El machismo sigue presente en el fútbol, pero las jugadoras ya no están dispuestas a callar

La denuncia de las jugadoras del Junior y el comunicado del equipo en el que les dio la espalda son el último ejemplo del machismo que enfrentan a diario las mujeres en este deporte, pero también son muestra de que esas conductas ya no pasan inadvertidas.

Tras el partido contra el Huila del pasado 12 de abril, una jugadora y una asistente técnica del Junior de Barranquilla denunciaron que el cuarto árbitro del encuentro tuvo una “actitud machista” con su directora técnica.

“Nuestra técnica le habla amablemente y él responde diciendo: ‘No joda… deja de joder’, y la manotea. Y a nuestra asistente se le para de frente. ¿Cómo es posible eso? ¿Por qué se le iguala a una mujer y no a un hombre?”, relató la futbolista Estefanía Cartagena.

Sin embargo, con el técnico del Huila, la actitud del árbitro fue completamente diferente. “Al técnico de Huila se le quedó callado. Ahí se ve el machismo, por eso hacemos la denuncia públicamente, por el trato del señor hacia la mujer”, agregó.

Aunque se esperaba una reacción pronta, el Junior de Barranquilla solo emitió un comunicado cuatro días después. El documento puso en evidencia, una vez más, que los episodios machistas siguen presentándose en el fútbol sin que esto provoque un revolcón, acciones profundas e incluso una autorreflexión por parte de quienes dirigen el deporte.

“Lo manifestado por nuestra asistente técnica, Jimena Borja, y la jugadora Estefanía Cartagena, en la conferencia de prensa post partido, será la única manifestación pública con relación a ese incómodo tema”, escribió el equipo.

Las palabras “incómodo tema”, así como no pronunciarse de verdad, generaron eco en redes sociales sobre todo, porque, para varias personas, el Junior estaba dando un claro mensaje: hay que guardar silencio para no “incomodar”, una idea que, definitivamente, va en contra de lo que han impulsado movimientos como el #MeToo que han abogado porque las mujeres no sientan temor a la hora de alzar su voz contra los abusos.

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Primer comunicado del Junior de Barranquilla.
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Luego de la polémica por el escueto comunicado, el club decidió eliminarlo y publicar otro en el que aseguró que sí respalda a las ‘tiburonas’ en su denuncia e informó que envió una carta formal a la Dimayor. “Junior siempre velará por el juego limpio, la sana competencia y la utilización de los conductos regulares, respetando la institucionalidad de nuestro fútbol profesional”, aseguró el equipo.

A pesar de esta movida, quedaron en el aire las palabras “incómodo tema”.

Incómodo, pero ya no pasa desapercibido

En distintos ámbitos, la mujer ha tenido que luchar contra la desigualdad, el sexismo y los actos machistas. El fútbol no es la excepción. Históricamente, este deporte ha sido considerado como un espacio para la “masculinidad” y, como han señalado distintos expertos, se ha convertido en un medio para “crear y mantener los ideales de la masculinidad hegemónica”. Esto quiere decir que excluye a quienes no encajan: “somete a mujeres y hombres por cuestiones de discapacidad, de origen racial y de orientación sexual”.

Estas raíces han hecho que las denuncias sobre abusos o machismo se alcen como incómodas y pasen desapercibidas. Ya lo decía el columnista Guillermo Alonso en El País de España: “Las mujeres en el fútbol son, por ahora y aunque el fútbol femenino gane muy lentamente interés, un elemento externo”. Así, “una denuncia es un pinchacito en la coraza” y no “una explosión en pleno núcleo”. 

No obstante, hay algo que sí ha cambiado y es que las mujeres ya no están dispuestas a callar comportamientos machistas, incluso si se les censura, como han denunciado jugadoras como Yoreli Rincón y Natalia Gaitán.

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“La actitud que tiene ese árbitro es: ‘Estás exagerando, no te respeto y simplemente no te pongo cuidado’. Y es que a una mujer que exige, que pide el respeto por sus derechos se le considera exagerada. Pero eso ya no pasa desapercibido, porque estamos ganando conciencia como mujeres de que eso está mal”, explicó a Diario Criterio Cindy Janet Caro, investigadora del Observatorio de Asuntos de Género y Diversidades de la Universidad del Rosario. 

Pero esto no ha hecho que sea más fácil denunciarlos. “Todavía hay un sector muy conservador que dice que mejor calladitas o que estamos exagerando”, dijo Caro. Por esta misma razón, el primer comunicado del equipo resulta completamente desafortunado. “Ese mensaje de no decir nada es claro. Pero también es desafortunado porque no cuestiona que eso hace justamente parte de la estructura muy machista que tiene este ámbito”, agregó la experta. 

