Además de Prigozhin, líder de Wagner, ¿qué otros enemigos de Putin han aparecido muertos?
Desde el inicio de su mandato, en 1999, Putin ha sido señalado de asesinar a sus opositores. Además de Yevgeny Prigozhin, líder de Wagner, ¿qué otros enemigos de Putin —exteniente de la KGB— han sido asesinados o han muerto en circunstancias cuestionadas?
El miércoles 23 de agosto, la red de medios estatal rusa TASS informó que Yevgeny Prigozhin, el financiero exiliado del grupo paramilitar ruso Wagner y líder golpista fallido, podría haber muerto en un accidente aéreo, cuando viajaba en un avión privado.
La muerte de Prigozhin se produce después de unos meses tumultuosos.
Se ganó la reputación de criticar públicamente a los líderes militares por su fallida planificación de la guerra en Ucrania, denunció al Kremlin por hacer mal uso de sus tropas mercenarias Wagner y, finalmente, intentó un golpe de estado contra los líderes rusos en junio que resultó en que él y sus tropas fueran exiliados a Bielorrusia.
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Sin embargo, el 6 de julio el presidente buelorruso, Alexánder Lukashenko, afirmó que Prigozhin no se encontraba, en ese momento, en su país. “Está en San Petersburgo (Rusia). ¿Dónde está él esta mañana? Tal vez fue a Moscú, tal vez a otro lugar, pero no está en territorio bielorruso”, indicó el mandatario.
“Según tengo entendido, los combatientes de Wagner se encuentran en sus campamentos permanentes”, agregó Lukashenko, y aclaró que “están en los campamentos en los que fueron recolocados tras su retirada del frente”, en Ucrania, para su “recuperación, tratamiento, descanso, etcétera”.
El mandatario también dijo que la reubicación y el despliegue de los mercenarios de Wagner en Bielorrusia no estaban resueltos y enfatizó que dependían de la dirección del grupo paramilitar y de las autoridades rusas.
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El paradero de Prigozhin desde el exilio estaba ‘en el aire’, ya que el líder mercenario se reunió personalmente con Vladimir Putin pocos días tras el motín fallido y apareció, semanas después, en una cumbre crítica con líderes africanos.
Apodado ‘el chef de Putin‘, después de que el presidente ruso comenzara a comer en sus restaurantes y a otorgar contratos gubernamentales a su empresa de catering, Prigozhin parece ser la más reciente espina clavada en el costado de Putin que tuvo un final prematuro.
Opositores y personas vinculadas al gobierno ruso han muerto en circunstancias violentas o misteriosas, por ello, desde 1999, inicio de la presidencia de Putin —exteniente coronel del antiguo Comité para la Seguridad del Estado (KGB, por sus siglas en ruso) y exdirector del Servicio Federal de Seguridad (FSB, entidad sucesora de la KGB)—, el mandatario ha sido señalado de asesinar a sus críticos.
Tres caídas mortales
El empresario Dan Rapoport, que condenó en las redes sociales la invasión rusa, y enfatizó su apoyo a Ucrania en varias ocasiones, fue hallado muerto frente a un edificio de apartamentos en la ciudad de Washington (EE. UU.), el 14 agosto de 2022. La Oficina Forense confirmó que Rapoport murió después de caer desde una altura, pero no explicó las circunstancias de forma concluyente.
Menos de un mes después, Ravil Maganov, presidente de la junta directiva de la petrolera rusa Lukoil Ravil, murió tras caer de una ventana de un hospital en Moscú (Rusia), el 1 de septiembre de 2022. Sin embargo, una declaración de Lukoil, luego eliminada, decía que el empresario de 67 años murió “tras una enfermedad grave“. Maganov había criticado abiertamente la invasión de Rusia a Ucrania. Poco después de que comenzara la guerra, la compañía petrolera pidió “el pronto fin del conflicto armado“.
Tres meses más tarde, el 25 de diciembre, el magnate ruso Pável Antov cayó de la ventana de un hotel en Rayagada (India), unos días después de cumplir 65 años. El político y millonario criticó la guerra de Putin con Ucrania en un chat de WhatsApp, luego de un ataque con misiles en Kiev, pero rápidamente borró el mensaje y afirmó que alguien más lo había escrito, informó la BBC.
