Grupos armados violaban y obligaban a abortar a las menores que reclutaban a la fuerza

Niñas y adolescentes reclutadas forzosamente sufrieron vejámenes como abusos masivos y anticoncepción obligada. Además, algunos hombres las marcaban como si fueran de su propiedad. Así lo registró la Comisión de la Verdad.

El conflicto armado alcanzó a los niños, niñas y adolescentes de Colombia y les arrebató su inocencia. Entre 1985 y 2021, más de 2 millones fueron afectados por violencias como el desplazamiento, el confinamiento, el abuso, la violencia sexual y la instrumentalización, según la Unidad de Víctimas. 

También destruyó sus libertades y la posibilidad de construir un mejor futuro. Aunque es difícil determinar cuántos niños y jóvenes fueron reclutados por los diferentes grupos armados, las entidades han hecho estimaciones. El Centro de Memoria realizó un estudio en el que determinó que casi 17.000 han sido reclutados. La Unidad de Víctimas, por su parte, tiene registrados unos 9.000. 

El año pasado, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) dio una nueva cifra: más de 18.000 fueron reclutados, sobre todo por las Farc-EP. 

Mujeres - reclutamiento forzado - violaciones basadas en género (1)
Foto: AFP.

Estos datos siguen estando lejos de la realidad, pues hay un subregistro. De hecho, este 2022, la JEP actualizó la cifra a 23.000 víctimas, luego de recibir otros cinco informes de documentación.

Una violencia que se ensaña contra las mujeres

Ahora, con la publicación informe final, la Comisión de la Verdad quiere dar mayor profundidad a esta problemática. La entidad estima que entre 27.101 y 40.828 menores fueron víctimas de reclutamiento durante 27 años (1990-2017).

Esa conducta tardó mucho tiempo en recibir una sanción en Colombia, por lo que “había muy pocas denuncias y una ambigüedad en la manera como era registrado”, dijo la Comisión. 

El trabajo de la entidad no solo ha permitido entender las razones por las que hay imprecisiones en los registros, sino que también ha dado cuenta de otras violencias que sufrieron dentro de los grupos armados ilegales.

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Además, el informe final es contundente en concluir que los abusos y vejámenes se ensañaron principalmente en las mujeres. “Las voces de las niñas y adolescentes reclutadas por los grupos armados manifiestan una vivencia de la guerra diferente a la de sus compañeros hombres”, explicó la Comisión de la Verdad.

Estos grupos armados, que tienen una estructura patriarcal, obligaron a las jóvenes a usar métodos anticonceptivos y a abortar. Ellas también fueron víctimas de abuso, tortura y violación sexual.

La Comisión dio cuenta de estas violencias en el capítulo titulado “No es un mal menor: niñas, niños y adolescentes en el conflicto armado”, publicado esta semana.

“Fue una tortura, sentí que desgarraba mis vísceras

Las niñas reclutadas fueron obligadas a utilizar métodos anticonceptivos a muy temprana edad, incluso, cuando ni siquiera habían iniciado su vida sexual. “Varias hablaron del dispositivo intrauterino o ‘T’, las inyecciones y las pastillas anticonceptivas como métodos obligatorios que empezaron a usar incluso antes de haber tenido su primera menstruación”, describió la Comisión.

Esto se constituyó en una clara invasión de su cuerpo e integridad. De hecho, tampoco se les explicó el porqué del procedimiento. Así, las niñas fueron sometidas a procesos poco higiénicos, con materiales inadecuados. Como consecuencia, muchas sufrieron daños irreversibles en su salud reproductiva, física y psicológica.

Una de las víctimas, por ejemplo, contó a la Comisión de la Verdad que el dispositivo intrauterino que le pusieron no era de cobre, lo que le provocó la pérdida de un ovario. “Y me dio una fiebre, una fiebre… hasta que convulsioné. Terminé en estado de coma en un hospital. Duré casi un mes hospitalizada”, dijo. 

Otra mujer describió las afectaciones que presentó luego de que le colocaran el dispositivo. “Para mí, eso fue una tortura, sentí que desgarraba mis vísceras. Duramos un mes mientras nos recuperamos, porque para algunas fue más doloroso que para otras. De tanto haberlo relatado, ya no me da tan duro, pero al comienzo para mí era muy lastimoso hablarlo”, contó.

