¡No más, Rui Patricio!

Es un gran arquero. La Roma de José Mourinho lo tiene como uno de sus hombres de confianza -más allá de que entre semana no haya podido evitar la caída del granate en Bulgaria- y es uno de los cimientos en los que se sostienen la estructura de un club que, durante mucho tiempo, se acostumbró a observar impávido las vueltas olímpicas de los demás hasta que para fortuna de la hinchada sufrida y siempre presente del AS Roma, apareció en el camino la Conference League, que logró paliar ese síndrome de vitrina vacía con la que carga el club hace ya varios años.

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Rui Patricio había forjado su propia historia primero en el Sporting de Portugal donde fue el guardián de otro club que, así como la Roma, está muy cercano a vivir ciertas recurrentes desventuras por cuenta del duopolio conformado por el Porto y el Benfica en la liga. Es difícil arañar un campeonato si se está a expensas de estos dos rivales que además cuentan con la gran dicha también de contar con campeonatos europeos de valía. Tanto Porto como Benfica guardan dos orejonas en las oficinas. ¿Y Sporting? Apenas una Recopa Europea en los 60 y el dolor de haber caído en la final más posible de ganar en su historia en el 2005 la UEFA, que dictamina con antelación las sedes de las finales de los grandes torneos, le adjudicó el partido definitivo de la Copa Uefa 2005 al estadio José Alvalade, casa del Sporting, que estaba compitiendo en aquella edición.

Sporting fue avanzando rondas y rondas hasta que apareció en aquella final que se iba a disputar en su propia casa. Tanta presión no cayó bien y ante un adversario que, en teoría, parecía manejable como el CSKA Moscú, terminó llorando en aquella final tras la derrota 1-3 frente a los rusos. ¿De qué sirve haber sido el club formador de Figo y Cristiano Ronaldo si los títulos nunca aparecen?

Rui Patricio Sporting de Portugal
Rui Patricio Sporting de Portugal

Ante esa medianía en el panorama y apuntalado por sus buenas actuaciones Rui Patricio dio el salto hacia el fútbol inglés, defendiendo los intereses del Wolverhampton Wanderers, un equipo que supo tener alguna época de gloria europea por allá en los años 60, pero que después se transformó simplemente en una divisa que era reconocida porque cuenta con Robert Plant, voz y líder de la mítica banda Led Zeppelin, como uno de sus más conspicuos seguidores.

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Allí se ganó a punta de atajadas un respeto gigante en la Premier League: sus voladas de palo a palo convirtieron al modesto club en un animador y ya no en ese conjunto que se la pasa haciendo cuentas para saber cuántos puntos necesita sacar en su empeño de no irse a segunda división. Y no solamente su rendimiento personal lo llevó a ser destacadísimo: el portar el dorsal 11 -una rareza entre los guardametas- también lo incluyó en el podio de los tipos más queribles del fútbol. Empezó a portar ese número porque Carl Ikeme, compañero suyo de plantel recién llegado a Inglaterra, también arquero, fue diagnosticado con una leucemia terminal a los 32 años. Rui Patricio, entonces, cedió el número 1 en su honor y terminó portando el 11, todo un gesto.

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En la laboriosa tarea de llenar el álbum Panini de la Copa del Mundo de Qatar, me ha salido siete veces repetida la lámina del guardameta portugués que carga encima con todas estas historias. No puede ser que su imagen termine devaluándose así -igual que el escudo de Suiza, que tengo repetido cuatro veces-. Rui Patricio merecía un trato más honroso en la imprenta de las láminas.

Rui Patricio Qatar 2022
Rui Patricio Qatar 2022

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