Cinco oportunidades para el periodismo en el nuevo Gobierno de Petro

Con la llegada del que ha sido calificado como el primer Gobierno de izquierda en la historia de Colombia, vale la pena pensar en, al menos, cinco cuestiones que pueden servir para que los periodismos de nuestro país recuperen o mejoren su legitimidad frente a los ciudadanos, de capa caída, según estudios como el Invamer Poll.

En el juego propio del relevo democrático, el inicio de un nuevo Gobierno representa siempre una buena ocasión para que las instituciones sociales se reacomoden.

No es algo de poca monta para la democracia, pues su salud depende, en buena medida, de la calidad del periodismo que incide sobre el grado de cinismo que la política alcanza, sobre la participación ciudadana en la deliberación pública y sobre las rendiciones de cuentas que efectúan los poderes institucionales (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, órganos de control) y fácticos (iglesias, conglomerados económicos, sindicatos, gremios).

Estos cinco puntos están marcados fuertemente por el deseo, pues el contexto aún es muy difícil para la profesión periodística por factores conocidos: los nuevos modelos de empresa periodística no terminan de afianzarse, persisten la dependencia de los ingresos publicitarios, la sumisión a intereses de grandes grupos económicos, la subordinación a grupos políticos y la deslegitimación del periodista profesional en un entorno digital de “prosumidores”.

A lo anterior, hay que añadir la falta de rigor de no pocos profesionales que llevan a que la ciudadanía menosprecie el valor del periodismo y asuma que, para su dieta informativa, basta el menú que le ofrecen interfases, algoritmos, drones y bots encargados de seleccionar, organizar, publicar y distribuir las noticias, sin contextualizarlas o enlazarlas para conferirles sentido más allá de la agregación de datos.

1. Frenar la desfiguración de las autoridades democráticas

La primera cuestión a la que puede acudir el periodismo para su revalorización pública es insistir en que incluso en un mundo digitalizado los cambios sociales no se dan al ritmo de los medios sociales, donde priman la velocidad y lo efímero.

Si machaca esa idea, el periodismo puede ayudar a que disminuya el desencanto por la democracia, que surge cuando la ciudadanía no ve de forma inmediata las transformaciones que permitan mejorar sus condiciones de vida.

Una tarea inicial, entonces, debe ser la de ponerle unas cuantas capas de realidad a la pintura de los cambios que el Gobierno viene anunciando. Así, se disminuyen las expectativas, al tiempo que se ilustra a la ciudadanía sobre la complejidad de las transformaciones y la importancia de continuar los procesos.

Presentar la idea de que no todo puede mutar de la noche a la mañana, en definitiva, contribuye a que los ciudadanos comprendan mejor las dificultades que comporta el ejercicio del gobierno en sociedades complejas.

En tal tarea, los profesionales del periodismo deberían considerar la relación de su trabajo con la consolidación del poder suave (convencer) sobre el poder duro (usar la fuerza para vencer) y con el aumento del capital social, entendido como la confianza que tienen las personas para trabajar en conjunto aun si no se conocen. Más poder suave y más capital social favorecen la movilidad social y fortalecen la democracia.

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2. Dar una mano en la reducción de la incertidumbre

Silvio Waisbord, de la Escuela de Medios y Asuntos Públicos de la Universidad George Washington en Estados Unidos sugiere desde hace varios años que, si quiere ganar de nuevo reconocimiento social, el periodismo debe contribuir a que manejemos mejor la incertidumbre, el gran rasgo de las sociedades contemporáneas.

¿Cómo hacerlo? Se dice fácil y se aplica con dificultad: brindando instrumentos para que los ciudadanos organicen mejor los datos a los que pueden acceder en todo momento, ponderando los juicios sobre los acontecimientos cotidianos y brindando una visión coherente de la realidad que nos circunda.

Habría que añadir a dicha tarea, tres cuestiones que la periodista Amanda Ripley subrayó, en un artículo reciente, reflexionando sobre por qué los ciudadanos, incluidos los periodistas, han abandonado las lecturas de noticias al rechazar el negativismo que impera en ellas.

De acuerdo con Ripley, el periodismo tiene que brindar esperanza a ciudadanos agobiados por incertezas, debe transmitir la idea de que cada persona puede poner su grano de arena en la mejora del mundo y, en tercer lugar, ha de mostrar que toda vida importa, es valiosa. Glosando la expresión repetida por la vicepresidenta Francia Márquez: el periodismo debe dar una mano para que la dignidad se haga costumbre.

3. Elevar la cometa de Churchill

Se atribuye a Winston Churchill la frase “La cometa vuela más alto cuando hay viento en contra”, en referencia al papel fundamental que en una democracia cumplen oposiciones sólidas que subrayen errores del gobierno y lo obliguen a esforzarse para mejorar su desempeño.

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Una de esas oposiciones debería provenir de un periodismo que se aparte de la complacencia y trabaje en el control institucional, en solicitar que se rindan cuentas sin que ello implique la destrucción de la honra de los funcionarios o encubrir posiciones propaganditas.

