¿Le devolverá el Museo Británico a Grecia los mármoles del Partenón?
Los griegos llevan décadas pidiéndoles a los británicos que les devuelvan lo que consideran su símbolo más importante. Pero ellos se han negado. Actualmente se adelantan conversaciones mediadas por la Unesco. De fondo hay una gran pregunta sobre el futuro de los museos occidentales.
Si uno se atiene a las descripciones que aparecen en documentos históricos, visitar el Partenón en la parte más alta de la Acrópolis de Atenas, Grecia, durante su época de esplendor, era todo un espectáculo y un acontecimiento muy importante para la vida de los atenienses.
Construido en honor a la diosa tutelar de la ciudad, Atenea, por orden de Pericles, entre 447 a. C. y 432 a. C, estaba hecho por mármol blanco brillante extraído del monte Pentélico, tenía 50 columnas exteriores (8 en las partes frontales y 17 en las laterales) y dos frontones con escenas talladas en él: del lado oriental, el nacimiento de Atenea, frente a muchos otros dioses del Olímpo. Del occidental, la famosa apuesta que la diosa hizo con Poseidón y por medio de la cual se ganó el derecho de regir la ciudad.
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Por dentro era aún más impresionante. Había un muro que resguardaba la cámara interior y sobre él, en la parte superior, había un friso de 160 metros de largo hecho en el mismo mármol, que mostraba, tallado en bajorrelieve, escenas de las Grandes Panateneas, una fiesta religiosa y deportiva que se realizaba cada cuatro años y en la que el evento principal era una procesión que partía del centro de la ciudad hasta el templo, para adorar y hacer una ofrenda a la diosa.
La cámara interior estaba dividida en dos: en una sala más pequeña se guardaba el tesoro público de la ciudad. En la más grande, y la más importante, estaba la gran estatua de Atenea, hecha de oro y marfil por Fidias, el gran escultor de la época clásica en Grecia.
De lo que fue esa construcción imponente no queda mucho. Fue deshaciéndose poco a poco con el paso del tiempo y con los distintos usos que se le dio en los siglos siguientes: fue un templo cristiano, fue una mezquita musulmana y fue polvorín. Justo por esa época, en 1683, mientras Atenas hacía parte del Imperio Turco Otomano, la República de Venecia atacó la ciudad y durante el asedio, un cañonazo cayó sobre la edificación y explotó junto con toda la pólvora, destrozando para siempre el edificio y dejándolo en ruinas.
En el siglo XIX, cuando la ciudad seguía bajo el poder otomano, los tesoros, el friso (dividido en varias láminas) y varias esculturas de mármol comenzaron a desaparecer. Algunas fueron robadas y otras (15 paneles del friso y 17 esculturas de mármol), entregadas por las autoridades del imperio al embajador británico de la época, Thomas Bruce, conocido como el conde de Elgin, quien se las llevó al Reino Unido, donde actualmente se exhiben en el Museo Británico.
Ese último acto, que en la Grecia actual consideran un saqueo y en el Reino Unido, una transacción completamente legal, viene causando desencuentros entre ambos gobiernos desde comienzos del siglo XX, que se avivaron en 1983 cuando los griegos pidieron oficialmente la devolución de las piezas y el gobierno británico se negó. En los últimos meses la controversia (un tema que va y vuelve todo el tiempo) se avivó porque la Unesco anunció que las partes habían aceptado sentarse para negociar sobre el tema, y desde la institución británica no están cerrados a una especie de tenencia ‘compartida’. Pero el camino es espinoso.
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¿A quién le pertenecen los mármoles del Partenón?
“¿Qué significa el Taj Mahal para India o las pinturas de la Capilla Sixtina para Italia? Los mármoles del Partenón son nuestro orgullo, nuestra identidad. Son el vínculo con la excelencia griega, nuestra herencia cultural, nuestra alma”, explicó en 1983 la ministra de Cultura de Grecia, Melina Mercuri, cuando pidió oficialmente al gobierno británico la devolución de las piezas que tienen del Partenón. Una petición que fue negada.
En el gobierno griego consideran que, al ser entregadas por autoridades que en ese momento tenían ‘sometida’ a la ciudad y al pueblo griego, las piezas fueron saqueadas. En el museo, por el contrario, creen que todo se hizo conforme a la ley. Incluso, hace unas semanas, cuando se hablaba en los medios con optimismo del anuncio de la Unesco, su director adjunto, Jonathan Williams, sembró de nuevo el pesimismo cuando dijo que “gran parte del friso fue removido de los escombros alrededor del Partenón”. En Grecia se rasgaron las vestiduras: dicen que hasta los propios expertos británicos reconocen que las piezas tienen huellas de haber sido cortadas con sierras directamente de la pared.
