La pelota manchada: cuando políticos y dictadores usaron el fútbol a su favor
La polémica por la realización de la Copa América 2021 en Brasil, en medio de una crisis social y sanitaria, ha despertado varios recuerdos de la manipulación de este deporte por parte de gobiernos autoritarios.
Alguna vez, Thomas Mann escribió que “todo es política” o que, por lo menos, la política está en todo. Pues bien, la manipulación del fútbol por parte de los dictadores se ha encargado de darle validez a dicha afirmación. Y así podemos ver al deporte más popular del mundo siendo usado como herramienta de propaganda nacionalista o como una cortina de humo para tapar escándalos y protestas.
Diario Criterio recopiló algunos de los acontecimientos históricos más importantes que evidencian este fenómeno.
Videla y la copa del 78
Este caso salió a relucir por cuenta de las críticas que le llovieron al Gobierno colombiano desde Argentina. Algunos periodistas deportivos de ese país aseguraron que Colombia debía evitar realizar la edición 47 de la Copa América, pues se trataría de un hecho similar al ocurrido en Argentina 1978.
Puede leer: Los estallidos en Barranquilla todavía resuenan, pero la Copa América sigue
“En nuestro país se celebró un mundial, a pocas cuadras del mayor centro de detención ilegal, tortura y asesinato de la última dictadura. No cometan la misma atrocidad”, dijo en su momento el periodista Pablo Carrozza.
Las palabras de Carrozza hacían referencia a la copa mundial que realizó Argentina en medio de la dictadura de Jorge Rafael Videla, el general que lideró el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y quien es acusado, por lo menos, de 469 crímenes de lesa humanidad.
Videla se encargó de vender la copa del 78 como “el Mundial de la Paz”; sin embargo, tras escena, miles de argentinos eran víctimas de persecución, desaparición y tortura. Incluso, a pocos metros del estadio Monumental, en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), los militares tenían recluidos a los jóvenes buscados por las madres de la Plaza de Mayo.
Osvaldo Ardiles, uno de los jugadores de la selección argentina 78, tiempo después dijo: “Nos usaron como arma propagandística, entonces no lo podíamos ver”.
La estrategia de Videla era clara, utilizar el torneo para desviar la atención y ocultar los crímenes de su régimen, el cual habría dejado cerca de 30.000 desaparecidos, 50 de ellos durante el mes de la Copa.
Recomendado: La incertidumbre por los desaparecidos en el paro nacional. Aún no hay una lista oficial
El mundial de Mussolini
El dictador italiano Benito Mussolini también supo aprovechar el fútbol para impulsar su proyecto nacionalista y fascista. En el Mundial de 1934, el Duce puso como prioridad ganar la copa: “Es una orden”, habría ordenado a los futbolistas italianos.
Para cumplir su propósito, Mussolini llegó al extremo de nacionalizar jugadores extranjeros, en su mayoría sudamericanos. La prensa los llamó oriundis. Entre los más conocidos estaban los argentinos Raimundo Orsi, Enrique Guaita y Luis Monti, quien ya había sido subcampeón del mundo con Argentina en 1930.
“Estos chicos deben prestar el servicio militar como italianos. Y si tienen el derecho de morir por Italia, tienen el derecho de jugar por Italia”, dijo Vittorio Pozzo, entrenador del conjunto italiano, pero también de nacionalidad argentina.
Algunos historiadores afirman que Mussolini solo había visto un partido en su vida, pero que estaba obsesionado con ganar la copa y que, incluso, llegó a intimidar a los árbitros para lograrlo. Cuatro años después, antes de la final contra Hungría, el dictador envió una carta al seleccionado nacional en la que les ordenaba “Vencer o morir”. En ambos mundiales Italia ganó la copa.
El partido fantasma de Pinochet
El 21 de noviembre de 1973 debía jugarse el partido de repesca por un cupo al mundial de Alemania 1974, entre las selecciones de Chile y la entonces Unión Soviética. Sin embargo, dos meses atrás, el país austral había sufrido un golpe de Estado comandado por Augusto Pinochet.
En este contexto, los contradictores del régimen militar empezaron a ser perseguidos, torturados y asesinados. Uno de los escenarios de aquella masacre fue el Estadio Nacional de Santiago, el mismo que debía albergar el partido de repesca. Los soviéticos, al tanto de la situación, solicitaron a la FIFA cambiar de escenario, una petición denegada por Chile.
