Las mandíbulas enamoradas

En la historia del Ramayana, uno de los textos más vitales y espléndidos del hinduismo, Rama es “el radiante libre de envidia”, el “inmensamente energético”. Rama tiene poder retórico, bondad y sabiduría, toda la belleza; es plenitud y coraje. Su virtud se realiza y crece por la fuerza de la acción. Es una especie de reserva activa de todas las facultades humanas en armonía unas con otras. Hanuman es quizá el personaje más bello de esta epopeya poética: es el mono gigante, el más fiel devoto de Rama, entregado a él en un amor sin límites, un amor asombroso que no es servil porque es pura alegría y pura energía. El amor de Hanuman es la forma que tiene él mismo de expandirse. Toda su vida y sus acciones tienen como fin servir a Rama, hacerlo feliz. Hanuman se orienta por su fidelidad completa y permanente hacia su maestro espiritual que es también su igual, su hermano, su compañero de aventura. Hanuman vive así, en su devoción desinteresada, apasionada y alegre, y por su amor su vida es más intensa. Quizá de la generosidad sin medida de Hanuman viene el dicho indio: “los monos lloran siempre por los otros, nunca por ellos mismos”.

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En una escena conmovedora, este mono dulce tritura con sus fuertes mandíbulas las perlas de un collar que desenhebra, o que rompe más bien con cierta furia. ¿Qué haces?, le pregunta Sita, la esposa de Rama. Él sigue mordiendo las perlas. Están vacías, dice. No tienen el nombre de Rama grabado adentro, como sí está grabado su nombre en mi corazón.

Más que bella es esta historia, ¿no es verdad? Se las puedo seguir contando.

Cuando Sita es raptada por el gran demonio Ravana, Rama, inquieto, la extraña. Se lamenta, está ausente. Sufre. Hanuman no soporta ver a Rama en ese estado y sobrevuela el mundo en el lomo de un buitre gigante para buscar a Sita y acabar con el sufrimiento de su amigo. Ve a Sita meditando en un bosque, se le acerca, le entrega el anillo de Rama, que sin duda es un anillo mágico, para que ella no tenga miedo y recupere la alegría y la confianza. Luego vuelve a donde su amado amo. Siente tanto gozo al verlo de nuevo, al traerle de vuelta la alegría, que empieza a hacer círculos en torno a Rama, en otra especie de anillo, de círculo mágico, que es al mismo tiempo una muestra de su devoción y una forma de proteger a Rama de futuras pérdidas y desgracias.

Fuera de las páginas del Ramayana, llenas de vida y de ardor, ¿existe un amor así? Cada uno de ustedes lo sabrá en secreto, pero yo digo que sí existe. Es un amor que sufre cuando el otro sufre y se alegra cuando el otro se alivia, se recupera, y gira en torno al otro, para protegerlo. No lo deja solo. ¿Quién entiende un amor así? ¿Quién lo valora y no lo desprecia? Quizá solo el que así ama.

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Ese amor de mono no tiene ni el más pequeño parecido con un comercio interesado, sin corazón y evidente, que ni siquiera debería tener ese nombre, el de amor, o el de dar, ni ninguno cercano. Nada distinto al propio ego llega al corazón de los que están comprometidos en esa otra especie de trato. El amor del mono es en cambio un intercambio gozoso y desinteresado de verdaderos dones y regalos, incluidas las palabras, el silencio, el cuidado, la compañía, los buenos deseos, el buen ánimo y la fidelidad en la desgracia. Sin el Hanuman que (¡apuesto!) vive en cada uno de nosotros, aunque a veces lo olvidamos, sin ese espíritu generoso que nos salva de la dureza y del cálculo, de la ingratitud que es gris, extensa y muerta, en verdad no podríamos vivir. Estaríamos atrapados en una imitación falseada y vacía de la vida, como las perlas trituradas por las enormes mandíbulas enamoradas del mono gigantesco y entrañable.

6 Comentarios

  1. Un hermoso texto sobre lo que es el amor ágape, elamle de amigos.
    Siblime epopeya sobre el amor, me recuerda del relato de Sócrates, escrito por Platón, sobre el nacimiento del amor que el primero escuchó de la sabia Diotima.

  2. Un hermoso texto sobre lo que es el amor ágape, el amor de amigos.
    Siblime epopeya el amor, me recuerda del relato de Sócrates, escrito por Platón, sobre el nacimiento del amor que el primero escuchó de la sabia Diotima.

  3. Paula Cristina Acosta

    El verdadero amor surge espontáneamente, sin calculo, alimentado por la risa, las miradas, la escucha, el disfrute del otro y puede ser eterno

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