La Alcaldía de Cali y la puja electoral entre ricos y pobres
Desde hace varias décadas, la lucha por la Alcaldía de Cali ha estado marcada por la desigual batalla política entre clases sociales. ¿Por qué?
En la actualidad, el municipio de Cali (Valle) cuenta con al menos 16 precandidatos que hacen parte del sonajero para ocupar la silla del Centro Administrativo Municipal (CAM), a partir de enero de 2024.
El que logre esa meta electoral y política, tendrá la posibilidad de manejar un presupuesto anual de 4.6 billones de pesos y el poder para controlar una planta de cargos entre funcionarios y contratistas que suman 2.376 servidores públicos.
Pero quizás lo más importante, uno de esos 16 precandidatos podría convertirse en el conductor que acelere o le meta freno de mano a uno de los fenómenos políticos más exitosos de las últimas décadas: el auge de la izquierda política en el suroeste del país.
Como se recordará, en las elecciones presidenciales de 2022, Gustavo Petro fue el rey absoluto en esa región del país, superando con creces a políticos locales de talla como la exsenadora y exgobernadora Dilian Francisca Toro Torres.
El apoyo a Petro en Cali fue tan apabullante, que duplicó en votos a Rodolfo Hernández, el candidato que respaldaban la derecha y todo el notablato caleño.
Además, durante el estallido social de 2021, tras la reforma tributaria del entonces presidente Iván Duque, la capital del Valle se convirtió en el epicentro y termómetro de la crudeza del paro, los bloqueos y la aparición del fenómeno conocido como la Primera Línea.
En medio de esa olla a presión que estuvo a punto de estallar y convertirse en una guerra civil, tal como lo advirtió el propio alcalde Jorge Iván Ospina, se avecina una nueva jornada electoral marcada por la eterna lucha de clases entre pobres y ricos.
Pero la actual contienda política cuenta con otros elementos adicionales que sin duda le pondrán más picante a la puja por los votos.
Por un lado, el desplome de la imagen y desaprobación de los caleños por la gestión del actual mandatario Jorge Iván Ospina que, aunque llegó a ese cargo con el aval del Partido Verde, siempre ha sido reconocido como un político de izquierda.
Por el otro, la atomización de aspirantes con corte independiente, gremial y con banderas de la derecha, pero que carecen de reconocimiento.
Para resumir el perfil de cada uno de esos precandidatos en el sonajero, DIARIO CRITERIO les aplicó una especie de filtro con lo bueno, lo malo y lo feo que rodea a los aspirantes por dirigir las riendas de la ciudad.
Ana Erazo Ruiz
Lo bueno:
Politóloga y defensora de derechos humanos. Actualmente, Ana Erazo es concejala de Cali por el Polo Democrático y siempre ha sido coherente con su activismo y apoyo a las propuestas del Pacto Histórico.
Lo malo:
Su experiencia en el sector público, por ahora, se limita al ejercicio de sus funciones como concejala de Cali.
Lo feo:
Al comienzo de la Administración del alcalde Jorge Iván Ospina, hizo parte de la coalición, pero después se desmarcó y es una de las críticas más feroces de su alcaldía.
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Catalina Ortiz Lalinde
Lo bueno:
Abogada becada para realizar una maestría en administración pública de la universidad de Harvard. Ortiz es madre, esposa y exrepresentante a la Cámara por el Valle (2018-2022) por el partido Alianza Verde. Dicho cargo de elección popular le mereció ser reconocida como una de las mejores parlamentarias de la región.
Lo malo:
Pese a su basto conocimiento sobre temas de la ciudad, carisma y profesionalismo, es percibida como lejana a los caleños de a pie, algo que sin duda podría superar en campaña.
Lo feo:
Irónicamente, su perfil es tan bueno que tiene la capacidad para tratar cualquier tema de país, pero esa virtud la hace ver lejana y ausente en su ciudad. Algo así como sobrecalificada para el cargo, pero sin duda es un problema superable con una buena estrategia de campaña.
Darschan Ocampo Arias
Lo bueno:
Es ingeniera electrónica con especialización de servicios avanzados en telemática, diplomado en gerencia estratégica en tecnologías de la información y candidata a maestría en gobierno. Ocampo fue edil de la Comuna 2 de Cali, se considera una ciudadana de a pie y se presenta como una mujer dentro del espectro político de derecha, pero dispuesta a los consensos.
Lo malo:
Carece de reconocimiento público y no tiene experiencia en el sector oficial más allá de su labor como edil. Su mano dura y radical podría ser mal vista por el electorado caleño.
Lo feo:
Se esfuerza demasiado en presentarse como una candidata de a pie, cercana al pueblo y eso la hace ver un poco libreteada en su discurso. Pero todo eso lo puede corregir en campaña.
