“Luis Pérez se siente orgulloso de haber autorizado la operación Orión”: Pablo Montoya

Pablo Montoya, autor de la novela ‘La sombra de Orión’, explica por qué la operación militar para recuperar la Comuna 13 de manos de las milicias devino en un espiral de desapariciones forzadas. Afirma que el Estado está en mora de pedir perdón por esos hechos.

Diario Criterio: ¿Por qué hacer una novela basada en la operación Orión?

Pablo Montoya: Hay dos razones principales. La primera, siempre he creído que esa operación fue una agresión militar a la sociedad civil que, sin embargo, fue celebrada por los medios de comunicación y por la sociedad de Medellín. Siempre tuve una incomodidad por la manera en que valoraron esa operación, que tuvo una colaboración de las fuerzas militares del Estado con los paramilitares, particularmente con el Bloque Cacique Nutibara.

La consecuencia de esta operación fue el incremento de la desaparición forzada ante una indiferencia de la sociedad de Medellín. Todo eso me producía tanto malestar que, finalmente, decidí escribir la novela. Me pesaban mucho los desaparecidos, en especial los que hay en La Escombrera. Esa es la segunda razón. Yo creo que fue una reacción de un ciudadano de a pie frente a una situación abominable la que me hizo tomar la decisión de escribir la novela.

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Diario Criterio: Uno lee mucha historia y mucho periodismo en la novela, lo que significa que usted tuvo que hacer investigación para escribirla; ¿cómo fue ese proceso? 

P. M.: Yo tenía muy claro que debía empezar con la operación Orión. Fue la estrategia que utilicé para atrapar al lector. De ahí comencé un trabajo intenso de investigación porque ese fenómeno es muy complejo y porque quería ir más allá del triunfalismo con que los medios de comunicación, el Estado y la sociedad aprobaron la operación. Así empecé a leer informes de ONG, estudios académicos, tesis sobre paramilitarismo y la desaparición forzada. Luego, decidí ir a la comuna 13. Hice varios recorridos por sus barrios populares y hablé con testigos de la operación Orión, con familiares de víctimas de desaparición forzada, con victimarios y con policías que participación en la operación.

Si quería hacerle comprender al lector lo que sucedió con la operación Orión y con la desaparición forzada, yo debía contar la historia de esos barrios. Así que comencé a leer historias de barrio. Mi objetivo es mostrar cómo la comuna ha estado atravesada, desde la fundación de sus barrios en los años 50 del siglo pasado, por la actuación de los grupos armados legales o ilegales.

Diario Criterio: A esta historia real del conflicto de las comunas usted le mete una historia de amor. ¿Por qué decidió construir un romance en medio de tanta tragedia?

P. M.: Desde un principio quería hacer una novela, pero sentía que podía ser devorada por toda la información que había recopilado. Como no pretendía hacer un libro periodístico, y para volver ficción toda esta realidad, decidí meter la historia de Pedro Cadavid, un alter ego mío que ya había introducido en otras novelas mías. De alguna manera, concibo a La sombra de Orión’ como el final de mis incursiones literarias en la violencia de Medellín, de cómo he intentado narrar de una manera distinta este conflicto. Con Pedro Cadavid acudí a mi historia personal. Pongo muchas cosas que me sucedieron cuando llegué a Medellín después de una larga estadía en Francia y cómo fue esa adaptación que tuve en la Medellín de 2002, tiempo en que se implantó la política de seguridad democrática.

Esa historia de amor que yo introduzco me parece importante porque necesitaba que el texto no estuviera atravesado a toda hora por la violencia, por la oscuridad, por la maldad de los militares, sino que quería oxigenar los espacios. Por otro lado, hay algo muy importante: yo también quería mostrar las formas de resistencia civil, particularmente de la resistencia femenina. Porque cuando uno lee novelas sobre la violencia en esta ciudad, hay una gran presencia de los asesinos, una especie de fascinación por los victimarios, por los mafiosos, por los sicarios, pero nunca, casi nunca, se habla de la resistencia civil en esos barrios. Por eso, de la mano de Alma Agudelo, le muestro al lector esas formas de la resistencia.

La sombra de Orión, novela de Pablo Montoya

Diario Criterio: En la novela están los protagonistas reales de la operación Orión, pero no aparecen con sus verdaderos nombres. ¿Por qué no los nombró? ¿Por evitarse problemas legales? ¿Por mantener la ficción?

