María Isabel Rueda: un final del mundo, muchos caminos posibles
La artista cartagenera María Isabel Rueda fue la encargada de abrir el Premio Luis Caballero con su proyecto ‘Al final del mundo’. Diario Criterio habló con ella sobre su carrera artística, la espiritualidad y la muerte.
Parece que cuando María Isabel Rueda decidió ponerle a su proyecto Al final del mundo se refería más bien al inicio de un nuevo mundo. Lo que llamó spoken word fue una invitación para cerrar los ojos y mirar hacia adentro. Las vibraciones musicales, la voz de la artista y el movimiento de los avatares crearon la escena de un relato perfecto de ciencia ficción: un universo entrelazado entre luces y sombras donde todo puede ser posible.
Su creación artística le dio la bienvenida al XI Premio Luis Caballero, el pasado 15 de octubre. Más que enfocarse en una sola pieza, la artista cartagenera centró su trabajo en vibraciones que involucran la palabra, la imagen, el movimiento, la voz, la música, los procesos sonoros, el simulacro y la realidad, el documento y la ficción y el cuerpo.
“Yo hablo mucho de las vibraciones y de otras formas de conectarse o despertar sensibilidad y comunicación que no es simplemente la forma racional o el lenguaje”, aseguró Rueda a Diario Criterio desde Mapa Teatro, horas antes de su penúltima conferencia musical.
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Al final del mundo tuvo diferentes vibraciones, algunas que quedaron solo en la memoria de los asistentes y otras que aún se conservan en el maravilloso mundo virtual. La primera es una página web que aloja todas las aristas del proyecto, “Es casi una pieza, una obra. Es como una Wikipedia oscura que funciona con inter-links, vas leyendo cosas y te redirecciona a otra información”, explicó la artista.
En alfinaldelmunco.xyz se pueden ver cartas astrales, las nueve partes de la mesa parlante, las más de 20 personas que participaron en esta propuesta y el misticismo y colectividad propios del proyecto.
Mostrar lo intangible
Otra vibración fue el spoken word o conferencia musical que se realizó en Mapa Teatro durante siete días. “Este lugar es especial porque en una época fue mi taller y parte de mi experiencia está basada en este espacio, yo quería un sitio que me trajera asociaciones. Además ha sido un lugar pionero de las artes vivas y el cuerpo”, expresó Rueda.
En el performance, como muchos le llamaron, la artista mostró toda su imagen fotográfica, su conocimiento sobre otras culturas, información de sus viajes y, en general, su pensamiento artístico. “El trasfondo es buscar una forma de fijar lo inmaterial, lo invisible. ¿Cómo se registra lo inmaterial?”.
Durante la acción, que duraba cerca de hora y media, los sentidos se expandieron. No había necesidad de racionalizar todo o buscarle explicación. Mientras María Isabel Rueda hablaba de vampiros, de luz, oscuridad, de constelaciones incas y hasta de la Glándula Exo-Interior, la música, el baile, los espejos y las vibraciones se manifestaban.
Andru, Alice, Jessica y Nina, artistas del cuerpo, acompañaron a María Isabel en esta segunda vibración. Sus siluetas, movimientos y ángulos se fusionaron con la música en vivo, que hizo latir a un solo ritmo los corazones de los 40 asistentes que hubo por función.
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Instalaciones del más allá
De Mapa Teatro el público salía a la vibración número tres titulada Instalación sonora y videos al final del mundo en el Artist Breakfast Institute. “Ese espacio es un gran portal porque está en pleno barrio Santa Fe. Para mí ese sitio era importante porque las imágenes proyectadas hablan de la construcción de género, de lo que es, del ser transgénero o fluir y no definirse”, explica María Isabel Rueda.
Esta casa, de apariencia inglesa, permanecía oscura. La única luz existente era la proyectada en los videos que, según la artista, son propuestas del futuro y ciencia ficción creadas por el mismo grupo de mujeres que están en la acción de Mapa Teatro.
En el espacio había una mesa parlante, conocidas desde el siglo XIV para comunicarse con los espíritus. “La usamos en este caso para crear un objeto que hablara. Ahí estuvo Carolina Ponce de León y otro grupo de médiums con los que entrevistamos a María Teresa Hincapié”.
