La deuda de Colombia con sus madres
No es por aguar la fiesta, pero el Día de la Madre también debe ser una oportunidad de reflexión sobre la realidad de muchas de ellas —y de sus hijos— en Colombia.
Muchas madres reciben flores, regalos, felicitaciones e invitaciones a almorzar.
Las madres son de una importancia tal que todos los días deberían celebrase.
No es para menos. Su papel es indispensable en la formación de ciudadanos competentes. Son ellas las que garantizan la vida sana de sus hijos, especialmente en los primeros años de vida; y tienen a su cargo su desarrollo, su crianza, y el estado de nutrición de sus hijos.
Pero este día no debería ser solo celebración, sino también de reflexión, especialmente ante algunas cifras inquietantes sobre quienes son las madres en Colombia y sus condiciones de vida. Para nadie es un secreto que su estado socioeconómico es el que garantizará todo lo mencionado en el párrafo anterior. Si ellas no están bien, sus hijos tampoco van a estarlo.
Y ahí es cuando llegamos a una dura realidad.
Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), a 2022 la mitad de las madres en Colombia está en situación de pobreza extrema.
El 45 por ciento tuvo a su primer hijo antes de los 24 años. Más dramático aún, el 17 por ciento fue madre antes de ser adulta.
Este panorama revela una situación dramática en el país, pues está demostrado que, a mayor educación de las madres, mejor será la crianza de sus muchachitos.
Para la muestra, un estudio publicado en el Journal of Health Economics que, en 2017, encontró que los niños cuyas madres habían completado más años de educación tenían menos probabilidades de experimentar una hospitalización durante su primer año de vida.
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El estudio analizó datos de más de 11.000 pares de madre e hijo y descubrió que por cada año adicional de educación que tenía la madre, la probabilidad de que el niño fuera hospitalizado se reducía en un 0,6 por ciento.
Otro más reciente, publicado en 2019 en el Journal of Epidemiology and Community Health, encontró que la educación materna estaba fuertemente asociada con la probabilidad de que un niño sea vacunado. El estudio contó con una muestra de 22,000 binomios de madres e hijos y encontró que los niños de quienes no se graduaron de la secundaria tenían significativamente menos probabilidades de estar al día con sus vacunas.
Ser bajito sí importa
Esto mismo sucede en Colombia, al mirar el panorama de la nutrición en la población infantil.
Según el DANE, en 2022, un niño de cada diez nacía con bajo peso y, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin) —que, dicho sea de paso, no se actualiza desde hace ocho años— la prevalencia de desnutrición crónica o retraso en la talla en menores de 5 años es de 10,8 por ciento. Para los hijos nacidos de una madre con bajo nivel educativo la cifra se duplica (20,6 por ciento) y para los hijos de madres indígenas, casi que se triplica la media nacional (29,6 por ciento).
Lo anterior es preocupante porque, como lo demuestran muchos estudios, hay seis veces más posibilidades de que un niño, hijo de una mujer no educada, sufra desnutrición crónica. En el país, para 2022, el 67 por ciento de las mujeres que se hicieron madres tenían como grado máximo de educación el bachillerato.
“No es un problema de peso, sino de baja estatura”, dice Juan Pablo Guzmán, gerente de articulación y política de Redni, una entidad que trabaja para reducir este problema en Ecuador, pues la falta de comida conlleva, no solo a una baja talla frente a lo esperado para la edad, sino que deja secuelas en el coeficiente intelectual y el desarrollo integral en la vida adulta.
Son niños más propensos a contraer enfermedades, tienen limitaciones para aprender en el colegio y quedan condenados a seguir viviendo en la pobreza, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés).
“Todo comienza en la primera infancia”, dice Diana Pineda, líder de inversión Social y Generación del Conocimiento de la Fundación Éxito.
“El retraso en talla en menores de 5 años es el resultado de carencias acumuladas a lo largo del tiempo, a nivel nutricional, que ocasionan alteraciones permanentes e irreversibles en el desarrollo cognitivo y físico de los niños”, agrega.
