El verdadero ‘pánico satánico’ que inspiró la cuarta temporada de ‘Stranger Things’

En los años ochenta y noventa la sociedad estadounidense vivió un verdadero caso de pánico colectivo en el que millones creían que había grupos satánicos ocultos por el país haciendo sacrificios rituales y maltratando niños. El heavy metal, los juegos de rol, los videojuegos y muchas personas inocentes terminaron pagando las consecuencias.

Hoy suena curioso, y hasta gracioso, hablar del satanic panic, o del pánico satánico, esa especie de miedo colectivo que se tomó a la sociedad estadounidense (y a gran parte del mundo occidental) en los años ochenta y parte de los noventa, pero la preocupación por los supuestos grupos satánicos que hacían rituales y sacrificios con los niños era un tema tan real durante esas décadas, que en Estados Unidos era tratado como un asunto de orden público y los policías eran entrenados y preparados para enfrentar los supuestos cultos.

Es más, decenas de personas, incluyendo cuidadoras de una guardería preescolar, rectores de escuelas y jóvenes que se vestían con prendas de cuero y tenían tatuajes o el pelo largo fueron procesados por supuestos cargos de “abuso ritual satánico” y algunos de ellos pasaron décadas en la cárcel, para que luego se demostrara que en realidad no había ninguna prueba contundente contra ellos, más que la acusación de alguna persona que sospechaba que hacían rituales satánicos por sus gustos, su pinta y el tipo de música que escuchaban.

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El caso más sonado es el de los tres de West Memphis: tres amigos metaleros de 18, 17 y 16 años que en 1993 fueron acusados de practicar rituales satánicos con tres pequeños de 8 años que aparecieron cruelmente asesinados y maltratados en ese pequeño pueblo de Tennesse, Estados Unidos. La única razón para que los culparan: la música que escuchaban y su forma de vestir, que a los vecinos y a la Policía les pareció sospechosa. Dieciocho años después –y tras perder su juventud en una cárcel– salieron libres gracias a unas pruebas de ADN (en esa época no existía esa tecnología).

Así como la música (el hard metal y el rock), desde las asociaciones cristianas, psicólogos, terapeutas, los medios y la propia Policía se decía que los videojuegos y juegos de rol como Calabozos y dragones estaban influenciados por satanás. Quienes los jugaban (casi siempre marginados, jóvenes sin muchos amigos o considerados extraños por quienes se dedicaban a actividades más ‘normales’) eran etiquetados de raros y peligrosos, y en épocas de pánico satánico eso podía tener consecuencias muy reales.

La recientemente estrenada cuarta temporada de Stranger Things, la serie de Netflix, ha puesto a muchos a hablar nuevamente sobre el tema. Plagada de todo tipo de referencias culturales sobre los años ochenta, el pánico satánico no se podía quedar atrás y aparece, de forma implícita y explícita, durante varios de los nuevos episodios y, especialmente, en lo que tiene que ver con el Hellfire Club –a donde algunos de los protagonistas asisten para jugar Calabozos y dragones– y el personaje de Eddie Munson, un seguidor del metal quien dirige el club.

Eddie Munson - pánico satánico
Eddie Munson, el personaje de ‘Stranger Things’ que representa a las víctimas del pánico satánico

En el primer episodio (y en su escena de bienvenida), de hecho, Eddie lee (en tono cómico) un artículo de la revista Newsweek llamado El diablo ha llegado a los Estados Unidos, en el que, citando a psicólogos y terapeutas, culpan a ese juego de la violencia, el suicidio y hasta del aumento de rituales satánicos (ese tipo de artículos no solo eran reales sino muy recurrentes).

Más adelante, y sin revelar mucho de la trama, cuando comienzan a pasar cosas extrañas (otra vez) en Hawkins, no solo culpan a Eddie por causas circunstanciales (estar con la compañía equivocada en el momento equivocado), sino que hay una escena en la que el popular capitán del equipo de baloncesto convence a los residentes del pueblo de que el Hellfire Club es, en realidad, un culto satánico y que deben ir por Eddie para cazarlo.