La polémica ha sido eterna, pero en Grecia están convencidos de que los mármoles volverán algún día. De hecho, su gran sueño es reunificar las estatuas y las piezas en el Museo de la Acrópolis (ubicado a 300 metros del antiguo templo), y restaurar hasta cierto punto las ruinas del Partenón, para que se parezca lo más posible al original. En enero de 2020, por ejemplo, aprobaron un plan de 15 años para recuperar gran parte de la cella, es decir, la cámara en donde estaba la estatua de Atenea. El muro de la cella era el que tenía el friso.
Para el Museo Británico, por otro lado, las piezas hacen parte de su patrimonio histórico adquirido. Por eso, han propuesto varias veces préstamos al Museo de la Acrópolis, pero para los griegos es casi un insulto que propongan prestarles lo que consideran suyo. La última propuesta del museo, ahora que están en conversaciones, es una especie de tenencia compartida, o un acuerdo que permita que las piezas estén en ambos lugares por periodos.
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George Osborne, presidente del Museo Británico, lo explicó en una entrevista con la BBC de Londres: “Creo que podemos llegar a un acuerdo para contar su historia tanto en Atenas como en Londres si lo abordamos sin condiciones previas ni demasiadas líneas rojas”. Preguntado sobre si eso implicaba tener las piezas un tiempo en la Acrópolis y un tiempo en Reino Unido, respondió que es posible: “permitiría verlos en todo su esplendor en Atenas y verlos con ejemplos de otras civilizaciones en Londres”.
Habrá que ver si los griegos aceptan, algo que no parece tan fácil. Un precedente que se puede tener en cuenta es la negociación del Museo Smithsonian de Washington, Estados Unidos, con Nigeria por la devolución de los bronces de Benín, que habían sido robados del antiguo reino (hoy parte del país africano) por soldados británicos hace unos 125 años. La institución norteamericana aceptó esta semana devolver parte de las piezas que tiene en su poder luego de un proceso de diez años de negociaciones y después de décadas de peticiones de los nigerianos. Para hacerlo, tuvieron que cambiar su normativa, un proceso largo y complejo.
No solo los mármoles del Partenón y no solo el Museo Británico
Otro elemento por tener en cuenta es que, contrario a la creencia general, no todas las piezas del Partenón terminaron en Inglaterra. Muchas de las esculturas del templo y sus alrededores, incluyendo otros paneles del friso, distintos a los que están en el poder del Museo Británico, se mantuvieron en Atenas, y actualmente se exhiben en el Museo de la Acrópolis.
Otra pieza del friso que contenía el pie de la diosa Artemisa, terminó en Italia, en el Museo Antonio Salinas, de Palermo. En enero pasado, los griegos consiguieron devolver ese fragmento a su país, luego de intercambiarlo por una estatua decapitada de Atenea y un ánfora con la institución italiana, con la que habían estado negociando durante diez años. Los griegos no desaprovecharon el episodio para hacer bulla mediática y para presionar aún más a Londres.
Hay algunas piezas, además, en el Louvre, en los Museos Vaticanos, el Museo Nacional de Copenhague, en el Museo Kunsthistorisches de Viena y en algunos otros de Alemania. Si los británicos llegaran a devolver las piezas que tienen del Partenón, muy probablemente estos museos se verían obligados a actuar.
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La pregunta en el fondo es sobre el papel y el futuro de varios de los museos occidentales más grandes. Si el Louvre, el Smithsonian o el Museo Británico, por poner tres ejemplos, tuvieran que devolver las piezas que tienen, y que fueron saqueadas, a sus territorios originarios, se quedarían sin gran parte de sus tesoros arqueológicos. Además, para los visitantes de todo el mundo sería aún más difícil ver en un mismo lugar los grandes tesoros de las civilizaciones antiguas, que contienen gran parte de la historia de la humanidad.
Aun así, nadie duda de que estos museos son el ejemplo vivo de la colonización y es difícil estar en desacuerdo con el hecho de que varias de las piezas estarían mucho mejor en su lugar de origen. No en vano, Colombia lleva décadas pidiendo la devolución de las piezas de San Agustín que están en el Museo Etnológico de Berlín y algunos se han atrevido a pedir que regrese el tesoro quimbaya, que está en el Museo de América de Madrid y que fue regalado por un expresidente a la Corona española.
Las buenas intenciones nunca son suficientes y la propiedad de los grandes tesoros arqueológicos es un asunto complejo, que no se va a resolver en menos de una década.
7 Comentarios
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Que interesante crónica sobre algunos Museos importantes que exhiben piezas hermosas y muy significativas pero que no les pertenecen realmente ;
fueron robadas saqueadas u obligadas a ser entregadas por las guerras
Deberían ser devueltas a sus paises de origen