“Hoy resulta imposible mantener a los niños en una burbuja”, Pilar Lozano
La periodista y escritora, autora de clásicos infantiles como ‘Colombia, mi abuelo y yo’, relanza ‘Historias de un país invisible’, un libro en el que les cuenta a los más pequeños historias sobre la resiliencia y la reconciliación en medio del conflicto armado colombiano.
En Historias de un país invisible, Pilar Lozano (Bogotá, 1951), periodista y escritora de libros infantiles y juveniles, asumió una tarea que describe como difícil: “Narrar, para ustedes, los más pequeños, historias de verdad que solo había contado a los adultos que leen periódicos“. Y no es para menos: en el libro, que salió por primera vez en 2017, bajo el sello de Ediciones SM, aparecen cuatro historias de resistencia y resiliencia enmarcadas en el conflicto armado colombiano.
Una escuela de Toribío, Cauca, que adaptó su metodología para evitar que los niños se fueran a la guerra y para recibir a los que habían estado en la guerrilla; una iniciativa de fútbol en paz, con reglas que destacan el buen comportamiento, en Granada, Antioquia; una escuela audiovisual que les enseña a los niños de Belén de los Andaquíes, Caquetá, a narrar sus historias como películas, y una iniciativa para llevar libros y lectura a las veredas de Itsmina, Chocó.
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Ahora que el libro vuelve a ver la luz, esta vez, bajo la editorial Panamericana, Criterio habló con Lozano sobre la decisión de escribirlo, su pertinencia, seis años después, y la importancia de que los más pequeños conozcan lo bueno, lo malo y lo feo que hay en el país.
Diario Criterio: ¿Por qué en ‘Historias de un país invisible’ usted decidió contar historias reales y no fábulas o ficción?
Pilar Lozano: Los temas de mis libros —21 publicados— han surgido de mis encuentros con diferentes realidades, de mi necesidad de darlas a conocer. Tengo alma de periodista y, como dice una amiga mía, he utilizado el periodismo y la literatura para contarles a los niños como es Colombia: lo bueno, lo bello, lo malo, lo feo.
Historias de un país invisible, en particular, fue un regalo de la vida. La idea nació en la editorial. El elegido para realizarla era Francisco Montaña. Para suerte mía, él no pudo y me hicieron la propuesta; yo escogí las historias.
Hacía mucho tiempo tenía deseos de ir a Sesteadero, el colegio en Toribío que da la mano a los que han cargado un fusil. Quería escribir sobre la Escuela Audiovisual de Belén de los Andaquíes; y como creo en la literatura como herramienta para construir paz, incluí la biblioteca de Istmina y busqué una experiencia en la que, a través del deporte, se reconstruyera el tejido social roto por la guerra. Hay muchas más historias de este tipo en todo el país. Me encantaría escribirlas.
Diario Criterio: ¿Qué es lo más complicado de contar historias reales, como estas, destinadas a niños y jóvenes? ¿Es muy diferente de escribirlas para “adultos que leen periódicos”?
Pilar Lozano: S. El tono. El enfoque debe ser distinto. Para hacerlo se necesita no apresurarse, dejar a un lado el afán. Historias de un país invisible recoge narraciones cortas pensadas para lectores adolescentes; me costó trabajo relatar tanto en poco espacio, elegir los detalles impactantes para ese tipo de lector. Me hubiera gustado estar más tiempo en cada lugar, las crónicas hubieran quedado más bellas.
En mi primer libro de crónicas para los más jóvenes, Crecimos en la guerra, pude hacerlo. Los protagonistas de las siete historias son adolescentes paramilitares, adolescentes guerrilleros, raspachines, niños y jóvenes víctimas de la mal llamada limpieza social, de las minas antipersona, del secuestro, testigos del horror de una masacre paramilitar.
Estuve al lado de ellos, mínimo, una semana, en unos casos, más de un mes. No puedo acercarme a un niño, al que le han sido violentados sus derechos, a agredirlo con mis preguntas sin permitir que previamente se establezca un lazo de confianza.
Diario Criterio: Es importante escuchar a los niños también…
Pilar Lozano: Tenemos una deuda inmensa con los niños y los jóvenes que han sufrido, desde distintas orillas, el conflicto. No los hemos escuchado. “Queremos hablar”, me dijo una niña que sabe del terror que genera una masacre paramilitar. “Yo tengo todo aquí guardado —y señaló el corazón—. Nadie me ha preguntado qué me pasó”.
Una crónica de ese primer libro tomó su nombre de la reflexión de una adolescente: “Nuestra infancia no ha sido normal; ha sido una infancia a la carrera, llena de miedos”. Y lo que vivimos en los primeros años de existencia, sabemos, marca nuestras vidas, deja huellas imborrables.
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Diario Criterio: Las cuatro crónicas de ‘Historias de un país invisible’ son historias de resiliencia y reconciliación. ¿Estas historias le han venido ganando espacio a las de violencia? ¿Cómo lo ve la gente que vive en esos lugares?
