“Mientras haya racismo (como el que se ha visto contra Francia Márquez), no habrá paz”
Para Mara Viveros, profesora titular de la Universidad Nacional y una de las intelectuales qué más ha investigado sobre el racismo y la discriminación, en Colombia impera un racismo sistémico que va más allá de las expresiones inaceptables que se han registrado contra la vicepresidenta, Francia Márquez.
Diario Criterio: Frente a lo ocurrido en los últimos días, o meses, frente a la forma como algunos insultan, atacan o injurian a la vicepresidenta Francia Márquez, quisiera preguntarle si Colombia es un país racista…
Mara Viveros: Sí, totalmente, pero para explicarlo es fundamental entender, primero, varios procesos, fenómenos y conceptos. Durante mucho tiempo se pensó que Colombia no era un país racista, a diferencia de Sudáfrica o Estados Unidos. Hasta hace poco ha empezado a reconocerse como tal. Podría decir que este reconocimiento comenzó con el asesinato de George Floyd, que, si bien sucedió en Estados Unidos, tuvo consecuencias internacionales, transnacionales, que hicieron registrar de una manera distinta, en nuestro país, situaciones similares, como lo ocurrido con Anderson Arboleda, quien fue víctima de la violencia policial en Puerto Tejada (Cauca) en 2020.
Diario Criterio: Pero su caso no era el primero. ¿Por qué este marcó la diferencia?
Mara Viveros: Que un joven haya sido brutalmente golpeado, aparentemente por violar la cuarentena durante la pandemia del coronavirus, hizo que los medios de comunicación y la opinión pública empezaran, por primera vez, a hablar de racismo sistémico, un concepto de la academia que difiere del de la discriminación racial, que se viene usando desde 2005. Hay leyes y acciones contra este segundo fenómeno, pero no sobre el racismo sistémico.
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Diario Criterio: ¿Cuál es la diferencia entre los dos?
Mara Viveros: La discriminación racial habla del trato diferente y perjudicial que se da a una persona a partir del racismo. Este no depende de la intención sino del efecto que puede causar. Hacer chistes racistas, no permitirle a una persona entrar a una discoteca porque es negra o exigir una buena presentación personal para ejercer ciertos trabajos son expresiones de un racismo cotidiano que valora diferencias reales o imaginarias para obtener un trato preferencial, en detrimento de quienes encarnan estas diferencias.
Diario Criterio: ¿Y el ‘racismo sistémico’?
Mara Viveros: Este no se ve en las relaciones interpersonales, sino como brechas históricas, efecto de las estructuras y relaciones sociales. Se dice que Colombia no ha sido un país racista, pero es claro que las personas afrocolombianas o las regiones en las que se cree son mayoría tienen menor acceso a la educación, a la salud, a una vivienda digna; tienen necesidades básicas muy altas, están sobrerrepresentados en la población carcelaria.
Han sido desplazados o víctimas del conflicto en mayor proporción. Este racismo tiene, también, dimensiones de género o regionales. Esa es una demostración de la existencia de un racismo sistémico en Colombia.
Diario Criterio: Pero el pensar o aceptar que Colombia ha sido un país racista no es algo tan reciente, como usted lo plantea…
Mara Viveros: Durante mucho tiempo en el país imperó la ideología del mestizaje, algo que nos hacía parecer exentos de racismo. Una cosa es ser una sociedad de mestizos y otra la ideología del mestizaje. Solo a partir de la Constitución del 91 se empezó a pensar a Colombia de manera distinta, no como una sociedad mestiza, sino pluriétnica y multicultural. Antes, con la Constitución de 1886, promovida por Rafael Núñez, pensábamos, desde perspectivas universalistas, que esta era una nación católica en la que todos hablaban castellano y en la que había una sola raza, la mestiza.
Diario Criterio: Pero también impulsó un país clasista y racista, en especial en el que el poder se concentró en los blancos…
Mara Viveros: Decir o hacer creer que porque la mayoría de la población era mestiza, eso nos hacía ser supuestamente menos racistas, más universales, era una manera de impedirnos ver el poder de la blanquidad. En el fondo, el mestizaje esconde una estrategia de blanqueamiento, de borrar trazos indígenas y negros, de acercarnos a lo europeo y de alejarnos, borrar lo autóctono o lo africano en nuestras genealogías, si se quiere.
