Max Verstappen, nacido para competir
A propósito del arranque de la temporada 2023 de Fórmula 1 este fin de semana, Diario Criterio comparte un fragmento de ‘Max Verstappen: la biografía’, el libro de James Gray que en Colombia se publica bajo el sello Indicios, de Ediciones Urano.
Max tenía otros intereses de niño. Jugaba al fútbol, no muy bien hay que decirlo, pero era zurdo y se esforzaba, dos cualidades que suelen ser prioritarias para los entrenadores de fútbol juvenil, y su padre se dio cuenta de que siempre tenía un buen equilibrio al correr durante el partido, probablemente por haber pasado tanto tiempo en bicicletas de uno u otro tipo. Rara vez disfrutaba en la escuela, pues le costaba quedarse quieto y mirar la pizarra. Se sentía atrapado. A veces pedía ir al baño y no volvía.
Cuando cumplió los once años y empezó la enseñanza secundaria, Jos eligió el colegio al que iría porque el director había aceptado ser flexible, ya que el karting de Max le obligaría a viajar al extranjero. Mientras Max mantuviera sus notas por encima de cierto nivel, tendría los días libres que necesitara para hacer los viajes a competiciones más grandes y mejores. A las 15.15 horas de un viernes salía corriendo por la puerta del colegio y se subía a la furgoneta con su padre para ir a un circuito de karts en Italia, Holanda o Alemania. A veces, lo único que llevaba en la mochila era un juego de calzoncillos de repuesto. Todo lo demás estaba en el taller.
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Sin embargo, le gustaba la geografía, probablemente la única asignatura que le interesaba. Las paredes de su habitación no estaban cubiertas de pósteres de sus pilotos favoritos, como Ayrton Senna o Michael Schumacher, o de las estrellas de su equipo de fútbol favorito, el PSV Eindhoven, o incluso del gran Johan Cruyff, cuyo enfoque, según él, marcaría más tarde su forma de entender las carreras; en su lugar, tenía fotos de diferentes países y un mapa del mundo. Quería saber dónde estaba todo y poder señalar la ciudad en la que se encontraba su padre esa semana.
La primera vez que pudo ir con su padre, su primera experiencia real de los coches de F1 hasta donde Jos o Max pueden recordar, fue cuando Verstappen estaba probando coches para Arrows en el año 2000.
“Cuando fuimos a probar lo llevé conmigo, sólo él y yo; alguien del equipo lo cuidaba cuando yo estaba conduciendo”, dijo Jos. El equipo tenía una guardería para Max, pero los coches en la pista eran suficientes para fascinarlo. Mantenerlo alejado del circuito fue quizás una lucha mayor que mantenerlo entretenido.
Llegó a un punto en el que llevar a Max con él era menos complicado que dejarlo en casa en Bélgica, y la figura de Max se convirtió en algo habitual, corriendo por el paddock y entrando y saliendo de los garajes. Comenzó en 2001 en Malasia, cuando Max tenía sólo tres años y medio y Jos estaba en su segundo año en Arrows, la única vez en su carrera que completó dos temporadas consecutivas con el mismo equipo.
No puede haber sido del todo agradable para Max, ya que las temperaturas del viernes por la tarde alcanzaron los 37,6 grados centígrados y la humedad era del 50 %, aunque sus propios recuerdos eran que todo el lugar parecía un gigantesco parque infantil.
“Terminar es lo más importante”, dijo un pesimista Jos después de clasificarse decimoctavo el sábado. El equipo se había visto obligado a sustituir el motor durante los entrenamientos del sábado y el coche seguía subvirando mucho y necesitaba una mejora de la suspensión delantera que no llegaría a tiempo para la carrera. En el circuito más exigente físicamente de todos, no parecía estar deseando que llegara la carrera ni esperaba producir nada en la primera aparición de su hijo en un fin de semana de Gran Premio. Lo que siguió fue una carrera que los aficionados modernos de su hijo habrían reconocido.
Después de una salida abortada, Verstappen pasó de la decimoséptima a la sexta posición en la primera vuelta, tras un ajuste de último momento del embrague que pareció funcionar y que le permitió superar varios huecos aparentemente imposibles. El comentarista Murray Walker comentó: “¿Cómo diablos ha llegado hasta ahí?”, para luego explicar a los espectadores que, efectivamente, era el Arrows de Verstappen el que estaba en posición de obtener puntos, antes de señalar que “esta es la oportunidad de Jos the boss, y él lo sabe”.
La lluvia comenzó a caer a las pocas vueltas de la carrera y pilló a Michael Schumacher y Rubens Barrichello, los Ferraris, líderes, en la misma curva. Afortunadamente para ellos, las amplias zonas de salida de pista de Sepang les permitieron mantener los coches en marcha y montar el neumático correcto, pero permitió a gente como Verstappen avanzar aún más. En un momento dado, estaba corriendo en segundo lugar detrás de David Coulthard cuando en sus espejos retrovisores apareció su excompañero de equipo, Schumacher, viniendo por detrás.
El alemán llevaba neumáticos intermedios, más rápidos, pero menos capaces de soportar grandes cantidades de agua en la pista, mientras que Jos llevaba los full wets de lluvia. Verstappen, que fue compañero de equipo en Benetton, estaba decidido a complicarle la vida a Schumacher. Y lo consiguió. Después, Jos se tomó como un cumplido que el actual campeón del mundo dijera que se había sentido “abatido” al intentar adelantarle, aunque finalmente consiguió pasarle y ganó la carrera.
Jos terminó justo fuera de los puntos en un agonizante séptimo lugar, el último coche en permanecer en la vuelta de cabeza: Schumacher había superado a todos los demás. El holandés se debatía entre las emociones de un resultado mucho mejor de lo que cualquiera podría haber previsto y la pérdida de un valioso punto en el campeonato por un margen tan estrecho. La lluvia incluso les había quitado hierro a las duras condiciones. Sin embargo, cuando llegó a ver a Max de nuevo, todavía estaba comprensiblemente agotado.
Un amigo fotografió a los dos sentados en la zona de hospitalidad en la parte trasera del garaje de Arrows en Sepang. En la foto, Jos lleva su mono de carreras atado a la cintura. Max, con el pelo mucho más rubio que en la edad adulta, se ha vestido para la ocasión, con una camisa de cuadros de manga corta y cuello abotonado. Él le hace un gesto a su padre con dos dedos levantados, mientras Jos le mira extrañamente. Con una mano en el brazo de su padre, Max parece que le está dando una severa reprimenda. «Ibas segundo, papá, podrías haber terminado segundo», parece decir.
Pocos habrían predicho que ese mismo chico celebraría su vigésimo cumpleaños con una victoria en esa misma pista, dieciséis años después.
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Que Bonita historia en esta crónica del libro “Max Verstappen: la biografía ‘ el libro de James Gray
Hay que leerlo todo