Gilberto Rodríguez Orejuela y las verdades incómodas que se llevó a la tumba
Desde la presunta financiación mafiosa a las campañas presidenciales de Ernesto Samper y Andrés Pastrana, hasta el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado y el apoyo a políticos y figuras públicas. Se habla de un revelador manuscrito que habría dejado Rodríguez Orejuela.
Gilberto Rodríguez Orejuela no solo era uno de los capos del narcotráfico más temidos en Colombia y el mundo, sino que su obsesión por pertenecer y ser aceptado por la alta sociedad del país lo llevó a convertirse en uno de los financiadores en la sombra de toda clase de personalidades políticas, judiciales, artísticas y deportivas.
Básicamente, Rodríguez Orejuela, además de narcotraficante, era patrocinador de figuras públicas.
El dinero que amasó traficando cocaína junto con su hermano, Miguel, no solo lo usó para forjar un emporio empresarial (Drogas La Rebaja, Chrysler, Club América de Cali, inmobiliarias, hoteles, emisoras), sino que lo invirtió financiando políticos y celebridades.
A la sevicia criminal que manejó en el bajo mundo de la mafia y a su temida organización conocida como el Cartel de Cali, se suma su obsesión por ser reconocido, aceptado y admirado dentro de las élites de Cali (Valle) y Bogotá, la capital del país.
Precisamente, José Santacruz Londoño, alias Chepe (muerto en 1996) y compinche de los hermanos Rodríguez Orejuela dentro del Cartel de Cali, fue el protagonista de una de las historias más reveladoras de ese fetiche de los narcos por ser aceptados socialmente.
Como a Chepe Santacruz le negaron su admisión como socio del mítico Club Colombia de Cali, al capo no le quedó otro remedio que construir una réplica de esa prestigiosa sede social, en señal de poder. Para la época, ese capricho le habría costado 5.000 millones de pesos. Hoy ese inmueble hace parte del inventario de bienes ruinosos de la Sociedad de Activos Especiales (SAE).
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Mientras tanto, Gilberto Rodríguez Orejuela, conocido en el mundo de la mafia con el alias del Ajedrecista, amasaba su imperio criminal a punta de buenas relaciones con la clase dirigente del país.
Gracias a esos nexos, se cree que Gilberto sería la caja de pandora de los secretos en torno a los hechos de violencia más dolorosos en el país y los vínculos de la clase política con la mafia.
Pero, tras conocerse el reciente fallecimiento del viejo capo del Cartel de Cali en una prisión de Carolina del Norte (Estados Unidos), donde purgaba una condena de 30 años, buena parte de esa verdad histórica y criminal, se la llevó a la tumba.
Tanto Gilberto como su hermano Miguel Rodríguez Orejuela habrían sido protagonistas y testigos de excepción de escándalos como el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado, la financiación de campañas presidenciales como las de Ernesto Samper (proceso 8.000) y Andrés Pastrana, al igual que congresistas, gobernadores, alcaldes, concejales, policías, militares y figuras públicas como modelos, actrices, periodistas, artistas y hasta empresarios.
Sin embargo, tras su muerte ocurrida este miércoles 31 de mayo de 2022, el diario El Tiempo reveló la supuesta existencia de un manuscrito con las memorias del Ajedrecista, en las que hablaría de la infiltración de los dineros del narcotráfico en la vida política del país.
Gilberto Rodríguez Orejuela, pieza clave del proceso 8.000
Gilberto Rodríguez Orejuela era la pieza clave del escándalo sobre el presunto ingreso de dineros del narcotráfico a la campaña presidencial de Ernesto Samper y que se conoció como el proceso 8.000.
Desde que los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela fueron extraditados a Estados Unidos en 2004, se pensó que revelarían sin titubeos la forma como financiaron la campaña de Samper, avalado por el Partido Liberal.
Pero los hermanos Rodríguez Orejuela siempre guardaron silencio hasta 2021, cuando el expresidente Andrés Pastrana (conservador) reveló, en la Comisión de la Verdad, una carta firmada por ellos en la que admitían haber entregado dineros a la campaña de Samper.
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Esa divulgación de Pastrana motivó el año pasado una dura respuesta de los hermanos Rodríguez Orejuela, quienes le recriminaron al expresidente conservador por “(…) pretende posar de víctima de la corrupción sin incluirse usted mismo en dicha corrupción”.
Lo revelador de esa respuesta de los excapos de la mafia es que denunciaron que la campaña presidencial de Andrés Pastrana también habría recibido financiación del Cartel de Cali.