La casa se prestó para otras conversaciones, como una lectura de tarot en vivo, un pícnic comunal con comida en forma de lunas y diálogos con personajes como Giuseppe Caputo.
María Isabel Rueda
Los artistas tenemos el poder de generar las imágenes. Esto era una invitación a estar vivo, a volver a relacionarse, a perder el miedo y colectivamente generar la imagen de lo que queremos que sea lo que vivimos el día a día: eso que a veces llamamos futuro.
Diario Criterio: María Isabel, pero ¿cuál fue el origen de Al final del mundo?
María Isabel Rueda: Gran parte del proyecto es algo nuevo, pero nace a raíz de algo que viví hace un par de años cuando me invitaron a un congreso de fotografía en Cartagena. Yo redacté una conferencia que hice en vivo donde contaba mi pensamiento fotográfico: lo que yo pensaba a partir de mi cruce de saberes.
Yo he viajado a muchos lados para poder entender las culturas. Estuve en la India de norte a sur, recorrí Bolivia para conocer la historia de los incas. También Ecuador, Perú, México; he estado en Australia, viví en la Sierra Nevada, recorrí todo el Nilo de Egipto y toda esa mezcla, más la práctica artística, estaban en esa conferencia.
Cuando terminé la charla algunas personas pensaron que eso había sido un performance. Recuerdo que publicaron todas las memorias de los conferencistas menos la mía, porque para ellos no había un sustento teórico o una bibliografía seria.
“No había bibliografía porque eso es lo que pienso yo”, me dije. Cuando sale la convocatoria del Premio Luis Caballero, pensé que quería que ese texto se volviera multidisciplinar y respondiera a lo que la gente pensó que era un performance.
Diario Criterio: Cuénteme un poco sobre la experiencia de comunicación con María Teresa Hincapié. ¿Cómo se hizo?
María Isabel Rueda: Eran varios médiums, un grupo de seis o siete. Lo primero que uno hace es pedir un permiso grupal para “respirar el espíritu”. María Teresa dio el permiso y luego la canalizaron dos cuerpos: una mujer y un hombre, pero nosotros escogimos a la mujer para que la realizara.
Fue muy interesante porque la médium no sabía quién era María Teresa, nosotros le dijimos que era una amiga. Las primeras preguntas que hicimos fue sobre cómo se sentía en esa dimensión y la médium dijo algo como “es muy raro, no puedo responder esa pregunta, me toca con el cuerpo”, y se levantó y empezó a hacer unos movimientos corporales.
Carolina Ponce fue muy amiga de ella y estuvo presente. Todo fue muy respetuoso, pensábamos hacer más preguntas pero en un punto nos pareció suficiente y ese contacto abrió un pedazo de una investigación que yo llevo desde hace tiempo, relacionando los orígenes del arte conceptual colombiano con el espiritismo.
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Diario Criterio: La espiritualidad es un tema que ha estado constantemente en su trabajo y en sus discursos creativos, ¿cómo entiende esto en su vida?
M.I.R.: Si te cuento cómo empezó hacemos una película de cine (risas) porque es prácticamente la historia de mi vida, pero hay un inicio que parte de la enfermedad. Yo fui una persona muy enferma, sufrí de migraña casi el 80 por ciento de mi vida hasta hace muy poco.
Yo no entendía por qué tenía que sufrir eso. Duraba casi tres semanas del mes acostada en la oscuridad con remedios para el dolor. Con el tiempo y en perspectiva, descubrí que ese era mi más grande maestro. Buscar sanarme me llevó a cosas que no hubiera podido libremente hacer. Me llevó a lugares inesperados.
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La búsqueda de la sanación me conectó con muchas culturas, viajes; fue esa forma de entenderme a mí misma, de encontrar una razón que fue nutriendo mi conocimiento. Todo lo que causaba ese dolor me fue halando a descubrir.
“Yo investigué todas las posibilidades, desde la ayahuasca, peyote, hongos, cristales, toda esta corriente independiente de la homeopatía, reiki, acupuntura”
Diario Criterio: Cada una de ellas le ayudó a sentirse mejor…
M.I.R.: Claro, y muchas de esas prácticas son mis obras. Lágrimas de Isis es todo mi viaje a Egipto, otra que es del Amazonas cuando busqué el ayahuasca en Perú. Vas viendo las obras y vas descubriendo en qué lugares busqué respuestas y las involucré con mi práctica artística. Uní esas dos cosas.
