El sueño de volver al hogar
La historia de Mamá Icha es la de las personas que viajan a otro país con el sueño de construir una casa en su ciudad de origen con la plata que le envían mes a mes a sus familiares.
María Dionisia Navarro es una mujer de 93 años que vive en Filadelfia desde hace 30 con su hija y su nieta y un buen día decide regresar a Mompox, sus ciudad natal, para vivir allí los últimos años de su vida, en una casa que construyó a distancia con las remesas que le enviaba cada mes a sus hijos.
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Esta es la historia que narra el largometraje documental La casa de Mamá Icha, de Óscar Molina, que desde el 2 de septiembre está en diversas salas de cine en todo el país. Como señala su director, “es una película que indaga sobre los legados de la migración y nos sumerge en la dolorosa realidad presente en las disputas familiares por el poder cuando los mayores llegan a depender del cuidado de los otros”.
“Cuando Icha abordó su último vuelo a Colombia, fui la única persona entre sus amigos y familiares que pudo acompañarla. Juntos hicimos el viaje de vuelta a casa”, dice Óscar Molina.
La película, de 84 minutos de duración, trasciende una historia particular o la realidad de la sociedad de un país determinado en una época precisa porque la historia de Mamá Icha y su regreso a Mompós es un relato universal. Las migraciones, algunas de ellas felices, la gran mayoría cargadas con el peso de la tragedia, han sido moneda corriente a lo largo de la historia de la humanidad y en estos tiempos que corren son un fenómeno de dimensiones apabullantes.
La historia de Mamá Icha es la de cientos de miles de familias en el mundo entero. Personas que viajan a otro país en busca de nuevos horizontes, con el sueño de construir una casa en su ciudad de origen con la plata que le envían mes a mes a sus familiares y poder pasar el final de sus días en la ciudad que los vio nacer.
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Por ese motivo, este documental también muestra la importancia del arraigo, de cómo una mujer instalada en una gran ciudad de Estados Unidos, donde su hija y su nieta llevan una vida que puede considerarse exitosa, decide volver porque el arraigo a su tierra es una fuerza muy grande. Mamá Icha necesita sentir la brisa del río Magdalena, caminar por las tranquilas calles de Mompós, volver a estar al lado de su familia, sus amigos, su gente.
Este tema de la migración y el desarraigo no es para nada ajeno a la experiencia de Molina. Cuando terminó sus estudios de comunicación social se fue al exterior a estudiar y trabajar en diversos países, y de esa manera conoció de cerca el tema de los migrantes, la economía de las remesas y eso lo motivó a investigar el tema desde hace ya más de 10 años. Uno de sus múltiples viajes, en 2008, lo llevó a Estados Unidos para hacer un postgrado y a partir de 2011comenzó a investigar con más rigor esas historias que le ayudaran a entender mejor el fenómeno de las casas de los migrantes.
En Filadelfia conoció y trabajó en un cortometraje con la nieta de Mamá Icha, con quien ha mantenido una comunicación frecuente. En uno de esos encuentros Óscar le contó que estaba buscando a alguien que estuviera en el último capítulo de la vida y que quisiera regresar a Colombia. Michelle le dijo que su abuela podría ser ese personaje. Y así fue como entró en contacto con mamá y ya con toda su familia y el resultado es este documental.
El documental muestra entonces los encuentros y desencuentros entre una familia que no necesariamente es la que se guardaba en la memoria.
“Cuando Icha abordó su último vuelo a Colombia, fui la única persona entre sus amigos y familiares que pudo acompañarla. Juntos hicimos el viaje de vuelta a casa. Y juntos descubrimos el abismo entre la patria que habíamos imaginado y la que encontramos. El viaje de regreso a Colombia de Icha fue también mi viaje de vuelta a Colombia”, recuerda Óscar.
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El documental muestra entonces los encuentros y desencuentros entre una familia que no necesariamente es la que se guardaba en la memoria. La cámara describe cómo es el aterrizaje a la realidad. Un aterrizaje en el que los silencios, las miradas y los rostros inmóviles dicen mucho.
Este proyecto culminará cuando esté listo el largometraje La casa de los ausentes, filmado en un valle de México poblado con casas construidas con dinero de remesas y que por diversos motivos nadie habita, y la plataforma web Mi Casa My Home, que busca poner a dialogar a migrantes, académicos y artistas para entender el fenómeno de la migración “como parte de una historia más amplia enmarcada por el flujo del capital global, la desigualdad entre territorios y las restricciones a la movilidad que sufren muchas personas”, remata Molina.
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