Patricia Ariza: ¿Por qué no pudo despegar su propuesta de cultura?

La sorpresiva salida de la ministra de Cultura se dio en medio de opiniones divididas sobre su gestión, dificultades para aterrizar sus visiones sobre la política cultural y problemas internos, incluyendo un ambiente tensionante con el viceministro Jorge Zorro, que la distanció del Palacio de Nariño

Patricia Ariza llegó al ministerio de Cultura en medio de la expectativa y la emoción de gran parte del sector cultural, que la veía como una más de los suyos. Pero se va, apenas seis meses después, en medio de un ambiente enrarecido, distanciada del presidente Petro y con opiniones muy divididas sobre su gestión. Con sectores, como el del teatro y el circo, muy agradecidos, y otros, como el de la música o las artes plásticas y visuales, poco entusiasmados.

La opinión mayoritaria, sin embargo, es que Ariza no pudo aterrizar en propuestas entendibles y concretas sus visiones sobre la política cultural y el ministerio de cultura, que, como había escrito en julio pasado Diario Criterio, era su gran reto al frente de la cartera. En parte por falta de tiempo -se fue cuando el Plan Nacional de Desarrollo ni siquiera está aprobado-, pero también por falta de claridad, de dirección y de enfoque. 

Hay una comparación que muchos en el sector hacen en ese sentido: mientras que con las ministras y el ministro de Cultura de Iván Duque todos sabían desde el inicio que su foco era la economía naranja y entendían de qué se trataba (por más criticada y mal gestionada que fuera la iniciativa), con Ariza pocos terminaron de entender qué significaba en la práctica la cultura de paz, el estallido cultural o los cuatro ejes en los que basaba su gestión (además de ‘Cultura de paz’, están ‘Educación para la vida’, ‘Colombia en el Planeta’, ‘Memoria viva y arte’).

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La sensación, tanto de los que creen que venía trabajando de forma acertada como de quienes estaban decepcionados, es la de una oportunidad perdida. Muchos pidieron por años que al ministerio llegara una persona que viviera por y para la cultura y no un burócrata, con poco conocimiento del sector, al que le entregan el ministerio para pagar favores políticos o para llenar cuotas, pero cuando finalmente se logró, los resultados no fueron los mejores. 

No ayuda tampoco que su salida se haya dado en medio de tanto ruido mediático. En parte por la polémica por el proyecto de un sistema de orquestas sinfónicas en Colombia, inspirado en el de Venezuela, que generó tensiones con la comunidad de músicos y una lucha de poder con su viceministro de creatividad Jorge Ignacio Zorro. Pero también por el distanciamiento con el Palacio de Nariño y el presidente Gustavo Petro. La propia Ariza aceptó en las primeras entrevistas luego de su salida que este nunca le dio una cita que llevaba pidiendo desde hace varias semanas y que ni siquiera le dijo en persona que la iba a sacar. 

El estallido cultural y las juntanzas que no cuajaron

Ariza, en principio, tenía muy clara su misión en el ministerio, por lo menos de forma abstracta: quería, por un lado, “descentralizar la cultura”, es decir reconocer -en un sentido amplio y no solo económico- a los artistas y creadores de las regiones, municipios y zonas rurales, esos que normalmente son olvidados y viven por su arte, que suele ser transmitido hace generaciones. Por el otro, cambiar a través de las artes y la cultura un imaginario de guerra por uno de paz. 

Para ella el primer punto era central y muy profundo, por lo que uno de sus primeros proyectos fue presentar un proyecto de ley que le cambiaba el nombre al ministerio por el de Ministerio de las Artes, las Culturas y los Saberes, y que renombraba la economía naranja y sus mecanismos como economía cultural y creativa. Mientras que para ella era un proyecto central, que buscaba abarcar y nombrar la pluralidad cultural que hay en Colombia, para algunos en el sector se trataba de un cambio cosmético, un esfuerzo innecesario, habiendo otras cosas más urgentes. 

Estallido cultural
El ‘Estallido cultural’ fue la primera gran iniciativa de Ariza en el cargo.

