“Un Plan de Cultura bien diseñado, pero sin pertenencia del ciudadano, es perder la tarea”

Juan Pablo Ricaurte lleva más de 30 años involucrado, desde distintos frentes, con el sector cultural en Medellín. Actualmente hace parte del Consejo de Cultura de la ciudad. Criterio habló con él a propósito del IX Foro de Cultura de la Ciudad de Medellín y la formulación del Plan de Cultura 2023-2033 para la ciudad. 

Es gestor cultural, teatrero y ha estado involucrado con la cultura en Medellín desde finales de los años ochenta, cuando se estaba graduando del colegio. Ha estado en administraciones municipales, en la sociedad civil y actualmente es miembro del Consejo de Cultura de Medellín, el espacio creado por la Ley 397 de 1997 para que la ciudadanía vele por las artes, la cultura y el patrimonio de la ciudad, intermediando frente a la alcaldía.

Criterio habló con él en el marco del IX Foro de Cultura de la Ciudad de Medellín, organizado por esa entidad, sobre la formulación del nuevo Plan de Cultura para la ciudad y los retos del sector para la Medellín de la actualidad y del futuro.

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Diario Criterio: ¿Cuándo y por qué terminó usted haciendo teatro y metido en el mundo cultural?

Juan Pablo Ricaurte: Yo soy de la generación que terminó el colegio finalizando los años ochenta y comenzando los noventa, y tuve la fortuna de estudiar en un colegio público, el Marco Fidel Suárez, que quedaba junto al estadio. En esa época los colegios eran nacionales y eso nos daba la oportunidad de tener profesores que iban a hacer la práctica de las maestrías, entonces durante los dos últimos años de bachillerato tuve docentes en arte, literatura y filosofía. Con ellos creamos un periódico muy literario, el Pregón Suarista, y creamos grupos de teatro, de danzas y hasta un cineclub (que fue mi primer trabajo de gestor cultural y mi primer quiebra).

En esa época o te ibas para alguno de los grupos alzados en armas o para el narcotráfico, pero el arte y la cultura me abrieron un camino, junto a mi familia, y me mostraron que había otra posibilidad de pensar el país. Fue una fortuna, porque casi todos los que terminaron el colegio conmigo en esa generación terminaron borrados por la violencia del país. Si quedamos 5, es mucho, y somos los que estamos metidos en el arte y la cultura. Por eso siempre he creído que el arte y la cultura tienen que estar ligados al sistema educativo.

Diario Criterio: El primer Plan de Cultura de Medellín lo cogió justo para esa época, cuando empezaba en la gestión cultural, ¿cómo se dio esa discusión? ¿Qué recuerda de ese momento?

Juan Pablo Ricaurte: Luego de salir del colegio hice otras cosas: inicié teatro y no lo termine (aunque seguía con el grupo haciendo cosas), estudié un pregrado y una especialización en estudios urbanos culturales, trabaje en El Cerrejón en la parte cultural y recreativa (allí conocí las comunidades, la ruralidad y eso me llevó al mundo de la narración oral). Pero siempre, al lado de eso, estuvo la preocupación por la gestión cultural: cómo lograr hacer que se dieran las cosas.

Por esa época estábamos discutiendo la Constitución de 1991 y habían muchas discusiones ciudadanas sobre el país. La ciudad había empezado a construir el primer Plan de Desarrollo Cultural y empezaron a escuchar las voces de los jóvenes, querían saber cómo pensábamos la ciudad desde la cultura. Un tiempo después esa conversación siguió, porque el gobierno Gaviria creó una Consejería Presidencial para Medellín que instaló unas mesas de discusión por la ciudad, una de ellas dedicada a la cultura.

Plaza Botero en Medellín

Diario Criterio: ¿Cuáles fueron las características de ese plan y cómo era la ciudad en ese entonces?

