Los hijos y Francia Márquez
La aparición de Francia Márquez en el escenario cúspide del debate por el poder es un hecho enorme que ha dejado en evidencia la cantidad de canallas que hay en Colombia.
No creo en Gustavo Petro, no voy a votar por él. A pesar de mí mismo, el único voto que me parece justo es en blanco y, en obvia consecuencia, no votaré por Francia Márquez, y, por si acaso, no voté por ella. Esta reflexión, que se sepa de una vez, no es política, es sobre el tema que me comprometí a tratar en este espacio: los hijos.
Leer, amarrarse los zapatos, bañarse todos los días, cepillarse los dientes y todo lo pueril que implica el cultivo de un ser humano es de lo menos importante que aprenden los hijos. Para sustentarlo me remito a los miles de indigentes que hay en el mundo entre los cuales hay huérfanos, abandonados, miserables, violentados y ahí están, viven, y lo primario lo terminaron aprendiendo porque es lo que la naturaleza enseña.
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Pensar que cuando le decimos a la niña que se ponga el saco estamos haciendo algo valioso es un ejercicio vacuo. Tu hija, cuando tenga frío, algo hará para sobrevivir. Es inevitable e irrenunciable. Entonces, ¿qué es aquello para lo que deberían servir los padres?, ¿qué es eso para lo que un papá o una mamá son esenciales?, ¿qué diferencia a un papá de un conductor y a una mamá de una asistente doméstica? ¡Los valores!
Son los padres los dueños del poder natural y civil de moldear el pensamiento y la ética de la criatura. Un tetero entregado por la tía contiene la misma leche que un tetero proporcionado por el portero del edificio; sus nutrientes llegan al mismo sitio, indiscriminadamente de quien sirva el biberón.
En cambio, las afirmaciones exclamadas por la madre o el padre de un menor sobre religión, familia y política —así no sean dirigidas al niño— tienen un efecto determinante en la construcción de su mundo interno. Esto lo pueden comprobar los fanáticos del fútbol que, si fueran interrogados, sostendrían mayoritariamente que el amor por su equipo proviene de la pasión que su padre o su madre profesaban por el onceno, a pesar de los esfuerzos que, a veces, hacen tíos o amigos para seducir al potencial hincha y llevarlo a otras escuadras.
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Por eso, ojo, padres y madres, con lo que dicen. Sobre todo cuando el niño no es a quien se están dirigiendo: son los mensajes más contundentes que la nueva vida va a recibir. Soy testigo de la enervada cautela que tienen los mayores cuando van a hablar de sexo y miran a sus 360 grados para constatar que no hay niños a la redonda, algo que no pasa cuando van a hablar de política. El tema se supone frío y alejado del interés y el entendimiento de los pequeños, por eso se desarrolla sin mayores miramientosy se asume que no se va a decir nada inconveniente.
¿Qué va a tener de inconveniente decir que a los guerrilleros hay que bombardearlos, que no importa si se va uno que otro campesino? Eso, seguramente, no lo van a entender los críos. También da lo mismo exclamar, airadamente, que lo único que faltaba es que ahora tengamos de vicepresidenta a una negra. Falta mucho tiempo para que el pequeño o pequeña puedan asociar la frase canalla y racista con sus acciones civiles como ciudadano.
Delante de los niños, los adultos no tienen talanquera para decir que “a todos los comunistas habría que matarlos“, y exclamar arengas contra la “indiamenta” y la guacherna, que se pueden mencionar, porque no incluyen sexo ni drogas, dos de los insumos más temidos y apetecidos por los fascistas. Me remito a Saló, o los 120 días de Sodoma, de Pier Paolo Pasolini, una película que retrata la enervada y tóxica intimidad de los alcabaleros de la moral fascista o, en este caso, derechista.
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Delante de nuestros hijos soltamos mucha basura que ellos recogen como si viniera de parte limpia, porque la oyen desprevenidamente, no viene envasada en regaño o en discurso; es lo que realmente piensan el papá o la mamá cuando están a sus anchas.
La aparición de Francia Márquez en el escenario cúspide del debate por el poder; es un hecho enorme a cerca del cual ha quedado en evidencia la cantidad de canallas que hay en Colombia.
