Los desarreglos estomacales del volcán Nevado del Ruiz

El Servicio Geológico Colombiano, que monitorea los desarreglos estomacales de los 25 volcanes activos que tiene el país, declaró la alerta naranja desde el pasado 31 de marzo, para la zona de señorío del volcán Nevado del Ruiz; el cual, desde el año pasado, ha mostrado ganas de desperezarse con un genio de los mil diablos.

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La aparición de fumarolas, depósitos de azufre, explosiones de vapor, caída de ceniza y de aumento de la sismicidad alertaron a los geólogos sobre la posibilidad de una erupción violenta. Estos expertos coinciden en que la actividad sísmica de estos días es similar a la acontecida en 1985.

El nevado de El Ruiz es un volcán cónico de gran altura (5.321 metros), con una historia eruptiva de más de dos millones de años, que hace parte del cinturón de fuego del Pacífico, “una compleja franja de fosas tectónicas en donde las mayores placas de la corteza terrestre interactúan mediante procesos de expansión y colisión, originando terremotos y erupciones volcánicas”.

El Ruiz es el más septentrional de los volcanes de los Andes colombianos. 

Este tipo de volcanes presentan erupciones muy violentas, con presiones de gas muy elevadas. Estas forman nubes ardientes de cenizas que pueden llegar a sepultar ciudades, como ocurrió con Pompeya y Herculano por la erupción del Vesubio.

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El volcán tiene tres cráteres, de los cuales el Arenas es el más grande, con una profundidad de 247 metros y un diámetro de 830 metros. Fue el que explosionó en 1985 y acabó con Armero. Asimismo, posee dos volcanes secundarios, La Piraña y La Olleta.

El mítico poder destructivo del Ruiz y su icónica belleza hicieron que se le denominara, hasta 1985, el ‘León Dormido’. Su sueño se ha alterado en varias oportunidades, aunque en la historia reciente, solo en tres y con extrema violencia.  

La primera fue en el siglo XVI, por lo que el cronista español fray Pedro Simón, en su obra Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales, anotó: “La reventazón que, con evidencia vieron y oyeron los de este Reino, fue a doce de marzo domingo de Lázaro del año mil quinientos noventa y cinco, como a las once del día, cuando dio tres truenos sordos como de una bombarda tan grandes que se oyeron a más de treinta leguas“. Erupcionó un kilómetro cúbico de magma y dejó 60 víctimas mortales.

La segunda fue el 19 de febrero de 1845, cuando erupcionó dos kilómetros cúbicos de magma. El flujo de lodo se partió en dos lahares: uno que agarró por el cauce del río Lagunilla y el otro, por el del río Sabandija, con el resultado de casi 1.000 personas fallecidas, por los lados donde el pueblo de Armero se asentaría 63 años después.

Por eso, jamás se podrá entender por qué se construyó el municipio de Armero en una zona de alto riesgo no mitigable, por donde ya había pasado la tromba en dos oportunidades.

Cuentan que el presidente y general Rafael Reyes en 1908 firmó el decreto fundacional sobre las espaldas de un operario. Ahora en Google Earth, aún se pueden observar los vestigios fantasmales del trazo de las calles que, poco a poco, el tiempo va desdibujando.

Como tampoco se entiende por qué el presidente Belisario Betancourt y su ministro de Minas y Energía, Iván Duque Escobar, se pusieron tapones en los oídos ante las advertencias de geólogos, vulcanólogos y un novelista y columnista tulueño tachado de apocalíptico, quien escribió numerosas ‘notas profanas’ en La Patria, de Manizales, en las que advertía “lo que se estaba cocinando en el fondo de esa caldera hirviente del Ruiz”.

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Gustavo Álvarez Gardeazábal señaló —en tono de súplica y desespero— las advertencias del vulcanólogo Tazzief y las fotografías de Guillermo Cajiao que demostraban el calentamiento, el olor a azufre de la zona, las averías del Refugio, los repetidos mantos de ceniza, el debate del representante Hernando Arango Monedero y el aumento desproporcionado del río Chinchiná y su cambio de color que indicaban que el nevado se estaba derritiendo.

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El tercer episodio fue el 13 de noviembre de 1985, cuando una monstruosa erupción sobrecalentó el hielo del nevado y arrastró 350 millones de metros cúbicos de lodo y piedra montaña abajo, principalmente por los cauces del Chinchiná y del Lagunilla, arrasando todo a su paso, y sepultó por sécula seculorum a los armeritas. Fueron 23.000 muertos en Armero, 2.000 en Chinchiná y Villamaría; 5.000 viviendas destruidas y 110 kilómetros cuadrados de terrenos devastados, en lo que constituye la mayor tragedia de toda nuestra historia.

Nevado del Ruiz volcán armero
Imagen: Servicio Geológico Colombiano.

Este episodio es considerado como el segundo desastre de origen volcánico más importante del siglo XX en América, después del ocurrido en 1902 con la erupción del monte Pelée, en la isla francesa de Martinica, que destruyó la ciudad de Saint-Pierre y acabó con la vida de 29.933 personas. 

