La medida de Quintero que a Botero le cayó gorda

El maestro Fernando Botero se quejó, por medio de una carta, de la decisión de la Alcaldía de Medellín de cercar la icónica plaza de sus esculturas. Pide que la ciudadanía pueda transitar libremente. El alcalde le respondió que nunca ha estado cerrada.

La Plaza Botero, ubicada en el centro de Medellín, junto al lado del Museo de Antioquia, no solo es uno de los espacios más representativos y turísticos de la capital de Antioquia, sino que representa la transformación que vivió esa ciudad a finales de los años noventa, cuando pasó de ser una de las más violentas del mundo (con 6.809 personas asesinadas en 1991) a convertirse en todo un ejemplo de civismo y desarrollo.

Es un parque público con 23 esculturas originales del maestro Fernando Botero, desde el cual se ve el Museo de Antioquia, el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, el metro elevado y el Hotel Nutibara. Un espacio abierto, lleno de árboles y arte, que nació gracias a la donación de las esculturas por parte del artista y se consolidó gracias a Empresas Públicas de Medellín (EPM), la Alcaldía y la presión de muchos medellinenses. Un ejemplo perfecto de como la ciudadanía, las autoridades, las entidades culturales y el arte pueden unir esfuerzos para apropiarse del espacio público.

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En el último mes, sin embargo, la Plaza Botero ha estado en el centro de la polémica. La decisión del alcalde Daniel Quintero de cercar el espacio, debido al aumento de la inseguridad, dejando algunos puntos en los que la Policía controla el ingreso y la salida de visitantes, ha generado una polvareda que tiene a muchos gestores culturales, líderes locales y opinadores descontentos. Ellos creen que el cerramiento es inútil frente a la inseguridad a largo plazo (a pesar de que el alcalde muestra cifras exitosas de los primeros días de la medida) y que devuelve a la ciudad en el tiempo a épocas en las que el espacio público era inaccesible.

A muchos les disgustó, además, que la medida fuera tomada unilateralmente, sin tener en cuenta al Museo de Antioquia, delegado por el propio artista para gestionar su obra, incluyendo la que está en el espacio público.

Plaza Botero - Cultura en Medellín
Plaza de Botero. Atrás, el Palacio de las Artes Rafael Uribe Uribe y el Metro de Medellín.

La polémica escaló esta semana, sin embargo, cuando el propio maestro Fernando Botero alzó la voz y envió una carta a María del Rosario Escobar, directora del museo, quejándose de la decisión de cercar la plaza que lleva su nombre.

“Desde siempre mi voluntad fue que este espacio fuera para toda la ciudadanía y que el Museo de Antioquia fuera su principal cuidador. Cualquier tipo de intervención debe contar con el museo, tanto en la conservación como en las decisiones en torno al espacio público”, dice la carta.

“La plaza es un espacio artístico del Museo de Antioquia y de Medellín. Así se concibió y bajo ese concepto hice la donación. Que la ciudad transite libremente, así debe estar”, añade el maestro Botero, antes de pedirle a Escobar que le envíe una copia de ese mensaje a la alcaldía de Medellín.

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La declaración de Botero fue vista por muchos como una desautorización a Quintero y una petición para que quitara las cercas y no tomara más decisiones sobre la plaza que contiene sus esculturas sin consultar al museo. Sin embargo, el alcalde se mantuvo en su decisión y le respondió al artista con una carta en la que le dice que la plaza “nunca ha estado ni estará cerrada”, y que “su deseo es el mío y el de todas y todos los medellineneses: que Plaza Botero vuelva a ser un espacio representativo para la ciudad“.

Según Quintero, quien no llama al cerramiento un “cierre”, sino “un abrazo”, ya un millón de personas han visitado la Plaza en su actual condición, incluyendo familias y “turistas que no habían vuelto“. Además, anunció que tienen preparado una intervención para “iluminar con un diseño arquitectónico el Museo de Antioquia, el Hotel Nutibara y la iglesia de la Veracruz”. Y también, que se han organizado con vendedores ambulantes y comerciantes del sector para cuidar el lugar y atender a los visitantes.

Fernando Botero
Fernando Botero

Llama la atención, sin embargo, que el alcalde no diga nada acerca del comentario de Botero sobre que ninguna intervención sobre la Plaza se debería tomar sin el Museo de Antioquia.

Muchos esperan que esta situación no se convierta en una especie de divorcio entre artista, instituciones culturales, ciudadanía, empresarios y la administración distrital. Uno que devolvería a Medellín a épocas que pocos quieren recordar. Y, aunque la inseguridad en el sector es una realidad ante la cual el alcalde tiene que responder, no hay que olvidar el espíritu con el que nació la Plaza Botero: el de todos los sectores unidos, tirando para el mismo lado.

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