Petro niega tener “síndrome de Asperger”. ¿Y qué si lo tuviera?
A las especulaciones sobre la salud del presidente Gustavo Petro se suma el “síndrome de Asperger” que su hermano aseguró ambos fueron diagnosticado en la juventud.
La impuntualidad del presidente ha dado pie a todo tipo de especulaciones, al punto en que opositores le exigen un certificado médico sobre su estado de salud. Incluso, Íngrid Betancourt le diagnosticó depresión y sugirió que consume sustancias.
La excandidata presidencial, el 14 de marzo de 2022, en un debate de campaña, dijo: “Yo creo que tú tienes Alzheimer (…) Y, de hecho, cuando fui a visitar a Gustavo, me acuerdo (de) que él estaba en una gran depresión, tirado en el piso, sin poder moverse. No me voy a meter en tu vida privada, Gustavo, pero lo que el país sabe es que, si hay alguien que enfrentó a Ernesto Samper, fui yo”.
Meses después especuló para la Revista Semana que para los hijos del hoy presidente era usual verlo así: “Vi a sus niños pequeños —eran muy chiquititos, debían tener tres añitos—. Ellos corrían por toda la casa (…) Me imagino que para los pequeños era normal, porque saltaban encima del hoy presidente, daban vueltas. La esposa, apenada, diciendo: ‘Bueno, qué pena con ustedes, los estábamos esperando, pero no ha reaccionado. Vuelvan más tarde’”.
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Luego, el pasado 28 de agosto, Betancourt sugirió, en Caracol Radio, que Petro habría asistido a un evento de campaña en Yopal (Casanare) bajo la influencia de una sustancia que no especificó: “En el video, cuando él se mueve del carro para salir, se ve en el piso una lata llena de una sustancia blanca. Cada uno puede hacer su propio análisis”.
En esta ocasión, una fuente muy cercana al presidente, su hermano Juan Fernando Petro, contó en entrevista con Los Informantes, en su emisión del domingo 3 de septiembre, que tanto él como el presidente fueron diagnosticados con el anteriormente llamado síndrome de Asperger.
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Control de daños
Aunque el biólogo le sumó esta condición a la historia clínica que Íngrid Betancourt le abrió al presidente, menos de un día después de la emisión de Los informantes, Juan Fernando aseguró, en entrevista con Blu Radio, que, en realidad, se refería solamente a él: “(El psicólogo) extendió y dijo: ‘su hermano (Gustavo Petro), debe tener el mismo comportamiento porque son parecidos‘. Pero la cuestión era sobre mí“.
Sin embargo, la noche anterior, Juan Fernando le dijo a la periodista María Del Rosario Arrázola: “Hay un momento (en) que podemos estar con mucha gente, pero, de pronto, no estamos, aunque estemos físicamente. En el caso de Gustavo, es más intenso que el mío”.
Según Juan Fernando, el diagnóstico del actualmente denominado trastorno del espectro autista (TEA) se dio alrededor de 1977, en la adolescencia, cuando ambos hermanos dejaron de ser jóvenes “risueños” y “divertidos“: “Me aislé de todo el mundo”. Dijo que su padre los llevó al psicólogo del colegio La Salle, en Zipaquirá (Cundinamarca), y que les aseguró que la condición no era una enfermedad.
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Sin embargo, luego de la lluvia de reacciones por parte de personalidades de la vida nacional —en especial de la oposición al Gobierno— tras las primeras declaraciones, el hermano del presidente recordó en la entrevista radial que grandes personalidades tienen la condición, lo cual no implica “que estén enfermos“.
También explicó que su revelación sobre el diagnóstico de TEA fue sacada de contexto: “Tristemente, yo siento que ahora hay una connotación de que el presidente está enfermo y eso no es. El presidente no está enfermo. El Asperger no tiene que ver con una enfermedad, sino con una característica del ser”, le dijo a la emisora.
Asimismo, indicó que ambos han tenido vidas normales: “Gustavo es más profundo que yo, en sus libros, en sus proyectos, en cómo transformar el país”, y señaló, en dos ocasiones, que sus ausencias en los eventos protocolarios no se deben a la condición: “No tiene nada que ver con el Asperger. Lo digo porque, primero y repito, no es una enfermedad; es una característica del ser de una persona”.
“Algo pasa con mi hermano”
Horas después, el primer mandatario desmintió las afirmaciones de su hermano Juan Fernando: “Hay cosas que ya no entiendo en la relación entre la prensa y mi familia. Pero esto me dejó boquiabierto. Algo pasa con mi hermano“, escribió en su cuenta de Twitter, en referencia a las declaraciones de este en Los informantes.
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“Jamás he recibido un diagnóstico sobre el síndrome de Asperger”, agregó Petro. “Es imposible que nos hayan diagnosticado ese síndrome cuando éramos niños, porque esa enfermedad solo empezó a diagnosticarse en 1994, (sic) tenía 34 años de edad, y dejó de estar en los tratados de diagnósticos en el 2013, porque la ciencia la rechazó como una enfermedad específica“, señaló mandatario en la publicación.