P. M.: Las dos cosas. En las primeras versiones de la novela siempre puse los nombres reales, pero con el editor concluimos que era mejor cambiarlos para mantener y realzar la ficción. También lo hicimos para cuidarnos en salud, por posibles demandas. Estos personajes son poderosos y tienen todas las de ganar y de llevar a los tribunales a quienes los desenmascaran.

Diario Criterio: Las víctimas de desaparición forzada son el eje de su novela, en especial, las de La Escombrera. ¿Qué representa ese lugar en el drama de la violencia de Medellín?

P. M.: La escombrera me parece un sitio que actúa como una metáfora de la desaparición forzada. Cuando lo conocí, cuando lo visité, cuando supe su historia, cuando vi que es un sitio que está a la vista de todos, en donde se botan los desechos de construcción, pero que está rodeado de areneras de donde se saca material para edificar la ciudad, ahí vi un lugar donde se condensa, por un lado, la descomposición y la putrefacción y, por el otro, la construcción, el crecimiento y el desarrollo. Es, sin duda, también una aciaga metáfora de lo que es Medellín y su desarrollo económico.

Ahí se supone que hay una fosa común de desaparecidos, quizás la más grande de Colombia y América Latina. Entonces, uno se pregunta: ¿cuántos hay? Esa situación yo la comparo con la Masacre de Las Bananeras. Sobre ese hecho hay muchas cifras de los muertos, 10, 100, 1.000, 3.500. Entonces, me parece que La Escombrera tiene ese mismo carácter literario. Una metáfora que puede representar a los más de 100.000 desaparecidos que ha dejado el conflicto en Colombia. La Escombrera es muy terrible, pero a la vez muy rica, en sentido literario.

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Diario Criterio: Pero hay gente que dice que ahí no hay nada…

P. M.: Sí. Yo me acuerdo de que cuando hacía mi trabajo de investigación, algunas personas me decían: “usted para qué bota pólvora en gallinazo“, “eso es mentira“, “eso es para desprestigiar al Estado o a la ciudad“… Lo que sí es verdad es que en Colombia hay más de 100.000 desaparecidos. Y que Medellín es la ciudad que tiene más desaparecidos en Colombia, y Antioquia, el departamento que más desparecidos tiene en Colombia. Yo sí creo que en La Escombrera hay desaparecidos, no sé cuantos. Pero en mi libro decidí poner esa gran cantidad de muertos allí.

Ahora, ¿se podrán encontrar lo que ha quedado de esos cuerpos? No sabemos, porque la posibilidad de hallarlos es difícil. Precisamente esa es la perversión de la desaparición forzada. Es un fenómeno hecho voluntariamente para que no se encuentren los cuerpos. Y ese horror es el que yo traté de meter por medio de las voces de los desaparecidos que hablan desde el fondo de La Escombrera y de sus familiares que dialogan con ellos.

Diario Criterio: ¿Por qué hay tantos desaparecidos en Antioquía y Medellín?

P. M.: Porque esta región ha sido, quizás, el centro de la política de seguridad democrática. Una política estatal que tuvo como consecuencia el incremento demencial de la desaparición forzada. Es verdad que luego de la operación Orión se terminó la guerra urbana entre milicias. Que muchos la agradecen y la siguen celebrando. Como lo dijo Luis Pérez, alcalde de Medellín entonces, él pacificó esa zona de la ciudad “para el bien de los ciudadanos“. Pero el precio en violación de derechos humanos, desplazamientos e incremento de la desaparición forzada fue terrible.

Diario Criterio: ¿Por qué, pese a ese listado de desparecidos reales, a esas familias que los están buscando, la sociedad colombiana niega esos hechos documentados?

P. M.: Pienso que hay un desdén, una insensibilidad, una especie de patología psicológica de la sociedad civil colombiana y, particularmente, de la de Medellín. Le pongo un ejemplo. Cuando se cayó el avión en las proximidades del aeropuerto de Rionegro con los jugadores brasileros, hicieron un evento público en el estadio Atanasio Girardot para conmemorar a esos muertos. ¿Cuándo se ha reunido la sociedad civil a conmemorar y a recordar a los desaparecidos de Medellín? ¡Nunca lo han hecho! Es un grado de indiferencia y cinismo que a mí me parece inaceptable. Está bien que se reconozcan a sí mismos como pujantes y emprendedores, y cosas de ese estilo, pero es fundamental, para la sanación de la ciudad, que también miren sus zonas oscuras y pavorosas y las lamenten. .