Diario Criterio: después de tantos caminos recorridos, ¿cómo ha cambiado su concepto de espiritualidad?
M.I.R.: Yo hago parte de un grupo que se llaman Arsayian, cuya idea es traer el cielo a la tierra. La idea de la espiritualidad de la comunidad es que la razón por la cual tú estás en la tercera dimensión no es para escapar. En Arsayan pensamos que uno eligió vivir la tercera dimensión y esto tiene unas características de espacio y tiempo que es limitado, que tiene cuerpos.
A lo que vienes precisamente es a ser muy humano, a experimentar esa idea de que vives y mueres, y las cosas se acaban. Esto es un poco contrario a la idea en donde crees que lo que quieres es salirte de esta dimensión, buscar un lugar idílico: no, esto es al revés. Es ser completamente humano y aprovechar la tercera dimensión con todas sus características.
Empecé buscando ese otro camino y terminé cerrando en cómo estar más anclada en la tierra.
Diario Criterio: ¿Hay algunas prácticas que realice en torno a esto?
M.I.R.: Después de mi experiencia en la India me di cuenta de que la práctica es como la forma en la que tú decides vivir, cómo tu construyes las formas que quieres vivir. Yo vivo en Puerto Colombia, en un sitio que es bastante natural, en un pueblo pequeño.
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He creado la forma en la que yo quiero vivir, que tiene que ver con el contacto con la naturaleza, tengo la posibilidad de ir a surfear todos los días de cinco de la mañana a nueve de la mañana. Eso no es una práctica espiritual, pero es una forma de querer estar en el mundo que tú mismo construyes.
Diario Criterio: Ha ido construyendo la vida que usted misma quiere vivir….
M.I.R.: Poco a poco y con mucha dificultad, pero voy intentando hacerlo en la medida de lo posible, porque también la vida, como la carta de la torre del tarot, puede ponerte un rayo y te tumba de cabeza. La gran enseñanza es que sea lo que sea que te va pasando deberías tener algo interno que te permita reaccionar a esa situación, de una forma donde no importe qué suceda.
Diario Criterio: Su trayectoria artística suma cerca de 30 años. Usted como todos alguna vez fue niña y adolescente, una mujer que apenas despertaba su sensibilidad por las artes. Si pudiera hablar con su yo de hace 25 años, ¿qué le diría?
M.I.R.: “Tranquila todo puede mejorar” (risas). No sé. Me ha gustado mucho el proceso de mi vida, ha sido bien interesante, fuerte, lleno de sensaciones. En eso soy muy agradecida, frente al grupo de amigos y gente que me rodea, que me ha ayudado. He tenido la fortuna de estar rodeada de grandes personas.
Diario Criterio: ¿Cómo imagina su final del mundo?
M.I.R.: Defíneme mundo.
Diario Criterio: Su cuerpo presente, respirando en esta tierra…
M.I.R.: A mí no me da tanto miedo morir. Pero ahora con el coronavirus que estuve muy cerca de no poder respirar, pensaba que morirme ahogada sería horrible. Es aterrador no poder respirar, eso me movió. Yo siempre pensé que estaba preparada, incluso nunca fui al hospital ni nada, pensaba “si este es mi momento, lo es”.
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No tengo una idea finita de la existencia, pienso que es infinito. Ya vendrá el próximo capítulo, pero no poder respirar me pareció fuerte. Sin embargo, pensaba “estoy en el patio de mi casa” y estaba tranquila para lo que fuera a pasar.
Diario Criterio: ¿Qué cree que pasa después de la muerte?
M.I.R.: No sé exactamente y tampoco me importa, pero si tú observas los ciclos de creación, destrucción, pues sería absurdo pensar que todo tiene un final. Puede que vuelvas a generarte, quién sabe si en otra dimensión, con otros planes o en esta. Lo que venga venga. Si recuerdo, recuerdo. Si no empiezo de cero. No es algo que me preocupe mucho.
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Interesante su trabajo
Me hace reflexionar sobre la vida