Paradojas
¿Sería que con la mentira y el engaño nació -por aquella la vez más antigua en la historia de la humanidad- la política? La serpiente del paraíso les cometió fraude a nuestros padres, Adán y Eva, al convencerlos de que al catar la dulce manzana prohibida serían inmortales; “serán -les aseguró, además- como dioses y podrán diferenciar el bien y el mal“.
Le concedieron su fe al reptil, comieron, literalmente, cuento, y por eso estamos como estamos. Expulsados del Paraíso, con su voto escogieron este valle que a veces es de algunas alegrías pero también en más ocasiones lo es de lágrimas. Es una paradoja, porque se ha debido castigar, primero que todo, a la serpiente embaucadora, la que sigue tan campante en su sinuoso mundo animal, y no a esos dos ingenuos votantes primitivos e iletrados. La serpiente, entonces, ¿sería la primera mentora y maestra de algunos políticos? ¿Será que deberán sufrir siempre los votantes que yerran y no el elegido que los seduce y les incumple?
También en esos remotísimos tiempos se dio por primera vez el miedo, sentimiento que ha jugado y juega un papel decisivo en los asuntos de la política. La pareja primordial sabía que le había fallado al Gran Señor, que era culpable; y la Biblia refiere que por eso se escondieron. Fue este el primer miedo. Entendible en aquella lejana edad y entendible también en quienes en la actualidad votan por un candidato y después les da vergüenza y se les esconden a sus responsabilidades y a las consecuencias de su decisión.
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La elección de este 19 de junio destapa algunas paradojas.
Casi la mitad de los votantes, esos que lo hicimos por el Ingeniero o contra Petro, hoy, con respeto democrático, cruzamos los dedos para que el presidente entrante incumpla la parte nociva de lo prometido. Porque su programa de gobierno contiene tanto cosas muy buenas como otras altamente peligrosas. Como en el caso de Santos, nuestro gran paradojista, el cual primero actuó como solemne candidato uribista, para luego, como presidente, ejercer como antiuribista.
Podrían presentarse personajes tétricos, trágicos, demudados, incoherentes, reclasificados, grandes paradojales, como Rudolf Hommes o César Gaviria, quienes después de llevar a cabo, como gobernantes, la apertura económica, así como la rebaja de los aranceles y las firmas de tratados de libre comercio, ahoritica se presentan como los aliados y auxiliadores de quien, como el presidente próximo, aseguró que llevaría a cabo un nuevo proteccionismo, así como el fin de la apertura económica y la revisión o supresión de tales dichos tratados de libre comercio. ¿Será que lo paradójico a veces es otra forma de incoherencia?
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Otra paradoja consiste en que una elección como la anterior, en lugar de despejar el panorama, y congregar a unos y a otros, a ganadores y a perdedores, en una etapa de armonía democrática garantizada, ha generado en muchos votantes mayor miedo. Un refrán, que solo acepto a medias, dice que cada uno es dueño de su propio miedo. Valedero solo cuando este lo es fundado; porque hay temores que son irracionales, al paso que otros obedecen a razones y por ello lo son respetables.
Miedo uno, a lo que pueda pasar con la salud. El asistente del próximo mandatario, doctor Jaime Urrego, ha dicho que gradualmente se llegará a “un sistema de salud que avance a un sistema (sic) universal único público”. Noticiados quedamos que desaparecerá el sistema actual y volveremos a los tiempos de la salud prestada por burócratas, como lo fuera antes con el sistema del Seguro Social. Los jóvenes, que no lo conocieron a este último, no sentirán, en principio, ningún temor por su salud. Los demás, los más avanzados en edad que sí lo padecimos, sabemos lo que sufriremos. Aunque menos tiempo que la juventud de hoy. Otros voceros dicen que ello no ocurrirá. La incógnita sigue.
Miedo dos, con el manejo de las relaciones con Venezuela: ¿cómo las manejará?: ¿Cómo un buen colombiano o cómo un compadre de Maduro? Miedo tres: con las pretensiones del más allá de los cuatro años. Miedo cuatro, con las pensiones. Miedo cinco, con los hidrocarburos. Ecopetrol ya tiene a sus accionistas horrorizados. Miedo seis, con la eliminación del Esmad; y luego, ¿quién nos defenderá de la primera línea?; ¿acaso lo hará doña Francia Márquez, quien ya aseguró que todos, todos, eran inocentes jóvenes perseguidos por la arbitrariedad policial?
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Miedo siete, con el ELN, muy contento con la elección de Petro, grupo este que con la dialéctica retorcida de la guerrilla, bien podría exacerbar sus acciones para mejorar su posición frente al nuevo mandatario, o negociar para obtener de un “excolega” inmensas prerrogativas más allá de lo razonable por la paz. Miedo ocho, con las reiteradas alusiones al cambio climático, pues ese pretendido gran papel presidencial mundial podría resultarnos muy costoso, como lo han sido siempre las grandes ínfulas de ciertos gobernantes, tanto en el mundo de hoy como en el de ayer.
Los otros miedos no me caben. Ya los sabe el lector. O los iremos padeciendo, todos los colombianos, al paso del próximo gobierno.
Pero la gran, la grandísima paradoja, la fatal, para el presidente electo, es que si Gustavo Petro pone en marcha todo lo dañino que ha prometido, con ello tanto sus votantes como los que no lo fuimos, en coro, ahora sí, repito, al unísono, sin distingos ni posiciones, estaremos criticando sus estropicios y su desacertada gestión.
Paradojas de la democracia. ¿Para qué los votos, para qué, Dios mío?
3 Comentarios
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Y el miedo que sigue metiendo este columnista parapetado detras de la incertidumbre mas negativa que positiva en sus planteamientos o analisis. Muy en el fondo de su “yo” quisiera que se confirmase sus apocalipticas prediciones. En esa tonica siguen y seguiran muchos opinadores de opinion temerosos de perder “su egoista zona de confort” . No les preocupa genuinamente el que se quiera un cambio, en la forma de pensar y dirigir las elites y grupos de empresarios que quieren seguir manejando el poder a punta de miedos y odios infundados. Sus “miedos y privilegios” que los socializan haciendo creer que es el de toda la sociedad, cuando no es mas que un puñado de atenidos y camaleones que han sabido vivir sabroso egoistamente.