El ‘ventilador’ que el fundador de RT no pudo prender
El ministro de Prensa y fundador la cadena de televisión rusa de habla inglesa Russia Today (RT), Mikhail Lesin, fue hallado muerto, con un “traumatismo contundente en la cabeza“, en un hotel de la ciudad de Washington, en noviembre de 2015.
Antes de su muerte, Lesin planeaba hacer un trato con el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) por cargos de corrupción en su contra.
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Durante años, Lesin fue colaborador del presidente ruso, estuvo en el centro de la vida política en Rusia y conocía el funcionamiento interno del círculo de los ricos y poderosos.
De intentos de homicidio a suicidio
Después de pelearse con Putin, el oligarca ruso Boris Berezovsky huyó a Reino Unido. Durante su exilio, amenazó con derrocar al mandatario por la fuerza.
Berezovsky fue hallado muerto en su casa de Berkshire, en marzo de 2013, dentro de un baño cerrado y con una ligadura alrededor del cuello. El forense no pudo explicar su muerte la cual, finalmente, se catalogó como un suicidio, aunque una segunda investigación dejó un veredicto abierto.
La policía británica había investigado en varias ocasiones presuntos intentos de homicidio en su contra.
Las periodistas que denunciaron la guerra en Chechenia
En su libro La Rusia de Putin, Anna Politkóvskaya señaló al presidente ruso de convertir su país en un estado policial. Años antes, en la década de los noventa del siglo pasado, denunció violaciones de Rusia a los DD. HH. en Chechenia.
La periodista fue asesinada el 7 de octubre —fecha de cumpleaños de Putin— de 2006 por sicarios que le dispararon a quemarropa en el ascensor del edificio donde vivía, frente a su apartamento. Cinco hombres fueron condenados por el crimen, pero el juez determinó que se trató de un homicidio por encargo, con 150.000 dólares pagados por “una persona desconocida“.
La periodista Natalia Estemirova, también crítica de Putin, trabajó en varias ocasiones con Politkóvskaya denunciando los crímenes de guerra cometidos por el Estado ruso en ese Chechenia.
Estemirova fue secuestrada en 2009 fuera de su casa y su cuerpo apareció en un bosque cercano, con varios disparos en el abdomen y uno en la cabeza. Poco después de su muerte, el diario británico The Guardian reportó que el presidente checheno, Ramzan Kadyrov, y sus aliados, amenazaron a Estemirova. Sin embargo, Kadyrov negó estar involucrado y se refirió a los hechos como un “crimen monstruoso”.
Amnistía Internacional catalogó de “cínica” la “inacción de las autoridades rusas“, mientras que el Tribunal Europeo de DD. HH. falló que las autoridades rusas “no han investigado adecuadamente el asesinato“.
Tres muertes frente al palacio presidencial
El abogado especializado en DD. HH. Stanislav Markelov representó a Politkóvskaya y a otros periodistas críticos de Putin. Un hombre enmascarado le disparó cerca del Kremlin, en 2009. La periodista Anastasia Baburova, que caminaba con él, también recibió un disparo cuando intentaba ayudarlo.
Dmitry Muratov, editor en jefe de Novaya Gazeta —medio para el cual Baburova trabajaba—, dijo en ese momento que la periodista murió cuando intentó detener al asesino del abogado, pero sugirió no poder descartar la posibilidad de que también fuera un objetivo.
Las autoridades rusas aseguraron que miembros de un grupo neonazi estuvieron detrás de los homicidios y dos de ellos fueron condenados.
Borís Nemtsov, viceprimer ministro ruso en el gobierno de Boris Yeltsin, también murió a pocos metros del Kremlin, mientras caminaba hacia su casa, desde un restaurante, en 2015, cuando recibió cuatro disparos en la espalda. El exfuncionario se convirtió en un gran crítico de Putin y lo acusaba de estar a sueldo de los oligarcas.
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El exagente de la KGB que fue envenenado… ¿por la KGB?
El exagente de la KGB Aleksandr Litvinenko murió tres semanas después de beber una taza de té mezclado con polonio radioactivo 210, en un hotel de Londres, en 2006.