Diana Rojas Atehortúa
Lo bueno:
Ella es economista y magíster en planificación urbana y regional. Concejala de Cali y una de las opositoras más activas a la gestión del alcalde Jorge Iván Ospina. Al igual que la precandidata Catalina Ortiz, tiene sus orígenes en los toldos políticos del movimiento de Sergio Fajardo. Rojas fue secretaria privada del alcalde Maurice Armitage (2016-2019) y tras ese paso por el sector público, se hizo contar como concejala y arrasó al obtener la mayor votación por el partido Liberal.
Lo malo:
Hace parte de ese ramillete de aspirantes de centro en Cali y el Valle que en las recientes elecciones han reducido su poder electoral.
Lo feo:
Renunció a su curul al Concejo en 2022, lanzando piedras al Partido Liberal que la avaló, porque no compartía la posición gobiernista que asumió esa colectividad con el alcalde Jorge Iván Ospina.
Juana Eloisa Cataño Muñoz (Juanita Cataño)
Lo bueno:
Comunicadora social, especialista en gestión pública y actualmente cursa una maestría en gobierno. Cataño es joven, carismática, activista y sin pelos en la lengua para ejercer control político. Tiene 32 años y es madre de dos niñas.
Lo malo:
Pese a que fue diputada del Valle por el Centro Democrático en el periodo anterior, su gestión desde la Asamblea no tuvo mayor eco mediático y en las elecciones al Congreso del año pasado quiso llegar a la Cámara de Representantes, avalada por Cambio Radical, pero se quemó.
Lo feo:
Aunque pocos niegan de su capacidad argumentativa, hay quienes le critican el radicalismo de sus posturas que, muchas veces, parecieran estar más enfocadas en viralizarse en redes sociales. Atacó con ferocidad a la Primera Línea durante el paro de 2021.
Mábel Lara Dinas
Lo bueno:
Es una reconocida periodista con trayectoria en medios nacionales. A ello se suman sus credenciales académicas como el magíster en ciencia política y relaciones internacionales y la especialización en gerencia del desarrollo social. Actualmente, Mábel Lara integra el grupo de mujeres en la mesa de diálogos de paz en México entre el Gobierno y el ELN.
Lo malo:
Carece de experiencia política y en la administración del sector público. Además, se quemó en las pasadas elecciones al Congreso cuando aspiró al senado por el Nuevo Liberalismo.
Lo feo:
Si bien se trata de un perfil muy interesante para la ciudad de Cali, no sería bien visto que abandonara su incorporación en la mesa de diálogos de paz entre el Gobierno y el ELN.
Miyelandi Torres Agredo
Lo bueno:
Es una funcionaria carismática, cuya vida pública sobresale en el sector salud. De hecho, su mayor carta de presentación ante los caleños fue su gestión como secretaria de Salud de Cali, cargo a través del cual debió enfrentar la pandemia.
Lo malo:
Su nombre ha sonado reiteradamente por supuestos vínculos con entramados empresariales contratistas del sector salud, aunque hasta la fecha ninguna autoridad la ha relacionado con irregularidades contractuales. Por otro lado, Torres fue secretaria de Salud del actual alcalde Jorge Iván Ospina, cuya popularidad y gestión está por el piso, según las encuestas.
Lo feo:
Ella es prima de la reconocida baronesa política del Valle, la exsenadora y exgobernadora Dilian Francisca Toro Torres. Esa familiaridad y cercanía la convierte, por defecto, en una de sus probables fichas políticas.
Alejandro Éder Garcés
Lo bueno:
Experto en política mundial, filosofía y asuntos públicos internacionales. Todo ese conocimiento lo aplicó en la Agencia Colombiana para la Reintegración y la Alta Consejería para la Reintegración Social durante los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. Éder hizo parte del equipo que negoció la paz con la guerrilla de las Farc.
Lo malo:
Es visto como un candidato que hace parte del notablato caleño. De hecho, él es uno de los empresarios que revivieron la Fundación Industrial del Valle, hoy conocida como Propacífico. Es miembro de una familia pudiente cañicultora del Valle, pero ese linaje lo usan sus opositores políticos para avivar la llama de la eterna lucha de clases sociales en Cali.
Lo feo:
Pese a ser un candidato de centro, durante la segunda vuelta presidencial del año pasado, apoyó al candidato presidencial Rodolfo Hernández y esa voltereta no se la perdonan los caleños progresistas.
Danis Rentería Chalá
Lo bueno:
Abogado con maestría en derechos humanos y cultura de paz. Hasta junio del año pasado, Rentería fue el secretario de paz y cultura ciudadana de Cali, cargo a través del cual tuvo contacto directo con las barriadas y los sectores más vulnerables de la ciudad a lo largo y ancho de las 22 comunas y 15 corregimientos.
Lo malo:
Se trata de un exfuncionario que no cuenta con exposición y visibilización mediática entre los caleños, pese a que fue concejal (2012-2015). Sin embargo, se trata de un asunto que podría mejorar a medida que la elección se acerque.
Lo feo:
En vista de la pésima imagen y desaprobación de la gestión del alcalde Jorge Iván Ospina, mostrarse como exfuncionario de su administración no es precisamente la mejor carta de presentación para una futura elección. Se ha paseado por varios partidos políticos (MIO, La U, Cristianos).
