‘Nijolė, la huella de la existencia’: retrato de madre con su hijo

Se estrena hoy este documental dirigido por el italiano Sandro Bozzolo, en colaboración con la colombiana María Cecilia Reyes, que parte de la relación entre la artista lituana Nijolė Šivickas (que llegó a Colombia en 1950) y su hijo Antanas Mockus. Un retrato íntimo que indaga en el desarraigo, los silencios (y la palabra), la creación y la vejez.

El filósofo, matemático y político Antanas Mockus se inclina sobre viejas fotografías desplegadas en una cama muy angosta. Lo acompaña su madre. La escena íntima es interrumpida –o acompañada– por unas voces que cantan en una lengua extranjera y que son parte de ese correlato inquietante que es la música en el documental Nijolé, la huella de la existencia.* Entonces, con su voz incierta pero aún reconocible, Mockus empieza a reflexionar: “pasa algo muy raro. Tal vez todo ser humano tiene esa experiencia con la propia madre. Cuando [ella] va envejeciendo hay una especie de nueva belleza que va emergiendo. Son como capas sucesivas”.

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En otro momento del documental vemos a los mismos dos protagonistas, la madre y el hijo, esta vez en una especie de sala con muebles y muchas pinturas. El hijo dice: “hay una cosa que siempre he querido preguntarte. […] Estás en la academia de Stuttgart, ¿te casaste al terminar la academia o mientras estabas estudiando?”. La madre sabotea una posible respuesta, preocupada por la intromisión de quien está grabando la escena.

Creo que los anteriores fragmentos, extraídos de la memoria extensa que Nijolé sugiere, sin llegar a exponerla nunca del todo, definen bien la naturaleza enigmática de este documental. El director italiano Sandro Bozzolo, en colaboración con la colombiana María Cecilia Reyes, quieren hacer el retrato de una mujer y una artista (la inmigrante lituana Nijolė Šivickas), que todo el tiempo juega con ellos a las escondidas. De esa materia rebelde emergen, sin embargo, diversas capas en las que podemos intuir el desarraigo y la extrañeza –o la extranjería–, el deseo de recordar y el consuelo del olvido. 

Vea acá el trailer de Nijolė, la huella de la existencia:

A veces, no decir es una forma de decir mucho. Sin embargo, los filósofos y los políticos (Antanas Mockus fue –o es– ambas cosas) trabajan con las palabras y las ideas como su material principal. El documental de Bozzolo y Reyes parte de esa tensión entre el deseo de hablar y entender de Antanas, y la vehemencia con que Nijolé se escabulle. Por ella hablan sus obras (aunque muy poco, pues según sus propias palabras no ha podido decir aún todo lo que quiere): una serie de esculturas, grabados, pinturas y trabajos en cerámica que Nijolé, quien murió en 2018, expuso poco, pues siempre tuvo una relación ambivalente con el mundo del arte y con sus instituciones; y unos apuntes que las personas cercanas a la artista le obligan a retomar y releer. Tal vez estas reflexiones y apuntes rellenen algunos huecos que Nijolé deliberadamente va dejando en el camino. 

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Quizá es por el silencio de Nijolé, o por su manera oblicua de comunicar lo que quiere decir, que el documental termina siendo también un retrato de Mockus. Es una decisión arriesgada por parte de los realizadores, pues todo lo que un político toca es proclive a volverse propaganda. Aunque en Nijolé reaparece el archivo de gestos que hizo famoso al exalcalde (la bajada pública de su pantalón, el vaso de agua en la cara de Horacio Serpa y otras “acciones pedagógicas”), impresiona mucho más el Mockus íntimo, el progreso de su enfermedad, el registro de sus recorridos por distintos lugares. “Cada vida es un rompecabezas, y todos nos deberíamos dar el lujo de armarlo”, le escuchamos decir al excandidato presidencial y exsenador.

Sabemos que a Antanas le obsesiona la idea de la libertad y que se ha preguntado arduamente por las decisiones que nos hacen adultos y responsables. En los registros que el documental hace de él –y de Nijolé– está muy presente la utopía de la autodeterminación. Antanas moldea la arcilla en el taller de su madre, dice que está construyendo una cárcel y que en esa cárcel (que es la vida misma con sus reglas e imposiciones) puede existir sin embargo un hombre libre, cuyos límites los defina él mismo.

Nijolė, la huella de la existencia
“El director italiano Sandro Bozzolo, en colaboración con la colombiana María Cecilia Reyes, quieren hacer el retrato de una mujer y una artista (la inmigrante lituana Nijolė Šivickas), que todo el tiempo juega con ellos a las escondidas”.

Este ideario de un sujeto autónomo y soberano, que es la aspiración de la filosofía occidental, marcó también la carrera política de Mockus. Muchos creemos, por el contrario, que centrar el accionar político en una excesiva responsabilidad del individuo deja de lado, o en segundo plano, el otro horizonte necesario de la política: la posibilidad de un Estado garantista de derechos. En el documental, Mockus dice que él cree más en acuerdos que en derechos. La frase queda ahí, desnuda y punzante como una astilla. 

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Más allá de que Mockus nos guste o no como político, aquí estamos ante otros pliegues de su vida. El documental de Bozzolo y Reyes es una oportunidad para reencontrar, de una manera distinta, a un hombre público que fue determinante para los bogotanos y los colombianos de las últimas generaciones. Antanas, viejo y enfermo, parece haber encontrado en esa salida de todo una nueva libertad, una capa última de belleza. La sonrisa tranquila de un sabio que envejece junto a su madre. “Tener una madre libre  […]  se lo deseo a cualquiera”, dice Mokus. Habla el maestro, pero también el hijo, que aún cree posible la transmisión, el legado y el cambio.

* La música original del documental estuvo a cargo de Lina Lapelytė, artista de origen lituano que vive y trabaja en Londres y que, en 2019, fue la ganadora del León de Oro en la edición 58 de la Bienal de Venecia por su ópera Sun & Sea (Marina).

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