Hoy en día estamos mucho mejor preparados ante una posible erupción del volcán Nevado del Ruiz. Contamos con un sistema nacional de gestión de riesgo preparado para minimizar el número de víctimas fatales. Sabemos que se podrían ver afectados, en mayor o menor grado, 20 municipios del departamento de Caldas, 18 del Tolima, 12 de Risaralda, 5 del Valle del Cauca, 4 del Quindío y dos de Cundinamarca. La mayoría de los municipios, incluyendo los cinco más próximos al nevado, Villamaría, Manizales, Neira, Palestina y Chinchiná, cuentan con sus planes de gestión del riesgo de desastres en los que se contemplan monitoreos, simulacros, capacitación y empoderamiento. 

Lo importante es mantener alertas y guardar la calma; revisar y acatar la acatar la información oficial del Servicio Geológico Colombiano y de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastre (UNGRD); y evitar la desinformación y especulaciones que generan pánico y que pululan en las redes.   

Por último, recomiendo leer “la apasionante, contradictoria, inquisitiva novela” Los Sordos ya no hablan, que Gardeazábal escribió cuando era alcalde de Tuluá, en la que recrea la sordera de nuestra dirigencia y el horror de la reventazón con estruendo de turbina de avión que borró un hermoso pueblo fundado en el lugar equivocado y puso a llorar al mundo entero.

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6 Comentarios

  1. Ernesto Díaz Ruiz

    Devolviste mi memoria 38 años al día de mi cumpleaños número 32.
    Esa noche, mis pequeños hijos me hicieron una fiestecita en complicidad con mi pareja.
    Vivíamos en Fusagasugá, cerca de Bogotá, y teníamos un pequeño bar de salsa que funcionaba de jueves a sábado en el centro del pueblo: el “Son de Cali”.
    Ese miércoles, 13 de noviembre, esperabamos a varios amigos entre ellos a Mario Clavijo, que habia ido a Armero a traer a su esposa y su pequeña hijita.
    Alicia era hija de un ingeniero aeronáutico que tenia su casa y su taller en ese lugar. Reparaban aviones de fumigación.
    Mario y Alicia habían disgustado y ella se había ido a casa de sus padres.
    Mario nunca llegó a la fiesta, ni volvió su familia a Fusa.
    14 miembros de la “Ciudad jardín de Colombia” tampoco volvieron.
    El luto de ese fin de semana siempre está presente en mis cumpleaños. Fue el único fin de semana sin música en mi bar.
    Aún resuena en mis oídos, no se si fue en radio o en tv, la voz chillona de Gardeazabal advirtiendo, días antes, de la inminente tragedia.
    Aún tengo en mi retina, las espectaculares fotos de Cajiao, publicadas días después de la tragedia.

    ¡Abrazo Pedroluis!

  2. Muy buena información que nos brinda su artículo sobre los desastres que ya ha ocasionado el volcán nevado del Ruiz. Esperemos que en esta ocasión que ya está rugiendo el “León dormido” no se eche en saco roto dichos antecedentes. Saludos fraternos.

  3. Alfonso Díaz Bonilla

    Gracias Pedro Luis por tus buenos comentarios que cada instante nos mantiene informados a través de la historia y los acontecimientos, recuerdo muy bien un año antes de lo sucedido en Armero, fuimos al Nevado del Ruiz con varios compañeros de trabajo, la cual estuvimos muy alegres, unos muy borrachos de todo el licor que repartieron en esa buseta, afortunadamente no me tomé ni uno solo, pues en paseos no me agrada beber, entonces recuerdo bien que fui con botas, un abrigo de cuero y elementos de lana para apaciguar el frío del Nevado y cuando iba llegando a la cima, escuché claramente un estruendo dentro de la montaña como que se estuviera derrumbando dicha montaña también unos jóvenes que estaban esquiando me dijeron, bajemos rápido que esto parece que se nos va a derrumbar está loma, salimos en pura velocidad hasta llegar donde estaban mis compañeros de paseo al cual los ví muy mareados, luego cuando llegue a mi casa le conté a mi papá Salomón todo lo que me aconteció y j

  4. Alfonso Díaz Bonilla

    Gracias Pedro Luis por tus buenos comentarios que cada instante nos mantienes informados a través de la historia y los acontecimientos, recuerdo muy bien un año antes de lo sucedido en Armero, fuimos al Nevado del Ruiz con varios compañeros de trabajo, la cual estuvimos muy alegres, unos muy borrachos de todo el licor que repartieron en esa buseta, afortunadamente no tomé licor, pues en paseos no me agrada beber, entonces recuerdo bien que fui con botas, un abrigo de cuero y elementos de lana para apaciguar el frío del Nevado y cuando iba llegando a la cima, escuché claramente un estruendo dentro de la montaña como que se estuviera derrumbando, también unos jóvenes que estaban esquiando me dijeron, bajemos rápido que parece que está loma se nos viene encima, salimos en pura velocidad hasta llegar donde estaban mis compañeros de paseo, el cual los ví muy mareados, luego cuando llegue a mi casa le conté a mi papá, todo lo que me aconteció en dicho paseo, y justo al año pasó lo de Armero, ese tiempo para mí y para todo el pueblo Colombiano nos dió mucha tristeza por algo que se habían podido evitar, paz en la tumba de Armero. Recuerdo muy bien a la niña Omaira, las noticias por doquier y la cantidad de muertos y damnificados. Que lastima 😢😢😢 Dios los bendiga, gran abrazo Pedro Luis 🙏

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