El caos citadino y sacro presente en los premios Luis Caballero

‘Para los tiempos que corren’ y ‘Mancha Roja’ hacen parte de las propuestas nominadas al premio Luis Caballero 2022. Ambas exposiciones estarán abiertas hasta el 12 de junio. 

Las salas de la Galería Santa Fe llevan cerca de un mes convertidas en una iglesia con arte sacro y en un TransMilenio sin puertas ni ventanas. Se trata de dos de los proyectos nominados al premio Luis Caballero 2022.

En Para los tiempos que corren, de Adrián Gaitán, se plantea un juego de desplazamientos espaciales y semióticos con el que se interroga por los recursos simbólicos y físicos de los que disponen las instituciones que concentran poder económico, político o religioso. En este contexto, la imagen funciona como objeto litúrgico y devocional, utilizada especialmente por el poder religioso.

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Por su parte, La mancha roja, de Iván Navarro, se basa en la expresión “mancha roja”, sugerida por algún medio de comunicación que tomó fuerza cuando comenzó a funcionar TransMilenio en Bogotá hace 20 años, a través de dibujos y letreros se evidencian los acontecimientos más negativos y positivos que han vivido en carne propia los usuarios de este medio de transporte.

Ambas exposiciones estarán hasta el 12 de junio en la Galería Santa Fe, ubicada en la carrera 1A entre calles 12C y 12D.

‘Para los tiempos que corren’, de Adrián Gaitán

La cortina de metal que le da apertura a la exposición de Adrián Gaitán invita a los asistentes a entrar en esa gran bodega donde se une la religión, el petróleo y el arte. No se sabe si se está en un espacio sacro o en un museo. No es muy claro si hay que contemplar con fe el torso desnudo del San Sebastián de Gudo Reni o admirar las obras como si se estuviera en el Museo del Prado. 

Para los tiempos que corren de Adrián Gaitán.

En este contexto, la imagen funciona como objeto litúrgico y devocional, utilizada especialmente por el poder religioso. “Estas instituciones (petroleras, religiosas y artísticas) construyen un complejo entramado de gestos e imágenes, recursos simbólicos y reales para legitimar su poder”, explicó el artista en la descripción de su propuesta. En este juego de contemplación de gestos, materiales y texturas se plantea una revisión sobre el proceder artístico latinoamericano, ante el poder o los poderes establecidos desde otras latitudes. 

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En su texto curatorial, Emilio Tarazona explica que las pinturas sobre madera usan como pigmento “las manchas viscosas de gasolina o diésel que, por fuga, dejan automóviles en el piso de los estacionamientos (…) su propuesta convierte la sala en un santuario y, simultáneamente, en oficina postal para la coordinación de envíos de estas umbrosas copias, siendo desde aquí remitidas a distintas ciudades del mundo donde los originales se encuentran“.

Cada obra tiene una ficha que explica a qué lugar del mundo será llevada esta obra, pero a diferencia de otros artistas ambiciosos que buscan llegar a las grandes colecciones de museos internacionales, Adrián hace una crítica: “Exploran así la posibilidad de ser ungidas o no por el sistema del arte (¿’santos óleos’ para consagrar a los admitidos o dar extremaunción a los enfermos?)”, explicó Tarazona.

El artista critica la opulencia y recurre a materiales reciclables para intervenir las obras: los marcos son de cartón, las lámparas están hechas de tarros de plástico con alambres enredados y toda la madera es reciclada.

Para los tiempos que corren de Adrián Gaitán.

‘La mancha roja’ de Iván Navarro

La expresión mancha roja la dio a conocer un medio de comunicación cuando empezó a funcionar TransMilenio, hace veinte años. Y no era para menos: las imágenes reflejaban cientos de buses rojos moviéndose en fila india por las calles de Bogotá.

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En ese ir y venir eterno, los usuarios hemos sido víctimas de hacinamientos, robos, acosos, protestas, peleas, accidentes, bloqueos, vandalismo y mucho humo. Pero no todo ha sido tóxico: también hemos presenciado manifestaciones artísticas, empleos informales y otros hechos insólitos que se han apropiado del interior de los articulados, tomados como lugar para la libre expresión y el emprendimiento económico“, afirmó Iván Navarro.

La mancha roja de Iván Navarro.

Esa cotidianidad de TransMilenio ya es paisaje para muchos. Las horas pico cada vez son más desesperantes, los músicos y vendedores que se rebuscan la vida habitan ese espacio y los gritos para que lleguen buses rápidos son como banda sonora de las estaciones. Estos aspectos cotidianos fueron la inspiración para el artista bogotano nominado a los premios Luis Caballero.

La mancha roja de Iván Navarro.

Si miramos esta realidad de frente, adquirimos la responsabilidad de reflexionar sobre una cotidianidad que puede ser igual a la nuestra. Sin duda, una participación del arte más activa y cercana a las problemáticas de la sociedad puede hacer la diferencia, en términos de denuncia o catarsis“, aseguró.

Con esta premisa en mente, este proyecto es una instalación conformada por dibujos y frases pintadas en la pared que destacan los acontecimientos más negativos y positivos protagonizados por los usuarios de la “mancha roja”. Partiendo de este ejercicio, Iván recreó un bus de TransMilenio a escala 1/1 y colgó de los tubos de PVC las caricaturas que reflejan a los usuarios.

Fotografías por Mónica Torregrosa - Archivo Galería Santa Fe -  IDARTES. 

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