“Racismo, clasismo e hijueputismo”
A mediados del siglo XIX, el presidente caucano José Hilario López promovió el fin de la esclavitud, pese a la resistencia de muchos conservadores, entre ellos, el poeta, esclavista y empresario Julio Arboleda y de terratenientes del Valle. Muchas ceibas fueron plantadas en las plazas de los pueblos como símbolo del fin de esa ignominia.
La lucha de López en favor de estas comunidades explotadas en las haciendas y minas sería apenas el comienzo de un largo proceso por los derechos de las minorías que aún no cierra sus brechas sociales y mantiene abiertas las heridas, pese a los avances de la Constitución de 1991.
Del Cauca, tierra de expresidentes, es Francia Elena Márquez Mina (vereda Yolombó, del municipio de Suárez), nacida en una comunidad afrodescendiente, hija de una madre partera, agricultora y minera, y de un padre minero y obrero. Es la primera mujer afro en ocupar un cargo de este nivel, 160 años después de que otro afro, Juan José Nieto, llegara a ser presidente.
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Desde la campaña presidencial, Francia ha sido atacada políticamente sin cuartel, casi siempre con expresiones discriminatorias. Como vicepresidenta, algunos desde la derecha le han escrutado su declaración de renta, las ayudas del Sisbén y hasta su manera auténtica de vestir, de la que se burlan en redes sociales.
En una manifestación en septiembre pasado, otra mujer, Luz Fabiola Rubiano, descargó su odio racista: “Francia Márquez es un simio. ¿Qué educación puede tener un negro? Los negros roban, atracan y matan”.
Ahora la derecha cuestiona que la vicepresidenta, que tuvo que tomar en arriendo una casa en un exclusivo sector de Yumbo, por cuestiones de seguridad, utilice un helicóptero para desplazarse hasta allí. “Desde agosto hasta diciembre (de 2022) estuve buscando donde vivir y la gente me cerraba las puertas. Nadie quería arrendarle una casa a la vicepresidenta”, ha explicado.
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La senadora María Fernanda Cabal le ha enrostrado a Márquez el costo del uso del helicóptero. Los vecinos se quejan por el ruido del aparato. Episodios como este devuelven la película a 1955, cuando la costurera negra Rosa Parks, de regreso a su casa en Montgomery (Alabama), terminó condenada por negarse a cederle el puesto a los blancos en el bus. En Colombia incomoda que les haga ruido y que el Estado deba pagar por su seguridad.
Independiente de que se esté o no de acuerdo con ella, con algunas de sus posiciones radicales, Francia es el símbolo que más conecta desde el Gobierno con sus electores. Habla con franqueza, está orgullosa de su origen y de su raza; no conoce los protocolos de los clubes sociales, viste a su manera con orgullo y ha reivindicado la expresión “vivir sabroso” para significar la necesidad de lograrlo en paz, con dignidad y sin miedo.
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En Colombia, hacer oposición es legítimo. Cuestionar las políticas y las posturas del Gobierno fortalecen la democracia, porque los contrapesos son los que evitan los desmadres del Ejecutivo. Pero apelar al racismo y al clasismo, como en este caso, deja mal parada a la oposición.
Un crítico serio del Gobierno Petro, como Humberto de la Calle, quien fuera vicepresidente de Colombia, con razón puso un trino que le debió salir del alma: “El linchamiento a @FranciaMarquezM tiene serio tinte de racismo, clasismo e hijueputismo”.
Mejor no lo ha podido decir nadie.
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Francia puede hacer lo que quiera pero NO con la plata de nuestros IMPUESTOS. Tanta criticaban los gastos de escoltas de gobiernos anteriores para hacer lo mismo. Que vergüenza