Juan Pablo Ricaurte: La ciudad estaba metida en plena violencia con grupos paramilitares, narcotráfico y toda la historia que ya conocemos. Pero el sector cultural fue de los pocos que hizo resistencia. Las salas y los espacios no cerraron a pesar de las bombas, nacieron festivales como el de poesía y muchas entidades empezaron a organizar eventos artísticos para resistir y tomarse las calles. Por eso ese plan busco fortalecer las comunidades, la creación y la institucionalidad, que existiera un diálogo con otroslos sectores, como la educación. Fue un plan construido con la academia, los gremios, entidades como Asencultura (la Asociación de Entidades Culturales de Medellín). Pero bien entrados en los años noventa comenzamos a olvidar ese plan…

Diario Criterio: Ese es también el peligro de este tipo de documentos…

Juan Pablo Ricaurte: Sí. Los planes de cultura pueden quedar muy bien planteados, pero si no tiene un trabajo colectivo detrás, el ejecutivo puede terminar olvidándolos. Por eso, si quedan bien diseñados, pero no hay pertenencia del ciudadano, no solo del que vive de la cultura, sino de toda la ciudadanía, se pierde un poco la tarea.

Diario Criterio: Tuvieron que pasar más de dos décadas para el siguiente Plan de Cultura de la ciudad, ¿por qué se dio esa demora?

Juan Pablo Ricaurte: Entre 2004 y 2005 empezó el proceso de reformular el siguiente plan. Maestros, gestores, artistas empiezan a hacer un balance de todo lo que había dejado el plan anterior y de lo que procesos como el movimiento roquero, los movimientos artísticos y la violencia de los años noventa le habían dejado a la ciudad. Pero el plan se demoró casi tres administraciones en ese proceso de pensar y reflexionar: se entregó en 2011 y fue acuerdo municipal en 2015. Tal vez porque no tuvo detrás el mismo proceso de participación, que fue fundamental en el primero. No habían, además. esas ganas de pensar, desde la cultura, una sociedad para el desarrollo. Además parte de las asociaciones habían empezado a morir y las entidades del Estado, en toda Colombia, empezaron a instrumentalizar la cultura y sus mecanismos.

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Diario Criterio: ¿Qué cosas buenas dejó ese Plan de Cultura 2011-2020 y qué le faltó?

Juan Pablo Ricaurte: Ese plan fortaleció todo lo que fue nuestro sistema de bibliotecas, el sistema de cultura y tuvo mucho énfasis en una forma de ver la cultura ciudadana que fue importante para la ciudad. Pero yo creo que se perdió un poco la perspectiva territorial, así como ese matrimonio entre educación y cultura.

Diario Criterio: ¿Cómo es la Medellín de ahora comparada con la de hace 10 años? ¿Qué necesidades tiene el sector cultural para la formulación de este nuevo plan?

Juan Pablo Ricaurte: Es una ciudad a la que hay que mirar en sus diferentes territorios. Cada comuna y cada corregimiento tienen necesidades y procesos culturales distintos. Así que yo creo que esa territorialidad es clave. También hay varias preguntas que han ido dejando distintas situaciones: el movimiento cultural de la Comuna 13, con todo ese turismo extranjero, por ejemplo. O el hecho de que esta sea una ciudad con una producción de grandes eventos y grandes artistas en algunos géneros musicales. Así mismo, las grandes instituciones, como los museos, deben preguntarse por cuál es su papel de cara a la ciudadanía y a los distintos territorios de la ciudad.

También hay que reconocer la producción propia de cada territorio, que es múltiple y diversa, en poblaciones, género y formas artísticas y culturales. Además, hay que tener en cuenta que el fenómeno del presupuesto participativo, que lleva 15 o 20 años aplicándose, hizo cambiar a los actores culturales y artísticos, incluso al ciudadano que no crea, pero que consume lo que hacen en su barrio. Las redes artísticas en música, artes escénicas y artes plásticas han creado tejidos nuevos y nuevas necesidades. Y también es básica la pregunta por la sostenibilidad económica de los creadores culturales.