Aunque la anticoncepción forzada fue una práctica extendida en las Farc, no fue el único grupo armado en practicarla. El informe también incluye relatos de niñas que sufrieron la misma violencia en el ELN. Una de ellas dijo que la obligaban a tomar píldoras anticonceptivas: “Tenía que tomarlas, sin saber para qué eran. Me las hacían tomar a la fuerza. Él iba y me las tiraba. Me decía: ‘Tráguese eso que no es veneno'”.

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Aborto forzado

El castigo fue un método repetido en las filas de los grupos armados. Cuando las mujeres se oponían a la anticoncepción forzada, eran sancionadas. Lo mismo sucedía cuando quedaban en embarazo, ya que para los comandantes se convertían en un obstáculo para disputar la guerra con el Estado, que cada vez se hacía más fuerte y compleja.

Entonces, para terminar con el “obstáculo”, eran obligadas a abortar. En el informe que la exguerrilla de las Farc le entregó a la Comisión, se describe que los métodos utilizados para llevar a cabo la interrupción del embarazo fueron el legrado-raspado, las pastillas y la aspiración.

El procedimiento las puso en riesgo de muerte, “debido a las condiciones insalubres en las que se realizaba y por la dificultad para cuidarse durante la recuperación”. Muchas de ellas sufrieron hemorragias, infecciones, perforaciones en sus órganos sexuales e impactos a largo plazo como la imposibilidad de concebir.

Cuando no eran obligadas a abortar, les hacían entregar sus hijos a familiares o campesinos. “La continuación del embarazo o su interrupción, así como el destino del bebé y de ellas mismas, no dependía de las mujeres, sino de los comandantes”, dijo la Comisión.

Mujeres - reclutamiento forzado - violaciones basadas en género
Sufrieron una violencia diferenciada por su condición de mujeres.
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Violencia sexual

Estas no fueron las únicas violencias. Las mujeres también fueron obligadas a sostener relaciones con miembros del grupo armado.

Gabriel, un joven reclutado por el Clan del Golfo, le dijo a la Comisión que a sus compañeras los comandantes “las cogían de esposas y se casaban con ellas” en contra de su voluntad, hecho que no sucedía con los hombres reclutados. “Los comandantes decían: ‘Tú tienes que estar conmigo y si no’, mueres. Y tenían que vivir con él, aunque no quisieran, pero les tocaba”, aseguró.

Algunos grupos, además, las marcaban con el nombre de sus compañeros o miembros. Así lo hacían las Autodefensas Campesinas del Meta y Vichada (ACMV). “Aunque no dejé entrar tanto la aguja, no me lo he podido quitar del todo, me tocó hacerme un tatuaje para tapar ese nombre porque todo el mundo me preguntaba”, contó una de las víctimas, que fue obligada a tatuarse el alias de su compañero.

Cuando las mujeres se negaban, recibían un trato diferente que se traducía en las labores “más pesadas o desagradables”. También las insultaban y las humillaban.

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La violencia sexual fue ejercida por todos los grupos armados, pero las entrevistas adelantadas por la Comisión revelaron que los paramilitares fueron los mayores perpetradores.

Sara, reclutada por los paramilitares, describió que las violaciones y abusos solían ser ejercidos por varias personas a la vez. “Llegaban y las cogían (a las niñas), las llevaban a una finca. Uno miraba jóvenes menores que uno, niñitas que no tenían ni cuerpo ni nada. Eran demasiado frágiles, si uno era débil, ellas peor… Lo primero que hacían era abusar de ellas”, dijo. En algunos casos, según recopila la Comisión, la violencia escaló a tal punto que las niñas fueron drogadas para soportarla.

Las consecuencias son desgarradoras y varían en las mujeres que las vivieron. Hay daños físicos como afectaciones en el sistema reproductor, infecciones y enfermedades de transmisión sexual. También hay daños psicológicos, que “se extienden durante toda la vida en forma de miedo, tristeza, problemas para dormir, culpa y baja autoestima”, según la organización Sisma Mujer.

Siga con: Este es el documento completo de hallazgos y recomendaciones de la Comisión de la Verdad

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