Las raíces del mundo
“Parte de una cosa que queda oculta y de la que procede lo que está manifiesto”. Es una de las definiciones de “raíz” que da mi diccionario.
La metafísica en occidente, y no solo, muchos textos indios, los Upanishads, y antes los Vedas, son la búsqueda de esa raíz. Más que pensarla, los Vedas intentaron invocar esa raíz a través de imágenes de luz, no de oscuridad, como sería lógico, porque la raíz vive en la tierra, en el agua oscura o en la noche secreta. Pero en los Vedas la raíz es la aurora, el fuego o el relámpago.
La filosofía en cambio intentó pensar esa raíz a través de conceptos. La unidad de la que viene lo múltiple, el “fundamento”, lo llamaron algunos. Anaximandro le dio el nombre de apeiron, lo que no tiene bordes, como un vestido sin dobladillo. Tradujeron apeiron por “lo indeterminado”: una especie de mar abstracto. Otros dijeron que la mente es la raíz, porque hace posible la experiencia. También se llamó “ser” a la raíz, Dios, posibilidad, nombres inmensos y vacíos, o justamente es eso la raíz, el vacío, nada, “la” nada, en fin.
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La pregunta por la raíz, por el brote o la pulsión oculta de la que viene todo lo que es, recorre en sentido inverso el camino ardiente hacia la aparición. Esa pregunta se convirtió muy pronto en una pregunta por la causa: por qué. ¿Por qué hay cosas y no nada? es la pregunta de Leibniz, para llegar a la conclusión de que todo es por una causa, con la que hasta un budista estaría de acuerdo, o “todo es por una razón”, una formulación que trae más problemas consigo, y que lleva a Schopenhauer a aclarar el problema de la raíz con un título tan atractivo y comercial que es seguro que un editor contemporáneo le ofrecería un platal para incluirlo en su catálogo. El título de Schopenhauer es La cuádruple raíz del principio de razón suficiente. Su mamá le preguntó que si era un libro de botánica.
Cuando todo se salió de control a alguien se le ocurrió decir que la metafísica es la búsqueda en la oscuridad de un gato negro que ni siquiera está ahí. ¡Hermosa imagen para ver la raíz! De ahí el título del libro luminoso de ensayos del magnífico recién muerto Charles Simic: The Metaphysician in the Dark, El metafísico en la oscuridad. Además de oír jazz y blues a la madrugada, Simic intentó curarse del insomnio leyendo la filosofía más ardua y enrevesada sin lograrlo. Ahora está en la oscuridad, seguramente insomne, y desde ahí, como todos los muertos, como todo lo que no está, es fuente de la poesía verdadera que es siempre manifestación de lo oculto.
“La naturaleza no está solo en la superficie, está adentro. Los colores en la superficie muestran ese adentro. Muestran las raíces del mundo”, escribió Paul Cézanne.
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Es bello pensar que los colores guardan como cofres la raíz del mundo, como también las formas, un vestido descosido, los sonidos, un blues, todo lo que sentimos y percibimos; que es en la superficie del mundo donde se muestra su raíz, o que los sentidos son esa raíz, no solo los cinco sentidos, sino los millones de sentidos que estallan cada segundo en el espacio y el tiempo inconmensurables que llamamos mundo, como estrellas en la madrugada; y es bello pensar que la madrugada es la raíz del día, porque las raíces están solo en una oscuridad que ya está sembrada de luz, como en los Vedas, donde el relámpago, el fuego y la aurora son raíces de todas las plantas calladas del mundo; y es bello pensar y decir que la luz es lo más oculto en la tierra, y que la luz y la vida son las raíces de la muerte y la oscuridad.
3 Comentarios
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Interesante esta reflexión sobre las Raices del mundo
Chévere
Gracias.