejos prejuicios donde esas pautas de ética religiosa tan retardatarias ya no valen. Yo que no venía desde hace dos años estoy de verdad encantada con lo que se ve.

Diario Criterio: Pero puede haber retrocesos, y Estados Unidos lo está viviendo…

L.R.: No hay nada garantizado. Seguramente, después vendrán épocas durísimas porque el coletazo va a ser bravo y las fuerzas retardatarias van a reaccionar con toda la furia, pero aquí uno siente una vitalidad fascinante, un deseo de cambio, una inteligencia en la juventud. Eso es algo que me tiene encantada.

Laura Restrepo y la Reina de Saba

Diario Criterio: Después de seis años de la firma de los acuerdos con las Farc, la violencia ha aumentado, así como los asesinatos a líderes sociales y excombatientes. ¿Perdimos la oportunidad de hacer la paz o todavía hay salvación?

L.R.: Creo mucho en el escenario internacional. Pienso que no hay salvación para Colombia por fuera de un marco internacional. Para que Colombia logre de verdad una solución a sus problemas tiene que estar anclada a las grandes soluciones del planeta. Yo no he oído aquí mucha gente debatiendo cómo va a ser, cómo va a exigir Colombia al resto del mundo el timonazo en temas ambientales, de droga o de un cambio hacia un sistema económico menos cruel que este que rige. Yo siento que esos son los grandes problemas a los que Colombia tiene que vincularse para solucionar el propio.

Diario Criterio: Una idea bastante utópica si se tiene en cuenta que Colombia, por ejemplo, no puede hablarle de tú a tú a Estados Unidos sobre el tráfico de drogas ilícitas…

L.R.: Es verdad. Estados Unidos está encantado con que nuestra droga sea prohibida mientras ellos legalizan la suya. Es un gran negocio. Yo creo en una decadencia estructural de Estados Unidos, es una cultura que perdió su eje, no solamente por Trump. Biden también me parece otro jinete del apocalipsis. Más que una solución concertada entre los gobiernos, la gente que aquí busca la solución y la de allá, que se da cuenta de que las adicciones se los están tragando, deben unirse para pedir soluciones. Yo pienso más en un acuerdo entre pueblos que entre gobiernos, porque están muy podridos. ¡Qué le va a interesar a Estados Unidos que nosotros solucionemos un problema que a él le beneficia que siga prohibido acá! Todo el mundo cambiando sus legislaciones, mientras acá nos tienen apretados.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, inaugura en Los Ángeles la novena Cumbre de las Américas. Foto: AFP
“Joe Biden también me parece otro jinete del apocalipsis”: Laura Restrepo. | Foto: AFP

Diario Criterio: ¿Cómo ve la cultura y la literatura en Colombia y el mundo? ¿Estamos en decadencia?

L.R.: Lo que vi en la Feria del Libro me gustó mucho. Yo creo que, en contraposición a lo que podríamos llamar una generación Facebook, con toda la exaltación del físico y la fascinación por cómo me veo, esa búsqueda de libros significa una reivindicación de la cabeza, entender que la cabeza sirve para algo. Yo llegué a la Feria del Libro y me encuentro con esas montoneras de personas que parecieran ir a Corferias como si fueran a reclamar plata regalada. ¡Todo lo contrario! Iban a conseguir un libro. Eso me encanta, porque es romper con una dinámica internacional de un individualismo a ultranza y un culto del físico que de verdad me deja fría.

Diario Criterio: Una respuesta optimista viniendo de una mujer que dice que vamos a vivir una era Mad Max…

L.R.: Por supuesto que lo que acabo de decir tiene su contracara. La censura en este momento en el mundo es una cosa brutal. Mira quién está en una cárcel de alta seguridad en Inglaterra a punto de ser deportado a un país donde lo pueden matar: Julian Assange, que fue el tipo que destapó toda la cloaca de Estados Unidos. Por otro lado, y eso lo vemos en el caso de la guerra en Ucrania, no hay medios que te den otra versión de la realidad, estamos todos montados en el heroísmo de Occidente; obviamente no me gusta Putin, pero estoy hasta la coronilla de que me den una sola versión de la guerra. Yo no quiero montarme en el heroísmo de Occidente galopando ahí en un caballo que maneja este señor Biden, directamente involucrado en los negocios de Ucrania desde hace por lo menos diez años.