Ahora bien, aunque el fútbol ha sido asociado a estos comportamientos, también se ven en varios deportes, en los que se asocia un rol de acuerdo al género, como en el patinaje, que suele ser relacionado más a las mujeres que a los hombres.

Una mirada más profunda, sin embargo, señala que lo que sucede en este tipo de actividades se puede asociar a la representación de la realidad. “Como sociedad, lastimosamente, ya hemos normalizado este tipo de comportamientos. Hemos normalizado que se agreda a las jugadoras y, en muchos casos a las asistentes, directoras técnicas y/o árbitros, pues el gremio aún, no las visualiza con igualdad de condiciones como deportistas, y por ende, no les asigna el mismo valor que a los hombres, opacando su voz y el lugar que merecen. Prueba de ello se da a través del lenguaje que se usa y que verbaliza la agresión, y que en ocasiones, se materializa en actos posteriores“, dijo a Diario Criterio Liliana Cuesta Medina, filóloga y docente investigadora de la Facultad de Educación de la Universidad de La Sabana.

Se trata de comportamientos que se constituyen como una representación de nuestra sociedad. Y por eso hay que cambiar los comportamientos desde el núcleo mismo, desde la familia”, añadió Cuesta.

Por esto mismo, hay que despersonalizar el problema: “Decimos que el árbitro es machista, pero no es problema solo del árbitro. Él es producto de unas prácticas culturales que, incluso, pueden haberle enseñado muchas mujeres”, aseguró Caro.

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Machismo en el fútbol: no solo en Colombia

Si bien hay países en los que las condiciones de las jugadoras son mejores, las expresiones y actos machistas siguen siendo un común denominador a nivel mundial y la lista es larga.

En 2018, al hablar de la relación de su técnico con otro compañero, Víctor Machín Pérez, conocido como Vitolo, entonces jugador del Atlético de Madrid, aseguró que ellos no eran mujeres “como para ir metiendo cizaña”. Ese mismo año, el alemán Emre Can intentó defender a Cristiano Ronaldo, tras una expulsión, con una frase muy similar: “¿Se supone que eso es una roja? Acabo de oír que fue porque un tirón de pelo. No somos mujeres, jugamos al fútbol”.

Unos meses después, Ada Stolsmo Hegerberg recibió el primer Balón de Oro femenino, pero en lugar de recibir una felicitación, tuvo que hacerle frente a una pregunta machista: “¿Sabes hacer ‘twerking’?”. Su rostro, como era de esperarse, reflejó incomodidad y disgusto.

Pero no han sido solo comentarios. Los actos machistas también han sido repetidos. Hace unos años, por ejemplo, el Barcelona anunció que, por primera vez en la historia, su equipo femenino acompañaría al masculino en la gira por los Estados Unidos, pero las mujeres viajaron en clase turista, mientras que los hombres lo hicieron en ‘clase ejecutiva’.  

Para las árbitras del deporte, al igual que las directoras técnicas, tampoco ha sido fácil. Muchas han hecho referencia al lenguaje y a los actos sexistas que tienen que vivir a diario. No solo por parte de quienes están inmiscuidos en el ámbito futbolístico, pues la industria tiene a la cabeza, en su mayoría, a hombres, si no también de las hinchadas.

Las denuncias y el creciente rechazo a estas conductas han hecho que algunos de los involucrados tomen una mayor conciencia de sus actos y ofrezcan disculpas públicas. Es un gran paso en un deporte y en una sociedad que todavía no le reconoce plenamente sus derechos a las mujeres.

Para la experta Caro, los cambios culturales requieren tiempo y por eso son más complejos. No obstante, “se ve que se les está educando diferente a los niños. El fútbol femenino va ganando terreno. Hoy ya hablamos de posibilidades. Han pasado cambios muy significativos en términos de poder y papel de las mujeres. Ahí vamos”, señaló.

Y sobre esa educación, empieza desde el núcleo de la sociedad: el hogar. “Hablamos de educación a este respecto, desde el mismo momento en el que el padre y la madre le enseñan a su hija o hijo que puede jugar fútbol, y que no es una cuestión de género, sino de deporte. Se hace necesario resignificar y darle el lugar que ocupa esta práctica deportiva, dejando de lado los arquetipos tradicionales en los que se suscitan fenómenos de agresión. Sé que es un trabajo de décadas, de generaciones. Pero hay que empezar, hay que hacerlo“, señaló Cuesta Medina.

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