Canallas de todos los tipos, desde la arribista perversa (a) Marbelle, hasta los comentarios ignorantes de personajetes que se desmadran al exclamar sus más bajas y pútridas pasiones contra Francia, con quien, por cierto, no estoy de acuerdo, pero a quien admiro y respeto por sus calidades personales, por su carisma y, sobre todo, porque llegar a donde ella está, en este país, para una mujer como ella, no es admirable, sino imposible.
El rechazo a Francia por negra y por “nadie” lleva a caóticas reacciones, como la de Álvaro Hernán Prada, el político “sacamicas” de las heces de Álvaro Uribe (estoy seguro de que el señor Prada no entiende qué quiere decir “heces“, y probablemente tampoco “sacamicas”), que salió desaforado a capitalizar lo que él, en su genuina ignorancia, creyó ser evidencia de la poca educación de la negra y pobre candidata.
Entonces, creyendo tener la prueba reina de la incapacidad de Francia Márquez, se burló del uso castizo y bello que hizo ella de dos términos añejos de la lengua castellana: “mayoras” y “las nadies”, logrando hacer una gran vitrina de algo de lo cual no dudábamos: su gran ignorancia.
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Ese es el regalo que le agradezco a Francia Márquez.
Ella se erige como el elemento activador de una verdad soterrada, escondida y maquillada sobre este país que se dice a sí mismo democrático, pero que en el seno de sus hogares, en la cocina, en la alcoba, otros en la terraza, en el baño, en la ducha y en la cama, cocina prejuicios perversos que invisiblemente se trasladan a los niños.
Gracias, Francia. Usted y su presencia han puesto en evidencia las bajas pasiones que motivan la vida del colombiano. Su existencia política arrojó luz en el llano de lo más pútrido de Colombia, el clasismo y su racismo que nutren y dinamizan la esquina de América. Ese que se les enseña a los niños sin dificultad es una herencia que no tiene costo.
Los valores que tienen a Colombia al borde del apocalipsis se cuecen en el comedor, en la cocina, en la alcoba, en el asado del domingo y, macabramente, se transfieren con chistes estúpidos, con afirmaciones arribistas, con sentencias ligeras, basadas en la pobreza mental que estigmatiza la pobreza económica.
Francia: usted es admirable e inspiradora. No voy a votar por usted porque no creo en la ideología y el candidato que la acompaña. No dudo que usted es impecable, pero no creo en el camino que escogió; sin embargo, le agradezco que haya tenido y tenga los arrestos de ánimo para aceptar su responsabilidad histórica y, en lo que a mí se refiere, a haber servido de chivo expiatorio (otro término que Prada tampoco va a entender) para alumbrar el cáncer que ya destruyó a Colombia.
El clasismo y el racismo se enseñan invisiblemente en la mesa del comedor, muchas veces, de manera involuntaria, haciendo comentarios ligeros que, sin corresponder con una verdadera ideología, obedecen al gusto arribista que existe en la clase media de jugar a parecer ricos, sin un peso en la billetera, pero expresando distancia hacia negros, indígenas y desfavorecidos, porque, con eso, se sienten mejores y más simpáticos, sin tener en cuenta que, a la redonda, hay mentes en formación que toman en serio algo que, desde el punto de vista del autor, era un chiste malo y que, en la mente del exbebé, se vuelve una verdad.
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15 Comentarios
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No la tiene fácil, Marquez, pero ha capoteado con altura el racismo y clasismo de los que están acostumbrados a tirarse fango en sus marraneras… y excelente reflexión esa de nuestros hijos como un espejo de lo que nos decimos y le decimos al mundo. Buen artículo, gracias.
SEÑOR NAVAS, EN CONCLUSIÓN NO DIJO NADA DE LO QUE YA SABEMOS, PERO SI NOS DEJA CLARO QUE SU VOTO EN BLANCO NO NOS SIRVE PARA CAMBIAR ESTE PAÍS, GRACIAS POR NADA !!
Todos nos preguntamos cómo nos pueden representar personas que solo hablan de los afro descendientes y los jóvenes.en esté país no tenemos derechos ni los viejos ni los mulatos.por que todos los beneficios son para jóvenes,afros, indígenas y nosotros los de la mitad no hay quien nos defienda osea nosotros no somos colombianos.