Por esta razón, la URSS desistió de jugar el partido y Chile terminó clasificando al torneo por “w”.
Nada al azar
Mucho se ha hablado de la injerencia política y económica de algunos países para obtener los derechos de realizar un torneo futbolístico. El caso más sonado es el de Qatar 2022, pues se cree que el gobierno de ese país pagó 780 millones de euros a la FIFA. La revelación la hizo el diario britanico The Times.
Sobre este mundial también existen graves acusaciones de explotación laboral y abusos a migrantes que trabajan en la construcción de los mega estadios. Según el periódico The Guardian, unos 6.500 trabajadores de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka han muerto en Qatar en medio de las obras.
Cabe resaltar que el emir de Qatar, Tamim Al Zani, ha intentado en varias ocasiones quedarse con importantes eventos deportivos como los Juegos Olímpicos de 2020. Además, es el propietario del equipo francés Paris Saint-Germain F.C.
Le puede interesar: La Copa América en vilo, las voces que piden descartar a Colombia como sede
El partido de fútbol que concluyó en una guerra
Tres semanas antes de estallar la guerra entre Salvador y Honduras de julio de 1969, las selecciones nacionales se habían enfrentado en polémicos partidos, los dos primeros con triunfos divididos y un tercero que ganó El Salvador y que definió quien iría al mundial de México 70.
Algunos historiadores insisten en que los partidos ayudaron a caldear los ánimos, dado que más de 300 mil salvadoreños, en ese momento el 10 por ciento de la población, vivían en Honduras. Una Honduras tremendamente despoblada pues con cinco veces más territorio que El Salvador apenas si tenia el 2,3 millones de habitantes. Una Honduras que se encontraba en medio de una reforma agraria montada por una clase dirigente opresora que asfixiaba al campesino que a su vez se sentía amenazado por los inmigrantes.
Los casos colombianos
En el país se han presentado más casos aparte de la mencionada polémica de la Copa América 2021, pues basta con recordar algunos como aquel partido que distrajo al país mientras magistrados, guerrilleros, empleados de la cafetería eran víctimas de la toma del Palacio de Justicia.
En 1985, durante la toma ordenada por el M-19, la entonces ministra de comunicaciones, Noemi Sanín, además de establecer una rigurosa censura en radio y televisión, decidió trasmitir por la televisión abierta un juego de fútbol sin importancia alguna entre Millonarios y Unión Magdalena.
El resultado del juego, 2 a 0 a favor de Millonarios, apenas fue una anécdota, pero el hecho de que la trasmisión se hiciera para ocultar los acontecimientos, entre esos, que magistrados, guerrilleros y empleados de la cafetería eran quemados vivos, puso de manifiesto la total falta de autoridad del gobierno de Belisario Betancur en el que los militares disparaban a discreción, -tal y como lo dice el documento de la Comisión de la Verdad– mientras los ministros tomaban sus decisiones sin consultar al presidente.
En 2001, cuando la Copa América llegó a Colombia por primera vez, el fútbol nuevamente tomó un papel protagónico en los asuntos políticos. Uno de los hechos más controvertidos del torneo fue el retiro de la Selección Argentina y la participación de Brasil con una nómina suplente. No quisieron participar argumentando la falta de seguridad en el contexto del conflicto armado.
En medio de la polémica, la Conmebol decidió suspender a Colombia como sede, pero el presidente Andrés Pastrana encabezó la gestión ante el ente para que le devolvieran al país el torneo. “Quitarle a Colombia la Copa es el peor de los atentados”, dijo el entonces presidente en un discurso televisivo. Pastrana quería sacar el mayor redito posible de ese evento e incluso lo bautizó la “Copa de la Paz”, pues era clara su necesidad de cambiar la mala narrativa del país y su gobierno.
Paradójicamente, el momento que vive hoy el país y la coyuntura de la nueva Copa América parece un Déjà vu de lo ocurrido en el 2001. Ahora es el presidente Iván Duque quien se enfrenta a la situación y quien insiste en que ruede el balón en suelo colombiano.
En conclusión, este fenómeno ha estado presente a lo largo de la historia y vale recordar las palabras del futbolista e historiador uruguayo Gerardo Caetano: “Los que creen que el deporte no tiene nada que ver con la política o no saben nada de deporte o no saben de política”.
Recomendado: El dilema de los campesinos bloqueados por el paro
6 Comentarios