La reforma al Congreso une a petristas y uribistas, pero aún no se puede cantar victoria
Los partidos de gobierno y la oposición se unieron para presentar el proyecto que parece ser la cuota final para reformar el Congreso. Aunque todo indica que el trámite de la iniciativa será sencillo, las cosas podrían complicarse. Aquí le explicamos por qué.
Este miércoles se presenció una escena poco usual en el Congreso. En una misma mesa, senadores y representantes del gobierno y la oposición radicaron en conjunto un proyecto de ley para reformar el Congreso.
En la presentación participaron figuras muy cercanas al presidente Gustavo Petro, como los senadores Iván Cépeda y Gustavo Bolívar. Así mismo, hicieron presencia fuertes figuras de la oposición; como Marelen Castillo y Hernán Cadavid, este último un férreo defensor de Álvaro Uribe y quien llegó a la Cámara como cabeza de lista del Centro Democrático en Antioquia.
La curiosa alianza de estos dos sectores se dio gracias a la reforma al Congreso, uno de los cambios más demandados por la ciudadanía en las pasadas elecciones. Cabe recordar que al inicio de la legislatura los partidos presentaron varios proyectos de ley al respecto, uno de los cuales desató polémica porque, si bien planteaba la reducción de salario de los congresistas, solo lo hacía efectivo hasta 2026.
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Después de varias discusiones y al ver que todos los partidos estaban interesados en los cambios, se creó una comisión especial para unificar las propuestas. Este ejercicio derivó en un proyecto de acto legislativo que acaba de ser radicado ante el Congreso.
La iniciativa tiene cuatro puntos centrales, que en últimas buscan ajustar los privilegios de los congresistas y mejorar las medidas de control sobre su labor. El primer cambio tiene que ver con una disminución en el receso legislativo de fin de año, que actualmente es de tres meses y pasaría a un mes y medio.
El segundo cambio busca castigar, con mayor severidad, el ausentismo de los congresistas. Actualmente, si un parlamentario falta a seis plenarias y no presenta excusa, se arriesga a perder su investidura. Sin embargo, la norma tiene sus vacíos, porque no castiga las fallas a sesiones de comisión y permite que se borren cada seis meses.
Así mismo, el proyecto plantea castigar la llamada ‘mermelada’ y reducir en un 20 por ciento el salario de los congresistas, lo que se traduce en unos siete millones de pesos. mensuales.
Claramente, este último punto es el que genera mayor expectativa, pues muchos lo ven como un acto que demuestra el interés de los legisladores de cerrar las brechas sociales. Como lo plantean los autores del proyecto, debido a los enredos para bajar los sueldos inmediatamente, la reducción del 20 por ciento llegaría con un nuevo impuesto que entraría en la reforma tributaria.
Este impuesto solo iría hasta 2026, ya que los promotores de la iniciativa también esperan que se apruebe el proyecto que busca fijar el sueldo en 25 salarios mínimos a partir de ese año, esto para evitar que la norma se hunda por posibles conflictos de interés.
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Reforma al Congreso: ¿así de fácil?
Sobre el papel, la unión de la bancada de gobierno y la oposición asegura un trámite fácil para el proyecto de acto legislativo. Así lo expresó el senador Gustavo Bolívar, quien aseguró que: “salvo que haya un traspiés muy grande en la Corte, esto va a ser un hecho dentro de muy poco”.
Si bien es cierto que los cambios propuestos no representan un alivio para las arcas del Estado ni un cambio radical en la forma de hacer política, se trata de medidas que la sociedad viene reclamando hace varios años. El camino ha sido tan complejo que muchos ya perdieron la fe en la capacidad del Congreso para reformarse.
En los últimos años, por ejemplo, partidos y gobiernos han presentado propuestas para reducir el sueldo o congelarlo, pero ha pasado todo lo contrario, el monto sube en un porcentaje mucho mayor al del salario mínimo y el Legislativo mantiene una pésima imagen ante sus electores.
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Por ahora, las cuentas de los partidos interesados cuadran perfectamente y todo hace pensar que por fin llegarán los cambios. Sin embargo, antes de cantar victoria hay que tener en cuenta el tiempo y la naturaleza del proyecto.
Lo que se radicó este miércoles es un acto legislativo, por lo que antes de convertirse en ley tendrá que superar ocho debates. El problema es que los primeros cuatro tendrán que realizarse en este periodo; es decir, antes del 16 de diciembre, fecha en la que el Congreso sale a vacaciones.
El Pacto Histórico domina las mesas directivas de Senado y Cámara, por lo que es muy probable que el proyecto sea privilegiado en el orden del día de las diferentes sesiones plenarias. Sin embargo, hay que recordar que ya hay una larga fila de proyectos radicados y que la principal preocupación del gobierno es la reforma tributaria.
Así las cosas, en medio de este ajetreo legislativo, el proyecto de reforma al Congreso entra en una carrera contra el tiempo, en la que no bastarán los anuncios y buenas intenciones de los partidos para hacer realidad los cambios.
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