Dr. M. Navas Talero, usted se acaba de anotar un valioso triunfo con esa columna sobre “una nadie”, que se está metiendo en el bolsillo la mayoría de los “nadies” de este país. Ella que representa el sacrificio, la resistencia, la osadía, el atrevimiento y el triunfo, que no es gratis; merece que este pueblo arrodillado y humillados por las élites de siempre, tengan una representación digna de un cambio, que de otra manera, nunca lo tendremos y los resultados nos encausarían a un futuro incierto y lo más probable a una guerra por subsistencia. No me gusta tu posición neutral ante una decisión tan importante en la elección del nuevo presidente. Apoye el cambio, nada de lo mismo.
ahora, luego de leer dicho analisis, me pregunto que pensara el autor luego de ver el fraude que resulto Francia Márquez? si un fraude que en el 2018 dejo de ser empobrecida, gana un premio representativo ambiental y aun su familia daña el medio ambiente en la minería, acaso ya no deberían haber dado un cambio? una mujer que se aprovecha del estado que tanto denigra subsidiando la salud pero bueno si la necesitase bien, pero que durante la pandemia recibe subsidio de ingreso solidario cuando pudo en ese mismo año adquirir 2 viviendas en Cali, y a la fecha dice que no renunciara a ello porque sigue siendo empobrecida? Corrupta porque en lo poco se ve lo mucho, corrupta porque incluso en pandemia ya sus 2 hijos creo ya no eran menores de edad y el mayor becado en Cuba para estudiar medicina, donde esta la falta de oportunidades que tanto habla esta mujer? Francia Márquez NO me representa y no por su color de piel sino porque se lo que es ser madre soltera en este Pais y AMO a Colombia carajo
Pues no entiendes se tuvo que ir a estudiar a Cuba por qué aquí no hay oportunidades que parte no se entiende ?
Definitivamente usted está llena de rencor y eso no la deja entender. Que pena por usted. Por eso estamos como estamos…
Que columna tan odiosa al iniciar… me sentí usurpada en mis labores de madre soltera, trabajadora, académica etc etc, pero avanzando la lectura, comprendí todo. Todo se resume en los valores, en lo que somos como sociedad colombiana. En el futuro de la infancia que hoy presencia y se forma bajo una estructura social de tejido endeble. La candidata en cuestión y los mecanismos de ataque social son el ejemplo de lo que somos como sociedad.
Es más fácil victimizarse (no sé si lo escribí bien, no soy muy letrado como ustedes) y a Francia le ha dado muchos réditos. Ha sembrado odio en las dos direcciones, y ha develado su racismo inverso culpando a todos por las calamidades de las que hemos sido víctimas millones en Colombia en su polietnia y multiculturalidad. No ha sido su raza elegida sistemáticamente, la violencia se percoló calamitosamente en nuestro país.
Hablar en forma generalizada de racismo en Colombia, denota la tendencia y resentimiento de quién lo manifiesta. Revisen nuestro desarrollo político desde 1819. Otra cosa son los complejos. Con la mezcolanza que tenemos por lo menos en Costa Caribe, difícil hablar de racismo. Solamente quien escribió artículo se cree lo de su voto en blanco
Todos nos preguntamos cómo nos pueden representar personas que solo hablan de los afro descendientes y los jóvenes.en esté país no tenemos derechos ni los viejos ni los mulatos.por que todos los beneficios son para jóvenes,afros, indígenas y nosotros los de la mitad no hay quien nos defienda osea nosotros no somos colombianos.
Jajjaa los tibios …
Apreciado tocayo, buen mensaje en torno a lo que encarna Francia; igualmente en lo que tiene que ver con la crianza y el ejemplo que les damos a nuestros hijos.
Somos un país clasista y racista, que incuba todos los días mensajes de odio en el seno de las familias de clase media que como bien dice, sin un solo peso y con el bastón de la apariencia desdicen de los negros e indios, como si su mestizaje lo difuminara el tener un buen carro, o un apartamento en Rosales.
A esta clase media a la que pertenezco le espanta ver a un negro bien ubicado, le fastidian los hombrecitos color lenteja que se “igualan” , no toleran la inteligencia cuando proviene de un Balanta, Lucumí, o Arrechea.
Mauricio, caes en el error de Prada tratándolo de bruto (cosa de la que no tengo la menor duda), quizás algunos de tus lectores que deban buscar en el diccionario o en Google algunas de tus expresiones no los hace brutos, solo ignorantes, con la diferencia de que a Marbelle o a Prada eso se les quita quizás volviendo a nacer.
es buen momento que sevive en colombia con nuestra viceprecidenta la doctora francia marques es istorico