Diario Criterio: Pero más que silencio pareciera que hubiera cierto orgullo por la operación Orión…

P. M.: Mire a Luís Pérez diciendo que se siente orgulloso por haber autorizado la operación Orión. Se atreve a decir que, si no lo hubiera hecho, “¿qué hubiera pasado con Medellín?”. Ahora, la Comuna 13, dice ese señor, es un “lugar próspero de Colombia“. ¿Hasta dónde llega el cinismo de los políticos? ¡Cuál prosperidad! Vaya a esos barrios y mire cómo viven sus habitantes. Allí se sigue viviendo en medio de la pobreza y la estigmatización social y bajo la ley de grupos ilegales y combos. La gente que hace turismo en las escaleras eléctricas de la Comuna, ese turismo de la pornomiseria, no sabe que parte de lo que pagan allí se va hacia esas bandas ilegales porque hay un porcentaje para la vacuna de seguridad. La Comuna está pacificada, pero a un precio excesivo…

Diario Criterio: Pero dicen que los muertos y los desaparecidos de la operación Orión y los que hubo posteriormente eran malandros…

P. M.: Esa es la manera de justificar, decir que estaban combatiendo contra las milicias. Cuando yo revisé el perfil de los desaparecidos que podrían estar en La Escombrera, me di cuenta de que casi todos eran personas humildes, que habían estado en medio de la guerra. Que uno le había dado tinto a los milicianos, que la otra había sido novia de un paramilitar. Niños y adolescentes que habían sido enrolados por los diferentes grupos armados. Recuerdo que a uno de esos muchachos que vendía arepas los paramilitares lo desaparecieron por vendérselas a los milicianos. Es que, en ese momento, lo paramilitares comenzaron a perseguir a todo aquel que había colaborado con las milicias, pero eran colaboraciones inevitables. Si tú vendes arepas y los que mandaban en el barrio eran las milicias, ¿cómo no venderles arepas a ellos?

Diario Criterio: La operación Orión se convirtió en un hito de la seguridad democrática de Uribe. En ese sentido, ¿qué representó el expresidente y su política para Antioquia?

P. M.: Desde mi punto de vista, nefasta. En Medellín, el uribismo tiene el caballito de batalla de que lograron parar la violencia miliciana y a la guerrilla urbana, pero la política de seguridad democrática tuvo un precio muy alto: desaparición forzada, los falso positivos, la violación de derechos humanos… Y lo que me parece reprochable a todas luces es que después de esta política se estableció, como modelo social, la seguridad privada que tiene, entre otros, un origen narcoparamilitar. La consecuencia de la política de seguridad democrática ha sido ese: el establecimiento en Medellín, y en una buena parte de Colombia, de un modelo económico atravesado por valores narcos y paramilitares.

Ahora, el paramilitarismo no se lo inventó Uribe, viene desde el siglo XIX. Es una especie de marca militar que está presente desde la Independencia. El paramilitarismo siempre ha existido en este país. Lo que se instaura con Uribe es un modus operandi. El narco paramilitarismo se mimetizado en la sociedad.

Diario Criterio: Pero la seguridad democrática sigue siendo popular…

P. M.: Cuando yo llegué a Medellín en el 2002, encontré una ciudad convencida, en sus mayor parte, de que la política de seguridad democrática era el mejor camino para resolver el problema con la guerrilla. Casi toda la población civil la apoyó. No fue una imposición Uribe.

Diario Criterio: Ese apoyo se explica en parte por lo que hacía la guerrilla…

P. M.: Claro, la guerrilla urbana estaba completamente militarizada. El comunismo de las milicias de Medellín era criminal. Eran milicias completamente lumpenizadas. Pero lo que sucedió es que se combatió el crimen con otro crimen. Yo no estoy justificando la guerrilla ni a las milicias, en absoluto. En la novela muestro simplemente el torbellino de la violencia. Violencia que genera más violencia, que se transforma, que se recicla, que no cesa.

