El desafío de Mompotes, el nuevo director de ‘El Tiempo’

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El Tiempo’, como varios medios de Colombia, ha entrado en una nueva etapa. Un análisis que cuenta cómo va esa transformación.

El giro de la revista Semana fue una suculenta carne para todo tipo de redes. Hasta los sectores clásicamente más conservadores lamentaron la aparición del periodismo neopopulista de ultraderecha. El emporio de la estabilidad liberal se derrumbó y quedó reducido a las cenizas del ejercicio más parcializado, perezoso y ramplón de los últimos tiempos.

No rasgaré en las heridas. Hoy lo que verdaderamente me intriga es El Tiempo. Sí, muchos ojos para el Grupo Semana, pero su vecino –el principal periódico del país— ha pasado, si me lo permiten, algo desapercibido y me temo que también por estreno de administración.

Soy lector desde muy joven de este diario. A comienzos del milenio escribí un artículo en El Malpensante sobre la era Santos Calderón. Siempre me ha intrigado este mastodonte.

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Su venta a Sarmiento, el rediseño, la apuesta digital, los nombramientos, los casos extraños de disputas con columnistas… todo esto me interesa. Y por eso me he atrevido a poner algunas notas de estos primeros cortos meses de la nueva era.

El registro es muy gobiernista. Esa es la primera gran sorpresa. La era de Andrés Mompontes es mucho más gobiernista que lo que Pombo fue en el periodo Santos. Quien no vea estos matices es porque no lee bien el periódico. Hay un giro fuerte de apego a lo gubernamental y las instituciones, con muchas más entrevistas a funcionarios del gobierno y muy apegado a esa voz, con pequeños recuadros para las disidencias y las otras lecturas.

Casi que tengo la hipótesis de que El Tiempo evoluciona hacia una prensa más económica. ¿Me equivoco?

Incluso en estos tiempos de fuerte caída de popularidad del Gobierno, y eso me sorprende, el periódico apuesta por la lealtad a como dé lugar. El desafío es mostrar también que se puede disentir.

En opinión mantiene la apertura, pero —por favor— su domingo es fatal. No ha habido cambios fundamentales y en el espacio de opinión el periódico atraviesa el mar con muchas velas de muchos colores. Se mantienen desde los anarquistas decrépitos, los izquierdistas literarios, las feministas, los intelectuales liberales y las plumas de la derecha tradicional y joven.

Sin embargo, Mompotes, al darle columna permanente al exfiscal, reforzó un domingo que ya era excesivamente de “derechas” para mi gusto. Si algo fue históricamente El Tiempo fue un periódico más ubicado en un centro derecha con episodios más progresistas o más conservadores.

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Pero, en las últimas décadas, los domingos eran liberales y críticos. Eso puede estar muriendo. La triada María Isabel Rueda, Mauricio Vargas y Néstor Humberto Martínez es excesiva, por lo talibán de sus posiciones. Eso debió espantar el lector moderado, liberal o de centro izquierda y fue culpa también de Pombo, pero Mompotes reforzó la ecuación y no veo que la cambie.

¿Un giro a un periódico con temas económicos? Es un periódico que hoy le cree mucho al sector empresarial. Muchas fuentes de gremios y empresarios en los artículos, lo que está bien, pero marca el camino. Casi que tengo la hipótesis de que El Tiempo evoluciona hacia una prensa más económica. ¿Me equivoco? ¿Podría ser la vía para encontrar a lectores naturales en estos tiempos? Son hipótesis.

La pauta es mínima, escasean las nuevas suscripciones y el modelo está en crisis. En ese contexto no es fácil debutar para un nuevo director.

La pauta y, en consecuencia, la maniobra son reducidas. La verdad es que el margen económico de los diarios hoy en Colombia es bajo. La pauta es mínima, escasean las nuevas suscripciones y el modelo está en crisis. En ese contexto no es fácil debutar para un nuevo director.

Demostrar que se es competente y hacer interlocución con la institucionalidad del país y con los intereses del dueño del periódico no es fácil. El riesgo es costoso y eso lo entiendo. Pero para mi gusto Mompotes entró demasiado juicioso; el periódico parece inmóvil, sin mucho periodismo de terreno —incluso para sustentar sus posiciones más o menos conservadoras— y parece un camión sin muchas ideas con fuerza.

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No arriesga, no controvierte mucho, es tan mesurado que no parece tener voz. Incluso no apuesta por proveer demasiada información confidencial. Y eso, me temo, puede ser letal a largo plazo.

Ahora, no pienso que la escritura esté en caída libre, ni que se haya desbarrancado como en Semana. Para nada. Se mantienen algunos reporteros de calidad, hay ensayos muy interesantes de plumas expertas, Lecturas es una verdadera joya como suplemento, hay corresponsales de gran valor (Sergio Gómez y Juanita Samper, muy buenos) y se mantienen una decena de buenos columnistas.

En fin, estoy lejos de decir que es un caos de periódico. Muchas secciones se sostienen pese a las escasas páginas que se imprimen. Pero es un diario aburrido, sin ideas fuertes y aparentemente algo demasiado amigo del Centro Democrático y del ala conservadora de Cambio Radical. Y eso puede ser costoso.

Seguro ustedes dirán: déjelo llegar y acomodarse. Perfecto, pero Mompotes juega con algo en contra: debe vencer la idea de la calle que es la voz de un gran banco con agenda. Y eso, en estos tiempos, es todo un desafío.

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