Petro y su histórica lección de ética pública
Si el diputado por el Atlántico, el señor Nicolás Petro recibió dineros de Santander Lopesierra, del hijo del Turco Hisalca y de otros, con destino a la campaña presidencial —y se quedó con estos— incurrió en delitos por los cuales tendrá que responder. Lo mismo sí, por otra parte, incurrió en tráfico de influencias ante ministros.
Huelga decir que todos los ciudadanos tienen derecho a la presunción de inocencia y a tener un juicio justo, sean hijos del presidente de la República, de un tenebroso mafioso o de un humilde reciclador. De iniciar la investigación ya se encargó la Fiscalía y, posteriormente, un juez de la República determinará su responsabilidad penal: esa es la ley.
La notoriedad del asunto deviene de que Nicolás es el hijo del presidente Petro; si no, su caso se hubiera perdido en el arrume de noticias irritantes que se producen a diario.
A la vida privada de Nicolás Petro y de su exesposa no me voy a referir, porque no soy analista ni cronista sobre asuntos del corazón y para eso hay ilustres periodistas de revistas como Semana y de otras pomposas publicaciones.
El presidente podría tener una ineludible responsabilidad política ya que él mismo designó a su hijo como responsable del Pacto Histórico en la costa Atlántica. “A Nicolás le queda la enorme tarea de liderar la Colombia Humana en todo el Caribe1”.
Lo que hubiera sido devastador o catastrófico es que el presidente Petro hubiera estado al tanto de este presunto manejo turbio y hubiera cohonestado con ello. O que los recursos hubieran entrado a la campaña con su conocimiento, porque el país estaría en las calles exigiendo —con justa causa— su inmediata renuncia.
Pero eso no pasó. Ocurrió todo lo contrario.
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Petro siempre ha sido un vigoroso paladín contra la corrupción y el país espera de él cátedra permanente de ética pública, de esas que reconcilian a los ciudadanos con la desprestigiada política.
Se conoce que desde que el presidente se enteró, por boca de la exesposa de Nicolás, a principios de febrero, de las presuntas andanzas de su hijo, al otro día impartió instrucciones a sus ministros para advertirle al gabinete “que nadie de su familia estaba autorizado para gestionar contratos o pedir puestos en el Gobierno”2.
También se conoce que a raíz de la acusación (y autoacusación) y de los rumores contra su hermano, el presidente, por medio de comunicado oficial, le solicitó a la Fiscalía General, el 3 de marzo, que abriera una investigación contra ellos: “Debido a la información que se rumora en la opinión pública sobre mi hermano Juan Fernando Petro Urrego y mi hijo mayor, Nicolás Petro Burgos, le pido al Fiscal General de la Nación adelantar todas las investigaciones necesarias y determinar posibles irregularidades”3.
Además, se sabe que en el 2014 cuando Petro era alcalde de Bogotá, el mismo Nicolás se vio involucrado en otra acusación por su presunta intervención en “irregularidades en contratos millonarios del distrito”4. Petro le solicitó a la Fiscalía investigar a su hijo mayor. La investigación se hizo, no encontraron elementos probatorios de la denuncia y el caso fue archivado.
Es decir, hizo lo que debía hacer. Pues como padre, su deber no es el de acolitar o tapar los delitos o los errores de sus hijos, sino el de disciplinar, corregir e inspirar; y como presidente su deber es actuar con rectitud, honradez y honestidad en su condición de faro o guía de la nación.
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Lo cierto es que, eso de solicitar investigaciones penales a familiares no lo habían hecho los anteriores mandatarios, quienes ante situaciones similares, prefirieron actuar como padres, familiares o hijos protectores, antes que como presidentes.
No lo hizo, ni a nadie se le ocurrió exigírselo al presidente José Manuel Marroquín cuando acusaron a su hijo Lorenzo, el “hijo del ejecutivo”, de haber recibido recursos gringos por la separación de Panamá.
