Cómo seguirle el paso a ‘Que haiga paz’, el ciclo de cine para reflexionar sobre el conflicto armado
Desde el 18 y hasta el 31 de agosto, la Cinemateca de Bogotá presenta la segunda edición del ciclo creado en conjunto con la Comisión de la Verdad. Estas son algunas pautas para escoger entre las 35 películas seleccionadas.
El cine sobre el conflicto colombiano es casi tan antiguo como el conflicto mismo. Desde los años cincuenta, cuando las secuelas del Bogotazo se extendían por Colombia, hubo cineastas que se preocuparon por llevar lo que estaba pasando a las pantallas. O, por lo menos, por dejar un testimonio que perdurara en el tiempo.
Desde entonces, el cine ha seguido la estela de la guerra, la situación política, la resistencia de las comunidades y los múltiples intentos de paz.
Puede leer: Abdú Eljaiek, el autor de la primera fotografía de un desnudo artístico en Colombia
Por eso, desde 2020, la Comisión de la Verdad, la Alcaldía de Bogotá y la Cinemateca de Bogotá lanzaron el ciclo Que haiga paz: conflicto, resistencia y verdad. Un intento para poner a disposición del público de manera organizada y pensada, los largometrajes, cortometrajes y documentales que han ayudado a ver, entender y nombrar la violencia en Colombia.
Su segunda edición comenzó este miércoles 18 de agosto y va hasta el martes 31. Curado por Luisa González, tendrá 35 películas (de todo tipo) que serán presentadas de forma presencial y virtual, y una serie de talleres y conversatorios abiertos al público.
Como explica la comisionada de la verdad Lucía González, “quisimos que fuera un ciclo que hablara de la tragedia, pero también de la resistencia. Porque toca pasar del relato trágico al relato épico, y mostrar que hay comunidades que se la han jugado por resistir y que han tenido la altura para perdonar y seguir hacia adelante”.
Aunque cualquier persona puede consultar la programación de las películas presenciales y la de las virtuales, Diario Criterio le da algunas pautas para no perderle el ritmo a Que haiga paz:
Las pioneras
El ciclo está dividido en siete líneas distintas, que clasifican las películas por temas como desplazamiento forzado, el río y el conflicto, comunidades resilientes o historias cortas de paz, entre otras.
Pero en la programación destacan dos cintas que fueron hechas en los años cincuenta y que permiten ver lo mucho que lleva trabajando el cine por contar el conflicto, y hacer una comparación entre el presente y el pasado.
Puede interesarle: ¡A leer en la Feria del Libro!: Estos son los libros recomendados de agosto
Una de ellas es Esta fue mi vereda, de 1959, un corto de ficción de 23 minutos dirigido por Gonzalo Canal Ramírez y Miguel Canal. Muestra escenas que evocan la vida apacible y tranquila de un grupo de campesinos colombianos, y que terminan abruptamente con la irrupción de la violencia. Estará presencial este jueves 19 a las 3:00 p.m.
La otra es El río de las tumbas, de Julio Luzardo, de 1954. Se trata de un largometraje de ficción en el que una población a orillas del río Magdalena se ve afectada por un calor incesante, que los aturde y no les permite reaccionar ante un hecho sorprendente: la aparición de cadáveres que flotan en el río. También estará presencial el 20 de agosto a las 8:00 p.m.
La violencia como mito
Una de las líneas del ciclo se llama Tradición oral y relato mítico y sigue las películas en las que a la violencia y el conflicto se les da una explicación mítica, entendiendo el mito como una explicación profunda de la realidad.
Como dijo Pedro Adrián Zuluaga, crítico de Diario Criterio, en un conversatorio previo al lanzamiento del ciclo: “Son películas que muestran que las tradiciones no están detenidas y no son inmóviles, y que el conflicto armado las ha transformado”.
Puede leer también: Ocho obras que rompieron los esquemas y estarán en el Festival Internacional de Teatro de Manizales
De este grupo hay dos recomendadas: Los abrazos del río (2010), de Nicolás Rincón Guillé, que estará disponible en la sala virtual (se pueden comprar boletas aquí).
La segunda es Los silencios (2018), de Beatriz Seigner, que ocurre en la frontera amazónica de Brasil, Colombia y Perú, y que se presentará de forma presencial el 19 de agosto a las 5:00 p.m.
De la urgencia a la reflexión
Para Zuluaga, el cine sobre el conflicto en Colombia ha girado en torno a dos características principales: las cintas reflexivas, que están hechas luego de años de pensar en la violencia o en algún episodio particular, y las de urgencia, muchas veces documentales pensados para denunciar algo que está pasando y que requiere acción inmediata.
Sobre este segundo grupo destacan dos cintas que se llevan entre ellas un tiempo considerable.
La primera es Planas, testimonio de un etnocidio (las contradicciones del capitalismo), un documental de Martha Rodríguez y Jorge Silva hecho en 1971, que sigue la famosa masacre de Planas, ocurrida en Vichada, en la que los colonos ‘blancos’ perseguían y asesinaban a los indígenas para quitarles sus tierras. Estará presencial el 20 de agosto a las 4:00 p.m.
La segunda, mucho más actual, es Paren de matarnos: un corto de 9 minutos publicado este año por David Escobar, y que denuncia el maltrato policial y la desaparición de manifestantes durante el reciente paro nacional. Aún no tiene fecha de exhibición definida.
Le recomendamos: El Concurso Nacional de Escritura tiene sus inscripciones abiertas hasta el 22 de agosto
Entre las películas que presentan los hechos bajo una óptica más reflexiva están varios documentales, como Asunto de tierras (2015), de Patricia Ayala; Cesó la horrible noche (2013), de Ricardo Restrepo, o Pizarro (2015), de Simón Hernández. También películas de ficción como Los días de la ballena (2020), de Catalina Arroyave.
De lo internacional a lo local
El ciclo no solo tiene películas colombianas, también extranjeras. Eso permite hacer conexiones con lo que ha pasado en otros países y en otros conflictos armados.
Dentro de ese grupo están, por ejemplo, 499 (2020), del mexicano Rodrigo Reyes; Hija de la laguna (2015), del peruano Ernesto Cabellos; The Uprising (2013), del británico Peter Snowdon, y Mercy of the jungle (2018), del ruandés Joël Karekezi.
Eso contrasta con los cortometrajes hechos por colectivos colombianos, donde las propias comunidades afectadas cuentan sus historias. Hay dos ejemplos perfectos: Nuestros hijos (2021), de Reojo Colectivo, y la serie Duna Kwasi (2021), del colectivo Yosokwi, que muestra la realidad de los pueblos indígenas en la Sierra Nevada de Santa Marta
La lista completa de las películas se puede ver aquí.
Foto: fotograma de la película El río de las tumbas.
7 Comentarios
Deja un comentario
Una excelente manera de recrear situaciones vividas en conflicto para ilustrar e invitar a la reflexión bien orientada
Que buén tema la manera de abordar el conflicto y la guerra para mostrar realidades y aprender.
Muy interesante 👍