Al mismo tiempo, enfocó sus primeros cuatro meses a adelantar un proyecto que llamó el Estallido Cultural, y que buscaba tomar las expresiones culturales y artísticas genuinas que se dieron durante el paro nacional y el día de la posesión de Gustavo Petro, para convertirlas en una política de largo plazo: una serie de encuentros en la plaza pública y en las calles llenos de música, danza, teatro, muralismo, etc. Encuentros que eran acompañados de una serie de ‘juntanzas polifónicas’ en las que la ministra y su equipo escuchaban a los artistas y gestores. 

La idea de esas conversaciones era tomar nota y escuchar al sector para desarrollar la parte cultural en el Plan Nacional de Desarrollo y armar los proyectos del ministerio, pero al parecer el tiempo se les fue en esas conversaciones sin muchos resultados concretos. 

Como explica Nicolás Morales Thomas, director de la editorial Javeriana y analista cultural, “la foto de Patricia Ariza es una foto de una ministra en mesas redondas escuchando gente. Nadie puede decir que estuvo encerrada, de espaldas a los artistas y gestores, que fue la acusación contra el ministro Felipe Buitrago, por ejemplo. Sin embargo, en esa escucha se demoró demasiado y cuando empezaron a pedirle resultados o proyectos concretos, no los tenía aún, porque seguían sentados, escuchando”.

El estallido cultural, sin embargo, tuvo otras críticas. Hubo sectores que se vieron excluidos (como el de las artes plásticas) y otros que no entendían como una iniciativa genuina de los ciudadanos en un caso puntual (un paro y la posesión del presidente) podía convertirse en un proyecto de un ministerio.

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Aún así para otros, como el exviceministro de cultura David Melo, conocedor del sector y con amplia experiencia en gestión cultural, uno de los grandes aciertos de la ministra fue precisamente llevar a cabo esos encuentros con el sector para armar el plan de desarrollo. Aún así, reconoce que “el estallido cultural quedó reducido a un activismo en unos pocos focos de acción que no contribuyeron a consolidar procesos culturales de los territorios ni procesos valiosos emanados de la política cultural”

La agenda legislativa que quedó incompleta

Más allá del estallido y las juntanzas polifónicas, los primeros seis meses de Ariza se centraron en tratar de armar una agenda legislativa. Además de la ley para cambiarle el nombre al ministerio, presentó la Ley de Música y junto con el Ministerio de Educación, armaron el decreto reglamentario del Sistema Nacional de Educación y Formación Artística y Cultural (Sinefac), que busca convertir a los artistas y creadores en maestros de los colegios.

Además estaban construyendo, con su equipo, otro paquete de proyectos: la Ley de Memoria, una actualización de la Ley General de Cultura, una reforma a la Ley del Teatro y la reforma estatutaria de la Ley del artista. El futuro de esas iniciativas ahora dependerá de su sucesor. 

Para Melo, quien reconoce que es difícil juzgar a una ministra que solo duró seis meses en el cargo, sobre todo en el inicio de un gobierno, fue un error empezar por las iniciativas más tímidas (que se perciben como cosméticas) y dejar los proyectos más significativos, como la Ley de Memoria o la reforma a la Ley Estatutaria de Cultura para después. “Se desaprovechó el primer año de gobierno para presentar proyectos legislativos importantes y avanzar en una amplia discusión pública”, añade.

Además, dice, no se discutieron públicamente ni se estructuraron las propuestas más ambiciosas de la ministra: la idea de una jornada única con el ministerio de educación, las relaciones entre la cultura y el medio ambiente y la dimensión cultural de la paz.

Instalación Congreso 2022-2026
Ariza se enfocó en sacar adelante una agenda legislativa.

En cambio para Rodrigo Rodríguez, director de Ditirambo Teatro, y uno de los grandes defensores del trabajo de Ariza, “en toda esa parte legislativa, el avance es extraordinario. Así como en el tema del apoyo a las regiones, el aumento de la cobertura de las convocatorias y la organización desde el Ministerio para apoyar a la mujer, las sabedoras y las comunidades”.