Sin embargo, el testimonio de Juan Fernando deja varios interrogantes.
No ha sido sino en las últimas dos décadas que el TEA se ha tratado de integrar a la jerga cotidiana con términos como ‘neurodivergencia‘, en relación a personas con condiciones neuropsiquiátricas leves o moderadas que les generan comportamientos que pueden salirse de lo común, sin que ello implique una discapacidad.
Por tanto, con los estigmas y la discriminación que persisten en torno a las enfermedades mentales, parece poco probable que en 1977, un profesional de la salud mental haya tranquilizado a los Petro porque el trastorno es un rasgo de personalidad, cuando la cuarta versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV, por sus siglas en inglés) incluía la entonces llamada psicopatía autista infantil (actual TEA), solo cuatro años después de que la Asociación Americana de Psiquiatría eliminara la homosexualidad como enfermedad.
En el ámbito médico, por otro lado, el TEA sí se considera una patología, ya que se han identificado causas y alteraciones neurobiológicas; hay criterios para su diagnóstico y las limitaciones para la vida diaria pueden variar entre muy pocas a severas —y dependen, en gran medida, de los requerimientos del entorno—. Sin embargo, el consenso es que la necesidad de tratamiento y el mismo difieren de un individuo a otro, en caso, siquiera, de requerirlo.
Por ejemplo, una persona con vértigo que trabaja desde casa no necesitará más que tratamiento ocasional si presenta síntomas, a diferencia de alguien con el mismo diagnóstico que deba trabajar en alturas.
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“Entiendan lo grave que es coger este tema y politizarlo, y ponernos en la palestra pública a los autistas (…) Nos invalidan. Entonces nosotros no podemos trabajar, no podemos ser presidente, no podemos ser nada“.
Lilo Peñuela González.
¿Síndrome de Asperger o trastorno del espectro autista?
Aunque en 1944, el pediatra y psiquiatra austriaco Hans Asperger escribió el artículo Autistic Psychopathy in Childhood (‘psicopatopatía autista en la niñez’), no fue sino hasta 1981 que se usó por primera vez el término síndrome de Asperger.
La psiquiatra Lorna Wing describió entonces las tres grandes áreas afectadas por el trastorno: socialización, flexibilidad e imaginación, y comunicación. Esta triada se considera un denominador común dentro del autismo, pero, en el caso del TEA, el grado de afectación es menor y el funcionamiento y el pronóstico son mejores.
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El tratamiento, sin embargo, suele enfocarse a los estados de estrés, ansiedad o depresión que puedan surgir, por ejemplo, de situaciones relacionadas con la esfera social o que pudieran interferir con esta.
Por eso, desde 2013, la Asociación Americana de Psiquiatría (AAP) eliminó del DSM-V el concepto de síndrome de Asperger, decisión seguida en 2017 por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Dos años después de la decisión de la OMS, Edith Sheffer, historiadora del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de California (EE. UU.), experta en Alemania y Europa Central, y madre de un niño con TEA, publicó su libro Los niños de Asperger (Planeta, 2019), en el cual dio a conocer que, detrás del pediatra y psiquiatra vienés, había un exterminador nazi con un programa de eugenesia y eutanasia infantil.
“Los diagnósticos epónimos se otorgan para honrar a las personas que describen una condición por primera vez y para encomiar su trabajo como seres humanos“, dijo la investigadora, en entrevista con The New York Times, y agregó: “En mi opinión, Asperger no merece ninguno de los dos”.
A pesar de que el término ya no se usa en el ámbito clínico, cada 18 de febrero se celebra el Día Mundial del Asperger —fecha que coincide con el nacimiento de Hans Asperger— para crear consciencia sobre la condición.
Y es que, a diferencia de lo que sucede con el vértigo, el problema con las enfermedades mentales se produce cuando el estigma y el desconocimiento que lo causa llevan a asegurar, ante cientos de miles de lectores, que el opositor es “errático” debido a estas.
En ese contexto, el debate en torno a condiciones como el TEA podría ya no radicar en si es una enfermedad, sino en la creencia de que son discapacitantes y, peor aún, producto de un ‘defecto de personalidad’; además de si el hecho de saber que un candidato (sea a la Presidencia o cualquier otro trabajo) tiene depresión o diabetes le aporta algo a quien le elige.
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Nota de redacción: este artículo fue editado con el comunicado de la Universidad de los Andes, el 5 de septiembre.
5 Comentarios
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Hola, existen muchas contradicciónes en relación al uso de la terminologia utilizada en el autismo. Tambien depende mucho del manual utilizado en la descripción del autismo.
El siguiente post que escribi, cabalmente trata de aclarar dichas confusiones *(Autismo, tea, tgd, grados de autismo, asperger, etc.
https://autismoconsejospracticos.com/leve-severo-grados-de-autismo/