Esa ideología del mestizaje encubría ese racismo que imperó desde la Colonia, que mantuvo una pirámide en la que los más blancos o blanqueados están en la parte alta, con los mayores privilegios. En Colombia, el poder, la civilización y el progreso han sido sinónimos de la blanquidad.
Diario Criterio: Y, ¿por qué no se habla de estos temas tan fácil o abiertamente?
Mara Viveros: Quienes hablan —o hablamos— de racismo o de raza, de esa herida que hay en nuestra sociedad, somos señalados de racistas, de resentidos. Incluso hay una descalificación intelectual y moral a quien se atreve a hablar de raza, porque si bien la raza no existe, los efectos reales y simbólicos de la idea de raza son bien concretos.
La raza no ha sido un tema muy abordado por la academia, como sí lo ha sido la violencia, y, hasta hace poco, se ignoraba la dimensión racial de la violencia, el componente racial que había tenido el conflicto armado en Colombia. Al punto en que la Comisión de la Verdad en Colombia es la primera del mundo que le dedicó un capítulo en su Informe a la afectación por la violencia sufrida por los pueblos étnicos.
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Diario Criterio: Además de lo que usted señala, es claro que Colombia, al ser un país de regiones, buscó una diferenciación a partir de conceptos como raza o de estigmatizaciones que terminaron siendo parte de la cultura y sus diferencias, ¿no?
Mara Viveros: Así es. Está muy documentado y claro que las regiones en Colombia están racializadas; que la región andina se percibe como mestiza o blanqueda, las regiones caribe y pacífica, como más cercanas a lo afro; y la región amazónica, como indígena.
Se creó —y así lo mostró, por ejemplo, Virginia Gutiérrez de Pineda— una tipología cultural regional que valora distinto a cada región, una geografía racializada y jerarquizada que da lugar a expresiones de racismo entre regiones. Todo lo dicho no solo aplica para las poblaciones afrodescendientes, sino para otras igualmente racializadas, como los pueblos indígenas o el rom. En algunos de mis trabajos, como El oximorón de las clases medias negras, se puede entender y profundizar en este fenómeno.
Diario Criterio: Allí se refiere, por ejemplo, al concepto de raza antioqueña...
Mara Viveros: Uno de mis temas de interés ha sido rastrear los elementos raciales y étnicos que se asocian con rasgos distintivos del comportamiento individual y colectivo de la gente de cultura antioqueña, hasta el punto de representarla como diferente al resto del país.
Se la relaciona con una ‘raza’ más pujante, emprendedora, trabajadora, empresarial, de fenotipo claro, que se opone a otras, como la de las costas, habitadas por personas de fenotipo más oscuro y, supuestamente, menos pujantes, menos trabajadoras y carentes de capacidad de emprendimiento.
Diario Criterio: O de chistes de pastusos, costeños, bogotanos, negros, indios, que eran tan frecuentes hace 20 años o más...
Mara Viveros: Sí, chistes racistas, pero también sexistas. Mientras que a los hombres paisas se les relaciona con una masculinidad hegemónica, de emprendedores, con gran capacidad de trabajo, de conquistar la naturaleza, de abrir fronteras agrícolas; a hombres y mujeres de otras regiones se les tilda con la pereza, la debilidad y la lascivia. Pero estos chistes no solo son antioqueños, es algo que también se escucha en el Valle, Santander o en otras regiones.
Diario Criterio: ¿Esas narrativas ocultan el papel de otros en la construcción de este país?
Mara Viveros: La narrativa de blanquidad borra la presencia de esas ancestrías plurales que son las que nos componen. La misma que presenta lo blanco y europeo como lo bueno, lo bello y lo verdadero; como el ideal de progreso y civilización. Ese ideal europeo entró en crisis cuando los europeos aplicaron métodos racistas y genocidas, no solo a las poblaciones amerindias o africanas, como lo habían hecho hasta entonces, sino en interior de Europa, durante el régimen nazi.
Diario Criterio: ¿Qué papel jugó la Constitución Política del 1991 en cambiar estos discursos?
Mara Viveros: A partir de esta Carta Magna se empezó a hablar de la gente negra como un sujeto étnico y de sus culturas. Antes, la gente negra era percibida como desprovista de cultura, de identidad étnica, y esto era grave porque la cultura humaniza.