Según una investigación británica, Litvinenko fue envenenado por Andrei Lugovoi y Dmitry Kovtun, agentes del FSB, que actuaban siguiendo órdenes que “probablemente habían sido aprobadas por el señor (Nikolái) Pátrushev (secretario del Consejo del FSB) y también por el presidente Putin“.
Litvinenko fue muy crítico de Putin, acusándolo, entre otras cosas, de volar edificios de apartamentos en 1999, en Rusia, y ordenar el asesinato de la periodista Anna Politkovskaya. Sin embrago, para el Kremlin, la investigación fue “politizada” y negó cualquier responsabilidad en la muerte que los británicos calificaron como “un acto de terrorismo nuclear en las calles de Londres“.
La serie de explosiones por la que Litvinenko acusaba a Putin fue denunciada desde varios sectores de oposición. Ocurrió en las ciudades rusas de Buynaksk, el 4 de septiembre; Moscú, el 9 y el 13 de septiembre; y Volgodonsk, el 16 de septiembre de 1999. En consecuencia, 293 personas murieron, 651 resultaron heridas y una ola de miedo se extendió por todo el país. Los bombardeos, vinculados a un grupo islamista con base en Chechenia, desencadenaron la Segunda Guerra Chechena. El manejo de la crisis por parte de Vladimir Putin, entonces primer ministro, catapultó su popularidad, llevándolo a la presidencia en pocos meses.
El 23 de septiembre de 1999, luego de los bombardeos y un día después de que una bomba fuera desactivada en la ciudad de Riazán, el secretario del FSB, Nikolái Pátrushev, anunció que el incidente se trató de un ejercicio de entrenamiento, lo cual dio lugar a la teoría de que los ataques habrían sido perpetrados por el FSB para aumentar su fuerza política, justificar la Segunda Guerra Chechena y llevar a Vladímir Putin al poder.
En 2001, Novaya Gazeta —diario para el cual Anastasia Baburova trabajaba— publicó un artículo titulado ‘FSB dinamita a Rusia. El fracaso del FSB en Riazán’.
¿Otra ‘obra’ de la antigua KGB?
El editor en jefe de la edición rusa de Forbes Paul Jlébnikov escribió sobre corrupción gubernamental y escudriñó en las vidas de los millonarios rusos. En 2004, fue baleado desde un vehículo en movimiento, en un aparente homicidio por encargo, denunció el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés).
Su asesinato en Moscú, en 2004, fue visto como un golpe contra el periodismo de investigación en Rusia. Tres chechenos acusados de participar en el crimen fueron absueltos. Aunque se cree que el homicidio fue obra de asesinos a sueldo, los autores intelectuales no han sido identificados. En declaraciones a la agencia Interfax, un portavoz de la policía de Moscú dijo que “lo más seguro” es que el asesinato del periodista tuviese que ver con su actividad profesional.
Según otra versión, ampliamente difundida en los medios rusos, Khlebnikov fue asesinado por un colaborador cercano del miembro de alto rango de la banda criminal organizada Lazansky, vinculada tanto al FSB como al oligarca ruso Boris Berezovsky, al que Jlébnikov le dedicó la biografía El Padrino del Kremlin. El millonario ayudó a encumbrar al actual presidente ruso en el año 2000 y después cayó en desgracia e incluso fue declarado prófugo por la justicia.
Otra víctima que acusó al gobierno de bombardear edificios
El político ruso Sergei Yushenkov fue asesinado el 17 de abril de 2003, de un solo disparo en el pecho, pocas horas después de que su organización política, Rusia Liberal, fuera reconocida como partido por el Ministerio de Justicia, informó entonces la BBC.
Junto con el político Sergei Kovalev, la periodista Anna Politkóvskaya y el exagente del FSB Alexander Litvinenko, Yushenkov fue otro de los que murieron tras asegurar que el gobierno ruso era responsable de los bombardeos contra edificios residenciales.
Según Mikhail Trepashkin —excoronel del FSB e investigador independiente de los bombardeos—, Yushenkov fue asesinado por ser un líder de oposición que desafiaba abiertamente el poder del FSB y de las autoridades rusas. Además, durante su campaña, el político prometió a los votantes una investigación independiente sobre los ataques.
Con información de A. Anadolu
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