Es algo realmente espantoso. Cuando yo leía los libros sobre la violencia acá, yo decía: “¡Qué es este costal de anzuelos tan hijueputa en que vivimos!”. Yo siento que nosotros le vendimos el alma al diablo, no solo Medellín, sino todo el país. La verdad, no sé cómo vamos a salir de este cerco de llamas en el que, desde hace más de dos siglos, hemos estado encerrados. Lo que sí sé es que es urgente que salgamos de él y lo hagamos de la manera más sensata. ¿Sí seremos capaces de lograrlo?

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Diario Criterio: ¿Cómo evalúa los cinco años del proceso de paz

P. M.: Para su reelección, yo voté por Santos a pesar de mi poca simpatía por él. Y lo hice por los acuerdos de paz. A mí me parece que, a pesar de todos los problemas que han tenido los acuerdos, sí han sido muy benéficos para el país. Pasa que se montó la extrema derecha de Duque y volvió muy turbia la aplicación de esos acuerdos. Pero, ¡ya no existen las Farc! Se convirtieron en un partido político y han pedido perdón por algunas cosas.

De esos acuerdos, justamente, se derivó la JEP y la Comisión de la Verdad. Lo que han hecho ambas instituciones es muy importante. El informe que está preparando la Comisión va a impactar a la sociedad porque va a tratar de desenredar ese profundo nudo de la violencia en Colombia. Además, esa institución ha encontrado, en la gente que ha entrevistado, la voluntad de decir las cosas y de pedir perdón, no solo en los guerrilleros sino en los actores estatales, inclusive, en los expresidentes. Los únicos que no quieren hablar y pedir perdón por su relación con la violencia son los empresarios. Y muchos de esos empresarios son antioqueños. El padre de Roux dice: “la paz de este país pasa obligatoriamente por Antioquia“, porque ahí está el núcleo de la última violencia.

Diario Criterio: Relacionado con la operación Orión, ¿qué opina de la posible llegada de Luis Pérez al Pacto Histórico?

P. M.: Me preocupa la entrada de ese señor. Yo tengo gran simpatía por el Pacto Histórico y por Petro, pero sí me parece un descrédito completo. Ahora, son las alianzas que hacen los políticos, pero hay indignación, sobre todo, cuando uno escucha a Pérez diciendo que se siente orgulloso de haber sido el gran protagonista de la operación Orión. Si al menos pidiera perdón por los excesos y brutalidades cometidas por los militares que trabajaron bajo su dirección…

Diario Criterio: ¿Por qué se da esa alianza?

P. M.: Porque el Pacto Histórico necesita alianzas para ganar en la primera vuelta y porque están tratando quitarle al Centro Democrático el poder en Antioquia. Y para lograrlo están haciendo de todo. Ahora, ¿por qué ciertos sectores del Pacto Histórico tienen una Antioquia simpatía por Pérez? Porque él ha sido muy crítico con Hidroituango y toda esa mafia empresarial metida ahí y también se ha solidarizado con las víctimas campesinas de ese proyecto infausto.

Diario Criterio: Se podría decir que esa alianza es un todo por el todo o un vale todo…

P. M.: Así es la política, pero me parece preocupante porque le quita prestigio al Pacto Histórico.

Gustavo Petro y Luis Pérez en el Pacto Histórico
Gustavo Petro y Luis Pérez, en el Pacto Histórico

Diario Criterio: Para finalizar, ¿qué sigue después de ‘La sombra de Orión’? ¿Cuál será el próximo proyecto en el que incursionará?

P. M.: Siento que cerré un ciclo narrativo con ‘La sombra de Orión’ y estoy muy metido en la difusión del libro. En este momento no tengo un proyecto claro. El próximo año se publican varios libros míos. La Universidad de Antioquia va a sacar un libro de ensayos que se llama ‘Paz y literatura’ y Random House publicará mis cuentos sobre violencia en Medellín. En verdad, no sé, creo que el próximo año prenderé motores y empezaré a escribir algo nuevo, pero todavía no sé qué va a ser. Pero, por lo pronto, yo ya no quiero más con la violencia en Colombia, porque cuando terminé ‘La sombra de Orión‘ quedé muy agotado. 

11 Comentarios

  1. Marta Alicia Montoya

    Argumentos que cada vez son más acertados con el contexto social y político de Antioquia y del país.
    Un abrazo Pablo

  2. Hugo de Jesús Tamayo Gómez

    Leer a Pablo Montoya es una avalancha de enseñanzas y muy coherente con sus actos en lo que lo conozco y que he tenido la gran fortuna de compartir con él.

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