Deninson Mendoza
Lo bueno:
Profesional en mercadeo y marketing, con una especialización en derecho constitucional. Se presenta como un candidato de centro con énfasis en temas sociales; no esconde su admiración y simpatía por el presidente Gustavo Petro y tiene entre sus banderas promover la construcción del metro para Cali. Se presenta como independiente.
Lo malo:
Carece de trayectoria y reconocimiento en la capital del Valle. Se le nota un esfuerzo apresurado por desmarcarse del alcalde Jorge Iván Ospina.
Lo feo:
Desde que su nombre comenzó a sonar como candidatizable, siempre lo han relacionado como una ficha política del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, ya que, durante su administración, Mendoza fue gerente del canal público local Telemedellín.
Élmer Montaña Gallego
Lo bueno:
Es un abogado penalista con trayectoria en el sector público. Fue fiscal en el mítico Distrito de Aguablanca en Cali y coordinador de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación en el Valle y Cauca. Montaña ha sido un reconocido litigante que participó en las defensas judiciales de casos mediáticos, como el del exdiputado Sigifredo López y los jóvenes de la Primera Línea.
Lo malo:
Carece de experiencia política y nunca ha ocupado un cargo de elección popular. Y dentro del Pacto Histórico, haría parte de la línea de la senadora Clara López.
Lo feo:
Muchas veces su excelente capacidad como abogado penalista se diluye y confunde entre su activismo político.
Hernando Morales Plaza
Lo bueno:
Morales es un reconocido abogado con trayectoria en el sector público.
Lo malo:
Su nombre ha sonado en medio de cuestionados contratos con las Empresas Municipales de Cali, Emcali.
Lo feo:
Ha sido defensor de confianza del alcalde Jorge Iván Ospina y el exgobernador del Valle, Juan Carlos Abadía Campo.
Juan Martín Bravo Castaño
Lo bueno:
Publicista especializado en mercadeo. Bravo es uno de los concejales más ‘pilos’ de Cali. Ha sido gestor de iniciativas comunitarias y hecho denuncias de presuntos hechos de corrupción en el municipio.
Lo malo:
Hace parte del directorio departamental Conservador, uno de los partidos tradicionales más golpeados electoralmente, no solo en Cali, sino en el Valle del Cauca.
Lo feo:
Fue secretario ejecutivo del gobernador del Valle, Ubeimar Delgado (2012-2015), mandatario conservador que hace parte de esa casta de caciques políticos de la región.
Roberto Ortiz Urueña (El Chontico)
Lo bueno:
Es un empresario y político con gran reconocimiento, gracias a su casa de apuestas a través de la cual desarrolló programas sociales. Como concejal, Ortiz se ha visibilizado con denuncias y una fuerte oposición a la gestión del alcalde Jorge Iván Ospina. Está recogiendo firmas.
Lo malo:
En el pasado lo han visto como un candidato cercano al Uribismo y con guiños hacia el expresidente Álvaro Uribe, algo que jugaría en su contra, especialmente en sectores populares de la capital del Valle.
Lo feo:
Esta sería la tercera vez que es candidato para aspirar a la alcaldía de Cali, algo que en política puede ser interpretado como una obsesión. Pero como dice el viejo y conocido refrán: la tercera es la vencida.
Tulio Gómez Giraldo
Lo bueno:
Reconocido empresario caleño por adopción. Entre sus logros figura la consolidación de la cadena de supermercados Superinter, que luego vendió al grupo Éxito, y el salvavidas que le lanzó a la liquidada Almacenes La 14. Pero, sin duda, su mayor reconocimiento mediático corrió por cuenta de la compra de acciones del América de Cali, ya que bajo su presidencia dicho equipo ascendió a la liga profesional A, luego de permanecer varios años en la B.
Lo malo:
Carece de experiencia política y del conocimiento para el manejo y administración en el sector público.
Lo feo:
Su activismo deportivo al pertenecer a un equipo de fútbol en una ciudad que cuenta con dos hinchadas rivales (América y Deportivo Cali), podría convertirse en su ‘talón de Aquiles’ a la hora de coquetearle al electorado caleño. Una cosa es ser hincha y, otra muy distinta, ser accionista de un equipo.
Wilson Ruiz Orejuela
Lo bueno:
Abogado, exmagistrado del Consejo Superior de la Judicatura y exministro de Justicia. Es decir que Ruiz es un exservidor público con peso y reconocimiento en las altas esferas del poder judicial.
Lo malo:
Hizo parte del gobierno del entonces presidente Iván Duque, como ministro de Justicia, algo que se convierte en un lunar para el electorado caleño que criticó y desaprobó esa Presidencia.
Lo feo:
Su defensa a ultranza de la gestión del entonces presidente Iván Duque y el desconocimiento de los crímenes y abusos cometidos por la fuerza pública, durante el paro nacional de 2021.
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