Una escena de la ficción que, lastimosamente, tiene mucho que ver con la realidad que se vivía en los ochenta y que muestra no solo el nivel de pánico que generaban los supuestos rituales satánicos (en la serie, claro, hay un hecho sobrenatural detrás que dispara aún más las cosas), sino también la forma en la que ese miedo terminaba afectando a personas inocentes solo por ser diferentes y salirse de lo convencional.

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¿De dónde surgió el pánico satánico?

El pánico satánico se fue instaurando poco a poco en la sociedad norteamericana. Varios hechos ocurridos en las décadas anteriores (sesenta y setenta) fueron dejando la sensación de que nadie estaba seguro en su propia casa y de que había fuerzas oscuras acechando: el brutal asesinato de Sharon Tate, sus acompañantes y su hijo no nacido por parte del grupo de jóvenes controlado por Charles Manson en 1969 (que en cierta forma puso fin a la contracultura y al sueño hippie); la aparición de crueles asesinos en serie como Ted Bundy, el payaso asesino, el asesino del Zodiaco (que nunca fue atrapado), el asesino del Alfabeto o el hijo de Sam; y hasta películas de terror como El exorcista (1973), que se vendía como una historia basada en hechos reales.

Su disparador, sin embargo, fue un libro concreto, llamado Michelle Remembers, escrito por el terapeuta Lawrence Pazder y su paciente (y más adelante esposa) Michelle Smith. En ese libro, publicado en 1980, Michelle contaba la historia de cómo descubrió, a través de una supuesta terapia de hipnosis aplicada por Pazder para tratarle una depresión, que en su infancia había sido víctima de abusos, maltratos y rituales satánicos tan horribles, que los había terminado olvidando por el trauma (y por una intervención divina del arcángel Miguel).

el terapeuta Lawrence Pazder y su paciente (y más adelante esposa) Michelle Smith
El terapeuta Lawrence Pazder y su paciente (y más adelante esposa) Michelle Smith

El libro fue desacreditado varios años después por otros terapeutas y psicólogos, pero en ese momento se convirtió en un verdadero fenómeno en ventas y la historia del supuesto abuso de Michelle llegó a los periódicos, las revistas y los programas más vistos de la televisión. Pazder, apalancado en el éxito de su supuesta terapia de hipnosis, se convirtió además en una autoridad en el tema de “abusos rituales satánicos” y empezó a vender cursos para descubrir el trauma en menores y a capacitar a policías, fiscales y otras autoridades en el tema de cultos satánicos.

Las autoridades comenzaron a usar el libro y las enseñanzas del terapeuta para tratar judicialmente supuestos casos de rituales satánicos y muchos padres de familia, asociaciones cristianas y evangélicas, o simples personas preocupadas por salvar a sus vecinos del mal, comenzaron a ver el satanismo en cualquier persona extraña o en situaciones que ellos consideraban “anormales“. Escuchar música pesada, vestirse de negro y con tatuajes o simplemente jugar un juego de rol en el que los personajes eran demonios, se convirtió en un indicio claro de satanismo.

Pronto, además, comenzaron a salir otros supuestos casos de niños o adultos tratados por terapeutas (con métodos como el de Pazder, que luego se demostró que eran coercitivos y manipuladores), que recordaban haber sido víctimas de sacrificios y rituales satánicos, y que mencionaban a personas concretas como sus victimarios.

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“Satánicos”, ¡a juicio!

El pánico se extendió por todo el país (y por otros países occidentales) y pronto tomó formas muy concretas. La primera de ellas fue el llamado caso McMartin, que comenzó cuando una madre de familia (con antecedentes de esquizofrenia) acusó a un miembro de la familia McMartin, dueña de una guardería infantil de California, de maltratar y violar a su pequeño hijo, quien asistía a la institución. Aunque hay posibilidades reales de que hubiera un profesor acosador, el caso tomo otro camino cuando las autoridades permitieron que un terapeuta (sin licencia) llamado Kee MacFarlane aplicara un supuesto método para descubrir abuso en los 400 niños que estudiaban en la institución.

