Donald Trump colombiano

Como el expresidente Donald Trump, Hernández identificó un malestar y se la jugó. Es un enigma para la mayoría de los colombianos y es un salto al vacío.

Rodolfo Hernández, el candidato sorpresa de las elecciones presidenciales, es una incógnita. Tiene 77 años y, sin querer queriendo, se ha convertido en una posibilidad para la Presidencia. Hace un año era conocido solo en Bucaramanga y su ambición solo eso: un sueño. No tiene una agenda más allá de castigar a los corruptos. Pero es suficiente porque convoca la indignación nacional. Como el expresidente Donald Trump, Hernández identificó un malestar y se la jugó. Es un enigma para la mayoría de los colombianos. 

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Nació el 26 de marzo de 1945 en Piedecuesta, Santander, pero desde su niñez se radicó en Bucaramanga. Tiene tres hermanos: Humberto, Alfonso y Gabriel, los dos últimos también ingenieros civiles. Hernández está casado con Socorro Oliveros. Su padre fue secuestrado 135 días por las Farc. Tiene cuatro hijos: Mauricio, Juliana, Luis Carlos y Rodolfo José.  Su hija fue secuestrada y asesinada por el ELN. Un fiel representante de la dirigencia regional que padeció en piel propia la violencia. 

En 2015 financió su propia campaña y ganó la Alcaldía de Bucaramanga. Fue un alcalde polémico, pero popular. No es usual que un candidato financie su propia campaña. 

Hoy anuncia una cruzada anticorrupción. Hernández tiene propuestas de austeridad y transparencia transversales en todos los ejes de inversión del Estado. Propone crear un instituto de devolución de dinero robado por la corrupción. El exalcalde se compromete a entregar recompensas a los ciudadanos que denuncien prácticas corruptas hasta con el 20 por ciento de lo recuperado. Es decir que desataría una cacería de brujas sin precedentes donde podrían pagar justos por pecadores. También se compromete a remunerar las veedurías ciudadanas y a pagarles recompensas. No aclara con cuál presupuesto lo hará.

Hernández propone crear un paredón contra los funcionarios que cometan prácticas corruptas y liderar ejercicios de magistratura moral, a través de una conferencia de prensa matutina semanal. Algo muy similar a lo que hizo cuando fue el primer mandatario en Bucaramanga con su programa por Facebook en vivo ‘Hable con el alcalde’.  Obviamente, esta propuesta es llamativa. ¿A quién no le gusta humillar a su contrincante? Pero ¿servirá para combatir la corrupción? 

Aseguró que en un eventual gobierno suyo no habría reformas tributarias. Entonces, ¿con qué recursos pagará la operación del Estado?

La principal apuesta carcelaria de Hernández es la ‘Ciudad resocializadora’: consiste en mover las 132 cárceles a campos abiertos en los que los reclusos puedan trabajar la tierra y adelantar pequeñas iniciativas industriales, al estilo de las colonias penales que ya se han probado en el país ¿Volver al pasado?

Se comprometió a donar su sueldo como presidente de la República y a entregárselo a los más necesitados. Una jugada muy trumpista. Otra de esas primeras disposiciones que tomaría el ingeniero tiene que ver con el Congreso, para lo cual ordenaría suspender de manera indefinida la operación y funcionamiento de los vehículos y demás equipos destinados al uso de los senadores y representantes a la Cámara. Seguridad para todos, aparentemente.

Un segundo decreto que afirma expediría en su primer día de gobierno es la supresión de las consejerías presidenciales, entregando mayores funciones al despacho de la Vicepresidencia de la República. Una figura más que propone acabar el aspirante presidencial es la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. De la misma forma indica que serían los ministerios los que tienen que asumir parte de esas responsabilidades de las entidades que acabará. Más trabajo menos presupuesto. 

En las medidas de ajuste que también espera tener Hernández si llegase a la Presidencia, está la rebaja sustancial de gastos en el funcionamiento de la Casa de Nariño, como por ejemplo suspender la operación y uso de la flota de aviones, helicópteros, vehículos y demás equipos destinados al uso del presidente, vicepresidente, ministros y primera dama. De la misma forma Hernández indica que suspendería de manera indefinida la utilización de la casa privada de la Casa de Nariño, al servicio del presidente y la primera dama, así como también de manera indefinida la utilización de la casa privada de la vicepresidencia de la República. En otras palabras, desmontaría la oficina del presidente. Atractivo, pero no real.

Su última propuesta es un gran ajuste en las embajadas de Colombia ante el mundo. En primer lugar, dice que se restablecerían las relaciones diplomáticas y consulares con Venezuela. Pero que eliminaría, entre otras, las embajadas de Colombia en Argelia, Australia, Bolivia, Dinamarca, Filipinas, Indonesia, Jamaica, Marruecos, Líbano, Paraguay, Polonia, Uruguay y Vietnam, entre otras. Colombia se aislaría del mundo. Una decisión que nos costaría demasiado.

Hernández es un salto al vacío. Como Donald Trump. 

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