Catar 2022, el Mundial de la vergüenza para los dirigentes del fútbol
La pelota rodará, los hinchas celebrarán y muchos partidos, goles y jugadores pasarán a la historia, pero todo lo que ha rodeado la organización del Mundial de Fútbol de Catar 2022 quedará como una mancha imborrable para la FIFA y sus dirigentes.
Este domingo arranca otra Copa Mundial de Fútbol de la FIFA, uno de los eventos deportivos más esperados, seguidos y celebrados en todo el mundo. Pero a diferencia de otras ocasiones, en las que la emoción de los fanáticos del fútbol (e incluso de los no tan fanáticos) era palpable y se sentía en el ambiente, lo que parece rodear a Catar 2022 -al menos antes de su inicio- es una sensación de inconformidad, decepción, polémica y críticas.
Incluso los más fanáticos del fútbol, aquellos que no se pierden ni un partido, son conscientes de eso y dicen que sí, verán los partidos y seguirán sus selecciones y jugadores favoritos, pero con una sensación de incomodidad y conscientes de todo lo que ha rodeado la organización del Mundial, así como de las políticas y prácticas abiertamente contrarias a los derechos humanos del país sede.
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Que esa sea la conversación principal antes del inicio del Mundial, y que opaque las noticias estrictamente futbolísticas sobre las selecciones favoritas, la probable despedida de Lionel Messi o Cristiano Ronaldo, o la fiesta que normalmente se arma en medio del torneo cada cuatro años, deja ver lo hondo que ha calado en la gente la decisión de hacer esta edición en Catar y lo mucho que afectará esto a la FIFA y a sus principales dirigentes en el futuro.
Si bien la historia de los mundiales no es un camino de rosas y desde siempre los dirigentes han terminado apoyando regímenes fascistas (como el de Benito Mussolini en Italia para la edición de 1934), dictaduras militares sangrientas (como la que gobernaba a argentina durante el torneo de 1978) o países con prácticas cuestionables de derechos humanos (como la propia Rusia, que organizó una edición muy exitosa en 2018), e incluso ha habido denuncias por amaño de partidos y corrupción en la venta de derechos, esta vez todo ha sido tan descarado, que los espectadores no están dispuestos a hacerse los de la vista gorda.
Lo que mal comienza…
Lo cierto es que la historia de Catar 2022 arrancó mal desde el inicio. La elección de la sede fue muy criticada por los fanáticos del fútbol porque se trataba de un país con cero tradición futbolística (su selección nunca había clasificado a un Mundial), muy pequeño y con una pobre infraestructura de estadios -todos estaban por hacer-. La indignación era aún mayor porque los dirigentes habían descartado países futboleros, como Inglaterra, y otros con una gran infraestructura, como Estados Unidos.
Unos meses después, cuando se anunció que debido a las altas temperaturas en Medio Oriente durante el verano, el Mundial se iba a trasladar por primera vez en su historia a invierno, alterando por completo el calendario futbolístico, la indignación creció. Los hinchas no entendían porque había que afectar al fútbol, a las ligas que se juegan durante todo el año y mover completamente fechas que siempre han estado establecidas, solo por el capricho de elegir una sede tan poco usual.
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La situación empezó a tornarse más grave cuando se fue confirmando lo que ya se sospechaba desde el inicio: Catar había comprado su elección como sede a punta de influencias en países europeos, el patrocinio a grandes clubes (como el F.C. Barcelona) y prebendas a los dirigentes. El propio Joseph Blatter, presidente de la FIFA en ese entonces, confirmó hace poco que hubo presiones figuras como Nicolás Sarkozy (entonces presiente de Francia) y mucho dinero en la mesa.
De hecho, unos meses después, estalló todo el escándalo del FIFAGate, por el que los dirigentes de la FIFA -incluyendo el propio Blatter y Michelle Platini- fueron acusados y procesados por delitos como soborno, fraude y lavado de dinero. Aunque la investigación no estaba relacionada con la elección Catar, sino con el mal manejo a la hora de entregar los derechos de transmisión y comercialización de varios partidos y torneos, en el ambiente quedó la confirmación de cómo manejaban bajo la mesa los asuntos del fútbol.
Los miles de trabajadores migrantes muertos
A toda esa corrupción -que no era nueva en la FIFA ni en el mundo de los dirigentes del fútbol- se fueron sumando, más adelante, situaciones aún más oscuras. La peor de todas fue la denuncia de varias organizaciones sindicales y de derechos humanos, replicada y ampliada por grandes medios de comunicación como The Guardian, de los miles de trabajadores (casi todos migrantes) que morían construyendo los modernos estadios en los que se van a jugar los partidos por las malas condiciones laborales.
La Fundación Internacional para la Democracia hablaba de 10.000, la Confederación Sindical Internacional de unos 7.000, y la investigación de The Guardian de más 6.500, casi todos procedentes de países como India, Pakistán, Nepal, Bangladesh o Sri Lanka. Las denuncias hablaban de explotación, retraso en los pagos, jornadas de 14 horas sin descanso ni alimentación y de condiciones más parecidas a la esclavitud que a un contrato laboral con todas las de la ley.