Sus resultados hablaban de decenas de niños maltratados en rituales satánicos en los que también estaban involucrados animales. La Policía se tomó muy enserio los resultados y llevaron a juicio, no solo a la familia McMartin, sino a varias de las cuidadoras y profesoras. Cuando la madre que había hecho la denuncia inicial apareció muerta (al parecer de una sobredosis) antes de prestar testimonio, el caso tomó tintes muy dramáticos: se llegó a decir que la guardería tenía una red de túneles secretos que se comunicaban con otras instituciones similares y con lugares, debajo de la tierra, en donde hacían los rituales, y que había muchos poderosos involucrados, que no querían que se supiera la verdad. Incluso hubo vecinos que dijeron, con toda naturalidad, que habían visto a las cuidadoras salir en la noche volando como brujas.

Los tres de West Memphis
Los tres de West Memphis: Damien Echols, Jason Baldwin y Jessie Misskelley, Jr.

La gente, en todo el país, comenzó a acusar a otras guarderías e instituciones educativas de lo mismo. Pero al final, y luego de un juicio de casi seis años, muy mediático, todos los acusados fueron declarados inocentes por falta de pruebas.

Luego del caso McMartin, hubo muchos otros similares, en donde los verdaderos culpables de hechos atroces se salvaron gracias a las acusaciones de satanismo sobre personas que resultaron inocentes. O en donde simplemente se fabricaron casos a partir de métodos poco convencionales de terapia con menores.

Además del ya mencionado y famoso caso de los tres de West Memphis, hubo otros. Vox, la revista digital estadounidense, trajo a colación el del inmigrante cubano Frank Fuster, acusado de hacer rituales satánicos con ocho niños en Carolina del Norte en 1984. Nunca hubo evidencia física concreta, pero el jurado consideró creíbles las declaraciones de los niños tras pasar por un cuestionado método terapéutico. Hoy Fuster sigue en la cárcel.

También Joseph Allen, un hombre que ahora tiene 63 años y quien lleva 18 en prisión por un supuesto “abuso ritual satánico” sobre un grupo de niños de Ohio. El caso es aún más injusto, porque su supuesta cómplice, a quien no conocía, ya fue exonerada por falta de pruebas.

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Como en los famosos juicios de Salem, de 1692, el pánico satánico no se quedó en un simple temor, sino que se transformó en un aparato judicial que interpretaba las pruebas a su acomodo y fabricaba evidencias que confirmaban lo que se temía desde el principio. Muchos inocentes terminaron pagando las consecuencias.

Y aunque el paso del tiempo fue mermando el miedo y hoy toda esta historia suena risible, las autoridades nunca hicieron un mea culpa. Ni siquiera ahora que el tema a vuelto a la conversación pública por Stranger Things.

Virginia McMartin
Virginia McMartin, una de las dueñas de la guardería McMartin, acusada de abusos rituales satánicos.

El tema, de hecho, cobra mucha relevancia hoy por otras razones. En este momento, millones de personas creen teorías de conspiración promovidas por grupos de ultraderecha (como QAnon), aunque sean tan descabelladas como decir que los altos cargos del gobierno, los demócratas, las estrellas de Hollywood y hasta los medios de comunicación tienen una red de pedofilia y de adoración al diablo en la que están involucradas pizzerías. Un hombre incluso decidido atacar a tiros una pizzeria porque pensaba que hacía parte de la supuesta red.

Tal vez el pánico satánico que se gestó en esa época no se fue del todo y sigue cobrando víctimas.

5 Comentarios

  1. Interesante artículo sobre un tema que siempre ha generado temor en la sociedad de EU y su aparición en la 4 temporada de Stranger Things; la buscaré. Gracias.

    1. Buén artículo sobre estos temas que siempre han causado controversia, mucho temor pero que atraen audiencias como en el caso de esta serie Stranger Things

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