Pero hay avances en relación con el racismo, en especial tras la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial y la Xenofobia de Durban, en Suráfrica, las políticas públicas antidiscriminatorias en Bogotá, la creación del Observatorio de Discrinainacion racial, etcétera… Lo que se ha dicho recientemente alrededor de Francia Márquez pone en evidencia que aún falta mucho, muchísimo, para ponerle fin al racismo y a la xenofobia. Es un asunto del que tenemos que hablar como sociedad.
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Diario Criterio: Entonces, ¿Colombia es un país racista o no?
Mara Viveros: Claro que sí. Es importante que se reconozca y que empecemos a actuar. Hay que trabajar por la igualdad, contra el racismo. Mientras haya racismo, no habrá paz. No se pueden ocultar las dimensiones racistas de la violencia que perviven en nuestra sociedad.
Diario Criterio: ¿Y qué se puede hacer?
Mara Viveros: Hay que trabajar desde lo personal hasta lo macrosocial; desde las familias, pasando por las escuelas primarias, colegios y universidades, donde todavía se mantiene un currículo educativo eurocentrista, hasta llegar al diseño de políticas públicas.
Los medios deben cumplir un papel importante en las acciones antirracistas, produciendo nuevas representaciones mediáticas de las poblaciones racializadas; investigando, por ejemplo, si detrás de ciertos programas de salud sexual y reproductiva que incentivan la ligadura de trompas en mujeres afrodescendientes pobres se esconden estereotipos racistas sobre ellas, como se documentó en Brasil.
Diario Criterio: Pero una figura como Francia Márquez, sin dudas, ayuda a que estos debates se den en la sociedad...
Mara Viveros: Los cambios de gobierno producen temores, pero estos también permiten entender prejuicios tan anclados en la sociedad colombiana, como la idea de que el camino hacia el progreso solo puede ser liderado por personas blancas, lo que, a su vez, implica que son las personas educadas, trabajadoras y competentes que necesita el país. Ese imaginario se opone al que existe sobre lo negro, relacionado con la falta de educación y competencia; pereza e incultura.
Lo negro se llega a asociar, incluso, con lo salvaje, la animalidad, la deshumanización del otro, porque el racismo lo hace. El racismo agrede, lastima tal como lo ha señalado Francia Márquez y que escribí hace un tiempo en una columna. Y, si no fuera suficiente, a ella también se le injuria, calumnia; se le acusa y señala. Esto, por los prejuicios racistas y el miedo que causa ver a personas y grupos minorizados en el poder.
Diario Criterio: Pero, ahora, esas mismas personas temen ser excluidas, perseguidas, objeto de un contrarracismo, si se puede decir así…
Mara Viveros: El contrarracismo o racismo al revés no existe, porque no es posible cambiar por un acto de voluntad la dirección en la que se mueve el racismo sistémico del que hablé antes, ni se puede discriminar racialmente a quien tiene acceso al poder o puede acceder fácilmente a ciertos privilegios por su color de piel. La idea del contrarracismo sirve, sí, para impedirnos hablar del racismo de manera coherente.
El uso de este tipo de maniobras ha quedado claro en las trabas que se ponen al logro de la equidad de género. Las luchas por la equidad de género no discriminan a los hombres. Las luchas por la equidad racial no discriminan a la gente blanca. Tenemos que ganar esa misma claridad para hablar tanto del sexismo como del racismo.
Mara Viveros Vigoya es doctora en antropología de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, magíster en Estudios latinoamericanos de la Universidad París III y economista de la Universidad Nacional de Colombia, donde es profesora titular y próxima directora de la Escuela de Estudios de Género.
6 Comentarios
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Buena entrevista sobre racismo sexismo en Colombia
Mas que el racismo, el factor de mayor incidencia el la no consecución de la paz en Colombia es la impunidad, caso concreto el Secretariado de las FARC ahora en el Senado, sin pagar un solo dia de carcel, contrario a lo que dijo el mentiroso Santos. Aqui no menciono la corrupcion rampante en todos los estamentos del Gobierno, lo cual tambuen torpedea los intentos por alcanzar la tan ansiada paz. Mientras existan estos dos elementos nunca habra paz en Colombia. Gracias.