Diario Criterio: ¿En Colombia hay censura?

L.R.: Sí, los medios colombianos no se escapan a eso, a mantener versiones únicas cercanas al gobierno y ejercen algo peor: la autocensura.

Diario Criterio: ¿Podríamos decir que lo políticamente correcto es una forma de censura?

L.R.: Eso es atroz, no sabes cómo los literatos lo sufrimos. Ya no puede hablar de minusválidos porque es una falta de respeto, no se puede mencionar religiones porque estas ofendiendo a no sé quiénes. La corrección política es horrible, es una forma de censura. Una cosa es la reivindicación de los derechos y el respeto por los demás y otra cosa es tratar censurar lo que se puede decir y lo que no. Entonces, si tu dice negros, estás ofendiendo y así…

Hay un feminismo a ultranza, que en España es infumable, que tiene a todo el mundo a raya. No puedes decir ni una palabra. El otro día estaban diciendo que la palabra madre es discriminatoria, que hay que decir no sé qué con capacidad reproductiva, porque madre deja por fuera parte del espectro sexual. Me parece una tergiversación. Es agarrar toda una lucha, absolutamente válida, indispensable de las mujeres, y desarraigarla de la lucha social y colocarla en ese terreno del lenguaje y volverse una cuchilla para el que diga cualquier cosa que tú consideres que no se puede decir.

Es quitarle todo el sustrato real y aislar un grupo y volverlo dictatorial en términos del lenguaje sin una base real. Al quitar el sustrato social y al quitar las reivindicaciones de los trabajadores, de la mujer trabajadora, pues eso se vuelve el reino del debate puro de lo políticamente correcto en términos suyos, de su propia reglamentación inventada.

Diario Criterio:  Escucho una posición muy crítica hacia el feminismo…

L.R.: Sí, y seguramente me dirán que soy machista porque, por ejemplo, en este último libro el protagonista es un hombre. Seguramente se preguntarán por qué una mujer prefiere un protagonista hombre. Yo ya estoy muy vieja como para no saber que en las luchas tú necesitas tener aliados. No ganas nada si te vas sola y hay muchos hombres muy buenos. No todas las mujeres son buenas, no todo lo que viene de las mujeres per se es bueno, mira a la Thatcher, que tuvo una política igualmente retardataria.

Ese tipo de posiciones es uno de esos callejones sin salida por donde se mete la rebeldía humana y ahí logran ahogarla. Las revoluciones de colores que llaman, que son muy buenas en la medida en que permiten que sectores marginados tengan presencia, se expresen y tengan toda la libertad que necesitan, pero muy malas en la medida en que desconocen una lucha del conjunto de la sociedad por sus reivindicaciones. Tremendamente sectarias y destructivas, y en ese sentido yo creo que son parte de la derrota.

6 Comentarios

  1. Una voz que se autodenomina muy vieja, pero que reconoce la esperanza en la juventud frente a un mundo con un horizonte apocalíptico. Una voz, que señal la posibilidad de cuestionar lo políticamente correcto en medio del culto a la banalidad de algunas redes, pero que, de nuevo, señala caminos distinto en cientos de lectores que transitan a pensar y sentir de otras maneras mas humanas. Aflora con su palabras un temor que no sabia cómo expresar, ese coletazo mortal de la ultraderecha disfrazada de catolicismo, áulica de los poderes de occidente, racista y retardataria. En realidad escucho y veo una voz muy juvenil de una mujer que invita a descubrir el SER hombre de otras maneras.

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