La madre, regenerada

En agosto, Salamandra publicó ‘Lucha y metamorfosis de una mujer’, el cuarto libro del proyecto autobiográfico del escritor Édouard Louis. Si en su obra anterior se centró en su padre, ahora el foco lo pone en su madre. 

Una vez, una canción despertó al escritor francés Édouard Louis a la una de la mañana. Él no era entonces famoso: apenas tenía ocho o nueve años. La canción, de la banda Scorpions, era del único disco que tenía su madre, Monique. Sonaba en el salón del apartamento, donde ella y su esposo, junto a unos amigos, estaban de fiesta. Louis se levantó, salió de su cuarto y caminó hacia ellos. Miró a su madre y le gritó: “¡Quita esa canción de una vez!”. Ella reaccionó con la misma vehemencia; todos se callaron. Sin pedir perdón, él volvió a su cama. “Estaba tan acostumbrado a verla desdichada en casa —escribe después de narrar la escena— que su expresión de felicidad me parecía un escándalo, un engaño, una mentira que debía ser desenmascarada de inmediato”

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Este episodio aparece en el más reciente libro de Louis, Lucha y metamorfosis de una mujer. La mujer a la que alude el título es, claro, Monique, la madre del escritor. Es la historia de ella la que él nos quiere contar. La de una mujer de una familia de trabajadores de fábrica que debió abandonar su deseo de ser cocinera por quedar embarazada de adolescente, y que durante los próximos treinta años padeció las humillaciones que le propinaron dos esposos abusivos y alcohólicos. Finalmente, es la historia de una mujer que, a los 45, encontró la forma de liberarse de esos “años de su vida mutilados, casi destruidos por la violencia machista y la miseria”

Lucha y metamorfósis de una mujer - portada

Édouard Louis (Hallencourt, 1992) encontró la fama temprano, cuando en 2014 publicó la novela autobiográfica Para acabar con Eddy Belleguelle, en la que narra, entre otras cosas, el acoso que sufrió de niño por ser homosexual. Desde entonces, ha hecho literatura con su vida: en 2016 sacó La historia de la violencia, donde recuenta y reflexiona, con un original marco narrativo, sobre una violación que sufrió a los 20 años; dos años después, en 2018, publicó Quién mató a mi padre, una obra que se centra en la figura paternal para explorar temáticas como la desigualdad, la pobreza y la violencia estatal. (Los tres libros hacen parten del catálogo de Salamandra). 

Lucha y metamorfosis de una mujer es, si se quiere, la cuarta entrega de su autobiografía. Es una obra escueta, de 123 páginas, con letra grande y un entrelineado generoso. Contiene, además, fotos de la madre del autor, así como páginas de un solo párrafo. Pero su brevedad no se siente como el resultado del afán de publicar o de no tener mucho que decir. Al contrario, parece la consecuencia natural de un proceso de depuración. Acá Louis no fabula, no llena los vacíos de la memoria. Tampoco describe las escenas en detalle. En vez, se centra en el recuerdo, y en la reflexión que éste suscita. “¿Por qué tengo la sensación de estar escribiendo una historia triste —dice en un momento—, cuando lo que me proponía era contar la historia de una liberación?“.

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El libro de Louis tiene un fuerte componente sociológico. Alude, una y otra vez, a la movilidad social, en especial a la que él vivió gracias a sus estudios, y a las consecuencias que se desprendieron de ella. “La mayoría de la gente que relata su paso de una clase social a otra describe la violencia que padeció; por inadaptación, por desconocimiento de los códigos del mundo en el que estaba entrando. Yo recuerdo sobre todo la violencia que ejercí”. La violencia a la que alude es la que él ejerció contra su madre por cuenta de la brecha social que empezó a existir entre ambos. “Cuando era niño, nos avergonzábamos juntos, de nuestra casa, de nuestra pobreza. Ahora me avergonzaba de ti, contra ti. Nuestras vergüenzas se separaron”.

Édouard Louis - Foto: Mariusz Kubik - Wikimedia
Édouard Louis – Foto: Mariusz Kubik – Wikimedia

Louis no solo pone la lupa sobre su madre, examinándola, revelándola, sino que se la pone sobre sí mismo. Lo que no suele nombrarse sale a la superficie. Sin pudor, sin remilgos. Con una honestidad refrescante. Con una honestidad que nace del amor y que transmite ternura. El escenario es compartido. Acá te voy a mostrar, mamá, pero también me voy a mostrar yo. Nos mostraré juntos, uno al lado del otro.

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