Tampoco lo hizo el compañero, presidente Alfonso López Pumarejo, ni ante la acusación de enriquecimiento con transacciones de las acciones de la compañía holandesa Handel, por parte de su hijo Alfonso López Michelsen; ni por la acusación a su otro hijo Pedro López Michelsen, por el asesinato del boxeador y periodista Mamatoco.
Menos lo hizo Laureano Gómez Castro, cuando su hijo, el inmolado Álvaro Gómez Hurtado, fue acusado de traer maquinara tipográfica para el periódico El Siglo, saltándose los impuestos.
Jamás se le ocurrió al general Rojas Pinilla ante las acusaciones de malos manejos de su hija María Eugenia y de su esposo Samuel Rojas en el programa de la Secretaría Nacional de Asistencia Social (Sendas).
Mucho menos lo hizo el presidente Duque cuando acusaron a su señora madre de tráfico de influencias con bienes de la Sociedad de Activos Especiales (SAE).
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Y mucho, mucho menos, existe declaración o trino de Uribe (por el contrario, se ‘emberracaba’5) pidiéndole a la Fiscalía que investigara a sus hijos, a pesar de las reiteradas acusaciones por tráfico de influencias ante ministros, por presuntos vínculos con paramilitares, por alias el Chatarrero, por cuentas en paraísos fiscales, malos procederes en zonas francas, reuniones con Odebrecht, entre tantas otras.
En cualquier caso, la inédita actuación de Petro es una notificación categórica a los empleados públicos del orden nacional. Si Petro es capaz de solicitarle a la Fiscalía una investigación penal a su propio hijo y a su hermano, sin encubrirlos, también lo hará con funcionarios bajo su mando que presuntamente anden en malos pasos. De tal forma que ¡a trabajar juiciosos!
1Petro omite responsabilidad política y se desliga de su hijo. El Colombiano, 13 de marzo de 2023.
2Durante el Consejo de ministros, 2 de febrero de 2023.
3Comunicado de la Secretaría de Comunicaciones y Prensa de la Presidencia de la República. 3 de marzo de 2023.
4Petro alcalde ya había pedido a la Fiscalía invesrigar a su hijo por otro caso. El Espectador, 3 de marzo de 2023.
5“Ellos no están en la corrupción. Mis hijos no son corruptos. Mis hijos no son traficantes de influencias ante el Estado. Mis hijos no son atenidos al papá. Mis hijos no son hijos de papi. Mis hijos no son holgazanes. Mis hijos no son vagos con sueldo. Mis hijos han escogido ser hombres de trabajo, honestos y serios”. Revista Semana, 28 de noviembre de 2008.
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3 Comentarios
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Difícil y escabroso tema el del hijo del presidente Petro.
No tengo ni la mas pequeña duda de la honestidad y rectitud de quien le ha puesto el pecho al destino como lo ha hecho Petro, al enfrentarse con tanto rigor y valentía a la corrupción que corroe al país.
El tema es difícil como padre, pero sí creo que ese tipo de decisiones están tomadas de antemano, cuando se asumen posiciones frente a la vida que no admiten transacción alguna.
Y es escabroso, por la forma, la mayoria perversa, en que la prensa derechista ha tratado el tema, por supuesto, ignorando (¿ocultando?) que lo que Petro hizo es de una ética sublime y que, a pesar de las avidencias y pruebas, ningún otro presidente lo ha hecho.
Me uno a las voces de quienes aplaudimos al compañero presidente y le acompañamos en este episodio que esperamos, se resuelva como debe ser.
Desconfío de la fiscalía y dudo mucho de su transparencia y eficiencia, lo que me tiene un poco nervioso.
¡Abrazo Pedroluis!
Fiel radiografía de este país. Los delfines, cacaos, así como los hijos de quienes ostentan el poder, resultan archimillonarios de la noche a la mañana y nadie dice nada. Pero aquellos del régimen anterior, que usufructuaron el erario durante años… les aterra que otros hagan lo mismo. Todo está mal de principio a fin. Todos deben ser investigados. Todos deben responder, si se les comprueba.