La historia de los migrantes africanos y haitianos atrapados en Pitalito por el paro
Un grupo de 21 migrantes senegaleses y haitianos, que pretendía llegar a Panamá, se encontraron de frente con la sorpresa de un paro nacional en Colombia. Las protestas y bloqueos los tienen hoy confinados en una terminal de transportes del municipio de Pitalito (Huila).
Ibrahima Ka tiene 25 años y toda una historia que dejó atrás en su tierra natal, Senegal. El pasado 23 de abril decidió abandonar su país, junto a nueve compañeros, para buscar mejores oportunidades de trabajo y huir de los conflictos internos.
El grupo salió con destino hacia Ecuador, una nación deseada por cientos de migrantes africanos y asiáticos que la ven como el trampolín perfecto para buscar el sueño americano, ya que allí no se les pide visa para ingresar. El plan de Ibrahima y sus compañeros, como el de muchos otros viajeros, era transitar una buena parte de Colombia, a pie o en bus, para llegar al Urabá y atravesar el infame Tapón del Darién.
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Sin embargo, sin saberlo, terminaron frente a una de las movilizaciones sociales más grandes que ha tenido el país en los últimos años, un paro nacional que ha dejado decenas de muertos, heridos, ciudades incomunicadas y una tensa situación política.
En el camino, los diez senegaleses se encontraron con un grupo de 11 ciudadanos haitianos, quienes también intentan hacer el mismo recorrido. El viaje se cortó en Pitalito, un municipio estrella vial que conecta al sur de Colombia con el resto del país y que hoy se encuentra cercada por manifestantes, campesinos y transportadores. “El paro parece algo complicado y nosotros no sabíamos lo que pasaba. Ya se nos terminó nuestro dinero y llevamos cinco días viviendo en el terminal de transporte”, dice Ibrahima.
La mayoría de estos 21 migrantes quiere llegar a Estados Unidos. Sin embargo, algunos como Ibrahima solo quieren llegar a Panamá, donde esperan conseguir mejores condiciones de vida. “Nos dijeron que ahí estaba todo bien; el trabajo, la protección y la seguridad, por eso decidimos irnos”.
Senegal, en África Occidental, goza desde hace varios años cierto prestigio por su estabilidad política y economía emergente. No obstante, esta última característica lo ha convertido en el centro de atención para varias potencias europeas que presionan por una apertura asimétrica de los mercados.
Esta apertura económica ha generado la llegada de grandes multinacionales que afectan a campesinos y pescadores. Frente a la incertidumbre de perder sus propiedades o formas de subsistir, prefieren embarcarse en sus cayucos -pequeños barcos de pesca- hacia Francia, Italia y España, arriesgando sus vidas en el mar. Según la ONG Caminando Fronteras, en una sola semana han llegado a presentarse 480 muertes de senegaleses que intentaban llegar a las Islas Canarias.
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“Yo tuve que dejar a mi familia allá, porque son todas mujeres y es muy difícil viajar, en Senegal se quedan mi esposa, mi hija y una hermana”, dice Ibrahima, quien agrega que si no llega pronto a Panamá todos en su casa se van a morir de hambre.
Sin embargo, los migrantes haitianos y senegaleses no son los únicos atrapados en este municipio, ya que, como lo comentan las directivas del terminal, son aproximadamente 80 los viajeros que no han podido continuar con su camino debido a los bloqueos.
Haitianos, la otra cara
Al igual que él, en el Terminal de Transporte de Pitalito también se encuentra represado Willy Philogene, un joven haitiano que salió huyendo de la pobreza de su país, en donde, paradójicamente, se vive una fuerte oleada de protestas sociales que intentan derrocar al presidente Jovenel Moïse.
“Nosotros tenemos una situación muy difícil en Haití y estamos buscando una vida mejor, pero ahora no tenemos alimentos ni cobijas. Debemos dormir en el suelo, y ya llevamos más de ochos días así”, comenta Philogene.
“Esperamos que a través de corredores humanitarios los usuarios que se encuentran refugiados en las terminales del Huila puedan viajar en el menor tiempo posible a sus lugares destinos, para ello ya elevamos una solicitud al gobernador, alcaldes, y líderes de los puntos de bloqueo”, dijo Jorge Antonio Peña, el gerente del Terminal de Pitalito.
Bethsaida Mejía es otra de las personas que lleva días atrapada. Ella asegura que es de Venezuela y que terminó en el Huila cuando intentaba llegar a su país después de pasar varios meses en Lima (Perú).
“Tenemos el deseo y las ganas de volver a nuestras casas. Les pido a los entes gubernamentales que lleguen a un acuerdo pronto, no solo por nosotros, sino porque Colombia se lo merece”, dice Bethsaida, quien asegura que las noches son difíciles, pues han tenido que dormir en cartones que no los protegen del frío.
Sandra Polanco, la directora del grupo de Scout del municipio y quien ha liderado las campañas humanitarias, asegura que ahí también se encuentran personas que vienen desde Putumayo y otros departamentos del sur del país, así como turistas ingleses. En este grupo se encuentran niños y adultos mayores diagnosticados con varias enfermedades o que necesitan medicamentos.
Por ahora, Ibrahima y Willy solo piden llegar a Bogotá y poder continuar su camino. “Yo quiero llegar a Panamá para buscar laburo como mecánico, yo estudié ese oficio y sé reparar camiones grandes”.
Estos migrantes no conocen a profundidad cómo será su camino y algunos ni siquiera saben cuándo podrán continuar avanzando. La mayoría de ellos no tiene un celular y se valen de las ayudas que les brindan organizaciones sociales, la Iglesia Católica y los habitantes de cada pueblo que pasan.
Lo más seguro es que todos intenten llegar a Turbo y Necoclí, para después llegar hasta las playas de Capurganá, donde iniciarán un tortuoso camino por el Tapón del Darién, una de las selvas más peligrosas y que hoy se encuentra dominada por el narcotráfico y grupo armados, como el Clan del Golfo.
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En las casi 575.000 hectáreas que separan a Panamá y Colombia han muerto cientos de migrantes cubanos, venezolanos, africanos y asiáticos; quienes apuestan su vida a la voluntad de los llamados coyotes, con la promesa de una mejor vida en el norte.
Al cierre de este artículo, DiarioCriterio conoció que los 11 migrantes haitianos no aguantaron más su situación y empezaron a caminar, en medio de los bloqueos, para buscar el camino hacia Bogotá.
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