Los discursos de Iván Duque y Roy Barreras
Con la arrogancia que solo la mediocridad sabe brindar, Iván Duque abandonó el Capitolio sin esperar el discurso de la oposición. La intervención del nuevo presidente del Senado, Roy Barreras, fue elocuente y generosa.
Ni el tono veintejuliero ni los dardos contra Gustavo Petro salvaron el discurso del presidente Iván Duque durante la instalación del nuevo Congreso el 20 de julio. Varios analistas interpretaron el tono camorrero como una manera de tomar las banderas de la oposición, pero yo creo que es una ambición demasiado alta para alguien que no ha podido liderar ni siquiera su propio partido. Y los dardos contra Petro sonaron muy trasnochados. Alguien debe decirle al presidente que la campaña terminó hace un mes.
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Tampoco le funcionó la larga enumeración de las “hazañas” de su gobierno porque todas eran demasiado conocidas. ¿Quién ignora que el presidente y su partido se jugaron el pellejo por la paz, por la JEP y por los líderes sociales? En todas partes, especialmente en el extranjero, es conocida su preocupación por la preservación del medioambiente, la extensión de la conectividad, la lucha contra la corrupción, contra las condecoraciones, contra los huracanes e incluso contra su mentor y contra la señora María Fernanda Cabal, amén de su respeto por la protesta social, su vergüenza por los ‘falsos positivos’… en fin. ¡Tantos logros!
Con la arrogancia que solo la mediocridad sabe brindar, abandonó el Capitolio sin esperar el discurso de la oposición.
Lo que pagó la boleta fue el discurso de Roy Barreras. Empezó recordando que es nieto de un campesino liberal, hijo de una señora que fue modista y madre soltera, y que él se graduó como profesional en una universidad pública. Nada de esto era gratuito ni mera retórica. Apuntaba a subrayar la importancia del Estado liberal y de la necesidad de una política económica de corte socialdemócrata, el marco ideológico del nuevo gobierno.
“Cesó la horrible noche”, dijo, y muchos sentimos, conmovidos, que despertamos de una larguísima pesadilla, que tampoco esta era una frase retórica.
Habló de la inclusión, de un gobierno para jóvenes, mujeres, indígenas, población negra y población diversa. Recordó que el cambio se hace con reformas profundas y que solo hay un año para aprobarlas por medio de consensos amplios. Habló de recuperar el honor del Congreso, de los organismos de control y de los contrapesos de la democracia. Hizo menciones respetuosas a la Policía, pero no al Ejército. ¿Por qué? En un discurso breve pero político y muy completo, esta omisión es curiosa. ¿Por qué no dijo, por ejemplo, “la Policía y las Fuerzas Militares”?
Recordó que el viejo Congreso reconoció la existencia del conflicto, el estatuto de la oposición, los mueve millones de víctimas y el marco jurídico para la paz. Le recordó al nuevo Congreso que esa institución tiene una desaprobación del 73 por ciento y que ahí deben trabajar duro para sacar adelante las reformas que garanticen ese cambio que el país pide a gritos y que es, literalmente, un asunto de vida o muerte.
Hizo también un llamado a los violentos (las bacrim, el ELN y las disidencias) para que se acojan a políticas de sometimiento a la justicia o a un acuerdo de paz.
También destacó la importancia del desarrollo rural integral, puesto que constituye un punto fundamental de los Acuerdos de La Habana y un componente clave de la justicia social, que forma, junto con la justicia ambiental y el desarrollo de los acuerdos de paz, la terna básica del nuevo gobierno.
El discurso de Roy Barreras tiene tantas proposiciones nobles y de difícil realización que puede confundirse con el discurso de un buen estadista o de un mal demagogo. La diferencia estriba en que Barreras es un maestro del arte de la elocuencia, un senador que ha trabajado de manera incansable por la paz y un alfil que hace parte del primer círculo de un movimiento que ha demostrado sensibilidad, inclusión, imaginación y talento. La claridad, la fluidez, la fuerza y la brevedad de este discurso lo convierten en la mejor pieza retórica que hayan escuchado mis viejas orejas en los dos últimos siglos. Se las recomiendo.
Hay razones para pensar que el Pacto Histórico va a cumplir; que no está cañando. Todos los candidatos a la Presidencia les han coqueteado a los indígenas y a las mujeres, pero solo el Pacto Histórico ha hecho de la paridad una ley, está nombrando indígenas en cargos altos y funcionarios muy capaces en los ministerios.
Estos nombramientos, la consistencia y la pertinencia del programa del Pacto Histórico, la buena acogida que ha tenido el llamado de Petro a formar un gran acuerdo nacional, y la mística y el buen ambiente que se respira en un amplio sector de la opinión pública nos hacen abrigar esperanzas de que vienen buenos tiempos para el país. Las aves agoreras apuestan que todo será un fracaso, que en 2026 no seremos Finlandia ni Nueva Zelanda. Por supuesto que no. Los desafíos son muchos y enormes, pero estoy seguro de que en 2026 tendremos algo bueno para celebrar: llevaremos cuatro años caminando en la dirección correcta, y habremos dejado de chapalear en este mar de mezquindad, sangre y babas que ha sido siempre la historia del país.
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2 Comentarios
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Bellísima columna para ratificar lo que Roy ha sido y representa en este momento histórico. El buen comienzo de Gustavo Petro hizo agua la mala prensa que lo acompañó, las mentiras de sus opositores quedaron expuestas como infamias infundadas con las que trataron de conseguir con engaños lo que con ideas no alcanzaban.
Petro son cuatro años, él lo dijo, pero vendrán otros a continuar su legado. Los bandidos no volverán para ventura de nuestra Patria.
TOTALMENTE DE ACUERDO SR LONDOÑO. EN EL PACTO HISTORICO NO TODOS SON ANGELES DE LA GUARDA, PERO EN SU GRAN MAYORIA SE SIENTE QUE ESTAN COMPROMETIDOS CON LAS REFORMAS QUE PROPUSO PETRO PARA LLEGAR A LA PRESIDENCIA. Y SOBRE ROY BARRERAS, DOY FE DE SUS CAMBIOS Y DE SU COMPROMISO CON LAS REFORMAS DE PETRO, Y SU ELECCION COMO PRESIDENTE DEL CONGRESO ES SEÑAL DE COHERENCIA, GRAN CAPACIDAD DE TRABAJO Y SU GRAN SENSIBILIDAD SOCIAL.