Pilar Lozano: Escribí Historias de un país invisible en un momento especial. Se acababa de firmar la paz con las Farc, había mucha esperanza. Pensamos que, por fin, podíamos volvernos a mirar a los ojos. Pero la guerra volvió, el miedo se apoderó, otra vez, de algunos lugares. No pasamos la página. Por eso estas historias de esperanza y las de violencia siguen siendo igualmente válidas para comprender nuestra realidad.
Tres de las experiencias que relato en este libro nacieron en medio del conflicto, fueron ideadas para ayudar a los niños y jóvenes a esquivar los males de la guerra. Me encantaría seguir registrando estos hechos. A pesar del regreso del sonido de las balas, la gente le sigue apostando a la paz. Hay incontables ejemplos de resiliencia.
Tenemos que entender el horror de la guerra, hacernos conscientes de su barbarie; tenemos que entender que hacer de la paz debe ser posible.
Diario Criterio: ¿Qué enseñanza le dejaron a usted estas historias y sus protagonistas?
Pilar Lozano: Me enseñaron que la paz puede ser real. Duele ver que la guerra ha vuelto a sitios como Toribio, el Catatumbo, luego de una pausa corta. Estamos dejando pasar una oportunidad valiosa para voltear la página. Siento que nos ha faltado compromiso para salir a gritar, “¡No más!”
Repito: debemos comprender qué significa la guerra para valorar la paz. Conocer historias como las que narro en este libro, para afirmar nuestro compromiso de no volver atrás. Hay que arriesgarlo todo para que este país, por fin, supere el modo guerra en el que vivimos desde hace siglos.
Diario Criterio: ¿Cómo fue el trabajo con Daniel Rabanal, el ilustrador?
Pilar Lozano: Sería ideal que los ilustradores de esta clase de libros fueran a los lugares. Casi nunca es posible. En este caso, Daniel Rabanal vive en Argentina. Yo le envié fotos y él hizo un trabajo magnífico.
Diario Criterio: ¿Por qué es importante que los niños y niñas, desde pequeños, conozcan estas historias?
Pilar Lozano: Tengo las más bellas experiencias con los niños y jóvenes que han leído mis libros que tocan el tema de la guerra. Las preguntas nunca faltan: “¿Qué podemos hacer para que esto no se repita?”, “¿Verdad, pasó eso?”. O expresiones como: “No puedo decir que este libro me cambió, pero sí me di cuenta de que no puedo mirar el mundo con ojos que no ven”. “Ahora puedo ver una Colombia que se desangra. Ahora mi mente ya no es víctima de la ignorancia”. “Esta obra me muestra un conflicto que camina al pie de la indiferencia”.
Muchos logran ponerse en los zapatos de los personajes. Las crónicas retratan vivencias de jóvenes que, como todos los de su edad, tienen ilusiones, ganas de ser, de construir. La diferencia, y eso hace este país tan desigual, tan injusto, es que a unos se les brindan los medios para realizar sueños y para otros no existe ni siquiera la posibilidad de imaginarlos.
Un profe me confesó que estuvo a punto de no trabajar Crecimos en la guerra en el aula: “Me dio temor. Es un libro duro. ¿Para qué más guerra?”. Pero unos colegas lo animaron. El resultado, según sus propias palabras, fue muy positivo: “Los alumnos se identificaron con las problemáticas que viven los jóvenes del campo: pobreza y no futuro”.
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Diario Criterio: Imagino que no es fácil tocar el tema…
Pilar Lozano: Hay miedo a enfrentar estas lecturas: miedo a los padres, a las directivas, a no tener respuesta a preguntas difíciles de los estudiantes. Rodolfo Llinás, uno de los más importantes científicos colombianos, un neurofisiólogo preocupado por la educación, dice: “A los niños hay que contarles la verdad, hay que darles contextos”.
Lo que jamás podemos hacer es proponer estos libros sin haberlos leído, sin tener un criterio sobre la problemática que plantean. Si invito a leer sobre el conflicto armado, debo saber qué lo generó. No aparece de un día para otro, porque sí, es necesario tener claro que detrás de los que disparan se mueven muchos y diversos intereses.
Diario Criterio: También es una forma de no esconderles la realidad…
Pilar Lozano: Cuando yo era pequeña se creaba un mundo para los menores de edad y otro para los adultos. Los niños tenían que irse a jugar cuando los grandes hablaban. Hoy resulta imposible mantenerlos en esa burbuja. No existe nada vedado para ellos. No hay nada de lo cual no tengan información. Tienen sus cabezas llenas de inquietudes y buscan explicaciones.
La escritora española Almudena Grandes, fallecida hace poco, calificó de error el querer silenciar el pasado. “Como los recuerdos dolían, no recordaban. Como las lágrimas herían, no lloraban. Como los sentimientos debilitaban, no sentían”. Ella escribió cinco novelas para tratar de descifrar el dolor de la guerra civil en su país.
En sus escritos defendió el poder de la memoria. La memoria, decía, “es clave para la construcción de la identidad: la identidad personal, la de la familia, la de los pueblos y los países”.
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4 Comentarios
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Buena entrevista explica la historia del libro y porque se escribió , dirigido a jóvenes y niños
Es la realidad y ahora los jóvenes y niños quieren conocer , saber y entender lo que pasa a su alrededor
Interesante leerlo