Pero, sobre todo, hay que entender verdaderamente por qué la cultura es clave para el desarrollo, y eso se debe pensar a través de la integralidad entre las distintas áreas del conocimiento: la cultura en lo ambiental, la cultura en la salud, la cultura en la educación, etc. Hay que volver a esos matrimonios y a esas visiones.

Paraninfo U de A
El Foro de Cultura de la Ciudad de Medellín se llevará a cabo en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia

Diario Criterio: Está no será una actualización, como la que se está gestionando con el Plan Nacional de Cultura, sino una formulación nueva, ¿por qué?

Juan Pablo Ricaurte: A la mayoría de los planes, como el Nacional o el de Antioquia, les hacen una actualización porque creen que algunas líneas o componentes no se cumplieron o hay que adecuarlos. Pero nosotros veíamos, como Consejo de Cultura de Medellín, que la ciudad había cambiado mucho entre 2012 y 2020: los territorios reclamaban otro tipo de cosas, ellos querían que lo que se planteaba en el plan (los componentes, los proyectos, las bibliotecas) se viera allí en sus territorios. También veíamos que había que darle un giro al programa de estímulos y que la pandemia había dejado muchos vacíos. Así que decidimos volver a consultar. Y como esto va cambiando tan rápido, con la tecnología y la inteligencia artificial, tal vez nos la juguemos por hacer una revisión a cinco años.

Diario Criterio: ¿Por qué son importantes este tipo de planes?

Juan Pablo Ricaurte: Porque son bitácoras para navegar en este mar, para poder pilotear y saber cómo me acomodo a una circunstancia particular, pensando en el futuro, claro, pero sin dejar de ver el panorama del momento. Para que la bitácora funcione es clave, también, que el sistema de cultura y el Consejo de Cultura se fortalezcan y tenga verdaderas alas para pilotear. Porque el plan contesta preguntas y plantea algunos lineamientos, pero también deja preguntas, que tienen que ser conceptuales y filosóficas, para contestar al momento histórico que se plantee en 5 o más años.

Diario Criterio: ¿Cómo ve la polémica por el manejo de la cultura durante el gobierno de Daniel Quintero? Hay criticas de parte del sector que hablan de poca gestión, poco presupuesto y amiguismos, mientras otros dicen que se abrió el presupuesto a más sectores y organizaciones

Juan Pablo Ricaurte: A mí me parece fundamental que se de el debate, pero hay que darlo con argumentos y con evidencias de ambos lados. Yo creo que sí había que abrir el presupuesto a otras expresiones que existían en los territorio pero que no estaban visibilizadas y no tenían casi recursos, sin abandonar al gran sector cultural que estaba antes y que hizo ciudad, pero que también demostró que cuando nos volvemos muy dependientes de los recursos del Estado, perdemos la capacidad de organizarnos y de buscar otras formas de hacer las cosas. Todas las voces hay que escucharlas, y eso implica que los más veteranos tienen que escuchar a estas nuevas voces, a los pelados y peladas que vienen de todas las disciplinas con otras formas distintas de crear y de hacer cultura y arte.

Creo que la clave es dar los debates con altura y sin tenerle miedo al conflicto. Toca pensar qué hay más allá del recurso económico, sin decir que el recurso no sea clave, pero hay que buscar fórmulas de sostenibilidad económica distintas para cada sector. Me parece bien tener el presupuesto adecuado, pero la plata siempre será finita. Es más, a veces podemos tener mucho, pero el verdadero problema es qué hacer con todo eso. El llamado también debe ser al sector privado para que busque otras formas de apoyar a los distintos sectores y formas de hacer arte que están surgiendo en los territorios.

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3 Comentarios

  1. Todos los planteamientos ahora para el sector cultural de nuestro país coinciden con la importancia real que este sector debería tener para cualquier Sociedad que no se le está dando
    Debe haber apoyo de todas las fuerzas públicas y privadas para lograrlo

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