Algunos, de hecho, también le llaman a esta condición hambre invisible, porque son niños que no fallecen, sino que quedan rezagados cognitivamente.
Según un estudio hecho por Adolfo Meisel, rector de la Universidad del Norte, “alcanzar el potencial genético de estatura influye en la capacidad productiva, el desarrollo intelectual y salud a través de la vida. Lograrlo, depende sustancialmente de las condiciones socioeconómicas durante la niñez y la adolescencia. Los estudios de crecimiento en esas variables son un buen indicador del progreso social, ya que reflejan las condiciones de nutrición y salud durante los años de crecimiento, 0 a 18 años”.
Para Guzmán, aunque muchos creen que es un problema exclusivo de la pobreza, en Redni han identificado 33 variables que inciden en la aparición de la desnutrición crónica. Por supuesto que entre esos factores de riesgo está el hambre prolongada, el bajo nivel educativo de la madre, la desigualdad por ingresos y el bajo peso al nacer; pero también la falta de agua potable, saneamiento básico y acceso a servicios de salud.
De hecho, según el Índice de Desnutrición Crónica, para 2020, más del 50 por ciento de los municipios de Amazonas, Chocó, Guainía, Guaviare, Vaupés, Vichada, La Guajira, Arauca, Cauca, Cesar, Putumayo, Casanare, Caquetá, Meta, Sucre, Magdalena, Norte de Santander y Bolívar reúnen las condiciones para que la desnutrición crónica se presente.
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Es más, el 54 por ciento de los hogares en Colombia, según la Ensin, están en inseguridad alimentaria. Es decir que no tiene la disponibilidad suficiente y estable de alimentos; así como el acceso y el consumo oportuno y permanente de los mismos en una cantidad y calidad que les permita llevar una vida saludable.
A su vez, la edad de la madre juega un papel determinante, pues se encontró que los niños de mayor riesgo son los de mujeres entre los 10 y 19 años, es decir que hay una relación importante entre el estado nutricional de los niños y el embarazo adolescente o temprano. Al respecto, el DANE señala que de los 569.311 bebés que nacieron en 2022, el 44 por ciento tiene una madre que no superaba los 24 años, y el 17 por ciento de los recién nacidos tiene como madre a una niña.
La salida
Para Guzmán, el problema de la desnutrición infantil tampoco es exclusivo de alimentos ni se soluciona solo con el crecimiento económico de un país, al reducir la pobreza.
Como él mismo lo dice, “no es suficiente. Tampoco son necesarios más recursos, sino usarlos bien”.
Teniendo en cuenta que la desnutrición crónica tiene más de 33 causas, el tema debe abordarse con soluciones integrales en las que varias instancias de la sociedad cooperen.
Según Unicef, los niños deberían tener acceso a atención en salud para detectar posibles casos de desnutrición, ya que visitas rutinarias de peso y estatura son una de las principales herramientas para diagnosticar si un niño está desnutrido. Por lo tanto, si se amplía la atención sanitaria, se puede reducir la incidencia del problema.
Pero también se debe hacer algo para educar a madres y padres, ya que la evidencia muestra que, cuando ellos conocen qué alimentos de los que tienen a su alcance son más beneficiosos para sus hijos, la desnutrición crónica se previene.
Otra solución es la lactancia.
Cuando un bebé no se beneficia de la lactancia materna, la probabilidad de que muera se multiplica por 14.
Es importante derrumbar los mitos sobre la lactancia materna (que la madre no produce leche o que los niños amamantados son dependientes, por ejemplo), pues impiden que muchos niños accedan a los beneficios de ese alimento.
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También son parte de la solución el acceso a agua potable y contar con servicios de alcantarillado, para prevenir las enfermedades infecciosas.
“La desnutrición crónica es como se le mide el alma a una sociedad, porque nos muestra como trata ella a sus niños”, dice Guzmán. Y si eso es así, en este tema, la madre patria sí que está en deuda con muchas mujeres colombianas que hoy crían a sus hijos.
8 Comentarios
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Buén y completo informe pero muy triste y desalentadora realidad