A la Registraduría le fue ‘unga unga’ en elecciones al Congreso
Estos comicios pasarán a la historia, no por la manera como votaron los colombianos, sino por la cadena de tropiezos e irregularidades que pusieron en duda la veracidad de los resultados por parte de la Registraduría de Alexánder Vega. ¿Por qué?
Fraude, error, omisión, irregularidad, negligencia… no importa cómo se califiquen las recientes elecciones al Congreso de la República. Al final todo se puede resumir a una sola palabra: desconfianza.
Y ese sentimiento crece como espuma en redes sociales y medios tradicionales a medida que avanza el escrutinio de las votaciones, así como las críticas de líderes y representantes de todos los partidos políticos. El mal desempeño de la Registraduría unió, en su contra, a todas las vertientes políticas.
El problema es tan delicado que, cinco días después de cerradas las urnas, los votantes no saben con certeza cómo se conformará el Senado y la Cámara de Representantes porque, a medida que avanza el escrutinio, aparecen miles de votos que quitan y ponen curules en el Capitolio Nacional.
Es decir, en la autodenominada “Registradauría del Siglo XXI” los colombianos padecieron unas elecciones como si estuvieran en la edad de piedra: papel, lapiceros y la mano del hombre en casi todas las etapas del proceso.
Eso parece un chiste en esta nueva era de las comunicaciones dominada por las tecnologías, la virtualidad y el acceso en tiempo real a la información. En Colombia, hasta para cobrar el IVA (Impuesto al Valor Agregado) la DIAN lo hace de manera digital, pero el sistema electoral sigue siendo manual.
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Lo absurdo es que el propio Código Electoral de 1986, en su artículo 58, habla de la automatización y el uso de las tecnologías para el proceso electoral. Incluso, hasta faculta al Presidente de la República para que celebre esos contratos, así sea de manera directa.
Sin embargo, en materia electoral los colombianos siguen en tinieblas y dependiendo de la intervención del hombre para contar los votos que, en cualquier otro país democrático y desarrollado, ya son tabulados por una máquina y un programa informático.
Aquí en Colombia ni siquiera el sistema de identificación biométrica de votantes ha sido aplicado. Todo ello sirve de insumo para aumentar las suspicacias en torno a que, en este país, los muertos siguen acudiendo a las urnas para votar.
La sombra del medio millón de votos
Esta elección ha sido tan confusa, que pocas veces en la historia electoral, politólogos, opinadores y grandes emporios de comunicación tendrán que cambiar los extensos análisis que hicieron sobre los resultados de las votaciones al Congreso.
Y eso sucede porque gracias a los escrutinios, a un solo partido político le aparecieron casi medio millón de votos de diferencia con los resultados que se informaron en el preconteo del domingo 13 de marzo, día de las elecciones.
Se trata del Pacto Histórico que lidera Gustavo Petro, estructura política de izquierda que, con el conteo oficial de votos, pasó de 16 senadores a un mínimo de 20 (por ahora). El senador Roy Barreras asegura que en sus cuentas podrían ser 22 curules.
En las consultas presidenciales sucedió casi lo mismo. Pese a que se trataba de un simple tarjetón con el rostro de los candidatos y el logo de los partidos, ello no evitó que durante el escrutinio aparecieran otro medio millón de votos para las tres consultas: Pacto Histórico, Equipo por Colombia y Centro Esperanza.
Para empeorar, toda la semana el tema de las votaciones al Congreso se mantuvo como tendencia en redes sociales, no por los resultados, sino por las denuncias frente al presunto fraude.
Tristemente, en Colombia se volvió rutina que después de cada proceso electoral aparezcan los famosos formularios E-14 con tachones, enmendaduras o adulteraciones que contradicen todo lo que se informó durante el preconteo.
Sin embargo, lo atípico de esta elección, es que estaban en juego medio millón de votos que no fueron informados durante el preconteo del domingo, ya sea por error o de manera intencional.
Esa cifra rompe todo margen de error histórico entre el preconteo y el escrutinio en Colombia. Según expertos, en el peor escenario de inconsistencias, se hablaba de una diferencia del 10 por ciento entre ambos procesos, pero en esta ocasión superaría el 20 por ciento.