Los defensores de Ariza también destacan el aumento del presupuesto para la cultura (el más alto de la historia) y para proyectos como el de las salas concertadas, la defensa del sistema de financiación cultural en medio de la Reforma Tributaria, y la creación del área de Circo en el ministerio, que antes estaba unida con la de Teatro. “Y eso que solo duró seis meses, qué tal donde la hubieran dejado trabajar más”, afirma Rodrigo Rodríguez. 

Pero mientras el trabajo de la ministra es aplaudido por el sector de teatro, el circo y varios artistas y gestores -tanto que los teatreros están planeando hacerle una jornada de desagravio el 27 de marzo, día internacional del Teatro-, en otros sectores creen que le faltó liderazgo y que el avance en sus campos no fue tan grande. 

De hecho, muchos creen que hubo un ambiente divisivo. En medio de sus primeros discursos, por ejemplo, Ariza solía decir que el arte en Colombia y espacios como los museos eran vistos y manejados desde una mirada “muy decimonónica y elitista”. Declaraciones que, aunque luego fueron matizadas, generaron malestar en algunos gestores y artistas, que consideran que llevan años e incluso décadas esforzándose por acercar los guiones curatoriales, sus colecciones y las obras a la gente. 

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Además, su énfasis en la cultura descentralizada y en los creadores de las regiones llevó a que muchos pensaran que estaba abandonando otras áreas y los mecanismos que los anteriores gobiernos habían dejado para que la empresa privada apoyara las iniciativas y empresas culturales. 

Crítica a los asesores y un equipo poco técnico

“Yo no creo que Ariza haya cometido un error puntual. Yo creo que ella es una persona muy leal con el gobierno y creo que tenía la intención de sacar adelante proyectos importantes. Seguramente alcanzó a hacer algunos, pero se juntaron varios factores que no le ayudaron”, explica Óscar Hernández Salgar, musicólogo, director del Instituto Pensar de la Pontificia Universidad Javeriana y uno de los críticos del proyecto para montar un sistema de orquestas como el de Venezuela en Colombia. 

Para él, uno de esos factores fue que no tuvo un alto nivel de incidencia en el gobierno, lo que la dejó sin maniobra suficiente para sus proyectos. Algo similar piensa Nicolás Morales Thomas, quien cree que otro de los grandes errores de la ministra fue no armar un equipo (de asesores y funcionarios) con conocimiento técnico suficiente y con experiencia en gestión pública que la ayudara a sacar adelante las iniciativas y a volver sus ideas proyectos específicos.

“Yo creo que entre Uribe y Duque, pasando por Santos, hubo mucho más continuidad de la que pensamos, porque finalmente los funcionarios de nivel medio en el ministerio eran profesionales que llevaban mucho tiempo trabajando en los cargos y garantizaban continuidad -explica-. Acá tengo la sensación de que arrasaron un poco con lo técnico y no hay tanta competencia como antes”

Para Isabel Cristina Díaz Moreno, profesora de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, también hay que revisar el trabajo de los asesores, sobre todo en el sector de las artes visuales, al que pertenece. “Hubo fallos imposibles de ignorar. Sin embargo, un Ministerio requiere un  trabajo conjunto, entre quien lo dirige y sus asesores. Entonces los problemas en su gestión también son los de un área que exige una revisión”.

Mincultura, Patricia Ariza, Expoartesanías 2022
Mincultura, Patricia Ariza, en Expoartesanías.

En ese sentido es imposible no hablar de las dificultades que tuvo para gestionar al equipo dentro del ministerio. Por un lado la imposibilidad de posesionar a María Eugenia Martínez como viceministra de Fomento Regional y Patrimonio, por una sanción disciplinaria que ella recibió cuando trabajó en el Instituto de Patrimonio Cultural de Bogotá, y la decisión de no nombrar a alguien en propiedad (Adriana Molano, gran experta en el tema de patrimonio, sigue apareciendo como viceministra encargada). 

Y por el otro, las tensiones con Jorge Zorro, viceministro de creatividad y actual ministro encargado, que se han ventilado en los últimos días. 