Los que más han venido haciendo en los últimos años esa tarea de control son proyectos periodísticos que trascienden las salas de redacción de medios convencionales. Se trata de proyectos como Vorágine, Cuestión Pública, Razón Pública, Liga contra el silencio, La oreja roja, Diario Criterio, La cola de rata, El Armadillo, entre otros, así como las unidades de investigación de escuelas de periodismo, como Cero Setenta, de la Universidad de Los Andes, o la Unidad de Periodismo Investigativo del Politécnico Grancolombiano, en su mayoría, agrupadas en la Red Colombiana de Periodismo Universitario.

En esa tarea de control de los poderes públicos y fácticos, que sin desaparecer del todo es menos frecuente en los conglomerados de medios, deberían proseguir los espacios ocupacionales tradicionales que aún existen junto a (y mezclados con) formas más contemporáneas de periodismo que han permitido investigaciones colectivas, decisivas cuando se trata de desenmascarar la corrupción, a partir de asociaciones informales (en grupos de Facebook, LinkedIn u otras plataformas) y en redes globales ya hoy consolidadas: Conectas, el Clip, la Red Global de Periodismo de Investigación —GIJN— y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación —ICIJ.

4. Luchar contra el desorden informativo

Un cuarto aspecto para la reivindicación social del periodismo es el de consolidarse como el espacio que por antonomasia se opone al “desorden informativo”, causado por las informaciones erróneas, las informaciones falsas y las informaciones manipuladas, expandidas a niveles nunca vistos en la historia de la humanidad por cuenta de las plataformas sociales.

¿Hasta dónde las organizaciones periodísticas pueden seguir siendo cómplices y haciendo el juego a las grandes plataformas de Internet? Como lo subraya Alan Rusbridger, exdirector de The Guardian, en su libro Breaking News, es el momento de poner un tatequieto desde el periodismo mismo. Una respuesta que evite, además, que organizaciones partidistas aprovechen el merequetengue actual para impulsar legislaciones que restrinjan la libertad de información y expresión. 

Como han empezado a hacerlo la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) y Detox Infomation Project (DIP), el periodismo puede irse apropiando de la lucha contra la desinformación, impulsando proyectos de verificación de datos como Colombia Check y la Red Nacional de Chequeo (RedCheq), y aunando esos trabajos con grupos como Alfamed y Edumedia 3 y RedPaPaz, que impulsan la Alfabetización Mediática e Informacional (MIL).

En este caso, el trabajo debería apuntar a no reducir la MIL a la alfabetización noticiosa y el periodismo que lucha contra el desorden informativo a los proyectos de verificación de hechos y declaraciones.  

5. Redescubrir nuevos temas y nuevas geografías

La llegada de un Gobierno que se declara alternativo ofrece otra ocasión de oro para que del periodismo salde una deuda expuesta hace mucho tiempo y que otra vez quedó patente en los Informes de la Comisión de la Verdad: ha desconocido los temas, las angustias y, en últimas, las vidas de la denominada otra Colombia, de las regiones apartadas y de las minorías étnicas y religiosas.

La situación tiene múltiples explicaciones, desde la inviabilidad económica de proyectos periodísticos en zonas apartadas hasta la violencia contra los periodistas, pasando por el hecho de que, si bien muchos medios son independientes, están estrechamente vinculados al llamado Establecimiento.

El hecho es que, como lo reveló la Flip en una investigación publicada hace ya casi un lustro, en más de la mitad del país (cerca de 700 municipios) no hay medios que produzcan información local, al tiempo que los medios nacionales no atienden las cuestiones que atañen a esas comunidades. O las miran con los ojos equivocados del centralismo y el clasismo.

Es el momento, por tanto, de aterrizar el periodismo para mostrar nuevos temas, eclipsados por el cubrimiento del conflicto. Cuestiones que tengan que ver con las nuevas ciudadanías, que ofrezcan otras miradas de la realidad y den voz a “los nadie”, con otros encuadres que vayan más allá de lo que Mario Morales denominó hace poco, en su columna Un periodismo de drones, que ve todo desde arriba, sin bajar a tocar la tierra.

El periodismo es experto en darle palo a casi todas las instituciones sociales, pero la autocrítica es una rara avis. Ojalá no se pierdan estas cinco oportunidades y otras que seguro existen para que contribuya a formar una ciudadanía menos banal, acrítica e indiferente.

Álvaro E. Duque Soto es Ph. D. en ciencia política, de la Universidad de Turín (Italia); docente e investigador de temas de comunicación política, periodismo y educación en el Politécnico Grancolombiano.

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3 Comentarios

  1. Se ató los botines, miró a sus compañeros, primero al cinco, le miró el pelo, los rasgos, el porte, pasó al ocho, luego al tres. Todos sonreían, seguros del triunfo. Miró la pared, pegado con cinta, estaba una estampa de cristo crucificado. dollar euro Se fijó en la cinta, era de papel, no quería centrarse en el cristo. Al final lo miró. Respiró hondo, a medida que sacaba el aire pedía. Te pido que me ayudés Quiero ser normal. Te prometo, hacer un hospital donde me lo pidas quiero ser normal. Jugar como todos ellos. Empezó a caminar hacia el túnel, miraba todo, sus compañeros, ayudantes, técnicos. Todo iba bien, ya casi lo tenía se que, podía controlarlo. Los pasos retumbaban y el grito de la gente aumentaba.algo lo frenaba, se obligo a mantener la calma. Miró las puntas de sus botines, ya no podía volver atrás, apareció la escalera, llegó al centro de la cancha, no quería levantar la cabeza.

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