Catar, que tenía que construir todos los estadios que no tenía (y que había prometido) cuando presentó su candidatura, optó por decir que la mayoría de muertes se habían dado por “causas naturales” y prometió tomar medidas para proteger a los obreros y constructores de las altas temperaturas -que en algunas épocas del año pueden llegar a los 40 grados centígrados-. Pero también comenzó a defenderse a punta de ataques: sus dirigentes salieron a decir que había una campaña orquestada y llena de “mentiras” o “fabricaciones” para afectar la imagen del país internacionalmente, e intentaron bajarle la caña al número de trabajadores muertos.
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Las denuncias, sin embargo, son tan sólidas, que a la FIFA no le quedó de otra que mostrarse abierta a la opción de abrir un fondo de compensación para ayudar a las familias de los trabajadores muertos o heridos durante la construcción de los estadios para el mundial. Y muchos dirigentes europeos han instado directamente a la organización (en medio de congresos realizados en Catar) a entregar a ese fondo el mismo dinero que le darán en premios al equipo ganador del Mundial.
Censura, machismo y persecución a los LGBTI
Pero las críticas a Catar 2022 no se acaban ahí. Si en 1934, la FIFA organizó el mundial en una Italia dominada por el fascismo y en 1978, en una Argentina gobernada por una junta militar que asesinaba contradictores, robaba bebés de familias con militantes de izquierda y desaparecía a miles de personas, en esta ocasión el torneo llega a un país que persigue, encarcela y puede llegar a condenar a muerte a los homosexuales, lesbianas y otros miembros de la comunidad LGBTI, o que no reconoce el poder de decisión de las mujeres.
Más que una simple diferencia cultural, se trata de un choque frontal con los valores democráticos, de libertad y de igualdad, que comparten, al menos sobre el papel, la gran mayoría de países del mundo occidental. Catar (gobernado por una monarquía absoluta) se rige bajo la ‘sharia’ (ley islámica) que puede llegar a ser muy estricta y, por ejemplo, prohibe a las mujeres tomar sus propias decisiones y castiga duramente sus relaciones extramatrimoniales, a diferencia de los hombres, que pueden tener varias esposas. La homosexualidad, además, se considera una enfermedad y un delito.
Más allá de las restricciones que puedan tener los hinchas que asisten al Mundial (una pareja LGBTI, por ejemplo, no podría besarse en público, y una mujer no podría vestirse como quiere), muchos se preguntan si hacer un evento que será seguido por todo el mundo no es patrocinar un régimen que persigue a las personas por su orientación sexual, no deja que las mujeres celebren en público y en muchas ocasiones censura a la prensa y persigue a los sindicatos o a los migrantes que se quejan de las condiciones casi esclavizantes en las que trabajan.
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Algunos señalan como aún más indignante que la FIFA prohiba que selecciones como Dinamarca usen una camiseta de protesta por la situación de los derechos humanos, mientras les pide que no se involucren en política, y por otro lado elimine del Mundial a la selección de Rusia por la guerra contra Ucrania, una decisión claramente política.
Lo cierto es que ese choque frontal contra los valores de democracia, libertad e igualdad se ha visto potenciado en los últimas meses por el hecho de que a los hinchas, periodistas y futbolistas que viajan a Catar 2022 les ha tocado seguir parte de esas reglas absurdas, y se han dado casos indignantes como el de los periodistas daneses a los que les prohibieron transmitir en vivo porque estaban filmando una calle o el de la mexicana que fue violada por un catarí, pero terminó acusada por tener una “relación extramarital” que casi le da 7 años de cárcel y azotes (mientras a su agresor no le pasó nada).
Casos parecidos probablemente seguirán sucediendo durante el mes de torneo y más allá de la indignación momentánea que puedan generar, terminarán mostrando un panorama de lo que viven miles de mujeres, homosexuales, periodistas o migrantes todos los días en un país como Catar.
Que la FIFA, con su decisión de organizar el torneo allí, termine avalando ese tipo de cosas le recordará a millones de personas que los dirigentes escogieron esa sede en medio de la corrupción y que, por plata, cambiaron el calendario futbolístico, ignoraron la muerte de miles de migrantes casi esclavizados y ensuciaron un deporte que encanta a millones de fanáticos.
Al final la pelota rodará, los hinchas celebrarán y muchos partidos, goles y jugadores pasarán a la historia, pero Catar 2022 quedará como una mancha imborrable para la FIFA y sus dirigentes.
12 Comentarios
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Muy buén artículo que muestra una cruda y triste realidad y como desde siempre el deporte ha estado rodeado de corrupción y prácticas que van en contra de los derechos humanos ; pero este mundial por todo su entorno y organización ha causado más indignación.
Que complejo tema pero triste
Muchas razones para enturbiar algo que merece celebraciones de unidad y alegría como es el football; quedan muchas cosas claras con este excelente artículo. Esperemos que se vea buen juego, aunque ya hay bastante predisposición para disfrutarlo plenamente.