Las tensiones con Jorge Zorro y el Palacio de Nariño

Zorro, un reconocido músico, maestro y director de orquesta, llegó al puesto por decisión del propio Gustavo Petro y, muy probablemente, por recomendación de la primera dama Verónica Alcocer. Fue maestro de las hijas del presidente -que es un amante de la música clásica-, pero más allá de eso, tiene una amplia experiencia en el sector de la música sinfónica y en la academia.

A Zorro, Petro le encomendó uno de sus proyectos más deseados: crear en Colombia un sistema de orquestas para formar a los jóvenes de los colegios inspirado en el que funciona en Venezuela, pero sobre todo tratando de emular la experiencia exitosa que tuvo el propio Petro cuando fue alcalde de Bogotá con un programa similar que montó la Orquesta Filarmónica de Bogotá y que aún funciona. 

El problema fue que Zorro comenzó a trabajar en el proyecto de espaldas a la ministra Ariza y bajo el liderazgo de la primera dama, que se apersonó del proyecto. El ejemplo más claro de esto fue cuando Zorro y Alcocer viajaron a Venezuela, a encontrarse con las directivas del Sistema de Orquestas que funciona allá y Ariza solo se enteró por los medios de comunicación. 

En contexto: ¿Por qué los músicos colombianos no están de acuerdo con un Sistema de Orquestas como el venezolano?

La situación llegó a ser tan tensa, que en el ministerio cuentan que Zorro no asistía a algunas de las reuniones que organizaba la ministra, quien tenía la sensación de que actuaba como una rueda suelta. Algo que se salió un poco de control cuando la comunidad de músicos, sobre todo populares y con proyectos en las regiones, se quejaron del proyecto de las orquestas porque consideraban que, como lo estaban planteando, privilegiaba la música sinfónica y atentaba contra la diversidad cultural y musical del país. 

Ariza, que tenía como su principal visión darle el reconocimiento a las regiones y a los artistas y creadores locales, intentó mediar para que el proyecto los tuviera en cuenta. Y en ese camino, al parecer, aumentaron los rumores de desencuentros y tensiones (aunque la ministra dice que siempre tuvieron un trato cordial). Ariza cuenta que intentó pedir citas con la primera dama y con el presidente para aclarar las cosas, pero que nunca se las concedieron. Al final, el problema en esa iniciativa parece ser una de las principales causas de su salida. 

De cualquier manera, tanto sus defensores como sus detractores, consideran que la forma en la que el presidente Gustavo Petro la sacó (sin reunirse con ella ni darle explicaciones) fue injusta. Creen que aún tenía tiempo de consolidar su visión o de rectificar el camino, según fuera el caso, y ven su salida anticipada como una prueba de que para este gobierno, como para muchos de los anteriores, la cultura es secundaria y poco importante. 

Ahora todos están pendientes de que se anuncie oficialmente su reemplazo o de que se nombre en propiedad a Zorro, quien por cierto le envió esta semana una elogiosa carta de agradecimiento a Ariza. Lo único que tienen claro es que el sector de la cultura necesita continuidad y una ruta clara, ahora más que nunca. 

24 Comentarios

  1. Un cambio muy apresurado quizás por el poco tiempo que llevaba en esta cartera;
    esos proyectos locales podrían haber fortalecido mucho la cultura regional; lo importante es que al sector cultural se le de la importancia que merece y llegue alguien muy conocedor del medio. Excelente artículo!

    1. Javier humberto Arias Ospina

      Hay desConcierto…la Política Cultural está sin norte…Si no hay concensos entre los diversos hacia la Unidad, los Antagónicos tomarán la delantera. Ojo, ya lo sentenció Simón Rodriguez en EL s XIX : O Inventamos o Erramos.
      No podemos pasar De un Pacto Histórico a otro Error Histórico.
      Vamos!!!! Diálogo, templanza y propuestas.

  2. Que pesar que la ministra Ariza no pudiera aterrizar su propuesta ni tener un equipó técnico asesor; esperemos que realmente se le dé la importancia al sector cultura cómo se merece. Excelente investigación del articulista.