“En términos generales, en todos los procesos electorales es probable que existan algunas diferencias entre los datos del preconteo y el consolidado final del escrutinio y normalmente el margen de error es de alrededor del 0,5 por ciento”, dijo la Registraduría en un comunicado publicado en su página web, durante las elecciones, pero de 2010.
Lo que comienza mal…
El mismo día de las votaciones hubo un mal precedente que marcaría el inicio de la polémica que hoy envuelve la jornada electoral del domingo 13 de marzo: durante cuatro horas la plataforma que permitía a los ciudadanos consultar su puesto y mesa de votación, colapsó.
Ese problema, además de vergonzoso e insólito, puso en aprietos a los votantes, ocasionando confusión, aglomeraciones en muchos de los 12.500 puestos de votación y hasta largas filas solo para consultar en carteleras, dónde sufragar.
Aunque inicialmente la Registraduría aseguró que ese fallo se debió a un cibertaque, posteriormente la propia policía especializada en ciberseguridad, descartó que el problema haya tenido como origen un hackeo.
La indignación ciudadana creció aún más, cuando se supo que con dineros de los contribuyentes se pagaron los 14.000 millones de pesos que costó contratar a una firma especializada que evitara lo que justamente sucedió con la plataforma de consultas en línea: su colapso.
En contexto: ¿Se rajó la Registraduría en las legislativas?
La Fundación Karisma, un laboratorio experto en seguridad digital y privacidad en Colombia, ya había realizado una coompilación de lo mal que funcionaron todas las plataformas y aplicaciones relacionadas con los votantes, antes y durante las elecciones.
Por ejemplo, recordó que el sistema para la inscripción en línea de votantes, “tuvo problemas de demanda y durante varios días la plataforma tuvo problemas de acceso”.
Criticó a la Registraduría porque nunca reveló cuál fue el algoritmo que emplearon en la selección de los 727.823 jurados de votación. Hay que recordar que ese procedimiento de los jurados es clave, porque ellos son los encargados de contar los votos.
De hecho, entre las conclusiones del por qué tantas irregularidades en estas elecciones, los observadores como la MOE y otros analistas, coincidieron en que tienen su origen en la manera como fueron seleccionados y capacitados los jurados.
Karisma también recordó las fallas en el sistema de acreditación de testigos electorales y la falta de funcionamiento de la plataforma de seguimiento para los delegados que debían verificar la instalación de mesas de votación.
Otro síntoma que causó ‘mala espina’ entre los colombianos, es que la información sobre cómo votaron para elegir al nuevo Congreso, empezó a fluir solo después de tres horas de cerradas las urnas.
Y las sospechas de que algo andaba mal rodó como una bola de nieve a partir del lunes 14 de marzo cuando los votantes publicaron en redes las copias de los formularios E-14, asegurando que sus votos no aparecían en las mesas donde fueron depositados.
Más allá de esas quejas, que se volvieron cotidianas durante las elecciones, llama la atención que puso de acuerdo, frente a una misma denuncia, tanto a Petro como a Uribe. Es decir, petristas y uribistas dándole palo a la Registraduría y usando el mismo término: fraude.
Preconteo vs Escrutinio
Una de las discusiones más acaloradas en redes sociales y medios de comunicación giró en torno al carácter informativo del preconteo y la validez jurídica del escrutinio.
En realidad, son dos tecnicismos electorales que poco importan al ciudadano de a pie, que en muchas elecciones se acuesta a dormir con un resultado y al día siguiente amanece con otro.
Lo de fondo es que la diferencia legal entre Preconteo y Escrutinio, desde hace varios años, viene minando la confianza de los colombianos frente a sus autoridades electorales.
Para empezar, basta señalar que el Preconteo es un mecanismo de comunicación de los resultados electorales que está previsto en el artículo 155 del Código Electoral, creado desde 1986 a través del Decreto Ley 2241, durante el gobierno del presidente Belisario Batencur.
Lo insólito, es que ese artículo aún habla de la comunicación inmediata de los resultados electorales, pero a través de telegramas o teléfono, o “por el medio más rápido”.
No obstante, el propio Consejo Nacional Electoral (CNE) a través de la Resolución 1706 de 2019, dispuso el “uso obligatorio de las herramientas tecnológicas puestas a disposición de las comisiones escrutadoras”, con el fin de velar por la transparencia, eficacia y eficiencia del conteo de votos. Lo increíble es que aún siguen usando papel y lápiz.