“Finalmente, señor expresidente Pastrana, queremos hacerle el último comentario para que usted refresque su memoria selectiva: fuimos amigos por muchos años de los ilustres conservadores Álvaro Pava padre, Humberto Pava hijo y Álvaro Pava hijo. Resulta que a finales del siglo pasado (1990-2000) tuvimos varios acercamientos con el doctor Álvaro Pava hijo a través de Alberto Giraldo, a raíz de las campañas presidenciales de 1994 y 1998, en las cuales usted participó y de la cual él (Álvaro Pava) era un alto directivo de su campaña”, dice la explosiva carta de los hermanos Rodríguez Orejuela.
Los excapos del Cartel de Cali también aseguran que la confesión en la que enlodaron a Samper, y cuya carta le entregaron en el año 2000 al entonces presidente Pastrana, sería el fruto de un chantaje para no ser extraditados a Estados Unidos.
En la reciente misiva, los hermanos Rodríguez Orejuela explicaron que esa confesión firmada por ellos, sería usada también como chantaje contra el expresidente Ernesto Samper y su exministro Horacio Serpa, porque para esa época, ellos amenazaban con revelar detalles de los contratos de Dragacol y Chambacú, que se convirtieron en el escándalo de corrupción que salpicó al gobierno de Andrés Pastrana.
“Señor expresidente (Pastrana), se le olvidó contarle a la Comisión de la Verdad su participación criminal en los tan sonados contratos de Dragacol y Chambacú, donde usted fue el jefe de esa conspiración delincuencial para defraudar al Estado en varios millones de dólares”, aseguraron los excapos en la polémica carta de 2021.
De domicilio a capo
La historia de los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela es tan asombrosa como cuestionable.
Aunque Gilberto era natal de Mariquita (Tolima), se crió en Cali (Valle) junto con sus seis hermanos. Él era el mayor. Su padre era pintor y su madre, ama de casa. Gilberto arrancó su vida laboral como mensajero de una droguería y años más tarde sería el dueño de su propia farmacia: droguería Monserrate.
El ascenso económico de los hermanos Rodríguez Orejuela fue vertiginoso. Los reportes oficiales de las autoridades revelaron que en 1979 adquirieron la filial de Chrysler Colombia por un monto de 50 millones de pesos para la época.
Precisamente en esa década es que aparecen los registros del naciente Cartel de Cali, cuyo tráfico de cocaína se concentraba en la ciudad de Nueva York (Estados Unidos), con el apoyo de los otrora capos José Santacruz Londoño y Élmer Pacho Herrera.
Según reportes de la DEA, los Rodríguez Orejuela amasaron tanto poder, que en la década de los ochenta lograron alianzas con organizaciones criminales de Europa, como la Camorra en Italia.
Las autoridades antinarcóticos de Estados Unidos les endilgaban al Cartel de Cali y sus jefes, los hermanos Rodríguez Orejuela, ser responsables del tráfico de cocaína en ese país.
Los Pepes y Rodríguez Orejuela
Otra de las verdades que aún no ha sido resueltas judicialmente en Colombia son los alcances de los tentáculos del Cartel de Cali dentro de las Fuerzas Armadas de Colombia.
El mayor ruido en torno a ese espinoso tema giró alrededor del autodenominado grupo paramilitar conocido como Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar).
Resulta que los Rodríguez Orejuela habrían aprovechado la guerra que su archienemigo del Cartel de Medellín (el capo Pablo Escobar) le habría declarado al Estado colombiano.
Existen fuentes y datos que hablarían de una posible alianza criminal de miembros de la Policía y el Ejército con el Cartel de Cali. El principal puente de ese acuerdo ilegal habría sido a través del Bloque de Búsqueda, una fuerza élite creada para combatir, capturar o dar de baja a Escobar.
El propósito de esa alianza era simple. Por un lado, el gobierno buscaba ponerle fin al enemigo público del establecimiento, usando el poder criminal de otro grupo mafioso que podría enfrentar a Escobar con métodos ilegales. Por el otro, los Rodríguez Orejuela se beneficiarían sacando del negocio del narcotráfico a su mayor competencia: el Cartel de Medellín.
Por ejemplo, a los Rodríguez Orejuela se les responsabiliza del atentado, en enero de 1988 en Medellín (Antioquia), contra el edificio Mónaco, donde vivía la familia de Escobar. Cinco años más tarde, el temido capo fue abatido en la terraza de una vivienda de la capital paisa.
Para las autoridades gringas no había duda de que, con la muerte de Escobar, el poder mafioso del Cartel de Cali aumentaría y prueba de ello es que el tráfico de cocaína fue controlado en un 80 por ciento por los Rodríguez Orejuela, durante los años siguientes a la muerte de Escobar.
Por ahora todas esas verdades se fueron a la tumba con Gilberto Rodríguez Orejuela, el excapo que a sus 83 años falleció en una prisión de Estados Unidos, luego de padecer cáncer de colon y próstata, e hipertensión.
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Hundiría a nuestros descarados expresidentes , a exmilitares y a muchos políticos