    1. La exministra cuenta con una persona tan preparada como la arquitecta Marcela Cuellar al frente de la Dirección de Patrimonio, por ejemplo. Lo que pasa es que aterrizar nubes de algodón de azucar en medio de la tormenta desatada por quienes querían ser asesores y ocupar altos cargos, incluso torpedeando el Ministerio, no es fácil.
      Es momento de pasar la página y centrarse en construir y dejar de lado las malas vibras de quienes no lograron lo que querían con intrigas. #LoQueNoSirvaQueNoEstorbe

  3. Excelente crónica de la situación del Ministerio de Cultura con la salida de Patricia Ariza
    A pesar de las fallas que pudo tener en su corta estadía por el Ministerio sus planteamientos e intenciones eran buenos
    Fué injusto e irrespetuoso el trato que recibió
    Ojalá el Ministro(a) que nombren pueda darle al Sector de la Cultura y el Arte la importancia que tiene

  4. Cambiarle el nombre al Ministerio fue el primero de muchos errores. El Ministerio de Cultura (y otras entidades similares, como el IDARTES) no necesitan convertirse en productores de eventos (el mal nombrado “estallido” cultural). Ariza siempre habló mal de todo lo anterior y como bien lo señala el artículo, hay programas que merecen continuarse. Además, basta ver las redes sociales del Ministerio para darse cuenta que le encantaba figurar. Se requieren programas y políticas, no gastarse el dinero público en eventos.

    1. Cierto. No conviene centrarse exclusivamente en ferias y fiestas cuando el patrimonio material fue totalmente olvidado por el Gobierno anterior.
      La actual Dirección de Patrimonio busca encontrar el equilibrio entre el apoyo y la visibilización de lo material y lo inmaterial y no es pertinente, bajo ninguna excusa que una Ministra salga a decir que lo material “nos cuesta mucho y no debería llevarse la mitad del presupuesto”. #Reflexionemos

  5. Fueron muchos los errores y acá se enumeran varios. El abandono además se sintió en el patrimonio material, que quedó a su suerte y en manos de alguien muy capaz y respetada por la academia y el mundo patrimonial, con quien se encendieron las esperanzas, pero que fue marginada en muchos temas por la ministra, sus asesores y la viceministra encargada y la designada (de quién es bueno revisar sanciones en páginas de personería y contraloria). Ojalá este cambio traiga de la mano del maestro Zorro y de la mano de quienes demostraron su lealtad, buen trabajo y transparencia, una verdadera construcción de cultura para La Paz total.

    1. Ese fue el talón de Aquiles de Ariza, dejarse poner una figura de “viceministra designada”, ¿qué es eso?
      En la construcción de un gobierno de cambio no pueden ponerse vigas de cartón, porque se están jugando cosas muy importantes y esa figura no aporta en nada, ¡imagínate!, llegar después de un empalme tan desolador con esas designaciones tibias, puso en un lugar muy incómodo a esa persona que por temor a quedarse sin el puesto de vice, llegó a afirmar cosas inapropiadas del mismo Ministerio en redes, jugándose la credibilidad de su trayectoria tan torpemente.
      El cambio llegó en otras instancias con gente que ya conocía el Ministerio y que ya había trabajado ahí, pero conviene alejar gente que ponga a tambalear a quien sea el nuevo ministro, con inventos de intrigas y supuestos chismes de Palacio.

  6. De acuerdo. Esa afirmación sobre el costo del patrimonio material para el estado es dañina. Y escucharla de su cabeza es inconcebible. No entender que cultura, arte y saber algún días será el legado patrimonial material e inmaterial, es no saber para donde vamos. Ojalá que quien llegue a acompañar al Maestro Zorro y a quien quede en propiedad como Ministro (a) desde el Viceministerio tenga la confianza del gobierno y de la ciudadanía y se libre de esa figura de “designada”, pues nada se movía en los casos del patrimonio material sin el beneplácito de este personaje que además se dedicaba en redes a menospreciar el trabajo adelantado por años por la dirección de patrimonio vendiéndose como experta, cuando en el país hace años que cuenta con profesionales conocedores y en esa medida expertos, en patrimonio cultural material e inmaterial.

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