Retornar con Criterio

Me he acercado a este medio de comunicación que hoy me abre este espacio para compartir con ustedes, queridos lectores con Criterio, una de las dos cosas que más disfruto hacer: escribir columnas.

Hace unas semanas terminaba mi gestión como rector de la Universidad Santo Tomás en la sede de Medellín. Fueron seis intensos años de aprendizajes, de muchas conversaciones y de miradas divergentes sobre la educación.

Llegué a Medellín luego de tres años del calor barranquillero. En esos años, recibí de la sociedad antioqueña mucho afecto, tuve la alegría de participar en redes, conversatorios, congresos.

Fui invitado a compartir mis experiencias y opiniones en universidades, empresas e instituciones. Fue significativa para mí la columna semanal que hice en el periódico El Mundo, y, ante la suspensión de este, el vacío que me dejaba luego de más de 90 entregas que, semana tras semana se publicaban, surgía otra hermosa experiencia: la columna de opinión en un programa de Teleantioquia. Escribir y conversar. Los dos medios de comunicación me había dado la oportunidad de hacer las dos cosas que más disfruto hacer en la vida y esto hace que los recuerdos de aquellos días sean profundamente gratos.

Puede leer: Las cuentas de la esperanza

La primera columna que escribí para el El Mundo se tituló De la universidad moderna a la universidad original. Como si se tratara de una cartografía, este espacio de opinión se convirtió en la columna vertebral que iba armando semanalmente. Reflexiones sobre el mundo universitario, su quehacer, sus preocupaciones, su lugar en la sociedad, sus actores y condiciones propias de desarrollo.

La última columna se trataba de un homenaje que le hacía al periódico: Se acabó El Mundo. Lamentaba, con intenso dolor, la pausa que estaba haciendo el periódico. Digo pausa aun conservando la esperanza de que vuelva a abrir sus puertas.

No puede ser que la sociedad no lamente el cierre de un medio de comunicación. No puede ser que a los colombianos nos dé lo mismo que un periódico se cierre, como si se tratara de cualquier cosa que termina, insignificante.

En fin.

Medellín me dio un espacio para el cultivo de mi humanidad gracias a dos grandes instituciones: El Mundo y Teleantioquia.

Y, después de nueve años, vuelvo a Bogotá.

No ha sido un retorno fácil, sobre todo por el frío y la congestión de la ciudad. Aun así, está siendo realmente mágico el reencuentro con los viejos amigos, la cercanía a la familia, los planes por algunos lugares de mis tiempos de estudiante y las nuevas relaciones que se me han venido dando.

Puede leer: De la excelencia laboral

Como si Bogotá hiciera un esfuerzo por acogerme, me he acercado a este medio de comunicación que hoy me abre este espacio para compartir con ustedes, queridos lectores con Criterio, una de las dos cosas que más disfruto hacer: escribir columnas.

Quería que esta primera columna fuera así: tranquila, informal y capaz de mostrar la alegría que siento por engrosar la lista de columnistas de este importante medio que se viene posicionando como un gestor de opinión en el país.

Ahora, más reposado y acercándome a los 40, quiero compartir con ustedes mi opinión sobre diversos temas, que seguro dejará en mí el placer de provocarlos.

De eso se trata el trabajo del columnista: ser un provocador y un incitador de opiniones diversas. 

Agradecido por este retorno al teclado no me queda más, como diría Borges, que agradecer al divino laberinto de los efectos y de las causas.

@ricardoopco

Puede leer: El problema agrario en Colombia, una cuestión mal plantada
Siga con: Candidatos no confían en avales y van por firmas a la Alcaldía de Medellín

5 Comentarios

  1. Alejandro Henao Zapata

    A una persona que ha dedicado su inteligencia a inspirar, lo entusiasmo a que siga con ese ímpetu de hacer que las cosas pasen

Deja un comentario

Diario Criterio