Lo cierto es que, a raíz de la polémica en torno a las diferencias de votos entre el Preconteo y el Escrutinio, la propia Registraduría debió salir a calmar las aguas y reafirmar que lo único válido en materia electoral, es el escrutinio.
“Los boletines expedidos por la Registraduría Nacional del Estado Civil durante el denominado preconteo no son de carácter vinculante y tienen mero carácter informativo, por lo que no pueden considerarse como documentos electorales que definen una elección”, según lo señalado por el Consejo Nacional Electoral en el Acuerdo No. 019 de 1994 y en la Resolución 1706 de 2019.
Una prueba de que ese problema es cíclico y se repite en cada elección, basta comparar esa declaración con lo afirmado durante las votaciones territoriales de 2011, opacadas por los mismos reparos.
“La finalidad de los boletines es dar información a la opinión pública en general de cómo se va adelantando la jornada electoral, más no de declarar elecciones ni mucho menos servir de mecanismo jurídico para ser demandados por las diferencias que entre éstos y las actas de escrutinios existan, dado que por ley no tienen valor jurídico alguno”, explicó en su momento la Registraduría
Este otro párrafo final demuestra además que, en materia electoral la Registraduría del Siglo XXI, sigue contando e informando votos, tal cual lo hacía hace una década.
“Las diferencias entre los datos divulgados en el preconteo y los resultados del escrutinio obedecen en su gran mayoría a que el preconteo se realiza con base en transmisión de datos “voz a voz”, a través de teléfonos fijos, móviles o satelitales, con el fin de brindarle una información rápida a la opinión pública el día de la elección y es posible que existan errores humanos en la transmisión o recepción de la información”, agregó la autoridad electoral en su comunicado de 2011.
El diseño de la confusión
Con el escándalo de los polémicos formularios E-14 hay un dato que no pasó inadvertido porque ya había sido alertado no solo por la Misión de Observación Electoral (MOE), sino por delegados para asuntos electorales dentro del partido de izquierda, Pacto Histórico.
Se trata del diseño de ese formulario que ubicó el logo de ese partido y las casillas para rubricar el número de votos, en la misma página del partido de La U.
Eso explicaría por qué, al momento de informar los votos durante el preconteo, los jurados y patinadores, por error o intencionalmente, le sumaban esos sufragios al partido de La U y no al Pacto Histórico.
Esa situación también resolvería por qué esos votos aparecieron en el escrutinio, donde se cuentan uno a uno cada cuadernillo marcado, sin importar el partido o candidato.
“En una de cada cuatro mesas no reportaron votos del pacto histórico. Eso es completamente atípico. Necesita un revisión muy seria, juiciosa y minuciosa. Este error se pudo presentar por un mal diseño del E-14”, dijo Alejandra Barrios, coordinadora de la MOE, durante entrevista con El Espectador.
Al respecto, Alexánder Vega, registrador nacional, ha dicho en sus pocas apariciones ante la prensa que, “Si hubo dolo por parte de algunos jurados, esas actuaciones serán puestas en conocimiento de la Fiscalía”.
Lo malo de su amenaza con aplicar el peso de la ley a quienes la infrinjan, es que todo parecería indicar que ese error tuvo como origen un mal diseño del formulario E-14. Es decir, el problema se originó en la propia Registraduría.
Así las cosas, desde algunos sectores ya miran con suspicacia ese error, no solo porque es muy evidente, sino porque el mismo fue alertado con anticipación y al parecer las autoridades electorales ignoraron los llamados.
Ad portas de una elección presidencial, aún es prematuro vaticinar cómo terminará este escándalo que sacudió al sistema electoral colombiano y no precisamente porque se estuviera ante un fraude urdido por la izquierda, tal como lo denunció el expresidente Andrés Pastrana, sino porque el sistema de votación y conteo, pareciera de la edad de piedra.
No se puede negar que estas elecciones pasarán a la historia porque pusieron en evidencia la fragilidad de la Registraduría como autoridad electoral, no solo por rezagada en materia tecnológica, sino porque cada día que pasa se estaría esforzando por perder la confianza de los colombianos.
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